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lunes, 3 de julio de 2017

Los Dones de Dios Parte IV



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IV. Lenguas

- En la Biblia hay varias referencias al idioma; por ejemplo, en Gn. 11:1 la Escritura dice “Había entonces en toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”. En el principio de la humanidad existía un solo lenguaje, una sola lengua, un solo idioma, pero debido a la corrupción de la raza humana y su intento de vivir lejos de los principios divinos, el Señor trajo un juicio muy particular cuando confundió su lenguaje y de allí surgieron tantos idiomas (Gn. 11:2-9). De Dios provino la variedad de idiomas y de palabras; él tiene la capacidad para crear y enseñar idiomas, para facultar a la gente para hablar en cualquier dialecto o lengua (conocido o desconocido).
- Cuando el Señor quiso restaurar la raza humana mediante el evangelio, una de las señales que usó fue traer lenguas de fuego sobre los discípulos que recibieron al Mesías y predicaron el evangelio (Hch. 2).
- Cristo predijo la manifestación de este don en los creyentes cuando declaró: “hablarán en nuevas lenguas” (Mr. 16:17).
- En el AT no existen referencias al don de lenguas o de interpretación de lenguas en los creyentes que vivieron en ese tiempo, pero en el NT sí se da testimonio de estos dones.
- Dios manifestó el don de lenguas para hablar a personas que entienden un idioma conocido para el oyente pero desconocido para el parlante; este caso lo vemos en el libro de los Hechos cuando los creyentes hablaron en otras lenguas y muchas personas les oyeron hablar de las maravillas de Dios en sus idiomas (Hch. 2:1-11). El don de lenguas fue usado como una herramienta misionera o evangelística en el cumplimiento de Is. 28:11 que dice: “porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo”. En este evento sobrenatural y por la soberanía de Dios, para los discípulos no hubo necesidad de aprender otros idiomas antes de comunicar el evangelio porque Dios derrumbó la barrera del idioma mediante el milagroso don de lenguas. En el día de Pentecostés había “judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5). Por tanto, cuando los discípulos comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hch. 2:4), los oyentes respondieron con esta pregunta: “¿Cómo pues les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (Hch. 2:8). Observe que eran “judíos” de otros países que hablaban muchos idiomas y dialectos (un promedio de 15 lugares: partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, habitantes de Judea, habitantes de Capadocia, habitantes del Ponto, habitantes de Asia, habitantes de Frigia, habitantes de Panfilia, egipcios, habitantes de regiones de África más allá de Cirene, romanos residentes de Jerusalén, tanto judíos como prosélitos, cretenses, árabes) y aún así cada uno escuchaba el evangelio en su propia lengua. La profecía de Isaías se cumplía. Este suceso se repitió en la casa de Cornelio, un gentil que reunió a muchas personas para escuchar el evangelio por boca de Pedro. En este lugar el Espíritu Santo volvió a manifestar el don de lenguas y quienes hablaron en lenguas magnificaron a Dios ante los judíos que estaban presentes (Mt. 10:44-46).

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Este don SOLO describe a alguien que tiene la facultad de parte de Dios para hablar en idiomas ya establecidos en la tierra (pero desconocidos por el parlante) y por medio de ellos comunicar un mensaje en un contexto netamente evangelístico para los inconversos (1 Cor. 14:22).
- Las expresiones “lenguas extrañas o desconocidas” en relación al don de lenguas solo aplican a lenguas que el parlante no conoce y que el Espíritu Santo le da (idiomas ya existentes en el mundo); sin embargo, solo tuvo vigencia para el tiempo en que fue escrito el NT.

