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jueves, 31 de agosto de 2017

Ceremonias, sacramentos y sepultura de los muertos Parte I

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En el ámbito de las iglesias cristianas se habla de Ceremonias (Matrimonio y Presentación de niños) y Sacramentos (Bautismo en las aguas y Santa Cena). Por otra parte, se acostumbra la sepultura de los muertos. Normalmente, los pastores y líderes de las congregaciones han sido los que ofician estos actos.
           
A continuación, se hará una exposición con base en la Biblia para entender mejor el tema:

a. Ceremonias
El término ceremonia se refiere a un acto solemne que se lleva a cabo según normas establecidas. La palabra ceremonia proviene del latín caeremonia que significa rito religioso, veneración o reverencia; otras definiciones lo explican así: se deriva de ker, cor, el corazón y de moneo, advertir, dar a conocer. Así pues, una ceremonia es el signo exterior o manifestación de los sentimientos del corazón.

En la Biblia y en la historia de la Iglesia Cristiana encontramos dos actos que podrían considerarse como ceremonias debido a su uso frecuente en el pueblo de Dios: el matrimonio y la presentación de niños. Su institución y su práctica vienen de parte de Dios, porque en ambos casos, la Biblia muestra que el Señor tomó la iniciativa para promover los valores que ellos representan. Así pues, tienen vigencia para la Iglesia de Cristo en el NT.

Estas ceremonias tienen un carácter formal y se realizan en público y con testigos a fin de confirmar el deseo de las personas de honrar a Dios; por ende, tienen un valor espiritual y humano.

I. El matrimonio

En el Libro 2 de Principios y doctrinas de la Biblia, se planteó de forma detallada este tema; sin embargo, aquí se expondrán los conceptos bíblicos más importantes al respecto:

