Cuatro miradas del creyente que participa en la Santa Cena
- En primer lugar, en la
Cena del Señor debemos "mirar adentro". Pablo nos exhorta a dar una
mirada introspectiva hacia nosotros mismos cuando dice: “pruébese cada uno a sí mismo” (1 Cor. 11:28). Siempre debe haber
un auto examen, y un auto juicio a fondo, que alcance lo íntimo de nuestra
alma, antes de que participemos de la Cena. Si tenemos algún pecado sin
confesar en nuestras vidas, debemos sacarlo a la luz delante de Dios,
confesarlo, y arrepentirnos de ello. Cuando hayamos hecho esto, estaremos en el
estado adecuado para recordar al Señor y adorarle. Este principio deberíamos
aplicarlo cada vez que invocamos al Señor en oración (en lo personal y al
congregarnos como hermanos).
- Segundo, debemos
"mirar atrás", una mirada llena de adoración a Cristo por todo lo que
ha hecho en su obra redentora en la cruz.
- Tercero, debemos
"mirar arriba" donde Cristo está sentado a la diestra de Dios,
coronado de gloria y honra (Ef.1:20-23).
- Cuarto, debemos
"mirar hacia delante" a la venida del Señor (1 Cor. 11:26). Así como
la Cena del Señor señala hacia el hecho histórico de la primera venida de
Cristo y su muerte en la cruz, debe también señalar hacia su segunda venida
cuando la observancia de la Cena del Señor cesará.
¿Qué beneficios se reciben
al tomar la Cena del Señor?
- El hecho de recordar la
obra de Cristo y participar en la Cena nos lleva a reflexionar, agradecer todo
lo que él ha hecho por nosotros, reconsiderar nuestros caminos, arrepentirnos,
corregir todo lo malo, pedir perdón a otros y perdonar las ofensas, renovar
nuestro compromiso de amarle, obedecerle y servirle de todo corazón, proclamar
a otros el evangelio, servir a otros con amor y paciencia, aguardar su venida y
prepararnos cada día más para el encuentro con él (sea que la muerte nos
sorprenda o que el Señor venga por su Iglesia).
- Al tomar la Cena, el
Señor está participando con nosotros en este acto.
- Quien toma del pan y del
vino participa en el simbolismo que este acto refleja que es la comunión con
Cristo pero esto no garantiza que dicha persona tenga comunión con Cristo. El
solo hecho de creer en Cristo como Salvador y seguirle de verdad ya garantiza
una comunión permanente con él; en la Cena, esta experiencia solo es
simbolizada.
- Para participar de la
Cena es indispensable ser miembro del cuerpo de Cristo que es la Iglesia… no
una iglesia local sino el conjunto de todos los verdaderos creyentes que están
dispersos por todo el mundo y que siguen a Cristo de corazón y conforme a su
palabra. Sin embargo, la Cena no garantiza que la persona es miembro del cuerpo
de Cristo. El solo hecho de creer en Cristo como Salvador y seguirle de verdad
ya garantiza que somos parte del cuerpo de Cristo.
¿Con qué frecuencia se debe
realizar la Cena del Señor?
- Aún cuando la Biblia no
da una indicación clara de la frecuencia de este acto, parece probable que los
cristianos primitivos lo practicaban con frecuencia (quizás una vez a la
semana) cuando se reunían el primer día para celebrar la resurrección de
Cristo. No hay duda que esto lo hicieron los cristianos en el primer siglo
(Hch. 20:7). Los datos que encontramos en libros de historia en los primeros
siglos confirman lo que las Escrituras del NT nos enseñan: los primeros
discípulos participaban de la Cena del Señor cada domingo.
- Pablo habla de celebrar
la Cena con cierta frecuencia (1 Cor. 11:17, 20, 25, 26, 34).
- “El partimiento del pan”
por la iglesia es cierto que definitivamente se refiere a la observación de la
Cena del Señor. Los cristianos en Corinto habían convertido la Cena del Señor
en un banquete egoísta, pero cuando el apóstol Pablo explica cómo debe ser el
verdadero partimiento del pan (1 Cor. 11:23-26), no habla de una simple “comida
fraternal” sino de recordar la muerte del Señor en el pan partido y la copa. El
partimiento del pan en 1 Cor. 10:16, 17 también se refiere a la comunión del cuerpo
de Cristo o sea la Cena del Señor, y sabemos que los cristianos corintios se
reunían cada primer día de la semana (1 Cor. 16:2).