- El apóstol Pablo habla del don como diversos géneros de lenguas (1 Cor. 12:10).
- Pablo enseña que el don de lenguas sirve como señal a los incrédulos de que Dios está en medio de los creyentes pero éste no es su único fin (1 Cor. 14:22); notemos que en el mismo contexto se asocia con la interpretación de lenguas y con la profecía para edificación de la iglesia, es decir, los creyentes (1 Cor. 14:5, 26).
- Es verdad que las expresiones “lenguas extrañas o desconocidas” en relación al don de lenguas aplican a lenguas que el parlante no conoce (idiomas ya existentes en el mundo), pero también aplican a lenguas no existentes en el mundo pero sí existentes en el ámbito espiritual; por ejemplo, ¿qué sentido tendría hablar en lenguas ya existentes en el mundo a solas con Dios, en la vida de oración personal del creyente? Pablo dice: “hable para sí mismo y para Dios” (1 Cor. 14:28). Realmente, cuando Dios da lenguas ya existentes en el mundo, su propósito es dar un mensaje a quien las entiende pero cuando Dios da lenguas existentes en el ámbito espiritual, su propósito es edificar al creyente.
- Unos argumentan que las lenguas acabarían (1 Cor. 13:8) porque ya tendríamos la palabra de Dios completa para entender la voluntad divina.
- Debemos entender el contexto en el que Pablo habla en 1 Cor. 13:8; si decimos que las lenguas cesaron con base en este versículo, entonces también la ciencia debió haber cesado, pero claramente se refiere a un futuro en la eternidad cuando las manifestaciones sobrenaturales dadas en la gracia terminarían para darle lugar a una revelación completa y eterna con Dios.
- Si leemos todo lo que Pablo escribió sobre las lenguas y cómo experimentó el don, debemos deducir que sus palabras no demeritan el uso de las lenguas ni apuntan a la clausura del don en tiempos posteriores.
- Este don es la señal del bautismo en el Espíritu Santo y  quien no lo tenga, entonces no tiene este bautismo.
- Este don opera enteramente de una manera sobrenatural y no todo creyente lo recibe (1 Cor. 12:30). Además, todo creyente es bautizado en el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo cuando recibe la salvación por la gracia por medio de la fe (1 Cor. 12:13).

- Estas lenguas puede ser enseñadas por otros que ya tienen el mismo don del Espíritu Santo.
- Este don no puede ser enseñado ni desarrollado por medios humanos; solo el Espíritu Santo tiene la facultad sobrenatural de otorgarlo y desarrollarlo en el creyente (1 Cor. 12:11).
- Este don se puede describir como un don de lenguas angélicas o angelicales ya que es un idioma incomprensible, sobrenatural, para hablar secretos o misterios de parte de Dios (1 Cor. 13:1).
- El don de lenguas no tiene ninguna relación en la Biblia con lenguas angélicas o angelicales. Los ángeles, siendo superiores a los hombres, podrían tener un lenguaje más sublime pero esto no se puede equiparar a las lenguas como don del Espíritu Santo. Además, en la Biblia, cada vez que un ángel hablaba a una persona (Abrahám, Jacob, Moisés, Daniel, María, entre otros) lo hacía en la lengua del oyente. Por otro lado, la Biblia no registra a un ángel hablando en un idioma celestial o espiritual, aunque tampoco descarta o niega esta posibilidad en el ámbito espiritual o celestial.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de lenguas es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para pronunciar un idioma desconocido para quien lo habla (sea un idioma establecido en el mundo o un idioma extraño o desconocido en el ámbito espiritual). En ambos casos, los diversos géneros de lenguas están vigentes desde el tiempo del primer siglo y en la actualidad; realmente, no existe ninguna cita bíblica que evidencie su cesación.

En la manifestación del don, opera la voluntad del hombre, su espíritu y sus órganos de expresión, pero la mente que opera es la mente de Dios.

