Visitas por países (actualizando)

Flag Counter

Bienvenida

Agradecemos su visita

Este blog ha sido creado para brindar un espacio donde queremos compartir el mensaje de la Palabra de Dios mediante diversas herramientas: texto, audio, video, entre otras.

La Iglesia Cristiana Sión tiene como misión el predicar el evangelio a toda criatura y en todas las naciones. Además, la tarea es hacer discípulos auténticos que sigan a Cristo y reflejen su carácter.

Le invitamos a participar con sus comentarios y opiniones

Mayor informes:

Barrio Robledo Parque - Medellín, Colombia

Alejandro Ocampo -2646825 - 3122958775

Barrio El Playón - Medellín, Colombia

Juan Carlos Sánchez -4619040 - 3136619531

domingo, 30 de julio de 2017

La administración de la iglesia local Parte III

Resultado de imagen para autoridad espiritual

I. La autoridad máxima es Dios

- La autoridad absoluta e indiscutible en la Iglesia, la familia de Dios, pertenece al Padre quien asimismo ha colocado el ejercicio de esta autoridad en las manos de su Hijo, el Señor Jesucristo y ha recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt 28:18); de forma específica ha sido nombrado como Cabeza de la Iglesia con plena autoridad sobre ella (Ef. 1:20-23; 5:23; Col 1:16-18). El Señor Jesucristo ejerce su autoridad en la Iglesia Universal y en las iglesias locales de forma directa, como el que anda en medio de los candeleros que son las iglesias de Dios (Ap. 1:10-20; 2:1). Por tanto, él se comunica directamente con ellas para exhortar, reprender, consolar y expresar su voluntad (Ap. 2-3). Esta autoridad se hace visible también en la Iglesia por medio del Espíritu Santo, aquel que le glorifica y transmite su voluntad mediante las Escrituras y por su obra y manifestación en los creyentes (Jn. 14:26; 15:26; 16:13-15); él tiene la función de comunicar la voluntad divina directamente a las iglesias (Ap. 2:7, 11, 17).
- Cristo es el centro y la Biblia es la guía para toda decisión y determinación (Mt. 28:18-20); por eso, es un deber fundamental de cada iglesia asegurar que la Palabra de Dios tenga su lugar preeminente en la congregación y produzca los efectos positivos correspondientes (Col. 3:16).
- Cristo estableció ministerios para la edificación de su Iglesia y otorgó dones para su desarrollo integral; sin embargo, también concedió dones para presidir (Rom. 12:6-8) y administrar (1 Cor. 12:28) programas, planes y propósitos basados en la perfecta voluntad de Dios. Alguien tiene que presidir pero no todos tenemos los mismos dones; por tanto, los frutos de cada creyente, con sus dones y ministerios, mostrarán quiénes tienen la facultad de presidir y Dios mismo levantará las personas idóneas y útiles en este sentido. Así pues, Cristo da autoridad espiritual a sus servidores de acuerdo a dones y funciones que él mismo les concede, pero él es el Señor y volverá a pedir cuentas (Mr. 13:34-36).

II. ¿Quién debe asumir el liderazgo de la iglesia?

Aunque cada miembro tiene una responsabilidad especial en relación con la vida total de la iglesia, sin embargo, el libro de los Hechos y las Epístolas nos enseñan claramente que Dios ha provisto a la iglesia de hermanos y hermanas con madurez espiritual, criterio y conocimientos bíblicos, en quienes se manifiestan dones ministeriales asociados al liderazgo (pastor, colaborador, coordinador, líder, etc.) que han de ser probados primero en el trabajo, en la paciencia, en la constancia, en la fidelidad, en la santidad, en la fe, en la devoción y en los resultados que demanda su llamado, para luego ser nombrados, reconocidos, ordenados y promovidos de acuerdo al orden estipulado en cada iglesia. Ellos serán reconocidos por la congregación en su justo tiempo. Notemos que Pablo dice: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Ts. 5:12, 13). En este pasaje hay unos principios espirituales y prácticos que debemos seguir: primero hay que trabajar con integridad, diligencia y amor; luego se obtendrá el liderazgo; después habrá estima y reconocimiento de las personas para el ministerio.

Notemos que el ministerio del maestro, del evangelista, de alabanza y otros, no tienen como función la administración y el gobierno de una comunidad de creyentes porque no implican un liderazgo de una iglesia local; sus funciones pueden cooperar en el trabajo de una iglesia local, en ganar a nuevos creyentes y discipularlos, en posibilitar un ambiente de oración, alabanza y edificación espiritual, en la enseñanza, en la formación ministerial, etc., pero su enfoque no es presidir una congregación. En el caso del ministerio del pastor, como ya lo vimos a la luz de la Escritura, su función primordial es enseñar, cuidar, aconsejar, guiar, liderar y acompañar a los creyentes. Por ende, el llamado a asumir este liderazgo es el pastor (sea un pastor o un equipo de pastores, dependiendo de las necesidades y las características de cada iglesia).

Notemos lo que dice la Biblia al respecto: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” (Heb. 13:17).

La Biblia nunca relaciona otro ministerio con las funciones del pastor de una iglesia local; nunca se dice que el evangelista o el maestro (o cualquier otro ministerio) asumen esta tarea. Ahora bien, un evangelista, un maestro u otro ministro del Señor podrían ser usados para comenzar una iglesia y trabajar pero si no tienen un llamado al pastorado, deben orar al Señor para que otra persona con este perfil asuma esta función. Si todavía no hay una persona idónea que se haga cargo, entonces es posible que deba continuar en esta labor y talvez el Señor le guíe a desarrollar un ministerio pastoral por algún tiempo o el Señor confirme este llamado. Lo importante es orar y ser guiados por el Espíritu Santo, pero no debemos asumir un ministerio que no hemos recibido de parte de Dios; cada cual debe reconocer y usar los dones que el Señor le dio. 

miércoles, 26 de julio de 2017

La administración de la iglesia local Parte II

Resultado de imagen para administracion

La Iglesia del NT está fundada sobre bases administrativas
A través de los siglos han existido conceptos opuestos a todo tipo de gobierno eclesiástico, argumentando que cuando se establecen reglas o sistemas organizacionales se obstaculiza la expresión del Espíritu Santo y no se sigue la voluntad de Dios sino la de los hombres; es más, algunos consideran que las denominaciones son diabólicas o que las iglesias deberían solo existir en las casas y no en locales públicos. La Biblia y la experiencia de ministerios e iglesias en diferentes lugares han demostrado en distintas ocasiones que la única libertad que perdura y fructifica es la que surge de una organización equilibrada, donde los derechos humanos son respetados, reina el orden y la justicia, hay funciones administrativas y una autoridad clara. Es verdad que existen denominaciones que han creado sistemas corruptos para enriquecer a quienes los fundan o los lideran, pero también hay denominaciones que han hecho un trabajo espiritual digno y con un buen testimonio (no se debe generalizar). Así pues, el orden y la excelencia dan sentido y propósito pero la ausencia de orden y la corrupción traen confusión y muchos conflictos.

El NT establece las bases para una administración equitativa. No se puede hallar en la Biblia cada detalle del programa administrativo de las iglesias del primer siglo pero sí se hallan principios y métodos saludables para el establecimiento de iglesias, líderes, ministerios, colaboradores, objetivos, proyectos, normas y sanciones.

La Iglesia es la agrupación de cristianos cuyo desarrollo doctrinal y práctico depende de la Biblia y del Espíritu Santo a través de la participación y la utilización de todos los recursos humanos y materiales.

