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domingo, 24 de septiembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte IV

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¿En qué consiste la ceremonia de presentación de niños?
- Por medio de esta dedicación, los padres y adultos responsables establecen un compromiso con Dios (delante de la familia y de la iglesia como testigos) de que harán todo lo posible para que este niño venga al conocimiento del Señor a una temprana edad, y para que crezca en el Señor, de acuerdo a los principios y valores de la Palabra de Dios. A partir de este acto, los padres deben esforzarse por ser un ejemplo en la vida del pequeño.
- La presentación de niños no tiene ninguna relación con el bautismo católico de los niños porque en dicho bautismo no hay base bíblica (como se explicó antes).
- Cuando Dios bendice con niños a una familia, sus padres quieren que la iglesia tenga interés y por eso es que presenta a ese niño en la iglesia. Así pues, para los padres, un paso clave para dar testimonio de su deseo de guiar a su hijo en los caminos de Dios, es presentarlo públicamente, a través de una ceremonia de presentación. Dios los ha puesto bajo su responsabilidad para que sean encaminados por el bien, con valores bíblicos, hasta que lleguen a tomar su propia decisión de recibir a Cristo en su vida. Con esta mentalidad y con este compromiso, no solo se puede ganar a los hijos para Cristo, sino también a otras generaciones que vendrán después (2 Tim. 3:14, 15).
- Dedicar a los hijos ante el Señor es algo serio y merece respeto. Generalmente, en las iglesias no es una obligación hacerlo ni tampoco ello acredita una vida de felicidad para el niño; sin embargo, recordemos que Dios tomará en cuenta cada una de nuestras acciones y esto también incluye la forma como hemos encaminado a los que están bajo nuestra responsabilidad (Rom. 14:12).
- Ten por seguro que Dios ve con mayor agrado a aquellos padres que sin haber dedicado a sus hijos en una ceremonia, éstos fueron criados y encaminados de acuerdo a su voluntad, en comparación con aquellos padres que habiendo dedicado a sus hijos, más bien descuidaron su responsabilidad y éstos se extraviaron de la fe (en parte, porque los padres no cumplieron la promesa que hicieron en el altar frente a la congregación). ¿Se imaginan cuánto más se gozará el Señor si los padres que dedican a sus niños cumplen sus promesas?
- En todo tiempo tenemos que enseñarles a nuestros hijos quién es Dios, cuán precioso es, cuán poderoso y soberano es, cómo ha provisto salvación en la persona de Cristo por su sacrificio en la cruz, y cómo nos ha llenado de su presencia por medio del Espíritu Santo. En la sabiduría de Dios, somos llamados a guiar a nuestros hijos a ver su necesidad de arrepentimiento de pecado y poner su fe en el Salvador. En la presentación de nuestros hijos, estamos reconociendo estas verdades espirituales desde tan temprana edad porque estamos aceptando ante Dios y ante los testigos que nosotros no podemos solos, que no somos sus salvadores, que no somos perfectos, que no somos fuertes en nosotros mismos, y que necesitamos de Dios para cumplir con nuestros deberes como padres. Al presentar a nuestros hijos, el enfoque está en nuestro compromiso como padres con Dios, y en el compromiso como cuerpo de Cristo en apoyar a los padres en su llamado de modelar y enseñar de Dios a sus hijos.
- Cuando presentamos niños muy pequeños ellos no tienen la capacidad de entender el valor de este acto pero en el trayecto de la vida les recordaremos que fueron consagrados a Dios y que él tiene un propósito especial para sus vidas.

Elementos esenciales para cumplir el plan de Dios como padres
- La dedicación de niños no es un acto público solamente sino que demanda un acompañamiento integral a los menores en su proceso de crecimiento espiritual para que sigan a Cristo.
- Primeramente, siempre debemos mantenernos contentos con la oportunidad de enseñarles a ellos la verdad de Dios (como sacerdotes del hogar). A veces no es fácil hacer esto. Hay padres que son negativos y en su mente están derrotados porque no confían en el poder de la palabra de Dios; por eso, no tienen la gracia y la sabiduría para enseñar a sus hijos. Dios no bendecirá esta clase de espíritu y esta manera de pensar y actuar. Sin importar las circunstancias, sembremos la palabra que es la verdad y Dios hará su parte, en su tiempo y en su voluntad. No hay satisfacción más grande que ver la obra de Dios en aquellos que viven en la verdad y más cuando son nuestros hijos, sean espirituales o de sangre (3 Jn. 1:4).
- La Biblia le dice a los padres: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Dt. 6:6, 7). Así pues, la instrucción comienza en el corazón de los padres en el hogar, quienes deben estudiar la Biblia y orar a Dios con devoción a diario.
- Enseñe a su hijo diligentemente la Palabra de Dios y procure que sus consejos estén respaldados por la Escritura. Lea la Biblia con ellos frecuentemente. Ayúdeles a memorizar la Biblia y enséñeles las grandes historias que ella relata. Ore con ellos, y por ellos. Permita que ellos mismos dirijan en oración. Escúcheles hablar con Dios. Como padres, vivamos la verdad de Dios frente a ellos cada día (con un testimonio limpio y coherente con lo que profesamos).
- La Biblia también le dice a los padres: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4).
- La Biblia le dice a todos (padres, líderes, iglesias y creyentes): “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6).
- Guiemos a nuestros hijos fielmente a asistir a la iglesia local (dándoles ejemplo con alegría, amor y constancia); que en ese lugar se practique y se enseñe la Biblia de forma integral y saludable, y que juntos busquemos el reino de Dios y su justicia (Mt. 6:33).

