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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte X

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c. Sepultura de los muertos

I. ¿Entierro o cremación?

La muerte siempre ha sido aceptada como un acontecimiento negativo. Fue impuesta sobre la especie humana a consecuencia del pecado. Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios en el antiguo paraíso del Edén, inmediatamente recibieron la sanción divina: la separación de Dios (Rom. 5:12). Esta separación, aunque inicialmente fue espiritual, afectó el cuerpo, el alma, y el espíritu. Espiritualmente, el hombre perdió el derecho de tener comunión con Dios; estaba muerto espiritualmente. Pero el cuerpo también sufrió, en el sentido de que adquirió las propiedades de la corrupción, comenzó a deteriorarse y experimentó la muerte.

A través de los años, muchos factores han afectado la decisión del hombre acerca de qué hacer con el cuerpo después de la muerte. Estos factores incluyen la posición económica de la familia, el estatus del individuo, el clima del país, la salud, las medidas sanitarias, la estética, y las creencias religiosas. Aquí surge el antiguo debate entre entierro y cremación. Los factores mencionados anteriormente contribuyen a las decisiones que cada individuo y cada familia tomarán al respecto.

La Biblia, sin embargo, no contesta en ninguna parte la pregunta relativa al método para disponer del cadáver. Preguntas de tipo moral y religioso surgen en relación al derecho de destruir el cadáver mediante la incineración de los restos. Estas preguntas, en última instancia, solo pueden ser contestadas por la conciencia del individuo o de la familia. La Biblia permanece en silencio en cuanto a la técnica correcta.

La Biblia es clara con respecto a la muerte del cuerpo: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn. 3:19).

En los tiempos bíblicos, se mencionan las sepulturas en tumbas, cuevas, o en la tierra, que eran las formas comunes de disponer de un cuerpo humano (Gn. 23:19; 35:4; 2 Crón. 16:14; Mt. 27:60-66). Mientras que los entierros eran una práctica común, en ninguna parte la Biblia ordena que éste sea el único método permitido para disponer de un cuerpo.

¿Qué dice la Biblia acerca de la cremación?
En realidad, la Biblia no da una enseñanza específica acerca de la cremación. Hay menciones en el AT de personas que fueron quemadas al morir (1 Rey. 16:18; 2 Rey. 21:6), y de huesos humanos siendo quemados (2 Rey. 23:16-20), pero ninguno de éstos son ejemplos de cremación. Es interesante notar en 2 Rey. 23:16-20, que al quemar los huesos humanos sobre un altar, éste era profanado. Al mismo tiempo, en ninguna parte la Ley del AT condena el que un cuerpo humano sea quemado y tampoco confiere ninguna maldición o juicio sobre alguien que es cremado.

La cremación fue practicada en los tiempos bíblicos, pero no era comúnmente practicada por los israelitas o por los creyentes en el NT.

La práctica de quemar el cuerpo del muerto viene del paganismo (contexto fuera de la cosmovisión judeocristiana) y esto puede generar muchas dudas en quienes leen la Biblia pero debemos saber que no todo lo que proviene de ese trasfondo es pecaminoso ante los ojos de Dios si lo comparamos con los principios bíblicos.

Según las culturas antiguas, el cuerpo era visto como malo y lo espiritual solamente era lo bueno; por eso quemaban la “jaula” donde estaba el espíritu y que fuese libre por fin de esa agonía carnal. Por otro lado, el judío y el cristiano afirman ambos la resurrección al final de los tiempos que es cuando Dios glorifica a aquel que confió en él. Por esto era que sepultaban a las personas, guardaban sus huesos en osarios, y nosotros hoy día enterramos los muertos. Esta es una tradición de origen judeocristiano. Dios tomará esos restos y resucitará a esa persona en cuerpo glorificado, como hizo con Jesús.

A pesar de estos antecedentes históricos y culturales, no existe un mandamiento en las Escrituras en contra de la cremación.

La cremación, aunque sigue siendo una práctica polémica, sin embargo, es extensamente realizada a través del mundo. Para aquellos que están a favor de la cremación, ofrece los siguientes beneficios:
- Todo el proceso de cremación, ya sea que incluya un servicio religioso o solo la incineración del cadáver, es mucho más económico que un entierro, aunque se utilice un ataúd o una caja.
- Para aquellos dados a cavilar sobre la apariencia final, el proceso de cremación ofrece un proceso purificador y rápido. Esto ayuda a las personas a desterrar el pensamiento del cuerpo yaciendo por décadas en la tierra, sufriendo un lento proceso de descomposición.
- Las cenizas, como se le llama a los restos cremados, pueden permanecer en la casa, en un moderno receptáculo o urna, ofreciéndole así a la familia la oportunidad de recordar al ser querido diariamente.

Las personas que están a favor de los entierros enfatizan la importancia del cuerpo humano y valoran el hecho de que el entierro deja el cuerpo intacto. Para ellos, el entierro proporciona a los deudos la oportunidad de recordar a la persona en la tumba o en el nicho por más tiempo y los funerales proporcionan dignidad a aquellos que son enterrados, y los que promueven el proceso del entierro afirman que el cuerpo le pertenece a Dios y que ningún hombre lo destruya.

¿Cómo resucitará el cuerpo?
- La esperanza del creyente, ya sea que sometamos nuestros restos para ser sepultados o incinerados, es que el cuerpo que es sepultado o incinerado no es el cuerpo que finalmente morará con el Señor, sino que éste será resucitado en un cuerpo inmortal (1 Cor. 15:35, 37, 42-44).
- Nadie necesita preocuparse acerca de que el cuerpo será destruido y que por esto no podrá participar de la resurrección; de todas maneras, al morir, el cuerpo se deshace y se vuelve polvo. El cuerpo que esté sepultado se descompondrá lentamente y el que es cremado se quemará rápidamente, pero en ambos casos se vuelven polvo.
- Dios resucitará el cuerpo de todos sus hijos y será un cuerpo glorioso e incorruptible para morar con él por siempre (1 Cor. 15:26). En cuanto a los pecadores impenitentes, Dios también resucitará su cuerpo para presentarse ante el juicio final y luego serán lanzados al lago de fuego por toda la eternidad (Ap. 20:11-15). En ambos casos, habrá un cuerpo inmortal resucitado y no un cuerpo de carne y hueso.
- El hecho de que el cuerpo haya sido cremado no representa ninguna dificultad para que Dios lo resucite. Asimismo, los cuerpos de los cristianos que murieron hace miles de años ya se han convertido totalmente en polvo. Esto de ninguna manera evitará que Dios pueda resucitar sus cuerpos. Dios es igualmente capaz de levantar los restos de una persona que ha sido cremada, tanto como los restos de una persona que no lo fue.
- Si pensamos un poco sobre esta objeción, notaremos que le hemos puesto límites ilógicos al poder de Dios. ¿Qué pasaría con aquellas personas que fueron calcinadas por algún accidente? ¿Qué pasaría con los que fueron devorados por leones en el circo romano por afirmar que Jesucristo es el Señor? ¿Qué pasa con aquellos cuyos cuerpos ya se convirtieron en cenizas luego de muchos años de estar enterrados? ¿Acaso Dios no podrá levantarles a ellos en la resurrección? ¿Qué impide que Dios recoja cada molécula de cada cuerpo aunque haya sido regada por el planeta o por el cosmos? ¿No es Dios lo suficientemente poderoso para hacerlo?
- Dios resucitará a esa persona de la manera en que él lo hará… sea de los huesos o sea de las cenizas. Dios es poderoso para hacerlo y quiere hacerlo (Jn. 5:24, 29).

