II. La presentación de
niños
Nota: cuando se utilice el
término “niños”, “hijos” o “menores” claramente se refiere a varones y mujeres
al mismo tiempo.
Cada semana nacen millones
de niños en el mundo entero pero muy pocos tienen la oportunidad de nacer en un
hogar que practica los valores cristianos y vive de verdad para Dios; es más,
muchos niños nacen en hogares cristianos pero sus padres no cumplen con todas
las demandas bíblicas de criarlos en el camino del Señor, dedicarlos en
oración, darles ejemplo y consejos basados en la palabra de Dios y guiarlos en
su fe.
El valor de los hijos
- Desde el libro de Génesis
fue el plan de Dios la reproducción y la multiplicación de la especie humana
(capítulos 1 al 4). Obviamente, hay parejas que deciden no tener hijos o que
por alguna situación de salud no pueden tener hijos. En estos casos, se puede
orar a Dios, pedir su dirección, pedir un milagro, una sanidad, buscar un
tratamiento médico especializado, tomar en adopción, etc.
- Los hijos son herencia de
Jehová y son de gran valor ante los ojos de Dios (Sal. 127:3). Lamentablemente,
hay niños que han sido rechazados por sus padres (desde el vientre o después de
nacer), pero cuando la concepción toma lugar y la vida comienza, es una obra
milagrosa de Dios; por tanto, los niños son un regalo de Dios y debemos
amarlos, valorarlos, educarlos y cuidarlos como un tesoro precioso.
- Los hijos no son de
nuestra posesión personal. Muchos padres y madres sentimos un amor muy grande
por nuestros hijos porque tenemos un instinto natural de preservación que Dios
pone en el corazón; es un afecto natural imprescindible para velar por su
bienestar aunque no todos los padres lo desarrollan y lo usan; sin embargo,
debemos recordar que no estamos criándolos para nosotros sino para Dios, para
la sociedad y para una futura pareja con la cual formarán un hogar. Entonces,
nuestros hijos no son nuestros, no nos pertenecen; ellos son puestos bajo
nuestro cuidado y seguridad por un tiempo, aunque seguimos acompañándolos a
través de los años.
Los hijos en el contexto de
Israel
- En el AT, en el pueblo de
Israel, el hogar era una institución divina donde los pequeños aprendían de sus
padres la adoración a Dios, la ley, la conducta ética, además de sus fiestas y
actividades como nación escogida por Dios. En este contexto, el Señor ordenó a
su pueblo honrar a los padres porque ellos lo representaban en el hogar. El
padre asumía el papel del sacerdote, transmitía la tradición histórica en la
familia, además de contestar los interrogantes de sus hijos (Éx. 12:26); su
respuesta era un reconocimiento de la acción salvadora de Dios para con su
pueblo. Imitar a los padres hacía madurar a los hijos, más aún cuando al
escucharles se mostraba obediencia. Los niños recibían las enseñanzas de sus
padres, y se decía que los padres representaban la voz de Dios.
- Posteriormente, a través
de los años, la educación pasó a ser más formal dentro de la sinagoga con un
sistema más ordenado siendo la enseñanza religiosa en todos los aspectos; no
obstante, la enseñanza empezaba por casa y al niño se le instruía para que
aprendiera la Ley de Dios desde el hogar. La palabra exacta en la educación
judía era “disciplina” a fin de que los niños en su educación formaran parte
del pueblo santo de Dios (Pr. 13:24; 22:15).
- En el trasfondo judío,
las escuelas no reemplazaban el hogar. La familia era la que educaba: la madre
era la maestra de los hijos pequeños y de las niñas, y el padre debía enseñar a
sus hijos varones la Ley, debía enseñarles un trabajo manual y traerlos al
matrimonio. En este sentido, había una frase muy conocida en el medio judío que
decía: “quienquiera que no enseñe a su hijo a comerciar, le enseña a robar”.