- En Hch. 2:42 hay una
clara distinción entre “el partimiento del pan” y “la comunión unos con otros”.
“El partimiento del pan” era algo muy importante en la vida de los primeros
cristianos. También lo era “la comunión unos con otros”. Pero eran dos
actividades distintas. El único “partimiento del pan” que Cristo mandó fue el
partimiento del pan en la Cena del Señor y los apóstoles de Cristo también
mandaron observar este acto en la iglesia. Por otro lado, “la comunión unos con
otros” es expresión del amor fraternal entre cristianos y puede incluir una
“comida fraternal”.
- Es deber del cristiano
conmemorar la muerte del Señor en la Santa Cena y la observancia de la Cena del
Señor no debiera ser distante en el tiempo, sino en obediencia respetuosa y
adecuada a su mandamiento de hacerlo hasta que él venga. Cada iglesia local
puede programar con qué frecuencia lo va a realizar.
- No hay base bíblica para
hacer la Cena del Señor otro día de la semana; esta ordenanza debe hacerse el día domingo, el primer día de
la semana. Podemos comparar esta información con el hecho de que Cristo
resucitó en el primer día de la semana (Jn. 20:1), el Espíritu Santo vino en el
primer día de la semana sobre los 120 discípulos en Jerusalén (Hch. 2:1; Lv.
23:15, 16), el evangelio fue predicado por Pedro ese mismo día y la iglesia
comenzó un crecimiento especial en Jerusalén. El primer día de la semana
también es llamado “el día del Señor” (Ap. 1:10). Todos estos elementos dan
fuerza al principio bíblico de celebrar la Cena solo en este día.
- Aunque se ha relacionado
la pascua judía (que se celebraba una vez al año) con la Cena del Señor, no
podríamos decir que la frecuencia de la Cena deba ser una vez al año, porque la
Cena del Señor no sustituyó a la Pascua. Miremos algunas razones:
* Es una celebración
totalmente distinta con elementos diferentes (el elemento principal en la
Pascua era un cordero, no el pan y el vino).
* La Pascua era una
celebración de la liberación nacional de los judíos. En la Cena del Señor
conmemoramos una muerte: la de Cristo Jesús.
* No encontramos una
práctica constante en la iglesia del Señor del primer siglo participando de la
Cena del Señor en el día de la Pascua.
CÓMO REALIZAR LA CENA DEL
SEÑOR
Preparación:
- Todos los preparativos
deben hacerse con tiempo y con detalle para que el evento se realice con
excelencia para Dios.
- Conviene coordinar de
antemano el orden del programa.
Oficiante:
- El ministro que oficia la
Cena del Señor debe ser un pastor o líder consagrado al Señor, de buen
testimonio, que lleve una vida ejemplar.
- El oficiante debe
explicar las reglas básicas que tiene la iglesia local y sus motivos de forma
sencilla y entendible a todos los asistentes (aunque esta información debe
darse completa en el curso de discipulado de la iglesia local).
- Se debe excluir cualquier
pensamiento que distrae la mente de la solemnidad de la ocasión. Por supuesto,
no es el momento debido para hablar de la administración de la iglesia o de
retar a la iglesia por sus faltas. Es el plan de Dios que, en esta reunión
sagrada, cada mente esté fija en él.
- El oficiante debe advertir
a los oyentes de las consecuencias que trae el comer y beber indignamente de la
Cena del Señor (1 Cor. 11:27, 29). Debemos ser prudentes en el lenguaje que
usamos y evitar confrontaciones en público en un momento así. No se trata de
condenar a otros o crear un ambiente pesado y tenso.
- Es importante que los
miembros entiendan que deben venir a la mesa del Señor con corazones limpios y
sin pecado. Sin embargo, no es el momento de predicar un sermón reprochando a
la gente por sus faltas. Si en la iglesia hay necesidad de una reconciliación,
se puede usar el culto de la semana anterior para anunciar que viene la Cena, y
con un buen espíritu animar a la gente a prepararse para la ocasión,
recordándole cuán gran amor tuvo Cristo por nosotros, y cuánto amor debe reinar
entre los hermanos.
- No se debe usar la Cena
para hacer reprensiones públicas a la congregación o a creyentes en particular.
Este es un momento especial en la presencia de Dios y con propósitos
específicos. Ya vendrá el tiempo en otras reuniones cuando se requiera hablar
con la iglesia en público o con hermanos en particular y corregir faltas de
forma eficaz y bíblica.
