En el ámbito de las
iglesias cristianas se habla de Ceremonias (Matrimonio y Presentación de niños)
y Sacramentos (Bautismo en las aguas y Santa Cena). Por otra parte, se
acostumbra la sepultura de los muertos. Normalmente, los pastores y líderes de
las congregaciones han sido los que ofician estos actos.
A continuación, se hará una
exposición con base en la Biblia para entender mejor el tema:
a. Ceremonias
El término ceremonia se
refiere a un acto solemne que se lleva a cabo según normas establecidas. La
palabra ceremonia proviene del latín caeremonia que significa rito religioso,
veneración o reverencia; otras definiciones lo explican así: se deriva de ker,
cor, el corazón y de moneo, advertir, dar a conocer. Así pues, una ceremonia es
el signo exterior o manifestación de los sentimientos del corazón.
En la Biblia y en la
historia de la Iglesia Cristiana encontramos dos actos que podrían considerarse
como ceremonias debido a su uso frecuente en el pueblo de Dios: el matrimonio y
la presentación de niños. Su institución y su práctica vienen de parte de Dios,
porque en ambos casos, la Biblia muestra que el Señor tomó la iniciativa para
promover los valores que ellos representan. Así pues, tienen vigencia para la
Iglesia de Cristo en el NT.
Estas ceremonias tienen un
carácter formal y se realizan en público y con testigos a fin de confirmar el
deseo de las personas de honrar a Dios; por ende, tienen un valor espiritual y
humano.
I. El matrimonio
En el Libro 2 de Principios
y doctrinas de la Biblia, se planteó de forma detallada este tema; sin embargo,
aquí se expondrán los conceptos bíblicos más importantes al respecto:
- EL MATRIMONIO ES UNA
INSTITUCIÓN ESTABLECIDA POR DIOS. Es un acto diseñado y respaldado por Dios, en
el cual un hombre y una mujer se unen por toda la vida (dejando a su padre y su
madre), mediante un pacto voluntario e indisoluble, para ser una sola carne
(Gn. 2:18-25; Mt. 19:6). No importa qué autoridad reconocida oficie la
ceremonia (sea un ministro evangélico, un sacerdote católico, un juez, o
cualquier otra autoridad legal), Dios reconoce este pacto de matrimonio cuando
lo hacen 2 personas solteras (un hombre y una mujer con madurez y conciencia de
este acto). En este sentido, la Biblia dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”
(Rom. 13:1). Así pues, dependiendo de las leyes de cada país, el contrato
matrimonial se celebra en presencia de una autoridad competente y unos
testigos, pero especialmente ante Dios. El libro de Génesis evidencia que el
hombre o la mujer han de “dejar a su padre y su madre”, no a su “anterior
esposa(o)”, antes de unirse a una nueva pareja. Esto indica que el matrimonio
debe de ser entre personas solteras o libres de pasados lazos matrimoniales
(para hacer lazos presentes) y que legalmente (ante Dios) pueden unirse en
matrimonio el uno con la otra. La unión matrimonial así establecida viene a ser
aprobada y bendecida por Dios, quien es el autor del matrimonio; sin embargo,
toda unión que esté en contra de este patrón bíblico es rechazada por Dios y no
tiene su aprobación (Heb. 13:4). Esto no es un juego porque Dios hace respetar
su palabra y juzgará a quienes desobedezcan sus mandamientos.
- EL MATRIMONIO ES LA BASE
DE LA SOCIEDAD. El matrimonio es la base y fundamento del hogar, de la nación y
de la sociedad en general (Gn. 1:27, 28). Antes de la sociedad, existió el
matrimonio establecido por Dios y éste fue el fundamento de la multiplicación
de la especie y del gobierno del ser humano sobre la tierra. Por ende, si
distorsionamos el diseño de Dios, la sociedad entera sufrirá consecuencias y
esto es lo que vemos: una sociedad inmoral, desordenada, prostituida,
corrompida y degenerada, que busca siempre excusas y justificaciones para
rechazar los mandamientos de Dios e imponer sus propios deseos.