¿Qué propósitos tiene la dedicación de un hijo al Señor?
- Agradecer a Dios por la vida de nuestro hijo y dar testimonio de que Dios es quien formó y creó cada parte de su cuerpo y que todos los días de su vida están en sus manos (Sal. 139:15-17).
- Reconocer la soberanía de Dios sobre la criatura humana, quién es Dios como Creador y Señor de la vida, y quiénes somos nosotros como instrumentos en sus manos para la formación de su carácter.
- Buscar la bendición de Dios sobre la vida del niño en oración y ruego.
- Que los padres hagan un compromiso serio (delante de Dios y de los testigos presentes en la dedicación), para criar a su hijo en el camino del Señor y que la iglesia también se comprometa a apoyar esta tarea.
- Desear lo que el Señor desea para ese niño. Soltar a los hijos es algo muy difícil, pero para poder entregarle nuestros hijos a Dios, espiritualmente debemos de ponerlos en sus manos en oración para que él cumpla su plan en ellos. Esto debe continuar por el resto de sus vidas, si confiamos sinceramente que la voluntad de Dios es lo mejor para ellos.

Requisitos para la presentación de niños
- Sería ideal que la persona (o pareja) que presenta a su hijo tenga frutos en el evangelio, aunque no es un requisito que sea miembro en plena comunión de la iglesia todavía. Debería haber ya tomado la decisión de seguir a Cristo, tener un nuevo nacimiento y un cambio de vida y congregarse en dicha iglesia con regularidad para contar con el acompañamiento espiritual necesario de parte de la iglesia para la formación de su hijo en el camino del Señor.
- Cuando usted presenta su hijo a Dios, usted asiente que está dispuesto a colaborar con Dios y la iglesia para criar a su hijo en cooperación con los planes de Dios. Para esta asociación con la iglesia, uno o ambos padres deben comprometerse con la doctrina bíblica y la visión de la iglesia, para que puedan ser uno con la iglesia. Cuando usted elige convertirse en miembro de una iglesia, usted afirma que está de acuerdo con los principios y valores que la iglesia promueve, y que desea que ésta sea su iglesia.
- Los padres (a alguno de ellos) deberían primero tener una relación personal con Jesucristo. Quien no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, no podrá guiar a sus hijos en los caminos de Dios. En este caso, se debe declinar a la petición de padres no creyentes en la dedicación, no por rechazo sino por un acto de protección a no pecar haciendo promesas delante de Dios si no van a cumplirlas de verdad (quien no obedece a Dios, entregando su vida a Cristo de corazón, jamás obedecerá a Dios para guiar a sus hijos por la senda de sus mandamientos).
- Orientar a los padres del niño antes de la fecha de la dedicación. Es importante que los padres reciban lecciones claras de parte del pastor o de un líder de la iglesia para dicha ceremonia y deben basarse en material bíblico correspondiente (por ejemplo, en la información bíblica y espiritual que se está presentando en este capítulo).
- Hay gente que se pregunta: ¿una madre soltera puede presentar a su hijo? En la actualidad es muy común ver madres solteras por diversas razones, pero esto no es un impedimento para presentar sus hijos al Señor ya que todo creyente fiel debe guiar a sus hijos en la voluntad de Dios y así cumplir con su responsabilidad espiritual (sea un padre o una madre soltera; aunque es más frecuente ver madres solteras). Dicha persona necesita hacer un esfuerzo adicional para criar a un niño (especialmente, cuando el padre o la madre está distante y no asume su función como tal). Como iglesia, debemos estar comprometidos en apoyar a padres y madres solteras, proveyéndoles apoyo y fundamento bíblico para la crianza de sus hijos.