-El gran mandamiento de la Biblia era la
fuente de la enseñanza de los judíos: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu
corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:5; Mr. 12:30); además,
Dios estableció el mandamiento del amor hacia los demás: “amarás a tu prójimo
como a ti mismo” (Lv. 19:18). Por otra parte, en los diez mandamientos estaba
el amor, el respeto y la honra a los padres: “Honra a tu padre y a tu madre”
(Éx. 20:12), “maldito el que deshonrare a su padre o a su madre” (Dt. 27:16).
- Todos estos principios
aplican para los creyentes del NT y son un ejemplo que la Biblia nos deja para
que cultivemos todos los valores que enriquecen la vida y la familia porque
vienen de parte de Dios para bendición del matrimonio y de los hijos.
¿Es bíblico bautizar a los
niños?
Alguien quizás puede decir:
“es que todos los niños deben bautizarse porque tienen el pecado que heredaron
de sus padres y es necesario que sean bautizados por si acaso se mueren; de lo
contrario, irán al limbo”
Objeción #1 - Nadie hereda
el pecado de sus padres porque cada uno es responsable de sus propios pecados
ante Dios (Ez. 18:20).
Objeción #2 - Según la
Biblia, para bautizarse, la persona se debe arrepentir primero (Hch. 2:38;
8:37). En las Escrituras no encontramos una sola referencia a bautismo de bebés
o niños, sino solamente personas que tenían la habilidad de entender el mensaje
del evangelio. La Biblia muestra que las únicas personas que fueron bautizadas
fueron aquellas que entendieron su condición espiritual (que eran pecadores y
estaban muertos espiritualmente) y que confiaron en Jesucristo como su único
Salvador (Hch. 2:41, 8:12 y 10:47, 48). Por ende, un niño no debe ser
bautizado.
No se puede saber con
certeza cuándo un niño llega a tomar conciencia de que es un pecador, que está
condenado por el pecado y que necesita del Salvador. En algunos casos, este
entendimiento se adquiere a temprana edad, pero esto depende de muchos
factores: del lugar donde sea criado (cultura, costumbres, religión, patrones
morales), de los padres y los familiares que le rodean, de la influencia de la
sociedad, del acceso que tenga a medios de comunicación, etc. Es por esta razón
que no se puede fijar con exactitud la edad cuando los niños toman conciencia
de su necesidad de salvación o cuándo pueden ser bautizados, pero en general,
la iglesia no debería bautizar niños sino esperar que ellos tengan madurez
psicológica, emocional y espiritual para tomar esta decisión. Como regla
general, en la IGLESIA CRISTIANA SIÓN hemos determinado que un creyente debe
tener al menos 12 años de edad para ser bautizado, pero obviamente debe tener
la madurez psicológica, emocional y espiritual que este acto requiere y debe
contar con el consentimiento de sus padres.
Objeción #3 - Los niños son
del Señor. Si ellos llegan a morir pequeños, van directo al cielo; en esto no
debe de haber ninguna duda porque Jesús mismo dice que de ellos es el reino de
los cielos (Mt. 19:14). Por otra parte, no existe el limbo porque la Biblia no
menciona este lugar en ninguna parte y mucho menos afirma que los niños que no
se bautizan reciban algún castigo en vida o después de la muerte.
¿Qué referencias bíblicas
se pueden usar acerca de la presentación de niños al Señor?
- Es importante aclarar que
no hay un mandato bíblico que nos exija presentar a nuestros hijos en la
iglesia; sin embargo, hay principios bíblicos que respaldan este acto como un
reconocimiento a Dios y con el fin de consagrar a nuestros hijos para él. En
esta ceremonia la motivación es glorificar a Dios y darle honra, poniendo en
oración la vida de nuestros pequeños para que el Señor los reciba en sus manos
y haga en ellos su perfecta voluntad.
- Dios pidió al pueblo de
Israel que consagraran y dedicaran a todo primogénito o primer hijo (Éx. 13:2,
12). Este acto estaba basado en la ley de Moisés en la cual se presentaba al
Señor a todo primogénito como una manera de reconocer a Dios como el dador de
la vida.
- La madre de Samuel lo
dedicó al Señor desde antes de que quedara en embarazo (1 Sam. 1:27, 28).