CONCLUSIONES
- Pon tu vida en manos del Señor y sabrás que tienes vida eterna junto a él (1 Jn. 5:11-13); los detalles minúsculos de lo que sucederá con tu cuerpo no vienen al caso, sino a quién decidiste creer y seguir mientras vivías.
- La pregunta sobre el entierro o cremación está dentro del terreno de la libertad cristiana. Una persona o familia que esté considerando esta decisión, debe orar por sabiduría de Dios (Stg. 1:5) y seguir la convicción que tenga según su conciencia.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte IX

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Cuatro miradas del creyente que participa en la Santa Cena
- En primer lugar, en la Cena del Señor debemos "mirar adentro". Pablo nos exhorta a dar una mirada introspectiva hacia nosotros mismos cuando dice: “pruébese cada uno a sí mismo” (1 Cor. 11:28). Siempre debe haber un auto examen, y un auto juicio a fondo, que alcance lo íntimo de nuestra alma, antes de que participemos de la Cena. Si tenemos algún pecado sin confesar en nuestras vidas, debemos sacarlo a la luz delante de Dios, confesarlo, y arrepentirnos de ello. Cuando hayamos hecho esto, estaremos en el estado adecuado para recordar al Señor y adorarle. Este principio deberíamos aplicarlo cada vez que invocamos al Señor en oración (en lo personal y al congregarnos como hermanos).
- Segundo, debemos "mirar atrás", una mirada llena de adoración a Cristo por todo lo que ha hecho en su obra redentora en la cruz.
- Tercero, debemos "mirar arriba" donde Cristo está sentado a la diestra de Dios, coronado de gloria y honra (Ef.1:20-23).
- Cuarto, debemos "mirar hacia delante" a la venida del Señor (1 Cor. 11:26). Así como la Cena del Señor señala hacia el hecho histórico de la primera venida de Cristo y su muerte en la cruz, debe también señalar hacia su segunda venida cuando la observancia de la Cena del Señor cesará.

¿Qué beneficios se reciben al tomar la Cena del Señor?
- El hecho de recordar la obra de Cristo y participar en la Cena nos lleva a reflexionar, agradecer todo lo que él ha hecho por nosotros, reconsiderar nuestros caminos, arrepentirnos, corregir todo lo malo, pedir perdón a otros y perdonar las ofensas, renovar nuestro compromiso de amarle, obedecerle y servirle de todo corazón, proclamar a otros el evangelio, servir a otros con amor y paciencia, aguardar su venida y prepararnos cada día más para el encuentro con él (sea que la muerte nos sorprenda o que el Señor venga por su Iglesia).
- Al tomar la Cena, el Señor está participando con nosotros en este acto.
- Quien toma del pan y del vino participa en el simbolismo que este acto refleja que es la comunión con Cristo pero esto no garantiza que dicha persona tenga comunión con Cristo. El solo hecho de creer en Cristo como Salvador y seguirle de verdad ya garantiza una comunión permanente con él; en la Cena, esta experiencia solo es simbolizada.
- Para participar de la Cena es indispensable ser miembro del cuerpo de Cristo que es la Iglesia… no una iglesia local sino el conjunto de todos los verdaderos creyentes que están dispersos por todo el mundo y que siguen a Cristo de corazón y conforme a su palabra. Sin embargo, la Cena no garantiza que la persona es miembro del cuerpo de Cristo. El solo hecho de creer en Cristo como Salvador y seguirle de verdad ya garantiza que somos parte del cuerpo de Cristo.

¿Con qué frecuencia se debe realizar la Cena del Señor?
- Aún cuando la Biblia no da una indicación clara de la frecuencia de este acto, parece probable que los cristianos primitivos lo practicaban con frecuencia (quizás una vez a la semana) cuando se reunían el primer día para celebrar la resurrección de Cristo. No hay duda que esto lo hicieron los cristianos en el primer siglo (Hch. 20:7). Los datos que encontramos en libros de historia en los primeros siglos confirman lo que las Escrituras del NT nos enseñan: los primeros discípulos participaban de la Cena del Señor cada domingo.
- Pablo habla de celebrar la Cena con cierta frecuencia (1 Cor. 11:17, 20, 25, 26, 34).
- “El partimiento del pan” por la iglesia es cierto que definitivamente se refiere a la observación de la Cena del Señor. Los cristianos en Corinto habían convertido la Cena del Señor en un banquete egoísta, pero cuando el apóstol Pablo explica cómo debe ser el verdadero partimiento del pan (1 Cor. 11:23-26), no habla de una simple “comida fraternal” sino de recordar la muerte del Señor en el pan partido y la copa. El partimiento del pan en 1 Cor. 10:16, 17 también se refiere a la comunión del cuerpo de Cristo o sea la Cena del Señor, y sabemos que los cristianos corintios se reunían cada primer día de la semana (1 Cor. 16:2).
- En Hch. 2:42 hay una clara distinción entre “el partimiento del pan” y “la comunión unos con otros”. “El partimiento del pan” era algo muy importante en la vida de los primeros cristianos. También lo era “la comunión unos con otros”. Pero eran dos actividades distintas. El único “partimiento del pan” que Cristo mandó fue el partimiento del pan en la Cena del Señor y los apóstoles de Cristo también mandaron observar este acto en la iglesia. Por otro lado, “la comunión unos con otros” es expresión del amor fraternal entre cristianos y puede incluir una “comida fraternal”.
- Es deber del cristiano conmemorar la muerte del Señor en la Santa Cena y la observancia de la Cena del Señor no debiera ser distante en el tiempo, sino en obediencia respetuosa y adecuada a su mandamiento de hacerlo hasta que él venga. Cada iglesia local puede programar con qué frecuencia lo va a realizar.
- No hay base bíblica para hacer la Cena del Señor otro día de la semana; esta ordenanza  debe hacerse el día domingo, el primer día de la semana. Podemos comparar esta información con el hecho de que Cristo resucitó en el primer día de la semana (Jn. 20:1), el Espíritu Santo vino en el primer día de la semana sobre los 120 discípulos en Jerusalén (Hch. 2:1; Lv. 23:15, 16), el evangelio fue predicado por Pedro ese mismo día y la iglesia comenzó un crecimiento especial en Jerusalén. El primer día de la semana también es llamado “el día del Señor” (Ap. 1:10). Todos estos elementos dan fuerza al principio bíblico de celebrar la Cena solo en este día.
- Aunque se ha relacionado la pascua judía (que se celebraba una vez al año) con la Cena del Señor, no podríamos decir que la frecuencia de la Cena deba ser una vez al año, porque la Cena del Señor no sustituyó a la Pascua. Miremos algunas razones:
* Es una celebración totalmente distinta con elementos diferentes (el elemento principal en la Pascua era un cordero, no el pan y el vino).
* La Pascua era una celebración de la liberación nacional de los judíos. En la Cena del Señor conmemoramos una muerte: la de Cristo Jesús.
* No encontramos una práctica constante en la iglesia del Señor del primer siglo participando de la Cena del Señor en el día de la Pascua.

CÓMO REALIZAR LA CENA DEL SEÑOR

Preparación:
- Todos los preparativos deben hacerse con tiempo y con detalle para que el evento se realice con excelencia para Dios.
- Conviene coordinar de antemano el orden del programa.

