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lunes, 17 de julio de 2017

Los Dones de Dios Parte VI



c. ¿Cómo conocer y desarrollar los dones espirituales?

La persona que se interesa en conocer, entender, experimentar y disfrutar los dones espirituales:

- Debe ser un fiel seguidor de Cristo, que ora, lee la Biblia, obedece al Señor, se congrega en una iglesia de sana doctrina, es discipulado de forma sistemática en la iglesia local, se preocupa por su vida espiritual, lucha contra el pecado y vence la tentación con la gracia de Dios.
- Debe creer, conocer, experimentar y buscar el poder de Dios y sus manifestaciones a la luz de la Escritura.
- Debe estar dispuesto a servir en un área de la iglesia local y debe enfocarse en los talentos, las capacidades y las cosas que le apasionan de verdad en la obra del Señor.
- Debe estar abierto a aprender y desarrollar nuevas habilidades en el servicio.
- Debe estar activo y constante para usar los dones que va descubriendo en la medida que va sirviendo al Señor y a otras personas con humildad, sencillez y buen testimonio.
- Debe estudiar la Biblia en relación con los dones y los ejemplos que haya de cómo se manifiestan.
- Debe saber cuál es la posición oficial de la iglesia local donde se congrega en cuanto a los dones y compararla con las Escrituras.
- Debe leer todo lo que pueda sobre los dones espirituales y conversar con personas que los entiendan por la Biblia, los hayan evidenciado en la iglesia, los estén usando y desarrollando, con el fin de estimularse mutuamente. Obviamente, no todos los creyentes tienen los mismos dones pero pueden compartir conocimientos bíblicos y experiencias en el Señor.
- Debe testificar a otros de cómo está usando sus dones, con el fin de estimular a otros a descubrirlos y usarlos también.
- Debe vivir en oración, meditación y comunión íntima con Dios para usar los que tiene en la actualidad y pedir a Dios por los que no posee.
- Debe examinar siempre sus sentimientos, motivaciones e intenciones para tener y usar los dones a fin de purificarse en la presencia de Dios y con la Escritura de todo motivo egoísta y pecaminoso que haya en su corazón.
- Debe vencer todo temor que surja en el proceso y sentirse pleno y en paz al usarlos con la gracia de Dios.
- Debe autoevaluarse y juzgar si el uso que da a los dones es bíblico, espiritual, genuino y honesto.
- Debe ver resultados en el uso de los dones, confirmación de personas que son beneficiadas, señales y frutos de carácter sobrenatural. Cuando los verdaderos dones están operando, Dios muestra resultados.
- Debe tener el respaldo de los hermanos en la fe, la aprobación del liderazgo que Dios puso en la iglesia y un testimonio limpio que evidencie la integridad del creyente que posee los dones. Seguramente, Dios permitirá que, siendo fiel el creyente y genuino el don, encuentre oposición y desaprobación (de parte de creyentes y no creyentes, aún de líderes y ministros del evangelio), pero Dios mismo le dará la victoria. Como los dones son otorgados para ser usados en el contexto del cuerpo de Cristo, es necesario que otros miembros del cuerpo confirmen los dones. En ese proceso, el creyente debe ser probado y hallado fiel.
- Debe aceptar el don o los dones que Dios otorga con humildad y agradecimiento para  usarlos al máximo de sus posibilidades.
- Debe ejercer el control sobre los dones que posee y hacerse responsable de su uso (1 Cor. 14:32, 33). Así pues, debe promoverse el orden, la dirección de Dios y la paz, y rechazarse el desorden y la confusión.