- Pablo es usado por Dios para manifestar el poder del Espíritu Santo y él viene sobre ciertos discípulos y otorga el don de lenguas y el don de profecía (Hch. 19:1-7).
- Pablo habla del don de interpretación de lenguas y recomienda a los que tienen el don de lenguas que hablen y otro interprete; si no hay intérprete, él da la recomendación de callar en la iglesia y hablar en lenguas para sí y para Dios (1 Cor. 14:27, 28)… aunque también aconseja el no impedir el hablar en lenguas (1 Cor. 14:39).  Estas encomiendas de Pablo muestran que no siempre las lenguas se usaban para hablar en público o para comunicar un mensaje en un idioma conocido que el oyente pudiera entender y que el parlante desconociera; otro uso era la edificación espiritual del creyente que tuviera el don y la comunión con Dios.
- Cuando el creyente tiene este don y habla en lenguas extrañas, él se edifica a sí mismo aunque no entiende el significado de lo que dice ni le entienden los oyentes, aunque por el Espíritu declara misterios y habla a Dios (1 Cor. 14:2-4).
- Al orar en lenguas desconocidas, el espíritu ora pero el entendimiento queda sin fruto; por eso, Pablo recomienda que quien hable en lenguas extrañas, debe orar a Dios para que le de la facultad de interpretarlas (1 Cor. 14:13-17). Este punto se ampliará al estudiar el don de interpretación de lenguas.
- Pablo hablaba en lenguas de forma abundante pero él prefería hablar delante de los oyentes en un idioma entendible (1 Cor. 14:18, 19).
- Existe ignorancia, mal uso, abuso y manipulación con el don de lenguas; por ejemplo, una persona podría hablar en lenguas de forma equivocada: a) ella misma las inventa o las repite de lo que oye en otros; b) es inducida o enseñada por otras personas; c) es inducida por la influencia de demonios. El problema es cuando alguien hace un mal uso del don o cuando se atribuye al diablo lo que es realmente del Espíritu Santo.
- En síntesis, el don de las lenguas no tuvo un propósito temporal ni aplica solo a inconversos ni ha perdido vigencia.

V. Interpretación de lenguas

Este don está íntimamente ligado al don de lenguas; por tanto, los conceptos errados y la respuesta bíblica a los mismos pueden entenderse a partir de lo planteado en el punto anterior.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de interpretación de lenguas es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para comunicar el mensaje del que habla en lenguas (sea otra persona o el mismo intérprete) a los oyentes, para que puedan comprenderlo (1 Cor. 14:27). Esto debe ser en orden y decentemente como Pablo lo recomienda (1 Cor. 14:40).

- El don sobrenatural de interpretación de lenguas está ligado a las lenguas y no solo aplica a idiomas conocidos en el mundo (los cuales pueden aprenderse e interpretarse con estudio y tutores). Obviamente, Dios puede dar el don de interpretación de cualquier idioma actual o antiguo, pero también puede dar la interpretación a lenguas extrañas y no conocidas en el ámbito humano.
- Dios siempre ha tenido el poder de facultar a quien él quiera para entender sueños, misterios y enigmas de forma sobrenatural mediante los dones de palabra de sabiduría y palabra de ciencia como se ha explicado antes y estos dones están vigentes desde el AT, el NT y en la actualidad (Gn. 40:8; 41:8, 15, 24; Jue. 7:15; Dn. 2:16, 24-26, 30, 45; 4:6-9, 18-24; 5:7, 8, 12, 15-26). De igual forma, el don de interpretación de lenguas está vigente desde el tiempo del primer siglo y en la actualidad; realmente, no existe ninguna cita bíblica que evidencie la cesación de ninguno de los dones sobrenaturales de Dios.
- El don de interpretación de lenguas tiene como propósito edificar a la iglesia, es decir, a los creyentes (1 Cor. 14:5, 26); aquí se nota que no solo fue usado para llevar un mensaje a los inconversos como algunos quieren aplicarlo tomando solo la cita de 1 Cor. 14:22.
- En verdad, un creyente usado por Dios con este don de interpretación de lenguas no presta atención a los términos hablados con la lengua desconocida que interpreta; él simplemente depende de Dios para que le muestre el significado de lo que oye o dice (porque él mismo podría hablar en lenguas y después interpretar).
- Debemos guardar este don de todo intento de reducirlo a un nivel natural; el don de interpretación de lenguas es sobrenatural y enteramente milagroso; por tanto, no tiene nada que ver con el estudio humano de los idiomas y los significados que podría tener en el plano terrenal.
  