Oficiante:
- El ministro que oficia la Cena del Señor debe ser un pastor o líder consagrado al Señor, de buen testimonio, que lleve una vida ejemplar.
- El oficiante debe explicar las reglas básicas que tiene la iglesia local y sus motivos de forma sencilla y entendible a todos los asistentes (aunque esta información debe darse completa en el curso de discipulado de la iglesia local).
- Se debe excluir cualquier pensamiento que distrae la mente de la solemnidad de la ocasión. Por supuesto, no es el momento debido para hablar de la administración de la iglesia o de retar a la iglesia por sus faltas. Es el plan de Dios que, en esta reunión sagrada, cada mente esté fija en él.
- El oficiante debe advertir a los oyentes de las consecuencias que trae el comer y beber indignamente de la Cena del Señor (1 Cor. 11:27, 29). Debemos ser prudentes en el lenguaje que usamos y evitar confrontaciones en público en un momento así. No se trata de condenar a otros o crear un ambiente pesado y tenso.
- Es importante que los miembros entiendan que deben venir a la mesa del Señor con corazones limpios y sin pecado. Sin embargo, no es el momento de predicar un sermón reprochando a la gente por sus faltas. Si en la iglesia hay necesidad de una reconciliación, se puede usar el culto de la semana anterior para anunciar que viene la Cena, y con un buen espíritu animar a la gente a prepararse para la ocasión, recordándole cuán gran amor tuvo Cristo por nosotros, y cuánto amor debe reinar entre los hermanos.
- No se debe usar la Cena para hacer reprensiones públicas a la congregación o a creyentes en particular. Este es un momento especial en la presencia de Dios y con propósitos específicos. Ya vendrá el tiempo en otras reuniones cuando se requiera hablar con la iglesia en público o con hermanos en particular y corregir faltas de forma eficaz y bíblica.
- El oficiante pedirá que aquellos que no van a participar de la Cena se sienten y los que van a participar se queden de pie para repartir la Cena pero todos deben estar en una actitud de oración, agradecimiento y respeto ante Dios (niños, jóvenes, bautizados, no bautizados, miembros o no de la iglesia).

Ayudantes:
- Se deben seleccionar hermanos de buen testimonio, que su conducta sea digna del evangelio, que sean constantes en la congregación, que hayan sido discipulados en la Biblia y bautizados en las aguas para repartir la Cena del Señor.
- Los ayudantes deben ser sabios y considerar lo siguiente:
* Tener una actitud prudente y amorosa; sin emitir juicios o tener gestos de desprecio hacia nadie.
* Los niños no deben participar.
* Los inconversos no deben participar.
* Los no bautizados no deben participar.
* Los que son bautizados de otras congregaciones y asisten regularmente a la iglesia pero que todavía no son miembros en plena comunión, pueden participar.
* Si hay creyentes que nos visitan de otras congregaciones y no los conocemos pero son bautizados y consideran que están aptos para participar, lo pueden hacer.
* No repartir la bandeja a otros hermanos para pasarla por una hilera sino acercarse a cada creyente que va a participar y entregarle personalmente el pan y el vino.

Lugar:
- El acto puede realizarse en un templo o en un lugar acordado y adecuado.

Símbolos:
- Cuando Jesucristo dijo: “Yo soy la vid” (Jn. 15:1), sabemos que esto no significa que Cristo sea una vid material, sino una vid espiritual. Y esto es cierto en cuanto a muchas declaraciones de Cristo: “Yo soy la luz del mundo”, “Vosotros sois la sal de la tierra”, “Yo soy el camino” y muchas otras. No son declaraciones de realidades materiales sino espirituales, pero siempre enseñan verdades muy importantes. Es lo mismo en relación con el pan y el fruto de la vid en la Cena del Señor.
- El pan representa el cuerpo inmolado, partido, quebrantado por nuestros pecados y para nuestra salvación. El pan no es FISICAMENTE el cuerpo de Cristo. Obviamente, cuando Cristo dice “esto es mi cuerpo” se trata de una ilustración espiritual (no material).
- El vino representa la sangre de Cristo, derramada para nuestra salvación (1 Cor. 10:16). El fruto de la vid no es FISICAMENTE la sangre de Cristo. Asimismo, cuando Cristo dice “esto es mi sangre”, se trata de una ilustración espiritual (no material). La Biblia dice sencillamente “fruto de la vid” (Mt. 26:29; Mr. 14:25; Lc. 22:18). No dice “vino” en ningún texto (aunque se usa este término para hablar del fruto de la vid). Por tanto, definitivamente NO es vino fermentado. El jugo de la uva cumple el requisito.
- El sabor artificial de uva que llevan los refrescos NO es el “fruto de la vid” sino un producto netamente artificial. No debemos cambiar la posición bíblica y usar elementos extraños en la Cena del Señor. El jugo de uvas (“fruto de la vid”) y el pan sin levadura son los elementos autorizados en las Escrituras. ¿Por qué vamos a cambiar algo tan sencillo?
- El pan debe ser preparado sin levadura y puede partirse en pequeñas porciones para que sea consumido rápidamente.
- El vino debe ser nuevo y fresco; se prepara con uvas de buena calidad y se reparte en pequeñas copas.

Organización:
- Si van a darle participación a músicos y cantores, se recomienda un ensayo previo para verificar que hay una preparación adecuada; no sea que tengan sorpresas por personas sin experiencia o que la deficiencia musical arruine la solemnidad de esta ordenanza bíblica.
- El uso de cánticos alrededor de la Cena es una bendición y la Biblia señala que en la Última Cena, el Señor y sus discípulos cantaron (Mt. 26:30; Mr. 14:26). Según el Talmud (una recopilación de interpretaciones y tradiciones judías), los judíos acostumbraban cantar los Salmos del 113 hasta el 118 en conexión con “la pascua de Jehová, llamándolos “el gran Hallel”, es decir, la gran alabanza. Esto no se debe tomar como un mandamiento pero la Cena del Señor es un momento propicio para alabar al Señor (con cánticos o en oración). Esto lo deciden el pastor local y los líderes de la iglesia.
- No se recomienda recoger ofrenda después de la Cena; es mejor hacerlo antes porque así los creyentes van a estar todo el tiempo enfocados en la Cena hasta cuando termine el acto. En algunas iglesias se ha visto que cuando se recoge la ofrenda después de la Cena, muchos se distraen y se pierde la atención por estar buscando la ofrenda en la cartera o en el bolsillo.
Como regla general, se podría recoger la ofrenda antes o después de la predicación, la cual siempre debe estar antes de la Cena del Señor.