Samuel fue usado por Dios de una manera maravillosa en comparación con otros
hombres de su generación y en parte, la oración y la dedicación de su madre
marcaron la diferencia. Ella le pidió a Dios que le diera un hijo, y ella hizo
un voto a Dios de dedicarle su hijo a él para servirle. Dios usó al niño que le
fue dedicado a él y la nación de Israel fue bendecida a través de la vida de
Samuel. Que Dios nos ayude a dedicar nuestros hijos e hijas al Señor para su
servicio y que él cumpla su propósito con ellos.
- José y María, la madre de
nuestro Señor Jesucristo, cumplieron con la ley de Moisés, y trajeron a su hijo
al templo en Jerusalén para presentarlo a Dios (Lc. 2:21-24).
- Cristo amaba mucho a los
niños y en Mr. 10:13-16 leemos que le presentaban niños para que los tocase y
él los bendecía. Si Jesús daba tanta atención a los niños, la Iglesia de Cristo
también debe hacerlo y es por eso que en toda iglesia cristiana debe crearse un
ministerio de enseñanza exclusivo para los niños.
- Presentar a un niño no es
un sacramento, ni imparte gracia o salvación a un niño. La salvación viene
solamente por la fe en Jesucristo, cuando la persona reconoce su pecado, recibe
el perdón y la vida eterna a través de Cristo y su obra en la cruz; sin
embargo, mientras el niño viva tiene acceso al reino de Dios si muere, pero
cuando crezca, experimentará el pecado y necesitará arrepentirse y poner su fe
en Cristo para salvación.
- En lugar de bautizar a
los bebés o niños, debemos animar a los padres cristianos a presentar a sus
hijos (no a todos los creyentes nuevos y simpatizantes que lleguen a la iglesia
con sus hijos; es mejor que ellos primero afirmen su corazón en Cristo y den
frutos, para luego asumir el compromiso de guiar a sus hijos en el evangelio).
Cuando ellos decidan presentarlos, entonces harán un compromiso público para
guiar a sus hijos según el plan de Dios.
Contexto histórico del NT
Era costumbre de los
rabinos el bendecir a los niños y era algo muy natural que las madres judías
quisieran que sus hijos fueran bendecidos por un rabí importante y renombrado.
Los llevaban ante alguna personalidad, especialmente en el primer cumpleaños
del niño. Así fue como los padres trajeron a los pequeños a Jesús para que los
bendijera (a los padres y a los hijos).
Jesús presentó los niños
ante el Padre, los sostuvo en sus brazos, oró por ellos pero no los bautizó ni
dejó instrucciones para hacerlo. Jesús no bautizó ni siquiera adultos (Jn 4:1,
2), y los discípulos no hubieran estorbado a los candidatos al bautismo. Simplemente,
los padres pedían su bendición especial para sus pequeños, y él estuvo gustoso
de concederles su petición.
Estos niños fueron llevados
por los padres o por algún adulto responsable hacía Jesús con la intención de
que los tocase. Muchos han querido relacionar esta acción con el Bautismo, pero
debemos saber que en la Edad Media y hasta el día de hoy se ha hecho uso del
texto de Mr. 10:13-16 en muchas liturgias bautismales. Se cree que esta
historia fue el motivo para dar paso al bautismo de niños en la Iglesia
Católica.
Solo comprendemos en toda
su plenitud este pasaje si analizamos cuándo sucedió: recordemos que Jesús
marchaba hacia la cruz y él sabía todo lo que tendría que padecer. Fue en
momentos como ese cuando encontró tiempo para dedicar a los niños al Padre. Aún
con semejante tensión en su mente tuvo tiempo para alzarlos en brazos, para
defenderlos y sonreírles y quizás también para jugar con ellos. Esa es
justamente la razón por la cual los discípulos trataron de alejar a los niños.
No es que fueran hombres antipáticos y groseros. Querían proteger a Jesús. No
comprendían qué era exactamente lo que ocurría pero veían con toda claridad que
tenían una tragedia por delante y percibían la tensión que embargaba a Jesús.
