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miércoles, 2 de agosto de 2017

La administración de la iglesia local Parte IV

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A continuación, veamos los términos empleados en el NT para referirse a los líderes de las iglesias locales; el conjunto de todos ellos nos dan una idea precisa de sus funciones:

1. Anciano
- El término anciano tiene un trasfondo judío y procede del AT. Podemos decir que este término tiene la virtud de combinar en sí el entendimiento espiritual maduro y la experiencia (Hch. 11:30; 20:17).
- Los “ancianos” eran un grupo de líderes entre los israelitas desde el tiempo de los libros de Moisés (el Pentateuco). Los encontramos tomando decisiones políticas (2 Sam. 5:3; 17:4, 15), aconsejando al rey (1 Rey. 20:7) y representando a la gente en lo concerniente a asuntos espirituales (Éx. 7:1, 5, 6; 24:1, 9; Núm. 11:16, 24, 25). La primera traducción griega del AT (LXX) usaba la palabra presbuteros para “anciano” Esta es la misma palabra griega usada en el NT que también es traducida como “anciano”.
- El NT menciona varias veces a ancianos que asumían el papel de liderazgo en la iglesia (Hch. 14:23; 15:2; 20:17; Tito 1:5; Stg. 5:14) y aparentemente cada iglesia tenía más de uno, porque generalmente la palabra se encuentra en plural. Las únicas excepciones es cuando se refieren a casos en los que un anciano es mencionado en singular por alguna razón en particular (1 Tim. 5:1, 5:19). En la iglesia de Jerusalén, ellos formaban parte del liderazgo junto con los apóstoles (Hch. 15:2-16:4).
- El Dr. Zodhiates, en su “Diccionario Completo del Estudio de la Palabra: Nuevo Testamento” (The Complete Word Study Dictionary: New Testament) define a este grupo de ancianos así: “Los ancianos de las iglesias cristianas, presbíteros, a quienes estaba encomendada la dirección y gobierno de las iglesias individuales, igual que episkopos, supervisores, obispos (Hch. 11:30; 1 Tim. 5:17)”. De esta manera, Zodhiates iguala a un “anciano” con un supervisor u obispo (como se traduce episkopos). Él ve el término “anciano” como una referencia a la dignidad del ministerio, mientras que obispo o supervisor indica su autoridad y deberes (1 Ped. 2:25; 5:1, 2, 4). Él nota que en Fil. 1:1, Pablo saluda a los obispos y diáconos, pero no menciona a los ancianos (porque los ancianos son los mismos obispos). De manera similar 1 Tim. 3:2, 8 menciona los requisitos para los obispos y diáconos, pero no para los ancianos por la misma razón. En Tito 1:5, 7 Pablo también parece vincular estos dos términos en uno solo.
- Cuando se habla de presbiterio se refiere a un cuerpo de ancianos que ejercían un liderazgo en iglesias locales. Notemos que en la iglesia primitiva hubo un orden de funciones y escalas de autoridad espiritual (que no implican superioridad sino un orden y dones para presidir y administrar); por ejemplo, en la iglesia de Antioquía hubo varios ministerios y Dios llamó a Bernabé y a Saulo (Pablo) a predicar el evangelio en diferentes lugares (Hch. 13:1-3) y abrieron iglesias y ellos “constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hch. 14:23). Luego Pabló delegó en otros líderes esta facultad de establecer ancianos en diferentes lugares según la necesidad (Tito 1:5).
- Hoy en día, Dios llama hombres y mujeres, y en la medida que van dando frutos y tienen el reconocimiento de la iglesia del Señor, ellos son guiados por Dios a seleccionar a otros hermanos y hermanas en la fe a fin de asignarles tareas y funciones de acuerdo a los dones que perciben en ellos.
- Aquí vemos la importancia del orden en cada congregación porque se establecieron personas idóneas para administrar y presidir; obviamente, es Dios quien llama, confirma, capacita, envía y respalda a quien pone en una iglesia como anciano pero él usa a otros creyentes para dar reconocimiento, apoyo y estímulo.