El maestro de la administración es Cristo y es la cabeza de la Iglesia; él sentó las bases de una organización universal y todavía sigue siendo la cabeza de autoridad que la gobierna. Notemos que, aunque el Señor predicó y llamó a las multitudes, escogió un pequeño grupo de doce para comisionarles la continuidad de la obra que él había iniciado y este liderazgo fue reconocido por los creyentes que oyeron el evangelio y luego fue compartido con aquellos que Dios llamó al ministerio, dando como resultado cientos de iglesias en muchos lugares del mundo antiguo. Este mismo principio de autoridad espiritual y servicio debe ser imitado por aquellos que hemos sido llamados por el Señor en este tiempo.

Como ilustración, veamos que Pablo en la carta a los Corintios enfatiza que el siervo de Dios debe ser un buen administrador (1 Cor. 4:1, 2); en este pasaje se establecen tres hechos:

- Primero: para ser administrador de los misterios de Dios es necesario ser un SERVIDOR.
- Segundo: los misterios de Dios, el evangelio y la iglesia con todos sus factores divinos y humanos, son elementos que deben ser administrables (ADMINISTRACIÓN).
- Tercero: el requisito por excelencia para participar en la administración es la FIDELIDAD.

En síntesis, Dios ha concedido a la iglesia los dones para presidir y administrar (Rom. 12:8), y él mismo dará testimonio de quién debe asumir esta función primordial, siempre y cuando tenga los dones correspondientes y una vida consagrada al Señor; en otras palabras, los que sirven con fidelidad son los llamados a administrar en un espíritu de humildad, ejemplo y amor genuino, pero quienes tengan un espíritu de grandeza humana, prepotencia, egoísmo, codicia y materialismo no deben ser puestos ni aceptados en cargos de liderazgo porque traerán dolores de cabeza y problemas a la obra del Señor. Guárdenos Dios de caer tan bajo y traicionar los principios de su palabra; sería mejor no ejercer ningún ministerio y que otros tomen nuestro lugar para hacer las cosas según el diseño de Dios.

Cada iglesia es una agrupación humana que debe administrarse

Cada iglesia local está integrada por tres componentes:

- Recursos humanos: el elemento humano es la parte vital de la iglesia y constituye el factor primario en la administración. Aunque se dice que tratar con gente es la tarea más difícil, el hecho de tratar con la gente (el pueblo) de Dios, aplicando principios bíblicos como un verdadero líder cristiano, resulta una experiencia especial e inspiradora (a pesar de las adversidades y de la ingratitud de muchos). Además, se descubren talentos, se preparan personas y se les ocupa en la obra del Señor.
- Recursos materiales: para el desarrollo de sus múltiples actividades, cada iglesia adquiere propiedades, inmuebles, edificios, sillas, equipos y materiales. El pueblo de Dios ha poseído siempre este tipo de herramientas para cumplir su misión y se puede comprobar en la Biblia, con el pueblo de Israel, con la iglesia primitiva y a lo largo de la historia del Cristianismo.
- Sistemas de gobierno: la iglesia debe instituir manuales, reglamentos, estatutos legales, etc., pero la base de su gobierno y disciplina es la Biblia. Estos sistemas son normas de conducta que le permiten tener una orientación clara de su visión, su misión y los valores que promueve en su funcionamiento y en la sociedad (a fin de ser la luz del mundo que Cristo hace brillar con un testimonio de amor, santidad, fe y verdad).

domingo, 23 de julio de 2017

La administración de la iglesia local Parte I

Resultado de imagen para la iglesia de cristo

Los escritores del AT usaban las palabras hebreas edhad y qahal para referirse a la reunión del pueblo de Israel y se nota con más frecuencia en los libros históricos para referirse al pueblo o asamblea de los hijos de Israel. De hecho, después del exilio, los judíos de habla griega traducían la palabra qahal por ekklesía y designaban con ella, tanto la congregación de Israel, como una asamblea de la congregación.

En cuanto al NT, hay dos palabras usadas para referirse a una congregación: sunagogué y ekklesía. El término sunagogué (reunir a una asamblea) se empleaba también para designar el lugar donde se congregaban los judíos: la sinagoga. Por otro lado, la palabra ekklesía da la idea de un grupo sacado o llamado. En Mt. 16:18, Cristo dice: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”. La Roca es la verdad espiritual más importante de la Biblia: que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del Mundo. Los creyentes que reciben esta verdad y reconocen a Jesús como su Salvador personal vienen a ser parte de la Iglesia de Cristo. El adjetivo posesivo “mi” al lado del nombre “iglesia” muestra que Cristo es el fundador y el dueño de su Iglesia.

Quizás una de las mejores definiciones podría ser que la Iglesia de Cristo, en su más amplio significado, es la compañía total de creyentes regenerados y transformados de todos los tiempos y edades en el cielo y en la tierra (que conocen en la práctica esta verdad sobre Cristo porque son salvos por su gracia).

Koinonía es el término griego que describe la unidad espiritual y física de la Iglesia. En este sentido, una de las características de la iglesia primitiva era su perseverancia en la doctrina de los apóstoles, la comunión unos con otros, el partimiento del pan y las oraciones (Hch. 2:42); así pues, el cristiano participa de esa comunión desde su conversión. Se trata de una comunión social y espiritual porque los creyentes se constituyen en una comunidad de santos y un cuerpo donde Cristo es la cabeza y el cuerpo es la Iglesia; sin embargo, la Iglesia de Cristo (como unidad espiritual) se compone de todos los creyentes fieles al Señor que hacen parte de diversas iglesias locales (como congregaciones) y es necesario que haya una administración de cada iglesia establecida en cada territorio y esto requiere de orden, normas, requisitos y procesos de formación, etc.

Sistema de gobierno
En estudios anteriores ya se han expuesto, a la luz de la Biblia, los diversos ministerios y dones que funcionan en el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia; no obstante, los creyentes se deben agrupar en iglesias locales en diferentes lugares del mundo y necesitan una estructura que les permita funcionar de manera bíblica, organizada y efectiva.

Aquí es cuando aparece el término SISTEMA DE GOBIERNO, es decir, la forma en que una iglesia local funciona, existe, es administrada y gobernada; este sistema influye mucho en cada aspecto de su vida interior y en su desarrollo hacia el exterior.

Ahora bien, los principios que usemos en el gobierno de la iglesia se deben ajustar a lo que Dios ha establecido en su palabra, pero ¿hay realmente una base bíblica para definir una forma de gobierno de la iglesia o del pueblo de Dios en el AT y NT? Veamos algunos aspectos al respecto:

- La Biblia, como fuente inagotable de sabiduría divina, abunda en información y ejemplos sobre la organización y el orden en materia administrativa; por ejemplo, en la creación, Dios demuestra su habilidad administrativa planeando, ejecutando, organizando y evaluando cada etapa creativa realizada y nada escapa a su control divino porque no le falta ni le sobra nada. Es el resultado de una buena administración que tiene todo previsto y dispuesto a la hora indicada.
- En el éxodo de Israel también se aprecia el valor de una sabia administración; tal es el caso de Moisés tratando de atender él solo las actividades y problemas de todo el pueblo pero su suegro Jetro le recomienda seleccionar hombres de virtud para delegarles y compartir con ellos las responsabilidades en medio de una congregación numerosa de personas pero él seguía siendo el líder principal (Éx. 18).
- Otra referencia bíblica es la organización del campamento y del tabernáculo. Cada tribu se ubicaba en el lugar que le correspondía; tanto al reposar como al movilizarse, se observa en el campamento un orden. El tabernáculo fue diseñado de acuerdo con el plan ordenado por Dios. El servicio sacerdotal se realizaba por turnos y de acuerdo a la Ley que Dios dio a Moisés. En la adoración, en la marcha, o en la guerra, el pueblo se movía como un solo hombre.
- Israel fue una Teocracia y Dios ungió a hombres por medio de los cuales él gobernaría. Estos hombres eran los profetas, los reyes y los sacerdotes (Moisés, Josué, Samuel, David, etc.).
- Algunos piensan que la iglesia de la era apostólica carecía de organización y por lo tanto, no podemos encontrar en la Biblia información referente a este punto. Sin embargo, aquí se presentará evidencia razonable para derribar dicho argumento.

lunes, 17 de julio de 2017

Los Dones de Dios Parte VI



c. ¿Cómo conocer y desarrollar los dones espirituales?