No querían que nadie lo molestara. No podían concebir que Jesús quisiera tener
a los niños cerca suyo en momentos como ese, pero hasta en esa circunstancia
Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí”. Esto nos dice mucho acerca de
Jesús: era la clase de persona que se interesaba por los niños y por la
familia. No pudo haber sido una persona severa, melancólica y triste. Su
persona ha de haber tenido un cálido resplandor. Debe haber sido un hombre de
sonrisa fácil y de risa alegre.
Marcos resalta tres
actitudes de Jesús en su trato hacía los pequeños:
- “tomándolos en los
brazos”… sobresale la ternura de Jesús hacia los pequeños.
- “poniendo las manos sobre
ellos”… refleja su cuidado y protección.
- “y los bendecía”…
demuestra su interés y su amor por ellos.
El texto no dice nada
acerca de las palabras que Jesús manifestaba al momento de colocar sus manos
sobre ellos, pero de seguro eran palabras de amor, afecto y esperanza para
estos niños.
¿Qué era lo que valoraba
Jesús en los niños que era de tanta importancia?
- La HUMILDAD. Hay niños
exhibicionistas pero son los menos y casi siempre esto se asocia a un trato
equivocado por parte de los adultos. Por lo general, el niño se siente
confundido por la prominencia y la publicidad. Aún no ha aprendido a pensar en
términos de posición, orgullo y prestigio, y si lo hace, es estimulado por lo
que ve a su alrededor (la conducta de padres, familiares y personas cercanas,
los medios de comunicación, etc.). Aún no se preocupa tanto por su propia
importancia (estos elementos los aprende con el tiempo y en la sociedad).
- La OBEDIENCIA. Es cierto
que con frecuencia el niño es desobediente pero, por más paradójico que
parezca, en él hay mayor inclinación a dejarse llevar por la autoridad y las normas
porque su carácter es modelable, sensible y abierto; aún no ha aprendido el
orgullo y la falsa independencia que separan al hombre de su prójimo y de Dios.
- La CONFIANZA. En una
etapa de su vida, el niño cree que su padre lo sabe todo y que siempre tiene
razón. El niño percibe instintivamente su propia ignorancia y desamparo y
confía en aquel que, según su opinión, sabe más que él. Por ende, el niño
deposita confianza en la gente que le rodea. Es algo que caracteriza de manera
exclusiva al niño: no piensa que alguien puede ser una mala persona (hasta
cierta edad que ya va conociendo la maldad y el engaño), pero puede hacerse
amigo de un desconocido rápidamente. Un niño puede acercarse a un desconocido y
pedirle que le ate el cordón del zapato (sin pensar que pueda hacerle daño). El
niño no ha aprendido a sospechar del mundo; sigue pensando lo mejor posible
sobre los demás. A veces, esa confianza lo conduce al peligro porque hay
personas que no la merecen en absoluto y que abusan de ella, pero eso no impide
que la confianza del niño sea algo muy hermoso.
- El niño tiene una memoria
de corto alcance. Aún no ha aprendido a experimentar sentimientos de venganza y
rencor. Inclusive cuando se le trata sin justicia. ¿Y quién de nosotros no es
injusto con sus hijos a veces? El niño olvida fácilmente las ofensas y lo hace
tan rápido que ni siquiera necesita perdonar.
- En el pasaje de Marcos,
vemos a Jesús corrigiendo la idea errónea que existía en ese contexto de que
los niños no eran útiles para la sociedad porque no tenían nada que ofrecer;
además, en esos tiempos, como fue hasta años muy recientes, los niños no eran
considerados como parte de la sociedad. Es de anotar que, hasta principios del
siglo XIX, los niños eran marginados en todos los países del mundo, la
pedofilia no era condenada por la ley de los hombres, y a los huérfanos, el
único refugio que les otorgaba la sociedad, era las cárceles junto a los
delincuentes. Por tanto, Jesús, siendo su Creador (Col. 1:15-17), muestra que
ellos han sido creados a su imagen y los usa como ejemplo de con qué actitud
debemos de venir a él porque ellos son modelos ideales para todos los que
pertenecen a Jesús: son humildes, receptivos, dependientes de otros y llenos de
vitalidad.
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