- En síntesis, el término anciano apunta a personas que tienen una experiencia, una madurez y un testimonio digno para asumir la función de administrar una iglesia local; no deben ser personas inmaduras en la fe y sin una preparación espiritual y doctrinal porque esto traerá descrédito y muchos problemas a la obra. En cuanto a la edad, no se podría decir que tengan que ser personas mayores o ancianas en el sentido literal, pero tampoco deben ser demasiado jóvenes y sin madurez psicológica, física y espiritual. En cuanto a esto, Pablo dice que el obispo (sinónimo de anciano) no debe ser un neófito (1 Tim. 3:6) porque si se envanece (se ciega, se enorgullece y actúa de forma inadecuada), cae en la condenación del diablo (es engañado por el diablo y esto afecta a otros creyentes). La palabra neófito viene del griego neófutos que significa “plantado recientemente” o “nueva planta”; el simbolismo apunta a una persona que no tiene madurez, que es inexperta, que no tiene la fuerza espiritual, emocional y psicológica para asumir las responsabilidades que implica la tarea pastoral. En otras palabras, el obrero debe tener una edad adecuada, una conciencia clara de la vida, una conducta acorde con su llamado y un tiempo de conversión suficiente en el cual tenga una formación espiritual, doctrinal y ministerial integral. Obviamente, Dios puede llamar a obreros jóvenes pero como iglesia tenemos la responsabilidad de darles una preparación suficiente antes de asignarles un ministerio pastoral de parte de Dios.
- Veamos que en la iglesia primitiva hubo un orden ejemplar en cuanto a la unidad y cada ministerio tenía su participación en las decisiones importantes que debían tomarse; entre ellos, los apóstoles, los ancianos y los hermanos en la fe eran tenidos en cuenta (Hch. 15:1-29). Lo hermoso es que el Espíritu Santo eran quien guiaba a todos porque buscaban su dirección y la Escritura era el manual primordial que confirmaba la verdad doctrinal y la voluntad de Dios (Hch. 15:28). Ellos se reunían, dialogaban, analizaban situaciones y buscaban un acuerdo, pero por delante de todo estaba el Espíritu Santo y la Escritura.
- Los ancianos estaban llamados a gobernar (1 Tim. 5:17). Gobernar es sinónimo de presidir, administrar y representar a los creyentes que estaban bajo su cuidado y liderazgo. Es una posición de autoridad espiritual pero no debe convertirse en autoritarismo porque la autoridad espiritual no se impone sino que se ejerce con la gracia de Dios, con el ejemplo, con el amor práctico y con una actitud de respeto y humildad, sin perder la seriedad, el celo por la palabra de Dios y el llamado a corregir, amonestar, aconsejar y servir con alegría a los creyentes.
- Ellos debían ejercer bien su ministerio (1 Tim. 5:17), con excelencia, con integridad, con paciencia, con resultados, con propósitos y con el respaldo de Dios.
- Si ejercían bien el ministerio pastoral (1 Tim. 5:17), merecían el reconocimiento, la estima, el afecto y el respeto de los creyentes. A partir de este texto, se puede deducir que no todos los ancianos predicaban y enseñaban en las iglesias del NT; algunos se encargaban de la visitación o de otras actividades de la iglesia. Aquí es cuando se piensa que había un cuerpo de ancianos o presbiterio que asumía diferentes funciones.
- Pablo dice que deben ser tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar (1 Tim. 5:17). Este texto apunta a dos aspectos: a) el apoyo moral, espiritual y humano que necesitan porque se cansan, se desalientan, se enferman, tienen problemas como cualquier ser humano, se equivocan, etc.; b) el apoyo material y económico que necesitan porque comen, visten, tienen gastos, familia, etc. En este sentido, en el v. 18 Pablo cita varias escrituras inspiradas por Dios, hablando del sostenimiento material del buey (Dt. 25:4) y del obrero (Lc. 10:7) que trabajan y son dignos de un salario. Ahora bien, el obrero cristiano o pastor no debe exigir a los creyentes dinero por su ministerio; de igual forma, ningún ministerio debe presionar a las personas para recibir dinero a cambio de su servicio; además, la Biblia en el NT es clara para no exigir diezmos porque solo aplicaron a la Ley de Moisés para el pueblo de Israel. Lo que sí establece el NT es la ofrenda como un aporte voluntario que sirve para apoyar las necesidades de la iglesia, los programas de educación, la obra social y el sostenimiento del pastor cristiano. La Biblia en sí no define porcentajes para la distribución de los ingresos pero cada iglesia y cada ministerio deben ponerse de acuerdo y estipular cómo administrar los recursos que tienen.
- En cuanto a las faltas que cometan los ancianos, Pablo establece el principio que Dios enseñó en el AT como una regla de conducta justa, en la cual se requieren dos o tres testigos para confirmar una acusación en temas morales y de comportamiento del ministro (Dt. 17:6; 1 Tim. 5:19).
- Pedro se reconoció como un anciano en el sentido espiritual y se puso al nivel de otros ancianos, no por encima de ellos (1 Ped. 5:1-4). Les aconsejó cómo ejercer su función y les habló de la recompensa de su ministerio.