- EL MATRIMONIO ES UN
PACTO. La Biblia nos muestra que el matrimonio es un pacto donde el mismo Dios
es testigo. El hombre hace un pacto con su mujer y la mujer hace un pacto con
su marido; este pacto debe ser establecido, no sobre términos seculares, ni de
acuerdo a leyes o ideas humanas, sino de acuerdo a la palabra de Dios (aunque
es conveniente y justo estar debidamente registrados ante el gobierno, bajo la
figura del matrimonio civil). La Biblia resalta que los llamados a realizar el
pacto matrimonial son “un hombre” y “una mujer” que se unen en “una sola carne”. Aquí no hay lugar para
la unión de dos hombres o dos mujeres (homosexualismo), ni para la unión de un
hombre y varias mujeres, o una mujer y varios hombres (poligamia). Estos actos
son rechazados por Dios de forma clara en la Biblia. Ahora bien, un pacto siempre
es un acuerdo mutuo entre dos o más socios que los vincula y obliga a una
reciprocidad de beneficios y deberes. De igual manera, el matrimonio es un
pacto que hace responsable a un hombre y a una mujer de cumplir con su palabra
de forma honesta y sin evasivas (Mal. 2:14). Dios mismo reprueba el
incumplimiento del pacto matrimonial y llama al ser humano a cumplir con su
palabra si quiere honrar su nombre y sus mandamientos. De lo contrario, Dios se
convertirá en su juez y no habrá excusas ni argumentos personales o
sentimentales que lo libren de la justicia divina. Dios no es una marioneta que
se deja mover por la gente; él no tendrá por inocente al culpable ni se dejará
llevar por los títulos, los logros humanos, los ministerios, los bienes
materiales, las buenas obras, las supuestas buenas intenciones, etc.; aquel que
desobedezca su palabra, recibirá el justo juicio de Dios.
- EL MATRIMONIO ES UNA
UNIÓN DE NATURALEZA INDISOLUBLE. Cuando una pareja decide tomar un paso hacia
el matrimonio, aunque no lo entienda bien, se está poniendo bajo las
estipulaciones que Dios ha establecido para el matrimonio y él determinó que es
una unión indisoluble: una sola carne. Por tanto, no hay pretextos a la hora de
dar cuentas a Dios sobre el matrimonio. Notemos que Dios rechaza las lágrimas,
el llanto, el clamor y la ofrenda del pueblo de Israel (Mal. 2:13-16). ¿Cuál
era el motivo? Dios estaba enojado con ellos porque habían sido desleales al
pacto del matrimonio y habían repudiado a sus esposas, y aún en esa condición venían
a presentar ofrendas, orar y clamar ante Dios, pero él no aceptaba su oración
ni sus ofrendas. El mismo dice que aborrece el repudio, y éste consiste
precisamente en rechazar a la esposa (o al esposo), procurando romper el
vínculo del pacto que se ha establecido. La palabra repudio significa
claramente rechazar y despreciar; por otra parte, el término divorcio viene del
latín divortium. El concepto está formado por el prefijo “di” o “dis”, cuyo
significado es separación o divergencia y el verbo “verto” que significa
volver, dar vuelta, girar. El significado preciso es: “volverle la espalda al
otro”. En un principio, el término se utilizaba para hacer referencia a la
separación de tierras o bienes, pero luego los romanos lo adoptaron como una
figura legal en la que los maridos se separaban de sus esposas y viceversa,
dependiendo de las causas que se consideraban legales para ese contexto romano.
En estos términos hallamos un solo interés egoísta y contrario a la voluntad de
Dios: rehusar el cumplimiento del pacto matrimonial para tener la supuesta
libertad de buscar otra relación; sin embargo, debemos ser leales al pacto de
matrimonio que hicimos y honrar a Dios y sus mandamientos.
- EL MATRIMONIO NO DEBE
HACERSE ENTRE PARIENTES: La revelación de Dios es progresiva, y en el caso de
los matrimonios, esto se puede notar con facilidad. Cuando Dios creó a Adán y
Eva les dio la orden de fructificar y multiplicarse sobre la faz de la tierra.
En cumplimiento de este mandato, la Biblia registra en Gn. 5:4 que Adán y Eva
tuvieron una familia muy numerosa. Muchos piensan erróneamente que Adán y Eva
tuvieron solamente tres hijos, Caín el primogénito, Abel a quien asesinó Caín,
y Set, el hijo que reemplazó a Abel, pero la Biblia dice, conforme al texto
leído que Adán y Eva engendraron hijos e hijas. ¿Cuántos? No se puede saber,
pero imagine cuántos hijos habrán tenido si Adán vivió ochocientos años después
de engendrar a Set. Ahora bien, en ese tiempo, para que la especie humana
continuara propagándose, fue necesario que los hijos de Adán y Eva se hayan
tenido que unir en matrimonio y lógicamente nacieron hijos como fruto de esta
unión (realmente no había con quién más multiplicarse). Más adelante en el
tiempo, además de casarse entre hermanos, seguramente se casaron entre primos o
entre tíos y sobrinos. Este fue el caso de Nacor el tío con Milca la sobrina
(Gn. 11:27-29).
Todas estas uniones fueron
permitidas por Dios al principio, pero muchos años después Dios dio a Moisés
mandamientos para el pueblo de Israel, entre los cuales había aspectos que
tenían que ver con el matrimonio. Estos mandamientos establecían restricciones
en lo que tiene que ver con el grado de consanguinidad de los contrayentes (Lv.
18:6) y tienen vigencia para el NT porque este mandamiento no ha sido
modificado o eliminado por Dios para el tiempo de la gracia en la Iglesia de
Cristo.
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