Protocolo:
- El ministro debe preparar sus palabras de forma anticipada y en este sentido, existen muchos manuales para celebrar la Cena del Señor que darán recomendaciones sobre las frases más indicadas para esta ocasión; sin embargo, todo debe hacerse con naturalidad, autenticidad y bajo la guianza del Señor. En estos casos siempre es recomendable orar a Dios por su gracia y favor para que todo salga muy bien y que la bendición del Señor sea sobre todos.
- La reunión se debe conducir de la siguiente manera:
* Citar referencias bíblicas sobre la Cena del Señor.
* Orar, dando gracias por su misericordia.
* El pastor principal, el oficiante o las personas encargadas entregarán los elementos a los ayudantes en bandejas con panes y los vasos con el vino a medida que se van repartiendo a la congregación.
* Primero se reparte el pan y luego se reparte el vino.
* Tomar el pan, dar gracias, pronunciar las palabras de la ordenanza, partir el pan y repartirlo a los asistentes que desean participar.
* Tomar la copa, dar gracias, repetir las palabras de la ordenanza y repartir las copas.
* Debemos dar gracias antes de comer el pan y también antes de tomar el vino como lo hizo Jesús (Lc. 22:19). Notemos que cada componente de la Cena tiene un significado particular. Cada uno merece que le demos la importancia especial que le corresponde. Entre las distintas formas de realzarlos individualmente figura el dar gracias por el pan, y luego, mediante otra oración, dar gracias por el vino. No tenemos afán… así honramos las Escrituras y a Cristo, siguiendo su ejemplo. Ese fue el modelo de Cristo. Asimismo, debemos de repartir el pan, luego de dar gracias y después repartir el vino, luego de dar gracias.
* Los participantes comen de pan y toman del vino en silencio mientras estamos en un momento de oración y agradecimiento al Señor por su obra en la cruz.
* Se pueden entonar cánticos asociados a esta ocasión.
- La oración debe ser dirigida por el oficiante, quien a su vez explica los símbolos y los principios bíblicos relacionados con la Cena del Señor.
- En las oraciones realizadas es importante que pidamos al Señor que nos santifique cada vez más por medio de su sangre, de su Espíritu y de su palabra que son los instrumentos que Dios usa para limpiarnos de todo pecado delante de él.
- No es conveniente hacer oraciones largas en este acto; sería suficiente realizar oraciones espirituales, acordes con el momento y de corazón. La idea no es llamar la atención de nadie sino honrar a Cristo y edificar a los oyentes.
- En estas oraciones públicas no se deben presentar otras peticiones que están fuera del propósito de la Cena (peticiones por enfermos, intercesiones por la obra evangelística de la iglesia, plegarias por situaciones problemáticas que aquejen a algunos de la congregación, oraciones personales, etc.); más bien, se pueden hacer en otra ocasión (y mejor antes del acto). Si algún creyente necesita una oración especial puede solicitarla antes de la reunión de la iglesia local y se presentará al Señor en su momento.
- Debemos tener cuidado en seguir el orden bíblico para no desviar la atención de la gente de la ordenanza. En la oración debemos tener cuidado de usar palabras que confundan la gente. No pida la bendición de Dios sobre la copa o el pan con palabras que dan la impresión de que los elementos serán cambiados milagrosamente. No debemos alimentar conceptos supersticiosos y errados sobre los elementos de la Cena.
- No tenemos que llenar cada momento con palabrería; es mejor dejar momentos de silencio para la gente reflexionar sobre el gran sacrificio de Cristo. Que calle el hombre mientras que Dios habla a través del símbolo. Esto llega a ser aún más obvio si recordamos que la ordenanza consiste de dos partes: la presentación de los símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo y el acto de comer y beber como la aplicación personal del participante. Administrada debidamente, la Cena del Señor es uno medio precioso que Dios usa para inspirar el corazón y elevar la vida de la iglesia. Dejemos que el Espíritu Santo guíe los corazones y nos fortalezca en fe, amor, unidad y fidelidad a Cristo.a

martes, 28 de noviembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte VIII