Ahora revisemos algunas conclusiones generales…

- La Biblia nos muestra que Dios otorga los dones como quiere; por tanto, nadie puede dictar o decidir cuándo será utilizado el don de parte de Dios; el Espíritu es el encargado de que los dones espirituales trabajen a través de vasos dispuestos en sus manos (1 Cor. 12:11).  
- Los dones espirituales que Dios da son para provecho de la Iglesia de Cristo, de la humanidad en general y para crecimiento espiritual de quien los posee, los usa y los desarrolla de forma adecuada (1 Cor. 12:7). Además, contribuyen a confirmar en la fe de los que siguen a Cristo (Rom. 1:11).
- Pablo recomienda a los creyentes que los conozcan (1 Cor. 12:1), que los procuren en abundancia (1 Cor. 14:12) y que los anhelen (1 Cor. 14:12).
- Ninguno de estos dones sobrenaturales nos hace superiores ni más espirituales; los dones no tienen relación con la salvación ni dan méritos para entrar al cielo (Mt. 7:21-23); sencillamente, somos útiles en la medida de la gracia de Dios para bendición de otras personas. Recordemos que existen dones de gracia, dones ministeriales y dones espirituales o sobrenaturales; pidamos a Dios que nos conceda sus dones según su soberana voluntad y entonces seremos un instrumento en sus manos para servir mejor al Señor y al prójimo.
- Los dones que Dios ha puesto en nosotros y los que hemos de recibir, tienen como fin ser utilizados en beneficio de los demás y para la gloria del Señor. Dios nos los da por gracia; nosotros no los merecemos; sin embargo, Dios nos los da por amor a su pueblo y por amor de nosotros; es más, ellos mismos son herramientas que Dios usa para moldear nuestra personalidad. 
- Pablo siempre puso como prioridad la salvación en Cristo y la comunión estrecha que deben tener los creyentes con él y la obediencia a su palabra, por encima de dones y ministerios (1 Cor. 1:4-9).
- Resulta evidente que a la luz de las Escrituras, no se le da primacía a ningún ministerio o don porque la diversidad de dones no destruye la unidad del cuerpo de Cristo pero sí se ve afectada cuando un ministerio o un don se trata de imponer sobre los demás. No se puede deducir de los listados de Pablo que exista tampoco una especie de jerarquía de ministerios o dones porque todos somos iguales ante Dios.
- Hay dones espirituales que son más útiles según el propósito de Dios para la iglesia y Pablo hace énfasis en el don de profecía debido a su utilidad (1 Cor. 14); por ejemplo, Pablo compara el don de lenguas con el don de interpretación de lenguas y con el de profecía, dando mayor valor práctico a profetizar ya que edifica a los oyentes, mientras que el don de lenguas en sí mismo puede edificar al que lo tiene pero no siempre es entendible para todos (a no ser que haya quien interprete o que el oyente conozca el idioma porque ya está establecido en el mundo).
- Debido a que Dios nos ha creado con libre albedrío, podemos escoger usar los dones apropiadamente o ser negligentes con ellos y abusar de ellos. Para poder escoger utilizar estos dones de acuerdo a la voluntad de Dios, es importante tener un entendimiento claro de lo que son y de cómo funcionan.
- Es realmente lamentable que en la mayoría del pueblo de Dios (creyentes, predicadores y ministros del evangelio) exista tanto desconocimiento o desinformación acerca de las enseñanzas y de la operación de los dones del Espíritu Santo. Puesto que la labor de la Iglesia en el mundo es fundamentalmente una labor espiritual y sobrenatural, se requiere poseer facultades espirituales y sobrenaturales para la adecuada realización de esa labor (Ef. 6:12; 2 Cor. 10:4). Por tanto, los dones del Espíritu Santo son esas capacidades y facultades espirituales y sobrenaturales. Sin los dones del Espíritu Santo, la Iglesia carece del equipo necesario para su cabal ministerio, su defensa, su conflicto y triunfo contra los poderes del mal en el mundo.
- Es la voluntad de Dios que todos estos dones estén en plena operación en la Iglesia aunque no todos los creyentes tienen los mismos dones. Ahora bien, para recibir y manifestar los dones debemos orar (1 Cor. 14:13), ejercitar la fe (Rom. 12:6) y tener motivos puros (Hch. 8:20).
- Al mismo tiempo que los dones están en continua operación en la Iglesia, no debemos olvidar el amor y todos los demás frutos del Espíritu Santo. Dones sin amor es címbalo que retiñe; amor sin dones es parálisis que mata porque necesitamos la diversa manifestación del Espíritu Santo. Seamos completos, balanceados y lleguemos a la unidad de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13). En Cristo hubo amor, toda virtud y buen ejemplo, pero también hubo poder, señales, prodigios y toda manifestación del Espíritu Santo.
- La ignorancia no es ninguna bendición. ¿Quién necesita saber acerca de los dones espirituales? Usted necesita saber: Si es cristiano, si cree que Jesús es su Salvador y quiere amarle y servirle de la mejor manera y si quiere que su iglesia sea sana, atractiva, poderosa y que muestre el amor, el poder y la realidad de Dios a la gente.
- La iglesia de Corinto, a la que Pablo escribía sobre los dones espirituales, estaba en verdadera necesidad de instrucción sobre este tema. En esta iglesia estaban sucediendo cosas sorprendentes por medio del Espíritu Santo pero en ocasiones hubo confusión, engaño, entusiasmo humano, por lo cual Dios inspiró a Pablo para instruir correctamente a los creyentes y por eso, él dedica una buena parte para hablar sobre las verdaderas manifestaciones del Espíritu Santo.
- Tenemos que aprender una gran lección: no son los dones y ministerios de Dios en sí mismos los que pueden salvar, transformar, equipar y edificar a las personas; es la gracia, el amor, el poder y el respaldo de Cristo que están presentes en todos sus dones pero que no dependen de ellos, sino de su soberana voluntad que nos abre puertas, nos capacita y nos usa como instrumentos de honra para glorificar únicamente su nombre. Dependamos 100% de Dios y veremos cómo sus dones se multiplican y traen fruto abundante en su reino.  

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