Errores asociados a la presentación de niños
- Hay padres que consideran que al dedicar a su niño, el pequeño tendrá una vida segura y feliz, y que el simple acto se hará cargo de su vida espiritual. Personalmente, he sido testigo de parejas no creyentes que llegan a la iglesia, y antes de iniciar el culto solicitan a los dirigentes dedicar a su bebé, a lo que el Pastor y la Directiva acceden a dicha petición para luego realizar los votos correspondientes por parte de los padres. Lo más triste es no volver a ver a los padres en los servicios ni mucho menos al niño. Lógicamente, en este caso se cometen dos graves errores:
* Llevar a las personas a que hagan votos y promesas a la ligera delante de Dios (Mt. 5:33; Lv. 19:12; Ecl. 5:4, 5). Se debe tener mucho cuidado de que los padres de los niños hagan votos si es que luego no van a poder cumplir (debido a que todavía no están decididos a seguir a Cristo para honrar a Dios en su compromiso espiritual como padres). Luego no vayan a culpar al pastor diciendo que los obligó a hacer compromisos sin antes haberles advertido.
* No preparar a los padres para guiar a su niño en el camino del Señor: Jesús dijo: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro” (Lc. 6:39). Los padres son los primeros maestros de sus hijos y si están bien preparados, serán efectivos para encaminarlos correctamente en la voluntad de Dios.
- Tengo conocimiento de ciertos casos de hermanos que proponen a su hijo no creyente (hombre o mujer) a dedicar a su nieto, a lo que acceden (de buena voluntad o por hacer sentir bien a sus padres). Sin embargo, tengamos presente que los que deben hacer los votos son los padres y no los abuelos (o cualquier otro familiar); la excepción sería que dichos familiares tengan la custodia legal de los niños y los padres acepten que otros asuman la función de criarlos y sustentarlos.
- Una justificación incorrecta de parte de los líderes eclesiásticos cuando suceden estos casos, es poner como pretexto el versículo bíblico de Mr. 10:14 que dice: “dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios”. Si se dan cuenta, es muy distinto traer a los niños a la iglesia para que oren por ellos (y cuando tengan edad, reciban la palabra junto con sus padres y familiares) porque todos los niños son valiosos para Dios, pero cuando hablamos de dedicarlos tiene que existir un compromiso formal delante de Dios y de los testigos correspondientes; de lo contrario, qué valor tiene delante de Dios y delante de la iglesia y de la familia, si es un acto que no implica compromiso consciente, maduro, sincero y fiel.

¿A qué edad un niño puede ser presentado al Señor?
- En la Biblia no hay un requisito de edad establecido para la presentación de niños; este acto puede realizarse desde su nacimiento hasta los primeros años de vida (este criterio lo pueden acordar los líderes en la iglesia local); sin embargo, hay casos donde los padres conocen a Cristo, dan frutos y le siguen; antes de esto, ellos no habían presentado a sus hijos cuando eran bebés y quieren hacerlo con sus hijos más grandes; aquí lo importante es consagrarlos al Señor en oración y comprometerse a guiarlos en el evangelio.

¿Qué función tiene la iglesia local en relación con los niños?
- La congregación juega un importante papel en la presentación, porque en este acto, los miembros afirman que, tanto los padres como ellos, se comprometen a orar, enseñar y guiar a los niños en el conocimiento de Dios. La congregación ora por los padres y les envía en su tarea de discipular a sus hijos, recordándoles que aunque es su responsabilidad, la iglesia está ahí para animarles, apoyarles y unir fuerzas, dependiendo de la gracia de Dios en Cristo y por medio del Espíritu Santo.
- Muchos padres tienen ansiedad y temor de cómo guiar a sus hijos al Señor, y como congregación podemos ayudarles para que juntos veamos la poderosa mano del Señor sobre ellos (1 Ped. 5:6, 7).
- La congregación asume el papel de testigo de los votos hechos por los padres y esto exige que interceda en oración y apoye a la familia en este proceso.
- La dedicación de un niño al Señor es una buena oportunidad para recordar a todos los padres presentes (y a los adultos que cuidan y crían niños) de su responsabilidad de encaminar a los menores en el Señor, y de afirmar la responsabilidad de la iglesia de fortalecer a las familias que hacen parte de la congregación.

CÓMO CELEBRAR UNA PRESENTACIÓN DE NIÑOS

Preparación:
- La presentación de niños puede ser una ceremonia sencilla y no se requiere mucho tiempo para realizarla; sin embargo, debe haber una organización previa para que este acto se realice con excelencia, orden y en un ambiente espiritual favorable.