La persona que se interesa en conocer, entender, experimentar y disfrutar los dones espirituales:

- Debe ser un fiel seguidor de Cristo, que ora, lee la Biblia, obedece al Señor, se congrega en una iglesia de sana doctrina, es discipulado de forma sistemática en la iglesia local, se preocupa por su vida espiritual, lucha contra el pecado y vence la tentación con la gracia de Dios.
- Debe creer, conocer, experimentar y buscar el poder de Dios y sus manifestaciones a la luz de la Escritura.
- Debe estar dispuesto a servir en un área de la iglesia local y debe enfocarse en los talentos, las capacidades y las cosas que le apasionan de verdad en la obra del Señor.
- Debe estar abierto a aprender y desarrollar nuevas habilidades en el servicio.
- Debe estar activo y constante para usar los dones que va descubriendo en la medida que va sirviendo al Señor y a otras personas con humildad, sencillez y buen testimonio.
- Debe estudiar la Biblia en relación con los dones y los ejemplos que haya de cómo se manifiestan.
- Debe saber cuál es la posición oficial de la iglesia local donde se congrega en cuanto a los dones y compararla con las Escrituras.
- Debe leer todo lo que pueda sobre los dones espirituales y conversar con personas que los entiendan por la Biblia, los hayan evidenciado en la iglesia, los estén usando y desarrollando, con el fin de estimularse mutuamente. Obviamente, no todos los creyentes tienen los mismos dones pero pueden compartir conocimientos bíblicos y experiencias en el Señor.
- Debe testificar a otros de cómo está usando sus dones, con el fin de estimular a otros a descubrirlos y usarlos también.
- Debe vivir en oración, meditación y comunión íntima con Dios para usar los que tiene en la actualidad y pedir a Dios por los que no posee.
- Debe examinar siempre sus sentimientos, motivaciones e intenciones para tener y usar los dones a fin de purificarse en la presencia de Dios y con la Escritura de todo motivo egoísta y pecaminoso que haya en su corazón.
- Debe vencer todo temor que surja en el proceso y sentirse pleno y en paz al usarlos con la gracia de Dios.
- Debe autoevaluarse y juzgar si el uso que da a los dones es bíblico, espiritual, genuino y honesto.
- Debe ver resultados en el uso de los dones, confirmación de personas que son beneficiadas, señales y frutos de carácter sobrenatural. Cuando los verdaderos dones están operando, Dios muestra resultados.
- Debe tener el respaldo de los hermanos en la fe, la aprobación del liderazgo que Dios puso en la iglesia y un testimonio limpio que evidencie la integridad del creyente que posee los dones. Seguramente, Dios permitirá que, siendo fiel el creyente y genuino el don, encuentre oposición y desaprobación (de parte de creyentes y no creyentes, aún de líderes y ministros del evangelio), pero Dios mismo le dará la victoria. Como los dones son otorgados para ser usados en el contexto del cuerpo de Cristo, es necesario que otros miembros del cuerpo confirmen los dones. En ese proceso, el creyente debe ser probado y hallado fiel.
- Debe aceptar el don o los dones que Dios otorga con humildad y agradecimiento para  usarlos al máximo de sus posibilidades.
- Debe ejercer el control sobre los dones que posee y hacerse responsable de su uso (1 Cor. 14:32, 33). Así pues, debe promoverse el orden, la dirección de Dios y la paz, y rechazarse el desorden y la confusión.

Ahora revisemos algunas conclusiones generales…

- La Biblia nos muestra que Dios otorga los dones como quiere; por tanto, nadie puede dictar o decidir cuándo será utilizado el don de parte de Dios; el Espíritu es el encargado de que los dones espirituales trabajen a través de vasos dispuestos en sus manos (1 Cor. 12:11).  
- Los dones espirituales que Dios da son para provecho de la Iglesia de Cristo, de la humanidad en general y para crecimiento espiritual de quien los posee, los usa y los desarrolla de forma adecuada (1 Cor. 12:7). Además, contribuyen a confirmar en la fe de los que siguen a Cristo (Rom. 1:11).
- Pablo recomienda a los creyentes que los conozcan (1 Cor. 12:1), que los procuren en abundancia (1 Cor. 14:12) y que los anhelen (1 Cor. 14:12).
- Ninguno de estos dones sobrenaturales nos hace superiores ni más espirituales; los dones no tienen relación con la salvación ni dan méritos para entrar al cielo (Mt. 7:21-23); sencillamente, somos útiles en la medida de la gracia de Dios para bendición de otras personas. Recordemos que existen dones de gracia, dones ministeriales y dones espirituales o sobrenaturales; pidamos a Dios que nos conceda sus dones según su soberana voluntad y entonces seremos un instrumento en sus manos para servir mejor al Señor y al prójimo.
- Los dones que Dios ha puesto en nosotros y los que hemos de recibir, tienen como fin ser utilizados en beneficio de los demás y para la gloria del Señor. Dios nos los da por gracia; nosotros no los merecemos; sin embargo, Dios nos los da por amor a su pueblo y por amor de nosotros; es más, ellos mismos son herramientas que Dios usa para moldear nuestra personalidad. 
- Pablo siempre puso como prioridad la salvación en Cristo y la comunión estrecha que deben tener los creyentes con él y la obediencia a su palabra, por encima de dones y ministerios (1 Cor. 1:4-9).
- Resulta evidente que a la luz de las Escrituras, no se le da primacía a ningún ministerio o don porque la diversidad de dones no destruye la unidad del cuerpo de Cristo pero sí se ve afectada cuando un ministerio o un don se trata de imponer sobre los demás. No se puede deducir de los listados de Pablo que exista tampoco una especie de jerarquía de ministerios o dones porque todos somos iguales ante Dios.
- Hay dones espirituales que son más útiles según el propósito de Dios para la iglesia y Pablo hace énfasis en el don de profecía debido a su utilidad (1 Cor. 14); por ejemplo, Pablo compara el don de lenguas con el don de interpretación de lenguas y con el de profecía, dando mayor valor práctico a profetizar ya que edifica a los oyentes, mientras que el don de lenguas en sí mismo puede edificar al que lo tiene pero no siempre es entendible para todos (a no ser que haya quien interprete o que el oyente conozca el idioma porque ya está establecido en el mundo).
- Debido a que Dios nos ha creado con libre albedrío, podemos escoger usar los dones apropiadamente o ser negligentes con ellos y abusar de ellos. Para poder escoger utilizar estos dones de acuerdo a la voluntad de Dios, es importante tener un entendimiento claro de lo que son y de cómo funcionan.
- Es realmente lamentable que en la mayoría del pueblo de Dios (creyentes, predicadores y ministros del evangelio) exista tanto desconocimiento o desinformación acerca de las enseñanzas y de la operación de los dones del Espíritu Santo. Puesto que la labor de la Iglesia en el mundo es fundamentalmente una labor espiritual y sobrenatural, se requiere poseer facultades espirituales y sobrenaturales para la adecuada realización de esa labor (Ef. 6:12; 2 Cor. 10:4). Por tanto, los dones del Espíritu Santo son esas capacidades y facultades espirituales y sobrenaturales. Sin los dones del Espíritu Santo, la Iglesia carece del equipo necesario para su cabal ministerio, su defensa, su conflicto y triunfo contra los poderes del mal en el mundo.
- Es la voluntad de Dios que todos estos dones estén en plena operación en la Iglesia aunque no todos los creyentes tienen los mismos dones. Ahora bien, para recibir y manifestar los dones debemos orar (1 Cor. 14:13), ejercitar la fe (Rom. 12:6) y tener motivos puros (Hch. 8:20).
- Al mismo tiempo que los dones están en continua operación en la Iglesia, no debemos olvidar el amor y todos los demás frutos del Espíritu Santo. Dones sin amor es címbalo que retiñe; amor sin dones es parálisis que mata porque necesitamos la diversa manifestación del Espíritu Santo. Seamos completos, balanceados y lleguemos a la unidad de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13). En Cristo hubo amor, toda virtud y buen ejemplo, pero también hubo poder, señales, prodigios y toda manifestación del Espíritu Santo.
- La ignorancia no es ninguna bendición. ¿Quién necesita saber acerca de los dones espirituales? Usted necesita saber: Si es cristiano, si cree que Jesús es su Salvador y quiere amarle y servirle de la mejor manera y si quiere que su iglesia sea sana, atractiva, poderosa y que muestre el amor, el poder y la realidad de Dios a la gente.
- La iglesia de Corinto, a la que Pablo escribía sobre los dones espirituales, estaba en verdadera necesidad de instrucción sobre este tema. En esta iglesia estaban sucediendo cosas sorprendentes por medio del Espíritu Santo pero en ocasiones hubo confusión, engaño, entusiasmo humano, por lo cual Dios inspiró a Pablo para instruir correctamente a los creyentes y por eso, él dedica una buena parte para hablar sobre las verdaderas manifestaciones del Espíritu Santo.
- Tenemos que aprender una gran lección: no son los dones y ministerios de Dios en sí mismos los que pueden salvar, transformar, equipar y edificar a las personas; es la gracia, el amor, el poder y el respaldo de Cristo que están presentes en todos sus dones pero que no dependen de ellos, sino de su soberana voluntad que nos abre puertas, nos capacita y nos usa como instrumentos de honra para glorificar únicamente su nombre. Dependamos 100% de Dios y veremos cómo sus dones se multiplican y traen fruto abundante en su reino.  

