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miércoles, 26 de julio de 2017

La administración de la iglesia local Parte II

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La Iglesia del NT está fundada sobre bases administrativas
A través de los siglos han existido conceptos opuestos a todo tipo de gobierno eclesiástico, argumentando que cuando se establecen reglas o sistemas organizacionales se obstaculiza la expresión del Espíritu Santo y no se sigue la voluntad de Dios sino la de los hombres; es más, algunos consideran que las denominaciones son diabólicas o que las iglesias deberían solo existir en las casas y no en locales públicos. La Biblia y la experiencia de ministerios e iglesias en diferentes lugares han demostrado en distintas ocasiones que la única libertad que perdura y fructifica es la que surge de una organización equilibrada, donde los derechos humanos son respetados, reina el orden y la justicia, hay funciones administrativas y una autoridad clara. Es verdad que existen denominaciones que han creado sistemas corruptos para enriquecer a quienes los fundan o los lideran, pero también hay denominaciones que han hecho un trabajo espiritual digno y con un buen testimonio (no se debe generalizar). Así pues, el orden y la excelencia dan sentido y propósito pero la ausencia de orden y la corrupción traen confusión y muchos conflictos.

El NT establece las bases para una administración equitativa. No se puede hallar en la Biblia cada detalle del programa administrativo de las iglesias del primer siglo pero sí se hallan principios y métodos saludables para el establecimiento de iglesias, líderes, ministerios, colaboradores, objetivos, proyectos, normas y sanciones.

La Iglesia es la agrupación de cristianos cuyo desarrollo doctrinal y práctico depende de la Biblia y del Espíritu Santo a través de la participación y la utilización de todos los recursos humanos y materiales.

El maestro de la administración es Cristo y es la cabeza de la Iglesia; él sentó las bases de una organización universal y todavía sigue siendo la cabeza de autoridad que la gobierna. Notemos que, aunque el Señor predicó y llamó a las multitudes, escogió un pequeño grupo de doce para comisionarles la continuidad de la obra que él había iniciado y este liderazgo fue reconocido por los creyentes que oyeron el evangelio y luego fue compartido con aquellos que Dios llamó al ministerio, dando como resultado cientos de iglesias en muchos lugares del mundo antiguo. Este mismo principio de autoridad espiritual y servicio debe ser imitado por aquellos que hemos sido llamados por el Señor en este tiempo.

Como ilustración, veamos que Pablo en la carta a los Corintios enfatiza que el siervo de Dios debe ser un buen administrador (1 Cor. 4:1, 2); en este pasaje se establecen tres hechos:

- Primero: para ser administrador de los misterios de Dios es necesario ser un SERVIDOR.
- Segundo: los misterios de Dios, el evangelio y la iglesia con todos sus factores divinos y humanos, son elementos que deben ser administrables (ADMINISTRACIÓN).
- Tercero: el requisito por excelencia para participar en la administración es la FIDELIDAD.

En síntesis, Dios ha concedido a la iglesia los dones para presidir y administrar (Rom. 12:8), y él mismo dará testimonio de quién debe asumir esta función primordial, siempre y cuando tenga los dones correspondientes y una vida consagrada al Señor; en otras palabras, los que sirven con fidelidad son los llamados a administrar en un espíritu de humildad, ejemplo y amor genuino, pero quienes tengan un espíritu de grandeza humana, prepotencia, egoísmo, codicia y materialismo no deben ser puestos ni aceptados en cargos de liderazgo porque traerán dolores de cabeza y problemas a la obra del Señor. Guárdenos Dios de caer tan bajo y traicionar los principios de su palabra; sería mejor no ejercer ningún ministerio y que otros tomen nuestro lugar para hacer las cosas según el diseño de Dios.

Cada iglesia es una agrupación humana que debe administrarse

Cada iglesia local está integrada por tres componentes:

- Recursos humanos: el elemento humano es la parte vital de la iglesia y constituye el factor primario en la administración. Aunque se dice que tratar con gente es la tarea más difícil, el hecho de tratar con la gente (el pueblo) de Dios, aplicando principios bíblicos como un verdadero líder cristiano, resulta una experiencia especial e inspiradora (a pesar de las adversidades y de la ingratitud de muchos). Además, se descubren talentos, se preparan personas y se les ocupa en la obra del Señor.
- Recursos materiales: para el desarrollo de sus múltiples actividades, cada iglesia adquiere propiedades, inmuebles, edificios, sillas, equipos y materiales. El pueblo de Dios ha poseído siempre este tipo de herramientas para cumplir su misión y se puede comprobar en la Biblia, con el pueblo de Israel, con la iglesia primitiva y a lo largo de la historia del Cristianismo.
- Sistemas de gobierno: la iglesia debe instituir manuales, reglamentos, estatutos legales, etc., pero la base de su gobierno y disciplina es la Biblia. Estos sistemas son normas de conducta que le permiten tener una orientación clara de su visión, su misión y los valores que promueve en su funcionamiento y en la sociedad (a fin de ser la luz del mundo que Cristo hace brillar con un testimonio de amor, santidad, fe y verdad).

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