Oficiante:
- El ministro que oficia este acto debe ser un pastor o líder consagrado al Señor, de buen testimonio, que lleve una vida ejemplar.
- Los padres o adultos responsables de los menores solicitan al pastor local que presente al menor.
- El ministro que oficia la ceremonia debe conocer a los padres (o a la persona que corresponda: padre soltero, madre soltera, otro familiar) y estar claro que tienen un deseo sincero de seguir a Cristo. La dedicación de los hijos para Dios no es juego; es un acto que requiere seriedad, madurez y responsabilidad para con Dios y los testigos que están dando fe de este compromiso.
- Este acto tiene gran valor para toda la familia, por lo cual hay que reconocer a los presentes e invitarles a participar en la ceremonia, orando por ellos de forma especial.

Lugar:
- La ceremonia puede realizarse en un templo o en un lugar acordado y adecuado.

Acompañantes:
- Los padres (y adultos responsables de los menores) deben estar presentes. Además, es esencial contar con testigos que pueden ser hermanos en la fe o familiares que siguen a Cristo, quienes deben estar dispuestos a ser ejemplo para esta familia y brindar el consejo y la ayuda espiritual que necesiten.

Protocolo:
- Antes de la presentación, los padres expresan su deseo de presentar a un niño o a una niña y recibirán orientación bíblica y espiritual al respecto antes de dar este paso. Se acordará la fecha y la hora para realizar la presentación. En esa fecha y hora, los padres y el niño o la niña se presentarán en la iglesia (en una reunión pública de la congregación) y junto a ellos estarán los líderes. Uno de ellos tomará la palabra para explicar a la asamblea que no se trata de un bautizo, sino simplemente de una ocasión en la cual los padres presentarán el niño al Señor (mencionando algunas citas bíblicas correspondientes).
- Se acostumbra que los padres (o adultos responsables) estén puestos de pie ante el ministro; el líder encargado tomará a la criatura en sus brazos, dirigirá algunas palabras a los padres del niño pidiendo un compromiso delante del Señor para criar ese niño en disciplina y amonestación del Señor. Luego dirigirá algunas palabras a la asamblea pidiendo también de ellos un compromiso delante del Señor para cuidar a ese niño en el aspecto espiritual. Inmediatamente, orará al Señor por ese niño o por esa niña encomendándole al poder de la gracia de Dios junto a todos los presentes, rogando la bendición de Dios para él y para su familia. De esta manera, el niño quedará presentado.
- El ministro debe preparar sus palabras de forma anticipada y en este sentido, existen muchos manuales para celebrar esta ceremonia que darán recomendaciones sobre las frases más indicadas para esta ocasión; sin embargo, todo debe hacerse con naturalidad, autenticidad y bajo la guianza del Señor. En estos casos siempre es recomendable orar a Dios por su gracia y favor para que todo salga muy bien en cada ceremonia y que la bendición del Señor sea sobre todos (especialmente, sobre el menor y su familia).

Vestido:

- Esta ceremonia no exige un traje formal para la familia o el niño; sin embargo, el ministro y los participantes deben usar un vestido adecuado para la ocasión.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte III

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II. La presentación de niños

Nota: cuando se utilice el término “niños”, “hijos” o “menores” claramente se refiere a varones y mujeres al mismo tiempo.

Cada semana nacen millones de niños en el mundo entero pero muy pocos tienen la oportunidad de nacer en un hogar que practica los valores cristianos y vive de verdad para Dios; es más, muchos niños nacen en hogares cristianos pero sus padres no cumplen con todas las demandas bíblicas de criarlos en el camino del Señor, dedicarlos en oración, darles ejemplo y consejos basados en la palabra de Dios y guiarlos en su fe.

El valor de los hijos
- Desde el libro de Génesis fue el plan de Dios la reproducción y la multiplicación de la especie humana (capítulos 1 al 4). Obviamente, hay parejas que deciden no tener hijos o que por alguna situación de salud no pueden tener hijos. En estos casos, se puede orar a Dios, pedir su dirección, pedir un milagro, una sanidad, buscar un tratamiento médico especializado, tomar en adopción, etc.
- Los hijos son herencia de Jehová y son de gran valor ante los ojos de Dios (Sal. 127:3). Lamentablemente, hay niños que han sido rechazados por sus padres (desde el vientre o después de nacer), pero cuando la concepción toma lugar y la vida comienza, es una obra milagrosa de Dios; por tanto, los niños son un regalo de Dios y debemos amarlos, valorarlos, educarlos y cuidarlos como un tesoro precioso.
- Los hijos no son de nuestra posesión personal. Muchos padres y madres sentimos un amor muy grande por nuestros hijos porque tenemos un instinto natural de preservación que Dios pone en el corazón; es un afecto natural imprescindible para velar por su bienestar aunque no todos los padres lo desarrollan y lo usan; sin embargo, debemos recordar que no estamos criándolos para nosotros sino para Dios, para la sociedad y para una futura pareja con la cual formarán un hogar. Entonces, nuestros hijos no son nuestros, no nos pertenecen; ellos son puestos bajo nuestro cuidado y seguridad por un tiempo, aunque seguimos acompañándolos a través de los años.