viernes, 14 de julio de 2017

Los Dones de Dios Parte V

Resultado de imagen para Los Dones de Dios

VII. Fe

- La palabra fe viene del griego pístis que significa persuasión, credibilidad, convicción de verdad (de la veracidad de Dios o de otro ser humano); específicamente confianza y  constancia en tal profesión.
- Todas las personas tienen alguna medida de fe, sean creyentes que siguen a Cristo o personas que no le conocen. Sin embargo, existen varios tipos de fe en la Biblia: a) la fe humana que nos lleva a creer en lo que no vemos (sea correcta o incorrecta); b) la fe salvadora que nos lleva a creer en Cristo como Salvador (Hch. 17:31; 20:21; 26:18); c) la fe como fruto del Espíritu Santo que él produce en todos los que siguen a Cristo (Gál. 5:22; Rom. 14:1); d) la fe sobrenatural como don del Espíritu Santo (1 Cor. 12:9, 11).

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Confundir el don de la fe sobrenatural del Espíritu Santo con otro tipo de fe.
- La Biblia muestra que el don de fe tiene un carácter sobrenatural y es otorgado por el Espíritu Santo a quien él quiere, por lo cual no todo creyente lo posee ni lo desarrolla (1 Cor. 12:9, 11), mientras que la fe humana, la fe salvadora y la fe como fruto del Espíritu Santo están al alcance de toda persona que disponga su voluntad, tenga esperanza y confianza en relación con Dios y con otros aspectos de la vida.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de fe es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para tener una fuerte e inquebrantable confianza en Dios, su palabra, sus promesas y el poder de la oración (Heb. 11). Este don está completamente ligado al don de sanidades y al don de milagros (que serán explicados a continuación) porque sería imposible desarrollar tales dones de prodigios y cosas extraordinarias si no se posee primero el don de fe (Mt. 8:26).

- En Hch. 6:8 dice “Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”. En el original griego el término usado para gracia es fe (pistis); por ende, dice “lleno de fe”. Esto demuestra que el don de fe primero estuvo presente en Esteban para luego mostrar prodigios y señales (los otros dos dones de poder que estudiaremos luego).
- Definitivamente, el don de fe lleva al que lo posee a tener la facultad especial de confiar en Dios y moverse como si el hecho que esperamos de Dios hubiese ocurrido ya, aún en circunstancias cuando todo parece estar en contra (1 Rey. 18:20-46).
- El don de fe es una confianza sobrenatural en Dios para todos aquellos problemas y necesidades que requieran una solución sobrenatural (Hch. 28:1-6). Obviamente, la dirección de Dios será la prioridad de todo creyente y su voluntad será hecha por encima de nuestros buenos deseos.

VIII. Sanidades

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Algunos creen que las sanidades fueron señales exclusivas para los tiempos bíblicos a fin de confirmar el mensaje de Dios. Si algunos creyentes de hoy tuvieran el don de sanidades, los hospitales y las morgues estarían llenos de estas personas “dotadas” desocupando camas y féretros por todas partes.
- Dios siempre ha sanado enfermedades, en el pasado, en el presente y lo hará en el futuro porque su poder no mengua, no cambia ni tampoco cesa. A veces, él sana de forma directa y sin un instrumento (2 Rey. 20:5), él dice una palabra de sanidad (Lc. 7:6-10), él es tocado por el enfermo (Mr. 3:10), él tocó los enfermos (Lc. 4:40), él sana a través de medios materiales (2 Rey. 5:3; Is. 38:21; Jn. 9:1-12) pero también sana a través de su poder manifestado en otro ser humano que ora, que cree y que tiene contacto con el enfermo (Mr. 16:17, 18; Hch. 4:30).
- Cristo llevó (cargó, sufrió) nuestras enfermedades físicas al morir en la cruz (Is. 53:4) y por eso, debemos creer que él tiene el poder para sanar toda enfermedad en nosotros y a través de nosotros, en otras personas (Mt. 8:14-17).
- Confundir el hecho de que Dios haga sanidades de forma directa, por medio de la fe de los creyentes y por medio del don de sanidades.
- Dios mismo puede hacer sanidades sin la oración o la intervención o de los hombres, pero Cristo prometió que las sanidades serían parte de las señales del creyente (Mr. 16:17, 18; Stg. 5:14, 15); así pues, todo creyente puede orar y Dios respaldar su fe, pero no todo creyente tiene el don sobrenatural de sanidades porque el Espíritu Santo lo da a quien quiere (1 Cor. 12:11), el cual se manifiesta de diversas formas y Dios lo confirmará en el creyente que lo ha recibido, haciendo sanidades de forma constante. Este don lo vemos claramente en Cristo (Mt. 4:23, 24; Lc. 5:17; Hch. 10:38), en los apóstoles (Hch. 2:43; 5:12-16), en Pablo (Hch. 19:11, 12; 28:8-10) y en Felipe (Hch. 8:5-13), por poner algunos ejemplos.
- Debemos entender que Satanás y los demonios tienen poder para hacer sanidades y también otorgan ese poder a personas que les sirven para hacer sanidades y Dios lo permite como castigo a los que le rechazan para que sean engañados.
- Muchos creen que si no hay sanidades, entonces el evangelio no tiene poder para convencer a los hombres.
- Hay gente que no cree si no ve sanidades (Jn. 6:2), pero Dios usa muchos métodos para tratar a los hombres y el más importante es el mensaje de su palabra.
- Debemos creer a Dios y pedir sanidades pero no siempre él se moverá con sanidades. Si estudiamos toda la Escritura, no todos los mensajeros de Dios tuvieron un respaldo con sanidades (al menos según lo registrado en la Biblia) pero ciertamente Dios los llamó y los aprobó, cumpliendo su propósito en ellos.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de sanidades es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para sanar toda clase de enfermedad y restaurar la salud, aparte del uso de medios naturales o de técnicas humanas. El don de sanidades precisamente hace referencia a sanar todo tipo de enfermedades y con los métodos divinos más diversos y creativos (Hch. 8:7; Lc. 7:20-23).