VI. Profecía

- La palabra griega profétes es traducida como profetizar o profecía y significa hablar, proferir o declarar la palabra divina, para interpretar los propósitos de Dios, o para hacer saber la voluntad de Dios a los oyentes. En otras palabras, el profeta es el que habla en lugar de otro (en este caso, de Dios).
- La profecía en la Biblia no tiene nada que ver con la idea pagana de adivinar la suerte o el futuro porque está en contradicción con otros pasajes de la Escritura que condenan la adivinación (Hch. 16:16-18). Además, la profecía en la Biblia también tiene relación con el presente de los oyentes porque Dios descubre lo que hay en su corazón y lo que hay en el corazón de los hombres mediante la interpretación de lenguas. En este sentido, el medio de revelación es la interpretación de lenguas y tiene relación con el don de palabra de sabiduría (que revela lo que hay en el corazón de Dios) y con el don de palabra de ciencia (que revela lo que hay en el corazón de los hombres), pero se vincula con la facultad sobrenatural que Dios da para entender las lenguas; por eso, el don de profecía es un don de inspiración y de revelación (1 Cor. 14:29, 30).
- En el AT se habla de la profecía y de los profetas pero nunca se mencionan los dones de lenguas y de interpretación de lenguas. Al hacer un estudio sistemático del AT nos damos cuenta que los profetas de esa época recibían la palabra de parte de Dios de múltiples formas: en visión o en sueños (Núm. 12:6), escuchando la voz de Dios (Núm. 12:6), recibiendo un mensaje específico (2 Sam. 24:11-13),
- El don de profecía que se menciona en el NT siempre está ligado al don de lenguas y al don de interpretación de lenguas (Hch. 19:6) aunque no siempre se registran juntos de forma literal (Hch. 11:27, 28; 21:9-11). Sin embargo, sí se describe la obra del Espíritu en quien da una palabra profética a otros. Aquí vemos que el don de profecía tiene una aplicación a una necesidad específica de un creyente o de una comunidad de creyentes.
- Debemos diferenciar el ministerio del profeta (AT y NT) y el don de profecía en el NT; en el AT, el ministerio del profeta estuvo enfocado en darle palabra de Dios al pueblo y mucha parte de ese mensaje quedó escrito en 39 libros inspirados por Dios; en el NT, el ministerio del profeta estuvo enfocado en darle palabra de Dios al pueblo y mucha parte de ese mensaje quedó escrito en 27 libros inspirados por Dios. Sin embargo, el don de profecía en el NT no estuvo relacionado con la revelación escrita sino con los dones de lenguas e interpretación de lenguas; así pues, es un don nuevo y particular del NT dado a la iglesia para la edificación de la misma y para beneficio de los no creyentes que Dios trate por medio de este don.
- El NT les llama profetas a quienes tienen el don de profecía (Hch. 11:27, 28; 15:32; 21:10, 11) pero debemos entender que el ministerio del profeta ya cesó con el cierre del canon del AT y NT. Lo que sí podemos confirmar en el NT es que Dios otorgó el don de profecía a la iglesia y que sigue vigente en la actualidad.
- No debe confundirse la predicación bíblica con el don de profecía, pues se le quita el carácter sobrenatural al don; la predicación proclama y expone la Escritura pero la profecía revela lo que Dios está diciendo en una situación concreta.
- El que tiene el don de profecía puede hablar de parte de Dios tanto a creyentes (1 Cor. 14:22) como a no creyentes (1 Cor. 14:23-25), según el Espíritu Santo le guíe. Aquí es cuando algunos tergiversan el sentido de las palabras de Pablo, pero si leemos con cuidado y atención, veremos que Pablo habla de múltiples propósitos de los tres dones: lenguas, interpretación y profecía, los cuales operan juntos en diversas formas, para edificación de los creyentes y para beneficio de los no creyentes.
- El mismo apóstol dice: “No menospreciéis las profecías” (1 Ts. 5:20). Aquí el término profecías puede aplicarse a las profecías que están en la Biblia como revelación escritural, pero también aplica a las profecías que vienen mediante el don de profecía; de hecho, en el v. 19 solicita no apagar al Espíritu y en el v. 21 recomienda examinar todo y retener lo bueno. Es probable que en la iglesia de Tesalónica no hubiese una actitud adecuada y bíblica frente a la obra y las manifestaciones del Espíritu Santo. Además, Pablo le dice a Timoteo: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Tim. 1:18). Entonces, le está aconsejando que recuerde las profecías que el Espíritu Santo le dio y que ellas sean una herramienta eficaz para la batalla espiritual.
- Pablo dice a Timoteo en la misma carta: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Tim. 4:14). Dios usó el don de profecía para otorgar a Timoteo un don en particular; no sabemos cuál fue pero definitivamente Dios usó el don de profecía en varias ocasiones para tratar con Timoteo en su vida espiritual y en el ministerio. El presbiterio hace referencia a un cuerpo o grupo de ancianos que cumplían funciones ministeriales en las iglesias (líderes, colaboradores, servidores, etc.).
- Los dos textos anteriores no se pueden aplicar a profecías escriturales porque claramente son profecías que Dios trajo de forma personal a través de un instrumento que tenía el don de profecía, como fue evidente en las iglesias del NT (Hch. 11:28; 13:1; 15:32; 19:6; 21:9-11; 1 Cor. 14:26).