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¿Quiénes deben participar de la Cena del Señor?
- Pablo ratifica el valor de la Cena del Señor como una ordenanza de Cristo y da instrucciones a la iglesia para su realización (1 Cor. 11:23-32). En los principios que establece Pablo habla del orden, de la motivación y de la conducta de quienes participan. Sin embargo, hay normas que la iglesia local debe poner para que este acto se realice con excelencia y honra ante Dios y ante los hombres.
- Según la Biblia, solamente los que tienen una plena unidad en Cristo deben participar juntos en la Santa Cena. Creemos que la iglesia y sus líderes tienen la responsabilidad de decidir quiénes deben participar y quiénes no. Esto es bíblico por las siguientes razones:
* Está conforme a los requisitos bíblicos de la unidad. Los participantes han de ser un cuerpo unido en Cristo (1 Cor. 10:15-17) y la Cena expresa la unión espiritual de los participantes.
* Basa la Santa Cena en la unidad y en la comunión cristiana, y no en la amistad social o en vínculos sentimentales.
* Permite que la iglesia mantenga pura la Cena del Señor. Aún las personas que parecen estar de acuerdo con la Biblia y se congregan pero están contaminadas con pecados secretos, no deben participar (1 Cor. 11:27-29). Por eso, cada persona debe examinarse a sí mismo antes de participar en la Santa Cena (1 Cor. 11:28; 2 Cor. 13:5).
* Hace posible que la iglesia sea fiel a Cristo y que rechace toda práctica pecaminosa para honrar en todo la voluntad de Dios (1 Cor. 10:20).
- Es importante saber que la Cena del Señor no otorga salvación, perdón de pecados o un cambio de vida; como se ha dicho, es un acto de conmemoración de la obra de Cristo por nosotros para salvación. Por tanto, quienes toman de la Cena ya han experimentado la salvación y se han bautizado en obediencia a Cristo.
- La Cena del Señor es un medio a través del cual los creyentes en Cristo tienen comunión con su Señor y conmemoran Su muerte. El Bautismo es una importante señal de identificación de los creyentes en Cristo. Alguien que nunca ha sido bautizado puede ser un creyente salvo, pero todavía no se ha identificado públicamente como seguidor de Cristo ni ha tomado este primer paso de obediencia a Cristo.
- En el AT, el pueblo de Dios recibió del Señor dos ordenanzas que se asemejan mucho al Bautismo en las aguas y a la Cena del Señor: la circuncisión y la celebración de la Pascua. Estas dos prácticas iban ligadas porque todo judío debía ser circuncidado desde temprana edad como una señal de identidad con Dios y con la nación de Israel. Asimismo, en el NT vemos que el Bautismo es un acto de obediencia que da identidad al creyente con Cristo y con la Iglesia. En este sentido, se ha acostumbrado en muchas iglesias cristianas que para recibir a un creyente como miembro en plena comunión de la iglesia, éste debe ser bautizado primero y luego podrá participar de la Cena del Señor.
- Estas dos ordenanzas (las del AT y las del NT) son señales visibles del pueblo de Dios y son utilizadas para demostrar verdades espirituales. La primera (el bautismo-la circuncisión) representa una identidad como parte del pueblo de Dios y la segunda (la cena del Señor-la Pascua) representa la comunión en la fe con Dios y con su pueblo. Quien no obedece la primera señal, no debe participar en la segunda.
- Miremos lo que dice la Ley de Moisés al respecto (Éx. 12:43-48). En la celebración de la Pascua, Dios exigió que solo quienes se habían circuncidado podían tomar parte.
- En el NT, Pablo dice que Cristo es nuestra Pascua, que fue muerto por nosotros, y esto es representado por medio de la celebración de la Cena del Señor la cual debemos de observar con mucho respeto y celo de Dios. No cualquier persona debe tomar la Cena: solo aquellos que han probado obediencia al Señor en todo, han creído en Cristo, se arrepintieron de sus pecados, han dado frutos de un verdadero cambio, han nacido de nuevo, han sido discipulados en la doctrina bíblica, están de acuerdo con las verdades bíblicas y las practican. Por tanto, la mejor manera de probar si un creyente es obediente en todo es darle un tiempo de observación, formación bíblica y transformación espiritual, hasta que decida bautizarse; entonces, podrá tomar de la Cena del Señor.
- La iglesia del NT respetó este orden como vemos en Hch. 2:41, 42. Solo después del Bautismo, los nuevos creyentes tomaron de la Cena del Señor.
- En la Gran Comisión (Mt. 28:19, 20) vemos que Cristo nos manda a predicar el evangelio y a hacer discípulos, los cuales deben ser bautizados y entonces serán partícipes de todas las enseñanzas que Cristo nos dejó (incluyendo la Cena del Señor). Obviamente, todos los apóstoles y los primeros discípulos siguieron fielmente este patrón y no había ninguno en las iglesias del NT que pudiese estar tomando la Cena sin antes haber sido bautizado. El Bautismo era el primer paso.
- Los niños no deben tampoco tomar la Cena hasta que sean discipulados y bautizados en las aguas; además, ellos necesitan madurez psicológica, emocional y espiritual para tomar la decisión de seguir a Cristo, bautizarse y luego ser miembros en plena comunión de una iglesia local.
- Las personas inconversas que vienen a la congregación de visita o en compañía de hermanos en la fe no deben participar de la Cena del Señor porque ellos no conocen a Cristo, no entienden sobre su obra en la cruz, no han experimentado el perdón de sus pecados, no han recibido la salvación en Cristo y no han nacido de nuevo; por ende, darles de la Cena es ilógico ya que no tomarán en serio este acto ni honrarán al Señor. Si revisamos 1 Cor. 10:14-22, notamos que Pablo establece que aquellos que practican el pecado no deben tomar la Santa Cena. En este sentido, toda persona nueva le toma un tiempo despojarse del pecado y de ciertas prácticas que desagradan a Dios; es mejor darles tiempo para que crezcan primero en el camino del Señor. Mientras esto sucede, tenemos que explicarles con sabiduría y argumentos bíblicos que ellos todavía no deben participar de la Cena y mostrarles a Cristo como Salvador, señalarles la necesidad de arrepentirse y convertirse al Señor, nacer de nuevo, dar frutos para Dios, bautizarse y entonces tendrán la oportunidad de tomar la Cena del Señor. Si no hay personas inconversas en el momento de la Cena, dichas explicaciones sobran.
- Si leemos 1 Cor. 10: 27-34, nos damos cuenta que Pablo enseña que todo aquel que va a participar debe hacerse un autoexamen. Esta acción no es posible realizarla de forma correcta cuando no hay una madurez psicológica y emocional (en el caso de los niños) ni cuando la persona no ha tenido un nuevo nacimiento espiritual (en el caso de los inconversos).
- Se está hablando de un examen, antes de tomar la Santa Cena… ¿usted cree que una persona inconversa o un niño tienen discernimiento para saber lo que están tomando y tienen capacidad para probarse con base en las Escrituras? En el pasaje anterior, está tratando de algo muy íntimo, y por ello, quien lo toma debe tener conocimiento de lo que se trata, y debe llevar una vida recta, recordando al mismo tiempo que si algo cometió y se arrepiente sinceramente, la sangre de Cristo le limpia, pero no puede llevar una vida de pecado continuada (1 Jn. 3:8).
- La Cena del Señor demanda de los participantes una vida santa y apartada del pecado (1 Cor. 10:20, 21; 11.27-29). Si hay algo que estorbe la comunión entre nosotros y el Señor o entre nosotros y otro hermano, debemos arreglar eso para que podamos participar bien en la Santa Cena.
- Humanamente hablando, ninguno de nosotros es digno de Cristo y de su muerte en la cruz pero por su sangre hemos sido justificados si creemos en él y le seguimos en obediencia. Igualmente, ninguno de nosotros es digno de tomar la Cena del Señor pero la instrucción de Pablo es cuidarnos de tomar INDIGNAMENTE de la Cena, es decir, de una manera que deshonre al Señor. Entonces, no se trata de que los niños, los inconversos o los hermanos no bautizados aún, sean indignos sino que tengamos un orden basado en principios bíblicos y que cuando ellos participen, lo hagan conforme a la Escritura y con un compromiso integral de obediencia a Dios; para esto, ellos necesitan creer en Cristo para salvación, arrepentirse, convertirse, congregarse constantemente en una iglesia local, bautizarse en las aguas, perseverar en la fe, vivir en santidad y fidelidad a la palabra de Dios.
- Quien todavía no se siente apto o sus frutos no lo hacen idóneo para el Bautismo, no debe tomar la Cena del Señor. Asimismo, quien rechaza el Bautismo o lo posterga indefinidamente, tampoco debe tomar la Cena del Señor. Todo tiene su tiempo.
- Entonces, ¿quiénes deben tomar la Cena del Señor?
* Solamente aquel creyente que aprecia el sacrificio de Cristo, mostrando un verdadero arrepentimiento, un nuevo nacimiento y obediencia para bautizarse en las aguas (esta última ordenanza está plenamente ligada a la Cena del Señor porque los símbolos que refleja son la obra de Cristo en la cruz y el propósito de salvarnos). Recordemos que el Bautismo es una ordenanza de Cristo y él mismo nos dio ejemplo, dejando que Juan el Bautista le bautizara en las aguas (Mt. 3:13-17).
* Solamente aquel cristiano que honra al Salvador en su corazón, que reconoce en el pan un símbolo del cuerpo humano que fue habitación de Dios, aquel cuerpo humano que conoció la tristeza, el dolor, el cansancio, el hambre, la sed, y la angustia de la muerte por una razón: salvarnos a nosotros, pecadores indignos.
* Solamente aquel cristiano que por fe reconoce en el fruto de la vid aquella sangre preciosa, como de un cordero sin mancha y sin contaminación que le rescató de su vana manera de vivir.
* Solamente aquel discípulo fiel que da buen testimonio y vive para ser cada día más como Cristo.
- La Cena del Señor debe observarse con la debida reverencia y después de un auto examen, un momento de confesión de pecados y de restauración en comunión con Cristo (1 Cor. 11:28). El que participa de la Cena de una manera descuidada o indigna acarrea condenación sobre sí. Dios trae juicio sobre aquellos que toman de la Cena indignamente (sin respeto y practicando el pecado). Pablo menciona que en la iglesia de Corinto había creyentes enfermos, otros débiles, y que algunos habían muerto por esta causa (1 Cor. 11:29-32).
- Los creyentes de otras congregaciones (y que sean bautizados según las Escrituras) que vengan de visita a la iglesia local tomarán la Cena del Señor pero, como todos, deben ser advertidos sobre las consecuencias de participar de la Cena indignamente; a ellos no los conocemos pero ellos dicen estar en la fe bíblica, caminar con Cristo y obedecer su palabra. Ellos darán cuentas a Dios si su vida no es acorde con sus mandamientos.
- Se debe orientar a las personas que se están congregando de forma sabia y prudente a través de las Escrituras (nuevos creyentes, simpatizantes o personas que vienen de otras congregaciones) para que primero arreglen su condición espiritual, personal o conyugal antes de tomar la Cena del Señor (por ejemplo, si viven en fornicación, adulterio, recasamiento, malos hábitos, etc.).
- Un concepto errado es pretender que la Cena del Señor es de participación abierta y cualquier persona que se sienta digna de participar tiene la oportunidad, pero ya hemos visto quiénes no deben tomar la Cena y argumentos bíblicos claros. Hay iglesias que admiten en la Santa Cena a toda clase de personas con tal que profesen ser cristianos pero la Cena del Señor requiere comunión e implica unión esencial de fe y conducta.
- Cristo tomó la Santa Cena en la intimidad con sus discípulos (los que estaban más comprometidos con el evangelio) pero todavía el Señor no les había dado la Gran Comisión en donde menciona el Bautismo en las aguas para los nuevos creyentes. Es muy probable que todos ellos (o algunos de ellos) fueran bautizados en el bautismo de Juan Bautista porque eran judíos y conocían este bautismo en las aguas, el cual preparó el camino del Mesías y era válido ante Dios porque él fue quien llamó a Juan. Sin embargo, uno de ellos en esa noche tomó la Santa Cena indignamente, que fue Judas y dice la Biblia que después de tomar un bocado de pan, Satanás entró en él (Jn. 13:26, 27). Claro está que Jesús sabía la condición de Judas y por su propósito, le concedió participar en la Cena, pero éste es un caso específico de la soberanía de Dios y no es una regla el dejar que cualquiera tome la Cena. Ya hemos visto principios en el NT para la participación en la Cena.
- En cuanto a los creyentes que sí pueden participar por los motivos expuestos antes, cada uno se debe auto examinar delante de Dios; se trata de una prueba aplicada por la iglesia ni por los pastores, los predicadores o alguna otra persona; es una prueba personal, un sincero examen a conciencia. Si el creyente encuentra algún error en su actitud, la debe cambiar en el momento, debe pedir perdón y arrepentirse de corazón. Si hay pecados hacia Dios o hacia el prójimo que ameriten no tomar la Cena y primero hacer ajustes en la vida personal y reconciliarse con otras personas, es mejor esperar y no participar.
- Si el pastor local, un líder de la iglesia o un creyente ven a una persona que es miembro en plena comunión de la iglesia y está participando indignamente y tienen pruebas en su contra, deben amonestar ese creyente y ayudarle espiritualmente (entre tanto la persona lo permita); si su pecado es reiterativo, entonces se debe proceder conforme a los principios de la disciplina bíblica (este tema se ampliará en el siguiente capítulo).