- Dios puede sanar al instante (Jn. 5:9) pero no siempre lo hace ni siempre responde a la oración de sanidad de forma positiva; él es soberano y tiene el derecho y la facultad para hacer todo lo que quiera, según su sabio propósito. El no depende de la fe ni de la oración de nadie para sanar.
- La persona que recibe el don de sanidades no puede manipular a Dios y no tiene el poder en sí mismo para producir sanidades; cuando la Biblia dice, por ejemplo, que un personaje sanó a un enfermo (Hch. 28:8; 1 Cor. 12:28) realmente la intención es describir el instrumento que Dios usó para sanar pero nunca la sanidad depende del instrumento o es producida por un ser humano; siempre es el poder de Dios.
- Un creyente que recibe este don puede ser usado por Dios en la sanidad de ciertas enfermedades pero no siempre en todas (2 Tim. 4:20); aún en su propia vida (2 Cor. 12:7-9). Es más, él mismo podría morir de una enfermedad según la voluntad soberana de Dios (2 Rey. 13:14).
- A veces, la enfermedad es parte del plan de Dios (Jn. 9:3; 11:4; Gál. 4:13-15), puede ser enviada o controlada por Dios mismo (Éx. 15:26) y él la permite para enseñar lecciones, para tratar el corazón, para tratar con una familia o con un grupo de personas (Dt. 7:15) y para tratar o castigar a creyentes desobedientes (Dt. 28:59, 61; 29:22; 2 Crón. 21:12-19). En otras ocasiones, la enfermedad proviene de los demonios y Dios así lo permite con un propósito (Lc. 13:10-17) o es producto de un descuido, una mala alimentación o un desgaste natural del cuerpo por la actividad física o por la edad. Así pues, no siempre es la voluntad de Dios el sanar a un enfermo ni siempre es la voluntad de Dios que estemos enfermos; debemos analizar cada situación en oración y a través de las Escrituras.
- En otros casos, la falta de fe y devoción hacia Dios de parte del enfermo o de quien ora por sanidad (Mt. 17:14-21), o por un pecado (Jn. 5:14), no permiten recibir sanidad, pero este factor no es una regla que siempre se cumpla porque Dios puede sanar aún en medio de la incredulidad, del pecado y de toda circunstancia. Las sanidades no cambian a nadie pero Dios es bueno y da testimonio a los hombres de su poder y de su amor a pesar de sus iniquidades.
- El consejo para el creyente es que primero ponga su mirada en Dios para que le sane (2 Cron. 16:12, 13); sin embargo, esto no descarta el uso y la ayuda de elementos naturales, recetas caseras adecuadas, medicamentos y personas idóneas para el tratamiento de enfermedades (1 Tim. 5:23).
- El don de sanidades tiene que ir acompañado del don de fe (Hch. 3:1-10). Notemos la fe sobrenatural que tenía Pedro para expresar las palabras que dijo y para levantar al paralítico de la mano. Lo mismo ocurrió con Pablo (Hch. 14:8, 9).
- Las sanidades que Dios produce son genuinas y comprobables para testimonio a los creyentes y a los no creyentes (Hch. 4:14); lamentablemente, muchos predicadores sin vergüenza mueven emociones, sugestionan con palabras de humana sabiduría, hacen un espectáculo, empujan personas al piso, los golpean con el saco o la corbata, y llegan al colmo de comprar a personas para que simulen una sanidad y cuenten un testimonio falso  que atraiga a multitudes (indiscutiblemente, la motivación es ser reconocidos y exaltados por los hombres y aprovecharse de la ingenuidad de otros para sacar un provecho económico). Cuando Dios produce sanidades no necesitamos hacer propaganda ni montar un show para mostrar las obras de Dios; dejemos que la gente misma sea impactada por el poder de Dios, que ellos mismos vengan a contar su testimonio de sanidad, sin exaltar a los hombres, sin falsas promesas de sanidades a todos los que vengan a una reunión; dejemos que Dios sea glorificado y que nosotros mengüemos (Jn. 3:30).

IX. Milagros

Este don es muy similar al don de sanidades debido a su carácter extraordinario, creativo y variado para diferentes prodigios y señales.

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Algunos creen que los milagros (al igual que las sanidades) fueron señales exclusivas para los tiempos bíblicos a fin de confirmar el mensaje de Dios.
- Dios siempre ha hecho milagros, en el pasado, en el presente y los hará en el futuro porque su poder no mengua, no cambia ni tampoco cesa (Job 5:9; Éx. 15:11; Sal. 72:18; 86:10; 111:4). A veces, él hace milagros de forma directa y sin un instrumento (Dt. 4:34; 6:22; Dn. 4:2, 3; 6:27), él hace milagros a través de medios materiales (Éx. 4:17; 7:9) pero también hace milagros a través de su poder manifestado en otro ser humano que ora, que cree o que tiene contacto con otras personas (Éx. 11:10; Hch. 4:30; 5:12).
- Confundir el hecho de que Dios haga milagros de forma directa, por medio de la fe de los creyentes y por medio del don de milagros.
- Dios mismo puede hacer milagros sin la oración o la intervención o de los hombres, pero Cristo prometió que los milagros serían parte de las señales del creyente (Mr. 16:17-20); así pues, todo creyente puede orar y Dios respaldar su fe, pero no todo creyente tiene el don sobrenatural de milagros porque el Espíritu Santo lo da a quien quiere (1 Cor. 12:11), el cual se manifiesta de diversas formas y Dios lo confirmará en el creyente que lo ha recibido, haciendo milagros de forma constante. Este don lo vemos claramente en Moisés (Dt. 34:10-12), en algunos profetas del AT (1 Rey. 17; 2 Rey. 8:4), en Cristo (Jn. 2:11, 23; 3:2; 7:31; 11:47; 12:37; 20:30; Mt. 13:54; 21:15; Lc. 19:37; Hch. 2:22), en los apóstoles (Hch. 2:43; 2 Cor. 12:12; Heb. 2:4), en Pablo y Bernabé (Hch. 14:3; 15:12), en Pablo (Hch. 19:11; Rom. 15:18, 19), en medio de las iglesias del NT (Gál. 3:5), en Esteban (Hch. 6:8) y en Felipe (Hch. 8:5-13), por poner algunos ejemplos.
- Debemos entender que Satanás y los demonios tienen poder para hacer milagros y también otorgan ese poder a personas que les sirven para hacer milagros y Dios lo permite como castigo a los que le rechazan para que sean engañados (Is. 44:25; Mt. 24:24; 2 Ts. 2:9; Ap. 13:13, 14; 16:14; 19:20).
- Muchos creen que si no hay milagros, entonces el evangelio no tiene poder para convencer a los hombres.
- Hay gente que no cree si no ve milagros (Jn. 4:48; 1 Cor. 1:22), pero Dios usa muchos métodos para tratar a los hombres y el más importante es el mensaje de su palabra. No obstante, busquemos en oración y fe la gracia de Dios para que los milagros estén activos en la iglesia.
- Debemos creer a Dios y pedir milagros pero no siempre él se moverá con milagros. Si estudiamos toda la Escritura, no todos los mensajeros de Dios tuvieron un respaldo con milagros registrado en la Biblia, pero ciertamente Dios los llamó y los aprobó, cumpliendo su propósito en ellos e hizo diversos milagros en sus vidas y en su ministerio, así no estén registrados de forma literal.
- Dios no necesita hacer milagros hoy en día; el milagro más importante es el nuevo nacimiento obrado por el Espíritu Santo en la vida del creyente en Cristo.
- Es verdad que el milagro más hermoso y más asombroso que Dios hace es el nuevo nacimiento pero en la Biblia hemos visto que nuestro Dios es hacedor de prodigios y maravillas y él no ha cambiado (Éx. 15:11; Sal. 86:10).