Los hijos en el contexto de Israel
- En el AT, en el pueblo de Israel, el hogar era una institución divina donde los pequeños aprendían de sus padres la adoración a Dios, la ley, la conducta ética, además de sus fiestas y actividades como nación escogida por Dios. En este contexto, el Señor ordenó a su pueblo honrar a los padres porque ellos lo representaban en el hogar. El padre asumía el papel del sacerdote, transmitía la tradición histórica en la familia, además de contestar los interrogantes de sus hijos (Éx. 12:26); su respuesta era un reconocimiento de la acción salvadora de Dios para con su pueblo. Imitar a los padres hacía madurar a los hijos, más aún cuando al escucharles se mostraba obediencia. Los niños recibían las enseñanzas de sus padres, y se decía que los padres representaban la voz de Dios.
- Posteriormente, a través de los años, la educación pasó a ser más formal dentro de la sinagoga con un sistema más ordenado siendo la enseñanza religiosa en todos los aspectos; no obstante, la enseñanza empezaba por casa y al niño se le instruía para que aprendiera la Ley de Dios desde el hogar. La palabra exacta en la educación judía era “disciplina” a fin de que los niños en su educación formaran parte del pueblo santo de Dios (Pr. 13:24; 22:15).
- En el trasfondo judío, las escuelas no reemplazaban el hogar. La familia era la que educaba: la madre era la maestra de los hijos pequeños y de las niñas, y el padre debía enseñar a sus hijos varones la Ley, debía enseñarles un trabajo manual y traerlos al matrimonio. En este sentido, había una frase muy conocida en el medio judío que decía: “quienquiera que no enseñe a su hijo a comerciar, le enseña a robar”.
 -El gran mandamiento de la Biblia era la fuente de la enseñanza de los judíos: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:5; Mr. 12:30); además, Dios estableció el mandamiento del amor hacia los demás: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19:18). Por otra parte, en los diez mandamientos estaba el amor, el respeto y la honra a los padres: “Honra a tu padre y a tu madre” (Éx. 20:12), “maldito el que deshonrare a su padre o a su madre” (Dt. 27:16).
- Todos estos principios aplican para los creyentes del NT y son un ejemplo que la Biblia nos deja para que cultivemos todos los valores que enriquecen la vida y la familia porque vienen de parte de Dios para bendición del matrimonio y de los hijos.

¿Es bíblico bautizar a los niños?
Alguien quizás puede decir: “es que todos los niños deben bautizarse porque tienen el pecado que heredaron de sus padres y es necesario que sean bautizados por si acaso se mueren; de lo contrario, irán al limbo”
  
Objeción #1 - Nadie hereda el pecado de sus padres porque cada uno es responsable de sus propios pecados ante Dios (Ez. 18:20).

Objeción #2 - Según la Biblia, para bautizarse, la persona se debe arrepentir primero (Hch. 2:38; 8:37). En las Escrituras no encontramos una sola referencia a bautismo de bebés o niños, sino solamente personas que tenían la habilidad de entender el mensaje del evangelio. La Biblia muestra que las únicas personas que fueron bautizadas fueron aquellas que entendieron su condición espiritual (que eran pecadores y estaban muertos espiritualmente) y que confiaron en Jesucristo como su único Salvador (Hch. 2:41, 8:12 y 10:47, 48). Por ende, un niño no debe ser bautizado.

No se puede saber con certeza cuándo un niño llega a tomar conciencia de que es un pecador, que está condenado por el pecado y que necesita del Salvador. En algunos casos, este entendimiento se adquiere a temprana edad, pero esto depende de muchos factores: del lugar donde sea criado (cultura, costumbres, religión, patrones morales), de los padres y los familiares que le rodean, de la influencia de la sociedad, del acceso que tenga a medios de comunicación, etc. Es por esta razón que no se puede fijar con exactitud la edad cuando los niños toman conciencia de su necesidad de salvación o cuándo pueden ser bautizados, pero en general, la iglesia no debería bautizar niños sino esperar que ellos tengan madurez psicológica, emocional y espiritual para tomar esta decisión. Como regla general, en la IGLESIA CRISTIANA SIÓN hemos determinado que un creyente debe tener al menos 12 años de edad para ser bautizado, pero obviamente debe tener la madurez psicológica, emocional y espiritual que este acto requiere y debe contar con el consentimiento de sus padres.