jueves, 9 de noviembre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte VII


II. La Cena del Señor

Según las Escrituras, la ordenanza de la Cena fue instituida por Cristo mismo la noche antes de su crucifixión (Mt. 26:17-29); por ende, es un mandamiento, y como tal debe guardarse con temor y reverencia, pero también es un privilegio sagrado porque es una representación simbólica de la participación del creyente en los beneficios de la muerte de Cristo para salvación. Es una ilustración del sacrificio y muerte de Jesucristo, nuestro Salvador, por el pecado del mundo. Por lo cual, se debe celebrar con dignidad, al recordar la obra de expiación en la cruz.

En un sentido, la Cena tiene relación con la Pascua que los judíos han celebrado permanentemente desde su salida de Egipto, la cual fue establecida por Dios en la Ley de Moisés para conmemorar la liberación de la esclavitud egipcia.

¿Qué propósitos tiene la Cena del Señor?
- Leamos Lc. 22:19, 20 y notemos que Cristo dice: “haced esto en memoria de mí”. Así pues, la Cena del Señor es un recordatorio de la obra de Cristo y de su amor incomparable; nos recuerda el sacrificio perfecto de Cristo para nuestra salvación eterna y para perdonar todos nuestros pecados (los pasados, los presentes y los futuros).
- Notemos que Jesús dijo a sus discípulos que el pan representaba su cuerpo el cual sería sacrificado por ellos. Ellos debían observar este acto durante su ausencia en memoria de Cristo hasta su regreso. Cristo declaró que la copa de vino era el nuevo pacto en su sangre; al beber de la copa recordarían a Cristo, especialmente en su muerte. Asimismo, Pablo se refiere a este tema (1 Cor. 11:23-25).
- La Cena se realiza en memoria del cuerpo quebrantado y de la sangre derramada de Jesucristo. Es un acto muy sencillo; hasta un niño puede comprender lo que sucede en la misma. Sin embargo, es tan profunda que los hombres supuestamente más educados nunca han podido comprender todo su significado.
- La Santa Cena tiene como fin agradecer al Señor por su obra (1 Cor. 11:24).
- La Santa Cena también nos recuerda la segunda venida de Jesucristo y por eso, en ella proclamamos la muerte del Señor hasta que él venga (1 Cor. 11:26).
- La Cena del Señor debe servir para ablandar el corazón, humillarnos en arrepentimiento ante Cristo y proceder a un cambio real.
- En la Cena del Señor el propósito no es predicar un mensaje como de costumbre; esto se puede hace en otro momento para edificación de la iglesia (por ejemplo, antes de la Cena), pero la Cena es un tiempo especial de recogimiento, meditación, adoración y entrega que no debe ser alterado con otras actividades.
- En la Cena del Señor el propósito no es venir a comer para saciar el hambre o la sed. En otra ocasión podríamos reunirnos para comer y compartir como hermanos.
- La Santa Cena es un acto de comunión simbólica con Cristo y con nuestros hermanos porque como creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
- Como un mismo cuerpo, nos amamos, nos apoyamos, nos ayudamos, nos perdonamos, nos preocupamos los unos por los otros, y nos gozamos juntos. Así pues, la Cena se debe observar como un cuerpo unido y no como personas individuales.
- Los participantes en la Cena deben estar de acuerdo entre sí y ser uno en el Señor, uno en fe, uno en devoción a Cristo. Como el pan se compone de muchos granos de trigo, así el cuerpo de participantes debe ser un solo cuerpo de adoradores en el Señor. Llegamos a ser “un pan” al participar todos del mismo pan simbólico que es Cristo.

Controversias relacionadas con la Cena del Señor
La historia del Cristianismo ha visto interminables controversias en torno a la Cena del Señor. Miremos algunos conceptos incorrectos y la posición bíblica para contrarrestarlos:

Errores
Posición bíblica
- Algunos han enseñado que cuando se celebra la Cena, Cristo en ese momento vuelve a ser sacrificado y muerto.
- El sacrificio de Cristo no se repite cada vez que se celebra la Cena (Heb. 10:11­14).

- La iglesia católica enseña que el pan y el vino literalmente se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor cuando el sacerdote los bendice. Este concepto se llama transubstanciación y es anti bíblico. Esta teoría se basa supuestamente en las declaraciones de Jesús en cuanto a la Cena: “Esto es mi cuerpo... esto es mi sangre”.
- En la Cena, el pan es el cuerpo y la copa es la sangre de Cristo en sentido figurado (como símbolos). El pensar que es algo literal es una invención humana que pretende otorgar poder a quien reparta el pan y el vino y así manipular a los oyentes. No hay virtud alguna ni en el pan ni en la copa en sí; tan solo son símbolos. La persona está participando en ellos y sus sentidos pueden reconocer que los elementos siguen siendo pan y vino.
- Otra teoría anti bíblica es la consubstanciación la cual afirma que en la Cena está la presencia real del cuerpo y de la sangre del Señor, pero dice que coexisten con los elementos naturales. Según esta teoría, el pan, aunque sea realmente pan, también contiene el cuerpo físico del Señor. Y el fruto de la vid, además de ser jugo de uva, es la sangre de Cristo. Los que enseñan así creen que este cambio se efectúa sin la consagración del sacerdote.
- Esta teoría está sujeta a los mismos errores de la anterior. En cuanto a las cualidades físicas del pan y de la copa, son símbolos; y en cuanto a la presencia de Cristo en la Cena, es completamente espiritual.

- La Cena nos hace más santos y más espirituales ante Dios y ante los hombres.
- El crecimiento y la espiritualidad del creyente no dependen de tomar o no la Cena. El crecimiento del cristiano depende de su alimentación de la Palabra de Dios y de un corazón humilde para obedecer la voluntad de Dios en su vida.
- La Cena es algo que unos se merecen y otros no. Es muy común en las iglesias pensar que algunas personas son dignas de tomar la Cena y otras no lo son. Generalmente, se piensa que si un cristiano ha pecado no es digno de tomarla.
- La realidad es que todos pecamos de una manera u otra, pero precisamente es el mensaje de la Cena lo que nos da esperanza y confianza a participar de ella mientras que reconocemos nuestros pecados y faltas; sin embargo, Pablo advierte que no debemos tomarla indignamente (sin respeto, de forma desordenada o practicando el pecado reiteradamente).