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de milagros es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para realizar eventos sobrenaturales que son atribuidos al poder de Dios porque las leyes naturales son controladas, alteradas o suspendidas (Jos. 10:12-14; 2 Rey. 6:1-7; Mt. 14:25; Jn. 2:9; Hch. 8:39, 40; 9:40, 41).

- Debemos creer que él tiene el poder para hacer cualquier milagro en nosotros y a través de nosotros, en otras personas.
- Dios puede hacer un milagro al instante pero no siempre lo hace ni siempre responde a la oración de forma positiva; él es soberano y tiene el derecho y la facultad para hacer todo lo que quiera, según su sabio propósito. El no depende de la fe ni de la oración de nadie para operar milagros.
- La persona que recibe el don de milagros no puede manipular a Dios y no tiene el poder en sí mismo para producir milagros; cuando la Biblia dice, por ejemplo, que un personaje hizo un milagro (Mt. 7:22; 1 Cor. 12:28) realmente la intención es describir el instrumento que Dios usó para obrar de forma extraordinaria pero nunca el milagro depende del instrumento o es producido por un ser humano; siempre es el poder de Dios.
- Un creyente que recibe este don puede ser usado por Dios en la realización de ciertos milagros pero no siempre en todos los casos (aún en su propia vida).
- A veces, Dios no hace un milagro porque tiene un plan mejor (Éx. 11:9), él puede controlar las circunstancias y permite muchas cosas en contra para enseñar lecciones, para tratar el corazón, para tratar con una familia o con un grupo de personas (Éx. 3:20; 34:10; Dt. 29:3) y para tratar o castigar a creyentes desobedientes (como Jonás). En otras ocasiones, la adversidad proviene de los demonios y Dios así lo permite con un propósito o es producto de un descuido, una conducta irresponsable o un desgaste natural en el plano físico. Así pues, no siempre es la voluntad de Dios el hacer un milagro ni siempre es la voluntad de Dios que estemos en adversidad; oremos a Dios, leamos la Biblia y pidamos dirección.
- En otros casos, la falta de fe y devoción hacia Dios (Mr. 6:1-6), o un pecado, no permiten recibir un milagro, pero este factor no es una regla que siempre se cumpla porque Dios puede obrar aún en medio de la incredulidad, del pecado y de toda situación (Núm. 14:11; Mt. 11:20-24; Sal. 78:32). Los milagros no cambian a nadie pero Dios es bueno y da testimonio a los hombres de su poder y de su amor a pesar de sus iniquidades.
- El consejo para el creyente es que primero ponga su mirada en Dios para que obre a su favor en momentos donde requiere de un milagro divino; sin embargo, esto no descarta nuestro esfuerzo personal, nuestra creatividad para enfrentar problemas y situaciones, el uso y la ayuda de elementos naturales, medios humanos y personas idóneas.

lunes, 3 de julio de 2017

Los Dones de Dios Parte IV



Resultado de imagen para dones del espiritu santo


IV. Lenguas

- En la Biblia hay varias referencias al idioma; por ejemplo, en Gn. 11:1 la Escritura dice “Había entonces en toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”. En el principio de la humanidad existía un solo lenguaje, una sola lengua, un solo idioma, pero debido a la corrupción de la raza humana y su intento de vivir lejos de los principios divinos, el Señor trajo un juicio muy particular cuando confundió su lenguaje y de allí surgieron tantos idiomas (Gn. 11:2-9). De Dios provino la variedad de idiomas y de palabras; él tiene la capacidad para crear y enseñar idiomas, para facultar a la gente para hablar en cualquier dialecto o lengua (conocido o desconocido).
- Cuando el Señor quiso restaurar la raza humana mediante el evangelio, una de las señales que usó fue traer lenguas de fuego sobre los discípulos que recibieron al Mesías y predicaron el evangelio (Hch. 2).
- Cristo predijo la manifestación de este don en los creyentes cuando declaró: “hablarán en nuevas lenguas” (Mr. 16:17).
- En el AT no existen referencias al don de lenguas o de interpretación de lenguas en los creyentes que vivieron en ese tiempo, pero en el NT sí se da testimonio de estos dones.
- Dios manifestó el don de lenguas para hablar a personas que entienden un idioma conocido para el oyente pero desconocido para el parlante; este caso lo vemos en el libro de los Hechos cuando los creyentes hablaron en otras lenguas y muchas personas les oyeron hablar de las maravillas de Dios en sus idiomas (Hch. 2:1-11). El don de lenguas fue usado como una herramienta misionera o evangelística en el cumplimiento de Is. 28:11 que dice: “porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo”. En este evento sobrenatural y por la soberanía de Dios, para los discípulos no hubo necesidad de aprender otros idiomas antes de comunicar el evangelio porque Dios derrumbó la barrera del idioma mediante el milagroso don de lenguas. En el día de Pentecostés había “judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5). Por tanto, cuando los discípulos comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hch. 2:4), los oyentes respondieron con esta pregunta: “¿Cómo pues les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (Hch. 2:8). Observe que eran “judíos” de otros países que hablaban muchos idiomas y dialectos (un promedio de 15 lugares: partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, habitantes de Judea, habitantes de Capadocia, habitantes del Ponto, habitantes de Asia, habitantes de Frigia, habitantes de Panfilia, egipcios, habitantes de regiones de África más allá de Cirene, romanos residentes de Jerusalén, tanto judíos como prosélitos, cretenses, árabes) y aún así cada uno escuchaba el evangelio en su propia lengua. La profecía de Isaías se cumplía. Este suceso se repitió en la casa de Cornelio, un gentil que reunió a muchas personas para escuchar el evangelio por boca de Pedro. En este lugar el Espíritu Santo volvió a manifestar el don de lenguas y quienes hablaron en lenguas magnificaron a Dios ante los judíos que estaban presentes (Mt. 10:44-46).

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Este don SOLO describe a alguien que tiene la facultad de parte de Dios para hablar en idiomas ya establecidos en la tierra (pero desconocidos por el parlante) y por medio de ellos comunicar un mensaje en un contexto netamente evangelístico para los inconversos (1 Cor. 14:22).
- Las expresiones “lenguas extrañas o desconocidas” en relación al don de lenguas solo aplican a lenguas que el parlante no conoce y que el Espíritu Santo le da (idiomas ya existentes en el mundo); sin embargo, solo tuvo vigencia para el tiempo en que fue escrito el NT.

- El apóstol Pablo habla del don como diversos géneros de lenguas (1 Cor. 12:10).
- Pablo enseña que el don de lenguas sirve como señal a los incrédulos de que Dios está en medio de los creyentes pero éste no es su único fin (1 Cor. 14:22); notemos que en el mismo contexto se asocia con la interpretación de lenguas y con la profecía para edificación de la iglesia, es decir, los creyentes (1 Cor. 14:5, 26).
- Es verdad que las expresiones “lenguas extrañas o desconocidas” en relación al don de lenguas aplican a lenguas que el parlante no conoce (idiomas ya existentes en el mundo), pero también aplican a lenguas no existentes en el mundo pero sí existentes en el ámbito espiritual; por ejemplo, ¿qué sentido tendría hablar en lenguas ya existentes en el mundo a solas con Dios, en la vida de oración personal del creyente? Pablo dice: “hable para sí mismo y para Dios” (1 Cor. 14:28). Realmente, cuando Dios da lenguas ya existentes en el mundo, su propósito es dar un mensaje a quien las entiende pero cuando Dios da lenguas existentes en el ámbito espiritual, su propósito es edificar al creyente.
- Unos argumentan que las lenguas acabarían (1 Cor. 13:8) porque ya tendríamos la palabra de Dios completa para entender la voluntad divina.
- Debemos entender el contexto en el que Pablo habla en 1 Cor. 13:8; si decimos que las lenguas cesaron con base en este versículo, entonces también la ciencia debió haber cesado, pero claramente se refiere a un futuro en la eternidad cuando las manifestaciones sobrenaturales dadas en la gracia terminarían para darle lugar a una revelación completa y eterna con Dios.
- Si leemos todo lo que Pablo escribió sobre las lenguas y cómo experimentó el don, debemos deducir que sus palabras no demeritan el uso de las lenguas ni apuntan a la clausura del don en tiempos posteriores.
- Este don es la señal del bautismo en el Espíritu Santo y  quien no lo tenga, entonces no tiene este bautismo.
- Este don opera enteramente de una manera sobrenatural y no todo creyente lo recibe (1 Cor. 12:30). Además, todo creyente es bautizado en el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo cuando recibe la salvación por la gracia por medio de la fe (1 Cor. 12:13).