Conceptos errados
Respuesta bíblica
- Algunos argumentan que las profecías acabarían y que no están vigentes después del primer siglo ni en este tiempo actual (1 Cor. 13:8).
- Debemos entender el contexto en el que Pablo habla; si decimos que las profecías cesaron con base en este versículo, entonces también la ciencia debió haber cesado, pero claramente se refiere a un futuro en la eternidad cuando las manifestaciones sobrenaturales dadas en la gracia terminarían para darle lugar a una revelación completa y eterna con Dios.

DEFINICIÓN BÍBLICA: El don de profecía es la facultad sobrenatural que Dios otorga a quien lo recibe para expresar en el idioma conocido por los oyentes lo que ha sido dicho en un idioma desconocido por medio del don de lenguas, por lo cual ha sido interpretado. En otras palabras, la profecía es la sumatoria del don de lenguas y el don de interpretación de lenguas (1 Cor. 12:10; 14:1-13, 26).

- Es muy fácil profetizar palabras a otros usando situaciones de su vida, tratando de apuntar a necesidades humanas, sueños comunes de la gente, problemas de la vida diaria que son similares, etc. Por tanto, quien dice tener el don de profecía debe tener el don de lenguas y de interpretación de lenguas; debe ser de buen testimonio y oración; debe ser una persona seria, madura, sabia y prudente; debe ser genuina en su fe; debe tener un conocimiento bíblico y doctrinal suficiente para servir; debe hablar de parte de Dios y su palabra tiene que ajustarse a la Biblia; debe edificar, exhortar y consolar; debe ser fiel ante Dios y ante toda la congregación (1 Sam. 3:20); solo debe hablar lo que recibe de parte de Dios… no debe haber lugar para especulaciones o sentimientos.
- Tanto los que tuvieron el ministerio de profetas como los que reciben el don de profecía son instrumentos que Dios usa para poner su palabra en sus bocas (Dt. 18:18; Jue. 6:8; 2 Rey. 20:12-19; 2 Crón. 12:5; 21:12), pero se debe tener sumo cuidado con este don porque muchos lo usan de forma errónea, hablando lo que Dios nos les mandó, sea por emociones propias, por presunción (Dt. 18:22), por engaño (1 Rey. 13:18) o por inspiración de demonios. Así pues, la iglesia, los creyentes y el liderazgo que Dios ponga en una congregación tienen la responsabilidad y la capacidad para juzgar las palabras que emitan los que tienen el don de profecía para que se ajusten a la Escritura de forma clara y para que su mensaje se cumpla (Dt. 18:20; 1 Rey. 13:20-26).
- El que tiene el don de profecía tiene la facultad de ejercer control sobre lo que dice y hace; por tanto, se hará responsable del uso que haga del don que recibió (1 Cor. 14:32, 33).
- El don de profecía podía transmitir un mandato específico (Hch. 13:1, 2) o en algunas ocasiones anunciar el futuro de parte de Dios en un caso concreto (Hch. 11:28). Lamentablemente (tanto en ese tiempo como hoy) el don era especialmente vulnerable al peligro de ser utilizado por impostores, y aunque debía ser controlado únicamente por los que lo poseían, su contenido tenía que concordar con la enseñanza fundamental del evangelio; de lo contrario, debía rechazarse de forma contundente.

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