Objeción #3 - Los niños son del Señor. Si ellos llegan a morir pequeños, van directo al cielo; en esto no debe de haber ninguna duda porque Jesús mismo dice que de ellos es el reino de los cielos (Mt. 19:14). Por otra parte, no existe el limbo porque la Biblia no menciona este lugar en ninguna parte y mucho menos afirma que los niños que no se bautizan reciban algún castigo en vida o después de la muerte.

¿Qué referencias bíblicas se pueden usar acerca de la presentación de niños al Señor?
- Es importante aclarar que no hay un mandato bíblico que nos exija presentar a nuestros hijos en la iglesia; sin embargo, hay principios bíblicos que respaldan este acto como un reconocimiento a Dios y con el fin de consagrar a nuestros hijos para él. En esta ceremonia la motivación es glorificar a Dios y darle honra, poniendo en oración la vida de nuestros pequeños para que el Señor los reciba en sus manos y haga en ellos su perfecta voluntad.
- Dios pidió al pueblo de Israel que consagraran y dedicaran a todo primogénito o primer hijo (Éx. 13:2, 12). Este acto estaba basado en la ley de Moisés en la cual se presentaba al Señor a todo primogénito como una manera de reconocer a Dios como el dador de la vida.
- La madre de Samuel lo dedicó al Señor desde antes de que quedara en embarazo (1 Sam. 1:27, 28). Samuel fue usado por Dios de una manera maravillosa en comparación con otros hombres de su generación y en parte, la oración y la dedicación de su madre marcaron la diferencia. Ella le pidió a Dios que le diera un hijo, y ella hizo un voto a Dios de dedicarle su hijo a él para servirle. Dios usó al niño que le fue dedicado a él y la nación de Israel fue bendecida a través de la vida de Samuel. Que Dios nos ayude a dedicar nuestros hijos e hijas al Señor para su servicio y que él cumpla su propósito con ellos.
- José y María, la madre de nuestro Señor Jesucristo, cumplieron con la ley de Moisés, y trajeron a su hijo al templo en Jerusalén para presentarlo a Dios (Lc. 2:21-24).
- Cristo amaba mucho a los niños y en Mr. 10:13-16 leemos que le presentaban niños para que los tocase y él los bendecía. Si Jesús daba tanta atención a los niños, la Iglesia de Cristo también debe hacerlo y es por eso que en toda iglesia cristiana debe crearse un ministerio de enseñanza exclusivo para los niños.
- Presentar a un niño no es un sacramento, ni imparte gracia o salvación a un niño. La salvación viene solamente por la fe en Jesucristo, cuando la persona reconoce su pecado, recibe el perdón y la vida eterna a través de Cristo y su obra en la cruz; sin embargo, mientras el niño viva tiene acceso al reino de Dios si muere, pero cuando crezca, experimentará el pecado y necesitará arrepentirse y poner su fe en Cristo para salvación.
- En lugar de bautizar a los bebés o niños, debemos animar a los padres cristianos a presentar a sus hijos (no a todos los creyentes nuevos y simpatizantes que lleguen a la iglesia con sus hijos; es mejor que ellos primero afirmen su corazón en Cristo y den frutos, para luego asumir el compromiso de guiar a sus hijos en el evangelio). Cuando ellos decidan presentarlos, entonces harán un compromiso público para guiar a sus hijos según el plan de Dios.

Contexto histórico del NT
Era costumbre de los rabinos el bendecir a los niños y era algo muy natural que las madres judías quisieran que sus hijos fueran bendecidos por un rabí importante y renombrado. Los llevaban ante alguna personalidad, especialmente en el primer cumpleaños del niño. Así fue como los padres trajeron a los pequeños a Jesús para que los bendijera (a los padres y a los hijos).

Jesús presentó los niños ante el Padre, los sostuvo en sus brazos, oró por ellos pero no los bautizó ni dejó instrucciones para hacerlo. Jesús no bautizó ni siquiera adultos (Jn 4:1, 2), y los discípulos no hubieran estorbado a los candidatos al bautismo. Simplemente, los padres pedían su bendición especial para sus pequeños, y él estuvo gustoso de concederles su petición.

Estos niños fueron llevados por los padres o por algún adulto responsable hacía Jesús con la intención de que los tocase. Muchos han querido relacionar esta acción con el Bautismo, pero debemos saber que en la Edad Media y hasta el día de hoy se ha hecho uso del texto de Mr. 10:13-16 en muchas liturgias bautismales. Se cree que esta historia fue el motivo para dar paso al bautismo de niños en la Iglesia Católica.