CONCLUSIÓN BÍBLICA
La única interpretación correcta a la luz de las Escrituras es que la Cena del Señor es una conmemoración de su muerte sin que ocurra ningún cambio sobrenatural en los elementos, los cuales solo simbolizan la obra de Cristo y son más bien un reconocimiento de su ausencia. Por este motivo es que la Cena del Señor debe ser celebrada hasta que él venga.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte VI

Resultado de imagen para bautismo en las aguas

En síntesis, la Biblia sí habla del bautismo en las aguas (pero no para niños) y de la cena del Señor. A continuación, se explicará de forma más amplia cada una de estas dos ordenanzas o sacramentos:

I. Bautismo

Nota: en el libro Principios y doctrinas de la Biblia Vol. 1 se explicó acerca de los tipos de bautismo que la Biblia muestra; si alguien no ha leído este material o no recuerda esta parte, le invito a que lo estudie (pág. 90-96).

El término bautismo proviene de la palabra griega baptizo que significa “sumergir en”. Miremos una aplicación de la palabra bautizar aparte de sumergirse en agua: cuando un fabricante de ropa sumergía su tela en la tinta para darle color, se decía que la tela era bautizada en la tinta: salía igual que la tinta y se había identificado totalmente con ella. En otras palabras, el Bautismo en las aguas implica identificarnos con Cristo, con su muerte, su sepultura y su resurrección (Rom. 6:1-4). Este acto representa nuestra muerte al pecado, la regeneración y la resurrección a una vida nueva en Cristo; ésta es la experiencia del creyente que ha sido salvo de verdad. 

El bautismo en agua de Juan (Hch. 19:3) y el de los discípulos de Jesús (Jn. 4:2), que fueron antes del bautismo en agua ordenado por Cristo (Mt. 28:19, 20), tenían como SÍMBOLO la purificación de los pecados pero necesitaban la obra de Cristo en la cruz para justificar al pecador por la fe. Por otra parte, el bautismo de los cristianos (ordenado por Cristo) tenía como símbolo la identificación del creyente con la muerte y la resurrección de Cristo.

Como se puede comprobar, el Bautismo en las aguas es un mandamiento porque fue instituido por Cristo mismo y como tal debe guardarse con temor y reverencia, pero también es un privilegio sagrado.

¿Cómo debe ser hecho el Bautismo?
- La ordenanza del Bautismo con agua se ha visto sujeta a incontables controversias durante la historia de la iglesia y ha traído como resultado importantes divisiones en la iglesia organizada. En general, las discusiones han caído sobre dos puntos importantes:
* Carácter: si el bautismo con agua es solamente un acto simbólico o realmente otorga algún beneficio espiritual al receptor.
* Método: si el bautismo es por inmersión o si puede administrarse válidamente por efusión, refiriéndose al bautismo por rociamiento de agua sobre el bautizado.
- Los que sostienen que el bautismo con agua es un acto simbólico creen que representa una verdad espiritual, pero que en sí mismo no otorga ninguna gracia sobrenatural a la persona bautizada. Este concepto es la mejor interpretación.
- Quienes sostienen que el bautismo con agua confiere alguna gracia especial varían ampliamente en la medida que el bautismo beneficia a la persona bautizada. Por ejemplo, algunos creen en la regeneración bautismal, esto es, que el agua aplicada en el bautismo afecta el nuevo nacimiento del creyente; otros sostienen que solamente provee una gracia o inclinación hacia la fe y obediencia del evangelio. Quienes se oponen a la idea del bautismo como algo simbólico se refieren al bautismo como un acto inseparablemente relacionado con el bautismo del Espíritu y el nuevo nacimiento del creyente.
- En cuanto al modo del bautismo. Aquí la controversia gira en torno a la cuestión de si la palabra “bautizar” se usa en sentido primario o secundario. El significado primario de bautizar es “sumergir” o “meter en” algo, agua por ejemplo. Por otro lado, algunos argumentan que el bautismo se usa en el sentido secundario de “iniciación” según el cual uno pasa de una relación antigua a una nueva relación.
- En la historia de la iglesia surgió la práctica del derramamiento de agua sobre la persona bautizada en cumplimiento del símbolo del derramamiento del Espíritu en la salvación, o la aplicación de agua en cantidad menor, bautismo que se llama por aspersión. La historia de esta doctrina se ha caracterizado por discusiones sin fin. En algunos casos, como el ejemplo del bautismo de Cristo, las implicaciones señalan que fue bautizado por inmersión. En otros casos, como en el bautismo del carcelero de Filipos (Hch. 16:33), algunos creen que es muy improbable que el carcelero y su casa pudieran haber sido sumergidos en la oscuridad de la mañana antes del amanecer, y el bautismo normalmente tendría que haber sido por rociamiento mientras aún estaban en la casa. Sin embargo, en este segundo pasaje bíblico todo lo que imaginemos por fuera del texto son especulaciones.
- Sin duda, la cuestión más importante es si el individuo ha nacido de nuevo y ha sido bautizado por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo.
- Sea cual fuere el modo del bautismo, el significado final es que el creyente es separado de lo que era sin Cristo para ser lo que es en Cristo, participando en los beneficios de la muerte y resurrección de Cristo. La iglesia primitiva observó el bautismo en forma constante, y prácticamente todas las ramas de la iglesia practican el bautismo en alguna forma en el día de hoy.

¿Quién debe oficiar el Bautismo?
- Lo más lógico es que la persona que bautice al candidato es aquella que camina con Cristo, tiene un buen testimonio y sirve en la congregación (sea un líder, el pastor principal, entre otros).

¿Qué propósitos tiene el Bautismo en las aguas?
- Que el creyente se identifique con la justicia de Dios y se acerque a él en arrepentimiento y conversión genuina.
- Que el creyente declare públicamente su nueva vida en Cristo, y en obediencia a Dios, lo hace por el Bautismo.