2. Pastor
- En Ef. 4:11 dice: “Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros”. Muchos asocian los dos términos de “pastores y maestros” como referencia a un solo individuo que tiene ambas características pero no todos los maestros tienen un carácter de pastor ni todos los pastores tienen un carácter de maestro aunque todos los pastores deberían esforzarse a estudiar la Biblia y enseñarla de forma integral a sus oyentes. En el griego, éste es el único pasaje donde se usa la palabra poimen para referirse al pastor.
- El concepto del pastor hace referencia a un líder humano y destaca la idea de provisión de alimento y cuidado, a la vez que enfatiza el carácter y el cuidado amoroso de las personas puestas bajo su responsabilidad (Ef. 4:11; Jn. 21:16; 1 Ped. 5:2). Por tanto, su mayor reto es hablar la palabra de Dios y modelar una vida ejemplar de manera que los creyentes consideren el resultado de su conducta e imiten su fe (Heb. 13:7). Ningún hombre es perfecto ni infalible pero el buen testimonio de un verdadero seguidor de Cristo, la fidelidad a Dios demostrada en el tiempo y la constancia en el servicio son el resultado de una conducta que agrada a Dios. Humanamente, todos los pastores cometen errores pero si tenemos un pastor al frente, debemos mirar en perspectiva si el resultado de su conducta y su fe nos inspiran a imitarlos o de lo contrario, su vida no refleja una vocación digna del evangelio (o Dios no lo llamó o él comenzó bien y con el tiempo se descuidó y dio lugar a motivaciones incorrectas, desviándose de la obediencia a la voluntad de Dios).
- El NT nos presenta al pastor como el encargado de apacentar, capacitar y guiar la grey, donde Dios lo ha puesto como el líder. Por ejemplo, los pastores tenían a cargo congregaciones en diferentes lugares (Heb. 13:24).
- Al leer el NT es posible pensar en una pluralidad de ancianos (o líderes en las iglesias), pero esto no niega que Dios dote a algunos ancianos en particular con el don de la enseñanza, mientras que a otros le dote con el don de la administración (Rom. 12:3-8; Ef. 4:11); de igual forma, Dios los llama al ministerio en el cual ellos utilizarán dichos dones (Hch. 13:1). Por tanto, un anciano puede ejercer como “pastor”; otro puede hacer la mayoría de las visitas a los miembros, porque tiene este don; otro puede “dirigir” en el sentido de manejar los detalles organizacionales, etc. Muchas iglesias que están organizadas con la administración de un pastor y un diácono, realizan las funciones de una pluralidad de ancianos, en cuanto a que ellos comparten la carga del ministerio (con diáconos enseñando en las clases de niños o jóvenes, etc.) y trabajan juntos en la toma de alguna decisión. Asimismo, en la Escritura encontramos que había mucha participación de la congregación en las decisiones. Por eso, un líder “dictador” que toma las decisiones solo y sin contar con nadie (ya sea que se llame anciano, obispo, o pastor), no es bíblico (Hch. 1:23, 26; 6:3, 5; 15:22, 30; 2 Cor. 8:19). Asimismo la congregación no debe asumir una actitud de manipulación hacia los líderes que Dios ha puesto. En todo debe existir una buena comunicación, respeto y amor genuino.
- La Biblia enseña un liderazgo consistente en una pluralidad de ancianos, junto con un grupo de diáconos quienes trabajan como servidores en la iglesia, pero no es contrario a la pluralidad de ancianos, el tener a uno de estos ancianos sirviendo en un ministerio “pastoral”. Dios llama a algunos como pastores y a otros como maestros (así como él llamó a algunos a ser misioneros (o evangelistas) en Hch. 13:1-3 y los otorgó como dones a la Iglesia (Ef. 4:11). Por lo tanto, una iglesia puede tener muchos ancianos, pero no todos los ancianos son llamados a servir en el ministerio pastoral.