Solo comprendemos en toda su plenitud este pasaje si analizamos cuándo sucedió: recordemos que Jesús marchaba hacia la cruz y él sabía todo lo que tendría que padecer. Fue en momentos como ese cuando encontró tiempo para dedicar a los niños al Padre. Aún con semejante tensión en su mente tuvo tiempo para alzarlos en brazos, para defenderlos y sonreírles y quizás también para jugar con ellos. Esa es justamente la razón por la cual los discípulos trataron de alejar a los niños. No es que fueran hombres antipáticos y groseros. Querían proteger a Jesús. No comprendían qué era exactamente lo que ocurría pero veían con toda claridad que tenían una tragedia por delante y percibían la tensión que embargaba a Jesús. No querían que nadie lo molestara. No podían concebir que Jesús quisiera tener a los niños cerca suyo en momentos como ese, pero hasta en esa circunstancia Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí”. Esto nos dice mucho acerca de Jesús: era la clase de persona que se interesaba por los niños y por la familia. No pudo haber sido una persona severa, melancólica y triste. Su persona ha de haber tenido un cálido resplandor. Debe haber sido un hombre de sonrisa fácil y de risa alegre.

Marcos resalta tres actitudes de Jesús en su trato hacía los pequeños:
- “tomándolos en los brazos”… sobresale la ternura de Jesús hacia los pequeños.
- “poniendo las manos sobre ellos”… refleja su cuidado y protección.
- “y los bendecía”… demuestra su interés y su amor por ellos.

El texto no dice nada acerca de las palabras que Jesús manifestaba al momento de colocar sus manos sobre ellos, pero de seguro eran palabras de amor, afecto y esperanza para estos niños.

¿Qué era lo que valoraba Jesús en los niños que era de tanta importancia?
- La HUMILDAD. Hay niños exhibicionistas pero son los menos y casi siempre esto se asocia a un trato equivocado por parte de los adultos. Por lo general, el niño se siente confundido por la prominencia y la publicidad. Aún no ha aprendido a pensar en términos de posición, orgullo y prestigio, y si lo hace, es estimulado por lo que ve a su alrededor (la conducta de padres, familiares y personas cercanas, los medios de comunicación, etc.). Aún no se preocupa tanto por su propia importancia (estos elementos los aprende con el tiempo y en la sociedad).
- La OBEDIENCIA. Es cierto que con frecuencia el niño es desobediente pero, por más paradójico que parezca, en él hay mayor inclinación a dejarse llevar por la autoridad y las normas porque su carácter es modelable, sensible y abierto; aún no ha aprendido el orgullo y la falsa independencia que separan al hombre de su prójimo y de Dios.
- La CONFIANZA. En una etapa de su vida, el niño cree que su padre lo sabe todo y que siempre tiene razón. El niño percibe instintivamente su propia ignorancia y desamparo y confía en aquel que, según su opinión, sabe más que él. Por ende, el niño deposita confianza en la gente que le rodea. Es algo que caracteriza de manera exclusiva al niño: no piensa que alguien puede ser una mala persona (hasta cierta edad que ya va conociendo la maldad y el engaño), pero puede hacerse amigo de un desconocido rápidamente. Un niño puede acercarse a un desconocido y pedirle que le ate el cordón del zapato (sin pensar que pueda hacerle daño). El niño no ha aprendido a sospechar del mundo; sigue pensando lo mejor posible sobre los demás. A veces, esa confianza lo conduce al peligro porque hay personas que no la merecen en absoluto y que abusan de ella, pero eso no impide que la confianza del niño sea algo muy hermoso.
- El niño tiene una memoria de corto alcance. Aún no ha aprendido a experimentar sentimientos de venganza y rencor. Inclusive cuando se le trata sin justicia. ¿Y quién de nosotros no es injusto con sus hijos a veces? El niño olvida fácilmente las ofensas y lo hace tan rápido que ni siquiera necesita perdonar.
- En el pasaje de Marcos, vemos a Jesús corrigiendo la idea errónea que existía en ese contexto de que los niños no eran útiles para la sociedad porque no tenían nada que ofrecer; además, en esos tiempos, como fue hasta años muy recientes, los niños no eran considerados como parte de la sociedad. Es de anotar que, hasta principios del siglo XIX, los niños eran marginados en todos los países del mundo, la pedofilia no era condenada por la ley de los hombres, y a los huérfanos, el único refugio que les otorgaba la sociedad, era las cárceles junto a los delincuentes. Por tanto, Jesús, siendo su Creador (Col. 1:15-17), muestra que ellos han sido creados a su imagen y los usa como ejemplo de con qué actitud debemos de venir a él porque ellos son modelos ideales para todos los que pertenecen a Jesús: son humildes, receptivos, dependientes de otros y llenos de vitalidad.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte II

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CÓMO CELEBRAR UNA BODA

Preparación:
Se requiere una organización previa para que este acto se realice con excelencia, orden y en un ambiente espiritual favorable.