- Estas lenguas puede ser enseñadas por otros que ya tienen el mismo don del Espíritu Santo.
- Este don no puede ser enseñado ni desarrollado por medios humanos; solo el Espíritu Santo tiene la facultad sobrenatural de otorgarlo y desarrollarlo en el creyente (1 Cor. 12:11).
- Este don se puede describir como un don de lenguas angélicas o angelicales ya que es un idioma incomprensible, sobrenatural, para hablar secretos o misterios de parte de Dios (1 Cor. 13:1).
- El don de lenguas no tiene ninguna relación en la Biblia con lenguas angélicas o angelicales. Los ángeles, siendo superiores a los hombres, podrían tener un lenguaje más sublime pero esto no se puede equiparar a las lenguas como don del Espíritu Santo. Además, en la Biblia, cada vez que un ángel hablaba a una persona (Abrahám, Jacob, Moisés, Daniel, María, entre otros) lo hacía en la lengua del oyente. Por otro lado, la Biblia no registra a un ángel hablando en un idioma celestial o espiritual, aunque tampoco descarta o niega esta posibilidad en el ámbito espiritual o celestial.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de lenguas es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para pronunciar un idioma desconocido para quien lo habla (sea un idioma establecido en el mundo o un idioma extraño o desconocido en el ámbito espiritual). En ambos casos, los diversos géneros de lenguas están vigentes desde el tiempo del primer siglo y en la actualidad; realmente, no existe ninguna cita bíblica que evidencie su cesación.

En la manifestación del don, opera la voluntad del hombre, su espíritu y sus órganos de expresión, pero la mente que opera es la mente de Dios.

- Pablo es usado por Dios para manifestar el poder del Espíritu Santo y él viene sobre ciertos discípulos y otorga el don de lenguas y el don de profecía (Hch. 19:1-7).
- Pablo habla del don de interpretación de lenguas y recomienda a los que tienen el don de lenguas que hablen y otro interprete; si no hay intérprete, él da la recomendación de callar en la iglesia y hablar en lenguas para sí y para Dios (1 Cor. 14:27, 28)… aunque también aconseja el no impedir el hablar en lenguas (1 Cor. 14:39).  Estas encomiendas de Pablo muestran que no siempre las lenguas se usaban para hablar en público o para comunicar un mensaje en un idioma conocido que el oyente pudiera entender y que el parlante desconociera; otro uso era la edificación espiritual del creyente que tuviera el don y la comunión con Dios.
- Cuando el creyente tiene este don y habla en lenguas extrañas, él se edifica a sí mismo aunque no entiende el significado de lo que dice ni le entienden los oyentes, aunque por el Espíritu declara misterios y habla a Dios (1 Cor. 14:2-4).
- Al orar en lenguas desconocidas, el espíritu ora pero el entendimiento queda sin fruto; por eso, Pablo recomienda que quien hable en lenguas extrañas, debe orar a Dios para que le de la facultad de interpretarlas (1 Cor. 14:13-17). Este punto se ampliará al estudiar el don de interpretación de lenguas.
- Pablo hablaba en lenguas de forma abundante pero él prefería hablar delante de los oyentes en un idioma entendible (1 Cor. 14:18, 19).
- Existe ignorancia, mal uso, abuso y manipulación con el don de lenguas; por ejemplo, una persona podría hablar en lenguas de forma equivocada: a) ella misma las inventa o las repite de lo que oye en otros; b) es inducida o enseñada por otras personas; c) es inducida por la influencia de demonios. El problema es cuando alguien hace un mal uso del don o cuando se atribuye al diablo lo que es realmente del Espíritu Santo.
- En síntesis, el don de las lenguas no tuvo un propósito temporal ni aplica solo a inconversos ni ha perdido vigencia.

V. Interpretación de lenguas

Este don está íntimamente ligado al don de lenguas; por tanto, los conceptos errados y la respuesta bíblica a los mismos pueden entenderse a partir de lo planteado en el punto anterior.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de interpretación de lenguas es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para comunicar el mensaje del que habla en lenguas (sea otra persona o el mismo intérprete) a los oyentes, para que puedan comprenderlo (1 Cor. 14:27). Esto debe ser en orden y decentemente como Pablo lo recomienda (1 Cor. 14:40).

- El don sobrenatural de interpretación de lenguas está ligado a las lenguas y no solo aplica a idiomas conocidos en el mundo (los cuales pueden aprenderse e interpretarse con estudio y tutores). Obviamente, Dios puede dar el don de interpretación de cualquier idioma actual o antiguo, pero también puede dar la interpretación a lenguas extrañas y no conocidas en el ámbito humano.
- Dios siempre ha tenido el poder de facultar a quien él quiera para entender sueños, misterios y enigmas de forma sobrenatural mediante los dones de palabra de sabiduría y palabra de ciencia como se ha explicado antes y estos dones están vigentes desde el AT, el NT y en la actualidad (Gn. 40:8; 41:8, 15, 24; Jue. 7:15; Dn. 2:16, 24-26, 30, 45; 4:6-9, 18-24; 5:7, 8, 12, 15-26). De igual forma, el don de interpretación de lenguas está vigente desde el tiempo del primer siglo y en la actualidad; realmente, no existe ninguna cita bíblica que evidencie la cesación de ninguno de los dones sobrenaturales de Dios.
- El don de interpretación de lenguas tiene como propósito edificar a la iglesia, es decir, a los creyentes (1 Cor. 14:5, 26); aquí se nota que no solo fue usado para llevar un mensaje a los inconversos como algunos quieren aplicarlo tomando solo la cita de 1 Cor. 14:22.
- En verdad, un creyente usado por Dios con este don de interpretación de lenguas no presta atención a los términos hablados con la lengua desconocida que interpreta; él simplemente depende de Dios para que le muestre el significado de lo que oye o dice (porque él mismo podría hablar en lenguas y después interpretar).
- Debemos guardar este don de todo intento de reducirlo a un nivel natural; el don de interpretación de lenguas es sobrenatural y enteramente milagroso; por tanto, no tiene nada que ver con el estudio humano de los idiomas y los significados que podría tener en el plano terrenal.
  