Requisitos para que alguien sea bautizado
- Según la Biblia, quienes han creído en Cristo de todo corazón deben recibir conocimiento del evangelio, arrepentirse, convertirse y bautizarse en las aguas; obviamente, hay casos bíblicos en los cuales el Bautismo fue rápido debido a las condiciones geográficas, sociales y culturales en los tiempos del NT (Hch. 8); en esa época, recibir el evangelio y bautizarse era una sentencia de persecución porque los judíos perseguían a los nuevos creyentes y por tanto, quien tomaba esta decisión realmente sabía el precio que debía pagar. En la actualidad, es mucho más fácil ser cristiano (aunque hay lugares donde implica persecuciones y situaciones muy difíciles); mucha gente se bautiza hoy en día pero no tienen conocimiento bíblico elemental, no hay un nuevo nacimiento, no hay un cambio de vida, no hay una renuncia total al pecado; entonces, debido a que tantas personas profesan una fe incongruente con el evangelio y muchas veces se apresuran a bautizarse sin dar frutos de un verdadero arrepentimiento, con un testimonio pésimo ante la sociedad, es mejor establecer reglas en cada iglesia local que se basen en principios bíblicos a fin de lograr que quienes se bauticen tengan una preparación espiritual y doctrinal suficiente (y esto requiere un tiempo prudente).
- En la IGLESIA CRISTIANA SIÓN se ha diseñado el libro titulado Instrucciones bíblicas fundamentales para tener un tiempo aproximado de 12 a 18 meses de discipulado, donde el creyente que llega a la iglesia local (sea un nuevo creyente o venga de otra congregación) pueda conocer lo esencial de la Biblia y tener una formación espiritual suficiente para tomar la decisión de bautizarse y ser miembro en plena comunión. Si el creyente ya es bautizado, este proceso de estudio bíblico le permitirá conocer y afianzar doctrinas bíblicas que enriquezcan su vida espiritual y transformen su carácter a la imagen de Cristo; además, conocerá la visión y el ministerio que desarrolla la iglesia y cuáles son los principios y valores bíblicos que cree, practica, enseña y defiende.
- Una iglesia celosa de buenas obras y fiel al evangelio pondrá normas y reglas para quienes se acercan al reino de Dios, profesan seguir a Cristo y se congregan como hermanos en la fe. Todo esto preservará a la iglesia en un buen testimonio, credibilidad, coherencia con los valores de Cristo y trasparencia para recibir en plena comunión a miembros que realmente son embajadores del evangelio (con conocimiento bíblico y con una conducta digna del reino de Dios); de lo contrario, dicha iglesia será el hazmerreír del diablo y de los inconversos al ver que cualquiera es bautizado y recibido como miembro de la iglesia, viviendo en desorden, falsedad y desobediencia a las leyes de Dios.
- Cuesta mucho ver personas venir a Cristo, perseverar y ser sus discípulos en la iglesia local; por tanto, no debemos ser flexibles con el pecado y bautizar a cualquiera. Este orden forma el carácter y le da seriedad al evangelio delante de Dios y delante de los hombres.
- Los niños no deben ser bautizados hasta que sean discipulados y den frutos de una vida cristiana acorde con las Escrituras. Como regla general, en la IGLESIA CRISTIANA SIÓN hemos determinado que un creyente debe tener al menos 12 años de edad para ser bautizado, pero obviamente debe tener la madurez psicológica, emocional y espiritual que este acto requiere.
- Los niños y adolescentes no bautizados podrían tomar participación en actividades de la iglesia, en el ministerio, en la alabanza, siempre y cuando tengan frutos dignos del evangelio, estén sujetos a sus padres, tengan hábitos espirituales necesarios para ministrar y se preparen de forma responsable en la tarea que van a desarrollar; sin embargo, deben estar en el proceso de discipulado y en el tiempo oportuno, bautizarse en las aguas. Mientras esto ocurre pueden tener la oportunidad de servir y capacitarse en el ministerio que Dios les permita para tener una formación progresiva.
- Se debe orientar a cada creyente para que primero arregle su condición espiritual, personal o conyugal antes de bautizarse (vivir en fornicación, adulterio, siendo recasado, con malos hábitos en su vida, etc.).

CÓMO REALIZAR EL BAUTISMO

Preparación:
Se requiere una organización previa para que este acto se realice con excelencia, orden y en un ambiente espiritual favorable.

Oficiante:
- El ministro que oficia el bautismo debe ser un pastor o líder consagrado al Señor, de buen testimonio, que lleve una vida ejemplar. Además, debe prepararse a nivel doctrinal y humano en principios bíblicos para aconsejar y enseñar con propiedad al respecto.
- El creyente debería ser bautizado por el pastor o líder local debido a su función pastoral y al vínculo espiritual que los une en el Señor.
- El ministro que oficia el bautismo debe conocer al creyente para confirmar que cumple con los requisitos exigidos por la Biblia y por las normas que la iglesia local ha establecido a partir de las Escrituras.
- Hay que tener mucho cuidado con las personas que vienen al bautismo sin dar frutos dignos de un verdadero arrepentimiento (Mt. 3:5-10) y andando en contra de la palabra de Dios (en pecados morales, en malos testimonios, con malos hábitos, etc.). Tales personas son responsables ante Dios, pero si el ministro se confía y las bautiza en contra de las leyes de Dios, la credibilidad de su ministerio se pondrá en duda y la iglesia se verá afectada.

Lugar:
- El Bautismo puede realizarse en un bautisterio (una piscina pequeña), en una piscina más grande en una finca, en el mar o en un río que tenga condiciones adecuadas para el acto.

Fórmula bautismal:
Existen varias opciones; lo importante es mencionar al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, como Cristo lo enseñó (Mt. 28:19, 20).
* Hermano (a) _______________ (nombre y apellido), por cuanto usted ha creído en el Señor Jesucristo, y lo ha aceptado como su Salvador personal, como ministro del evangelio, yo lo bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
* En obediencia a la Gran Comisión, y según la profesión de su fe en el Señor Jesucristo, yo le bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
* Por la confesión de su fe en Jesús como Cristo, el Hijo de Dios y su Salvador, le bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acompañantes:
- Los bautizados deben realizar este acto en presencia de testigos; pueden ser familiares, amigos, hermanos en la fe, líderes, el pastor local, etc.

Organización:
- El pastor, los líderes y la iglesia local deben coordinar el lugar, las condiciones del evento, el día y la hora con tiempo suficiente para hacer todos los preparativos.
- Conviene arreglar de antemano el orden del programa para evitar confusiones.
- Si van a darle participación a músicos y cantores, se recomienda un ensayo previo para verificar que hay una preparación adecuada; no sea que tengan sorpresas por personas sin experiencia o que la deficiencia musical arruine el Bautismo.

Protocolo:
- El oficiante llevará al candidato cuidadosamente a un lugar donde el agua es lo suficiente profunda para sumergirle sin mayor esfuerzo.
- Ellos deben estar de frente a los testigos para que la gente pueda ver el acto del Bautismo.
- Los candidatos serán bautizados uno por uno. Si hay muchas personas, pueden tener ayudantes que les colaboren para realizar la actividad.
- El oficiante pronunciará la formula bautismal mencionada con reverencia y claridad antes de sumergirle. Aparte de la formula, es mejor no decir nada más. La ordenanza misma está hablando a la consciencia y al corazón con una voz más elocuente que la nuestra.
- Sería aconsejable dar una reflexión bíblica antes del acto bautismal (no después).
- El oficiante debe tener cuidado de sumergir al candidato totalmente.
- Al terminar el Bautismo, se orará por todos los bautizados de forma breve y apropiada para la ocasión.
- El ministro debe preparar sus palabras de forma anticipada y en este sentido, existen muchos manuales para efectuar bautismos que darán recomendaciones sobre las frases más indicadas para esta ocasión; sin embargo, todo debe hacerse con naturalidad, autenticidad y bajo la guianza del Señor. En estos casos siempre es recomendable orar a Dios por su gracia y favor para que todo salga muy bien en cada evento y que la bendición del Señor sea sobre todos (especialmente, sobre los bautizados).

Certificado de Bautismo:
- Es importante tener un recordatorio de este acto tan especial; por eso, la iglesia debe entregar a cada persona bautizada un certificado individual con su nombre, la fecha y el nombre de la iglesia.

Vestido:
- Todos los participantes del Bautismo (el pastor o líder oficiante, los ayudantes y los creyentes que se van a bautizar) deben prever que van a entrar al agua y que requieren ropa adecuada para la ocasión. Se recomienda tener ropa cómoda por debajo y usar una bata blanca por encima. Así todos estarán acordes con el momento y al final, fácilmente podrán retirarse a otro lugar para cambiarse de ropa. En este caso, deben llevar otra muda de ropa seca para ponérsela al salir del evento.