- EL MATRIMONIO ES UNA INSTITUCIÓN ESTABLECIDA POR DIOS. Es un acto diseñado y respaldado por Dios, en el cual un hombre y una mujer se unen por toda la vida (dejando a su padre y su madre), mediante un pacto voluntario e indisoluble, para ser una sola carne (Gn. 2:18-25; Mt. 19:6). No importa qué autoridad reconocida oficie la ceremonia (sea un ministro evangélico, un sacerdote católico, un juez, o cualquier otra autoridad legal), Dios reconoce este pacto de matrimonio cuando lo hacen 2 personas solteras (un hombre y una mujer con madurez y conciencia de este acto). En este sentido, la Biblia dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Rom. 13:1). Así pues, dependiendo de las leyes de cada país, el contrato matrimonial se celebra en presencia de una autoridad competente y unos testigos, pero especialmente ante Dios. El libro de Génesis evidencia que el hombre o la mujer han de “dejar a su padre y su madre”, no a su “anterior esposa(o)”, antes de unirse a una nueva pareja. Esto indica que el matrimonio debe de ser entre personas solteras o libres de pasados lazos matrimoniales (para hacer lazos presentes) y que legalmente (ante Dios) pueden unirse en matrimonio el uno con la otra. La unión matrimonial así establecida viene a ser aprobada y bendecida por Dios, quien es el autor del matrimonio; sin embargo, toda unión que esté en contra de este patrón bíblico es rechazada por Dios y no tiene su aprobación (Heb. 13:4). Esto no es un juego porque Dios hace respetar su palabra y juzgará a quienes desobedezcan sus mandamientos.
- EL MATRIMONIO ES LA BASE DE LA SOCIEDAD. El matrimonio es la base y fundamento del hogar, de la nación y de la sociedad en general (Gn. 1:27, 28). Antes de la sociedad, existió el matrimonio establecido por Dios y éste fue el fundamento de la multiplicación de la especie y del gobierno del ser humano sobre la tierra. Por ende, si distorsionamos el diseño de Dios, la sociedad entera sufrirá consecuencias y esto es lo que vemos: una sociedad inmoral, desordenada, prostituida, corrompida y degenerada, que busca siempre excusas y justificaciones para rechazar los mandamientos de Dios e imponer sus propios deseos.
- EL MATRIMONIO ES UN PACTO. La Biblia nos muestra que el matrimonio es un pacto donde el mismo Dios es testigo. El hombre hace un pacto con su mujer y la mujer hace un pacto con su marido; este pacto debe ser establecido, no sobre términos seculares, ni de acuerdo a leyes o ideas humanas, sino de acuerdo a la palabra de Dios (aunque es conveniente y justo estar debidamente registrados ante el gobierno, bajo la figura del matrimonio civil). La Biblia resalta que los llamados a realizar el pacto matrimonial son “un hombre” y “una mujer” que se unen en “una sola carne”. Aquí no hay lugar para la unión de dos hombres o dos mujeres (homosexualismo), ni para la unión de un hombre y varias mujeres, o una mujer y varios hombres (poligamia). Estos actos son rechazados por Dios de forma clara en la Biblia. Ahora bien, un pacto siempre es un acuerdo mutuo entre dos o más socios que los vincula y obliga a una reciprocidad de beneficios y deberes. De igual manera, el matrimonio es un pacto que hace responsable a un hombre y a una mujer de cumplir con su palabra de forma honesta y sin evasivas (Mal. 2:14). Dios mismo reprueba el incumplimiento del pacto matrimonial y llama al ser humano a cumplir con su palabra si quiere honrar su nombre y sus mandamientos. De lo contrario, Dios se convertirá en su juez y no habrá excusas ni argumentos personales o sentimentales que lo libren de la justicia divina. Dios no es una marioneta que se deja mover por la gente; él no tendrá por inocente al culpable ni se dejará llevar por los títulos, los logros humanos, los ministerios, los bienes materiales, las buenas obras, las supuestas buenas intenciones, etc.; aquel que desobedezca su palabra, recibirá el justo juicio de Dios.
- EL MATRIMONIO ES UNA UNIÓN DE NATURALEZA INDISOLUBLE. Cuando una pareja decide tomar un paso hacia el matrimonio, aunque no lo entienda bien, se está poniendo bajo las estipulaciones que Dios ha establecido para el matrimonio y él determinó que es una unión indisoluble: una sola carne. Por tanto, no hay pretextos a la hora de dar cuentas a Dios sobre el matrimonio. Notemos que Dios rechaza las lágrimas, el llanto, el clamor y la ofrenda del pueblo de Israel (Mal. 2:13-16). ¿Cuál era el motivo? Dios estaba enojado con ellos porque habían sido desleales al pacto del matrimonio y habían repudiado a sus esposas, y aún en esa condición venían a presentar ofrendas, orar y clamar ante Dios, pero él no aceptaba su oración ni sus ofrendas. El mismo dice que aborrece el repudio, y éste consiste precisamente en rechazar a la esposa (o al esposo), procurando romper el vínculo del pacto que se ha establecido. La palabra repudio significa claramente rechazar y despreciar; por otra parte, el término divorcio viene del latín divortium. El concepto está formado por el prefijo “di” o “dis”, cuyo significado es separación o divergencia y el verbo “verto” que significa volver, dar vuelta, girar. El significado preciso es: “volverle la espalda al otro”. En un principio, el término se utilizaba para hacer referencia a la separación de tierras o bienes, pero luego los romanos lo adoptaron como una figura legal en la que los maridos se separaban de sus esposas y viceversa, dependiendo de las causas que se consideraban legales para ese contexto romano. En estos términos hallamos un solo interés egoísta y contrario a la voluntad de Dios: rehusar el cumplimiento del pacto matrimonial para tener la supuesta libertad de buscar otra relación; sin embargo, debemos ser leales al pacto de matrimonio que hicimos y honrar a Dios y sus mandamientos.
- EL MATRIMONIO NO DEBE HACERSE ENTRE PARIENTES: La revelación de Dios es progresiva, y en el caso de los matrimonios, esto se puede notar con facilidad. Cuando Dios creó a Adán y Eva les dio la orden de fructificar y multiplicarse sobre la faz de la tierra. En cumplimiento de este mandato, la Biblia registra en Gn. 5:4 que Adán y Eva tuvieron una familia muy numerosa. Muchos piensan erróneamente que Adán y Eva tuvieron solamente tres hijos, Caín el primogénito, Abel a quien asesinó Caín, y Set, el hijo que reemplazó a Abel, pero la Biblia dice, conforme al texto leído que Adán y Eva engendraron hijos e hijas. ¿Cuántos? No se puede saber, pero imagine cuántos hijos habrán tenido si Adán vivió ochocientos años después de engendrar a Set. Ahora bien, en ese tiempo, para que la especie humana continuara propagándose, fue necesario que los hijos de Adán y Eva se hayan tenido que unir en matrimonio y lógicamente nacieron hijos como fruto de esta unión (realmente no había con quién más multiplicarse). Más adelante en el tiempo, además de casarse entre hermanos, seguramente se casaron entre primos o entre tíos y sobrinos. Este fue el caso de Nacor el tío con Milca la sobrina (Gn. 11:27-29).

Todas estas uniones fueron permitidas por Dios al principio, pero muchos años después Dios dio a Moisés mandamientos para el pueblo de Israel, entre los cuales había aspectos que tenían que ver con el matrimonio. Estos mandamientos establecían restricciones en lo que tiene que ver con el grado de consanguinidad de los contrayentes (Lv. 18:6) y tienen vigencia para el NT porque este mandamiento no ha sido modificado o eliminado por Dios para el tiempo de la gracia en la Iglesia de Cristo.

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