- El oficiante pedirá que
aquellos que no van a participar de la Cena se sienten y los que van a
participar se queden de pie para repartir la Cena pero todos deben estar en una
actitud de oración, agradecimiento y respeto ante Dios (niños, jóvenes,
bautizados, no bautizados, miembros o no de la iglesia).
Ayudantes:
- Se deben seleccionar
hermanos de buen testimonio, que su conducta sea digna del evangelio, que sean
constantes en la congregación, que hayan sido discipulados en la Biblia y
bautizados en las aguas para repartir la Cena del Señor.
- Los ayudantes deben ser
sabios y considerar lo siguiente:
* Tener una actitud
prudente y amorosa; sin emitir juicios o tener gestos de desprecio hacia nadie.
* Los niños no deben
participar.
* Los inconversos no deben
participar.
* Los no bautizados no
deben participar.
* Los que son bautizados de
otras congregaciones y asisten regularmente a la iglesia pero que todavía no
son miembros en plena comunión, pueden participar.
* Si hay creyentes que nos
visitan de otras congregaciones y no los conocemos pero son bautizados y
consideran que están aptos para participar, lo pueden hacer.
* No repartir la bandeja a
otros hermanos para pasarla por una hilera sino acercarse a cada creyente que
va a participar y entregarle personalmente el pan y el vino.
Lugar:
- El acto puede realizarse
en un templo o en un lugar acordado y adecuado.
Símbolos:
- Cuando Jesucristo dijo: “Yo soy la vid” (Jn. 15:1), sabemos que
esto no significa que Cristo sea una vid material, sino una vid espiritual. Y
esto es cierto en cuanto a muchas declaraciones de Cristo: “Yo soy la luz del mundo”, “Vosotros
sois la sal de la tierra”, “Yo soy el
camino” y muchas otras. No son declaraciones de realidades materiales sino
espirituales, pero siempre enseñan verdades muy importantes. Es lo mismo en
relación con el pan y el fruto de la vid en la Cena del Señor.
- El pan representa el
cuerpo inmolado, partido, quebrantado por nuestros pecados y para nuestra
salvación. El pan no es FISICAMENTE el cuerpo de Cristo. Obviamente, cuando
Cristo dice “esto es mi cuerpo” se trata de una ilustración espiritual (no
material).
- El vino representa la
sangre de Cristo, derramada para nuestra salvación (1 Cor. 10:16). El fruto de
la vid no es FISICAMENTE la sangre de Cristo. Asimismo, cuando Cristo dice “esto es mi sangre”, se trata de una
ilustración espiritual (no material). La Biblia dice sencillamente “fruto de la vid” (Mt. 26:29; Mr. 14:25;
Lc. 22:18). No dice “vino” en ningún texto (aunque se usa este término para
hablar del fruto de la vid). Por tanto, definitivamente NO es vino fermentado.
El jugo de la uva cumple el requisito.
- El sabor artificial de
uva que llevan los refrescos NO es el
“fruto de la vid” sino un producto netamente artificial. No debemos cambiar
la posición bíblica y usar elementos extraños en la Cena del Señor. El jugo de
uvas (“fruto de la vid”) y el pan sin levadura son los elementos autorizados en
las Escrituras. ¿Por qué vamos a cambiar algo tan sencillo?
- El pan debe ser preparado
sin levadura y puede partirse en pequeñas porciones para que sea consumido
rápidamente.
- El vino debe ser nuevo y
fresco; se prepara con uvas de buena calidad y se reparte en pequeñas copas.
Organización:
- Si van a darle
participación a músicos y cantores, se recomienda un ensayo previo para
verificar que hay una preparación adecuada; no sea que tengan sorpresas por
personas sin experiencia o que la deficiencia musical arruine la solemnidad de
esta ordenanza bíblica.
- El uso de cánticos
alrededor de la Cena es una bendición y la Biblia señala que en la Última Cena,
el Señor y sus discípulos cantaron (Mt. 26:30; Mr. 14:26). Según el Talmud (una
recopilación de interpretaciones y tradiciones judías), los judíos
acostumbraban cantar los Salmos del 113 hasta el 118 en conexión con “la pascua
de Jehová, llamándolos “el gran Hallel”, es decir, la gran alabanza. Esto no se
debe tomar como un mandamiento pero la Cena del Señor es un momento propicio
para alabar al Señor (con cánticos o en oración). Esto lo deciden el pastor
local y los líderes de la iglesia.