VI. Profecía

- La palabra griega profétes es traducida como profetizar o profecía y significa hablar, proferir o declarar la palabra divina, para interpretar los propósitos de Dios, o para hacer saber la voluntad de Dios a los oyentes. En otras palabras, el profeta es el que habla en lugar de otro (en este caso, de Dios).
- La profecía en la Biblia no tiene nada que ver con la idea pagana de adivinar la suerte o el futuro porque está en contradicción con otros pasajes de la Escritura que condenan la adivinación (Hch. 16:16-18). Además, la profecía en la Biblia también tiene relación con el presente de los oyentes porque Dios descubre lo que hay en su corazón y lo que hay en el corazón de los hombres mediante la interpretación de lenguas. En este sentido, el medio de revelación es la interpretación de lenguas y tiene relación con el don de palabra de sabiduría (que revela lo que hay en el corazón de Dios) y con el don de palabra de ciencia (que revela lo que hay en el corazón de los hombres), pero se vincula con la facultad sobrenatural que Dios da para entender las lenguas; por eso, el don de profecía es un don de inspiración y de revelación (1 Cor. 14:29, 30).
- En el AT se habla de la profecía y de los profetas pero nunca se mencionan los dones de lenguas y de interpretación de lenguas. Al hacer un estudio sistemático del AT nos damos cuenta que los profetas de esa época recibían la palabra de parte de Dios de múltiples formas: en visión o en sueños (Núm. 12:6), escuchando la voz de Dios (Núm. 12:6), recibiendo un mensaje específico (2 Sam. 24:11-13),
- El don de profecía que se menciona en el NT siempre está ligado al don de lenguas y al don de interpretación de lenguas (Hch. 19:6) aunque no siempre se registran juntos de forma literal (Hch. 11:27, 28; 21:9-11). Sin embargo, sí se describe la obra del Espíritu en quien da una palabra profética a otros. Aquí vemos que el don de profecía tiene una aplicación a una necesidad específica de un creyente o de una comunidad de creyentes.
- Debemos diferenciar el ministerio del profeta (AT y NT) y el don de profecía en el NT; en el AT, el ministerio del profeta estuvo enfocado en darle palabra de Dios al pueblo y mucha parte de ese mensaje quedó escrito en 39 libros inspirados por Dios; en el NT, el ministerio del profeta estuvo enfocado en darle palabra de Dios al pueblo y mucha parte de ese mensaje quedó escrito en 27 libros inspirados por Dios. Sin embargo, el don de profecía en el NT no estuvo relacionado con la revelación escrita sino con los dones de lenguas e interpretación de lenguas; así pues, es un don nuevo y particular del NT dado a la iglesia para la edificación de la misma y para beneficio de los no creyentes que Dios trate por medio de este don.
- El NT les llama profetas a quienes tienen el don de profecía (Hch. 11:27, 28; 15:32; 21:10, 11) pero debemos entender que el ministerio del profeta ya cesó con el cierre del canon del AT y NT. Lo que sí podemos confirmar en el NT es que Dios otorgó el don de profecía a la iglesia y que sigue vigente en la actualidad.
- No debe confundirse la predicación bíblica con el don de profecía, pues se le quita el carácter sobrenatural al don; la predicación proclama y expone la Escritura pero la profecía revela lo que Dios está diciendo en una situación concreta.
- El que tiene el don de profecía puede hablar de parte de Dios tanto a creyentes (1 Cor. 14:22) como a no creyentes (1 Cor. 14:23-25), según el Espíritu Santo le guíe. Aquí es cuando algunos tergiversan el sentido de las palabras de Pablo, pero si leemos con cuidado y atención, veremos que Pablo habla de múltiples propósitos de los tres dones: lenguas, interpretación y profecía, los cuales operan juntos en diversas formas, para edificación de los creyentes y para beneficio de los no creyentes.
- El mismo apóstol dice: “No menospreciéis las profecías” (1 Ts. 5:20). Aquí el término profecías puede aplicarse a las profecías que están en la Biblia como revelación escritural, pero también aplica a las profecías que vienen mediante el don de profecía; de hecho, en el v. 19 solicita no apagar al Espíritu y en el v. 21 recomienda examinar todo y retener lo bueno. Es probable que en la iglesia de Tesalónica no hubiese una actitud adecuada y bíblica frente a la obra y las manifestaciones del Espíritu Santo. Además, Pablo le dice a Timoteo: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Tim. 1:18). Entonces, le está aconsejando que recuerde las profecías que el Espíritu Santo le dio y que ellas sean una herramienta eficaz para la batalla espiritual.
- Pablo dice a Timoteo en la misma carta: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Tim. 4:14). Dios usó el don de profecía para otorgar a Timoteo un don en particular; no sabemos cuál fue pero definitivamente Dios usó el don de profecía en varias ocasiones para tratar con Timoteo en su vida espiritual y en el ministerio. El presbiterio hace referencia a un cuerpo o grupo de ancianos que cumplían funciones ministeriales en las iglesias (líderes, colaboradores, servidores, etc.).
- Los dos textos anteriores no se pueden aplicar a profecías escriturales porque claramente son profecías que Dios trajo de forma personal a través de un instrumento que tenía el don de profecía, como fue evidente en las iglesias del NT (Hch. 11:28; 13:1; 15:32; 19:6; 21:9-11; 1 Cor. 14:26).

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Algunos argumentan que las profecías acabarían y que no están vigentes después del primer siglo ni en este tiempo actual (1 Cor. 13:8).
- Debemos entender el contexto en el que Pablo habla; si decimos que las profecías cesaron con base en este versículo, entonces también la ciencia debió haber cesado, pero claramente se refiere a un futuro en la eternidad cuando las manifestaciones sobrenaturales dadas en la gracia terminarían para darle lugar a una revelación completa y eterna con Dios.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de profecía es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para expresar en el idioma conocido por los oyentes lo que ha sido dicho en un idioma desconocido por medio del don de lenguas, por lo cual ha sido interpretado. En otras palabras, la profecía es la sumatoria del don de lenguas y el don de interpretación de lenguas (1 Cor. 12:10; 14:1-13, 26).

- Es muy fácil profetizar palabras a otros usando situaciones de su vida, tratando de apuntar a necesidades humanas, sueños comunes de la gente, problemas de la vida diaria que son similares, etc. Por tanto, quien dice tener el don de profecía debe tener el don de lenguas y de interpretación de lenguas; debe ser de buen testimonio y oración; debe ser una persona seria, madura, sabia y prudente; debe ser genuina en su fe; debe tener un conocimiento bíblico y doctrinal suficiente para servir; debe hablar de parte de Dios y su palabra tiene que ajustarse a la Biblia; debe edificar, exhortar y consolar; debe ser fiel ante Dios y ante toda la congregación (1 Sam. 3:20); solo debe hablar lo que recibe de parte de Dios… no debe haber lugar para especulaciones o sentimientos.
- Tanto los que tuvieron el ministerio de profetas como los que reciben el don de profecía son instrumentos que Dios usa para poner su palabra en sus bocas (Dt. 18:18; Jue. 6:8; 2 Rey. 20:12-19; 2 Crón. 12:5; 21:12), pero se debe tener sumo cuidado con este don porque muchos lo usan de forma errónea, hablando lo que Dios nos les mandó, sea por emociones propias, por presunción (Dt. 18:22), por engaño (1 Rey. 13:18) o por inspiración de demonios. Así pues, la iglesia, los creyentes y el liderazgo que Dios ponga en una congregación tienen la responsabilidad y la capacidad para juzgar las palabras que emitan los que tienen el don de profecía para que se ajusten a la Escritura de forma clara y para que su mensaje se cumpla (Dt. 18:20; 1 Rey. 13:20-26).
- El que tiene el don de profecía tiene la facultad de ejercer control sobre lo que dice y hace; por tanto, se hará responsable del uso que haga del don que recibió (1 Cor. 14:32, 33).
- El don de profecía podía transmitir un mandato específico (Hch. 13:1, 2) o en algunas ocasiones anunciar el futuro de parte de Dios en un caso concreto (Hch. 11:28). Lamentablemente (tanto en ese tiempo como hoy) el don era especialmente vulnerable al peligro de ser utilizado por impostores, y aunque debía ser controlado únicamente por los que lo poseían, su contenido tenía que concordar con la enseñanza fundamental del evangelio; de lo contrario, debía rechazarse de forma contundente.