Oficiante:
- El ministro que oficia el matrimonio debe ser un pastor o líder consagrado al Señor, de buen testimonio (soltero o casado), que lleve una vida ejemplar. Además, debe prepararse a nivel doctrinal y humano en temas de matrimonio y familia para aconsejar y enseñar con propiedad al respecto.
- La pareja es la que decide quién será el ministro que oficie su matrimonio, pero normalmente, debería ser el pastor local quien lo haga debido a su función pastoral y al vínculo espiritual que los une en el Señor.
- El ministro que oficia el matrimonio debe conocer a la pareja y estar claro que su matrimonio es legal y está de acuerdo a los principios bíblicos. El matrimonio es una institución civil así como religiosa, y por lo tanto, está sujeta a reglamentos legales. El ministro debe familiarizarse con las leyes del estado o nación donde se celebrará la boda y cumplir al pie de la letra con los requisitos de la ley.
- Quien no tenga la información suficiente, averigüe con el oficial del gobierno indicado y con un ministro de experiencia que le brinde orientación al respecto. En muchos países de habla española es preciso que los contrayentes presenten el certificado de las autoridades civiles, comprobando que ya se ha verificado el matrimonio. El ministro debe estar seguro de que los contrayentes han cumplido con los requisitos de la ley civil.
- Hay que tener mucho cuidado con las personas casadas que buscan un segundo matrimonio; verifique que ambas personas se encuentran legalmente solteras y sin compromisos de matrimonio previos. Tales personas son responsables ante Dios, pero si el ministro se confía y participa en un matrimonio que se realiza en contra de las leyes de Dios, la credibilidad de su ministerio se pondrá en duda y la iglesia se verá afectada.

Lugar:
- La ceremonia puede realizarse en un templo o en un lugar acordado y adecuado.

Acompañantes:
- La pareja debe casarse siempre ante testigos que dan fe de que su pacto matrimonial es válido ante Dios y ante los hombres. Por tanto, ellos pueden invitar a las personas que consideren necesarias para este evento.
- Seguramente, la pareja o uno de los contrayentes es miembro de la iglesia o está congregándose; así pues, la presencia de los hermanos en la fe será una bendición en su matrimonio y puede invitarlos.

Organización:
- La pareja es quien decide cómo realizar su boda: el lugar, la recepción, los invitados, si quieren una boda sencilla o tienen la capacidad de hacer un evento más grande.
- Todos los preparativos deben hacerse con tiempo, con detalle para que la ceremonia y la recepción se realicen con excelencia para Dios y para los invitados.
- Conviene ensayar de antemano el orden del programa, la manera de entrar y de salir para evitar confusiones.
- Si van a darle participación a músicos y cantores, se recomienda un ensayo previo para verificar que hay una preparación adecuada; no sea que tengan sorpresas por personas sin experiencia o que la deficiencia musical arruine la boda.

Protocolo:
- El ministro debe preparar sus palabras de forma anticipada y en este sentido, existen muchos manuales para celebrar bodas que darán recomendaciones sobre las frases más indicadas para esta ocasión; sin embargo, todo debe hacerse con naturalidad, autenticidad y bajo la guianza del Señor. En estos casos siempre es recomendable orar a Dios por su gracia y favor para que todo salga muy bien en cada ceremonia y que la bendición del Señor sea sobre todos (especialmente, sobre la pareja que se va a casar).
- Se acostumbra que los contrayentes estén puestos de pie ante el ministro: el hombre a la derecha de la mujer, y los respectivos testigos cerca.
- Normalmente, en los matrimonios se acostumbra el uso de anillos como un símbolo de la unión conyugal y es el hombre quien pone el anillo en el dedo anular de la mano derecha.

Vestido:
- La costumbre ha sido que el hombre y la mujer se casen con un traje formal para la ocasión.
- En el caso de la mujer, lo correcto es que use el traje blanco si es virgen porque representa la pureza moral y sexual; esto tiene base bíblica (Ef. 5:27; Ap. 19:7, 8); de lo contrario, debe usar otro color.
- El vestido del ministro también debe ser formal y acorde con el evento.