- No se recomienda recoger
ofrenda después de la Cena; es mejor hacerlo antes porque así los creyentes van
a estar todo el tiempo enfocados en la Cena hasta cuando termine el acto. En
algunas iglesias se ha visto que cuando se recoge la ofrenda después de la
Cena, muchos se distraen y se pierde la atención por estar buscando la ofrenda
en la cartera o en el bolsillo.
Como regla general, se
podría recoger la ofrenda antes o después de la predicación, la cual siempre
debe estar antes de la Cena del Señor.
Protocolo:
- El ministro debe preparar
sus palabras de forma anticipada y en este sentido, existen muchos manuales
para celebrar la Cena del Señor que darán recomendaciones sobre las frases más
indicadas para esta ocasión; sin embargo, todo debe hacerse con naturalidad,
autenticidad y bajo la guianza del Señor. En estos casos siempre es recomendable
orar a Dios por su gracia y favor para que todo salga muy bien y que la
bendición del Señor sea sobre todos.
- La reunión se debe
conducir de la siguiente manera:
* Citar referencias
bíblicas sobre la Cena del Señor.
* Orar, dando gracias por
su misericordia.
* El pastor principal, el
oficiante o las personas encargadas entregarán los elementos a los ayudantes en
bandejas con panes y los vasos con el vino a medida que se van repartiendo a la
congregación.
* Primero se reparte el pan
y luego se reparte el vino.
* Tomar el pan, dar
gracias, pronunciar las palabras de la ordenanza, partir el pan y repartirlo a
los asistentes que desean participar.
* Tomar la copa, dar
gracias, repetir las palabras de la ordenanza y repartir las copas.
* Debemos dar gracias antes
de comer el pan y también antes de tomar el vino como lo hizo Jesús (Lc.
22:19). Notemos que cada componente de la Cena tiene un significado particular.
Cada uno merece que le demos la importancia especial que le corresponde. Entre
las distintas formas de realzarlos individualmente figura el dar gracias por el
pan, y luego, mediante otra oración, dar gracias por el vino. No tenemos afán…
así honramos las Escrituras y a Cristo, siguiendo su ejemplo. Ese fue el modelo
de Cristo. Asimismo, debemos de repartir el pan, luego de dar gracias y después
repartir el vino, luego de dar gracias.
* Los participantes comen
de pan y toman del vino en silencio mientras estamos en un momento de oración y
agradecimiento al Señor por su obra en la cruz.
* Se pueden entonar
cánticos asociados a esta ocasión.
- La oración debe ser
dirigida por el oficiante, quien a su vez explica los símbolos y los principios
bíblicos relacionados con la Cena del Señor.
- En las oraciones
realizadas es importante que pidamos al Señor que nos santifique cada vez más
por medio de su sangre, de su Espíritu y de su palabra que son los instrumentos
que Dios usa para limpiarnos de todo pecado delante de él.
- No es conveniente hacer
oraciones largas en este acto; sería suficiente realizar oraciones
espirituales, acordes con el momento y de corazón. La idea no es llamar la
atención de nadie sino honrar a Cristo y edificar a los oyentes.
- En estas oraciones
públicas no se deben presentar otras peticiones que están fuera del propósito
de la Cena (peticiones por enfermos, intercesiones por la obra evangelística de
la iglesia, plegarias por situaciones problemáticas que aquejen a algunos de la
congregación, oraciones personales, etc.); más bien, se pueden hacer en otra
ocasión (y mejor antes del acto). Si algún creyente necesita una oración
especial puede solicitarla antes de la reunión de la iglesia local y se
presentará al Señor en su momento.
- Debemos tener cuidado en
seguir el orden bíblico para no desviar la atención de la gente de la
ordenanza. En la oración debemos tener cuidado de usar palabras que confundan
la gente. No pida la bendición de Dios sobre la copa o el pan con palabras que
dan la impresión de que los elementos serán cambiados milagrosamente. No
debemos alimentar conceptos supersticiosos y errados sobre los elementos de la
Cena.
- No tenemos que llenar
cada momento con palabrería; es mejor dejar momentos de silencio para la gente
reflexionar sobre el gran sacrificio de Cristo. Que calle el hombre mientras
que Dios habla a través del símbolo. Esto llega a ser aún más obvio si
recordamos que la ordenanza consiste de dos partes: la presentación de los
símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo y el acto de comer y beber como la
aplicación personal del participante. Administrada debidamente, la Cena del
Señor es uno medio precioso que Dios usa para inspirar el corazón y elevar la
vida de la iglesia. Dejemos que el Espíritu Santo guíe los corazones y nos
fortalezca en fe, amor, unidad y fidelidad a Cristo.a
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