3. Obispo
- La palabra obispo viene del término griego episkopos (supervisor, que mira con diligencia). En el mundo antiguo la palabra servía para describir a alguien que cuidaba de que las cosas hechas por otros se realizaran correctamente; por ende, en la iglesia, el obispo debe ser alguien capaz de percibir necesidades, errores y peligros, y conocer, analizar y plantear estrategias y soluciones a los problemas que se presenten (empezando por su propia vida).
- El obispo es llamado por Dios por medio del Espíritu Santo, quien le pone en el ministerio pastoral para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre (Hch. 20:28). Su responsabilidad es cuidarse a sí mismo y cuidar el rebaño del Señor.
- Notemos que Pablo habla de obispos y diáconos en la iglesia de Filipos (Fil. 1:1); los obispos pastoreaban comunidades de creyentes y los diáconos eran servidores en las iglesias, los cuales estaban al lado de los pastores para ayudar y cooperar con amor y perseverancia. 
- El obispado (o el pastorado) es una labor honorable pero requiere compromiso total, fidelidad y un corazón entregado al servicio de los creyentes (1 Tim. 3:1-7).
- El obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios (Tito 1:5-16); como su función de liderazgo es tan marcada, él debe ser un ejemplo en todo.
- Toda distinción o supremacía aplicada al término obispo en tiempos posteriores a la iglesia primitiva está fuera del marco del NT ya que en ninguna parte tiene esta connotación ni se le asocia a la administración de un conjunto de iglesias en una zona.
4. Administrador
Un administrador era el encargado de las posesiones de otro; alguien que tenía oficialmente la responsabilidad sobre los siervos, la propiedad e incluso las finanzas de su señor pero nunca era el dueño de las cosas puestas en sus manos para administrarlas. Así pues, los pastores son administradores de la casa de Dios en una iglesia local pero no son dueños de la gente ni de las propiedades que se adquieran ni de los recursos materiales que se consigan. Pablo dijo a Timoteo: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:14, 15). El término administrador subraya su responsabilidad por cuidar y liderar correctamente la familia de Dios como mayordomo fiel y prudente (Lc. 12:41-48; 1 Cor. 4:1, 2). Ningún otro ministerio tiene un enfoque tan fuerte en la mayordomía de la iglesia local; esta labor le corresponde al pastor.

5. Gobernar o guiar
Si revisamos Heb. 13:7, 17, 24, se usa la palabra pastores pero en el original griego el término es jeguéomai que significa dirigir, comandar, mandar (con autoridad oficial), gobernador, guiador. Esto implica que han recibido autoridad de parte de Dios para servir como guías y administradores en la iglesia del Señor.

6. Dirigir
En 1 Cor. 12:28 Pablo enumera algunos dones entre los que se encuentra el de administrar. El término griego es kubérnesis y se usaba originalmente con referencia al piloto que gobierna un barco (Hch. 27:11), y así metafóricamente a uno que dirige o marca el rumbo a seguir. Notemos que en este texto se habla del patrón; en griego es naúkleros y significa capitán o patrón de una nave. Así pues, Cristo es el capitán (la cabeza) de la iglesia pero ha puesto hombres y mujeres en el ministerio pastoral para pilotar y dirigir pero él es quien guía el barco bajo sus órdenes y el piloto no puede ir a donde quiera ni hacer las cosas a su manera sin contar con la autoridad máxima que es el capitán, el cual tomará medidas si éste procede de forma incorrecta o pondrá a otro piloto que maneje mejor el timón.

7. Presidir
En Rom. 12:8 Pablo hablar del don de presidir que viene del griego proístemi el cual significa literalmente "estar delante", es decir, gobernar, dirigir, tomar una posición de liderazgo. Asimismo, Pablo dice: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Ts. 5:12, 13).

En la actualidad, cada iglesia o denominación tiene sus preferencias a la hora de referirse a sus líderes (unos los llaman ancianos, otros los llaman obispos), pero en la IGLESIA CRISTIANA SIÓN se opta por utilizar solo el término PASTOR ya que hace referencia a su labor de manera ilustrativa (en comparación con la labor del pastor y sus ovejas); además, es un término muy común y la gente fácilmente lo asocia a su tarea.

PARA REFLEXIONAR
- Cuando el pastor es llamado por Dios y no es simplemente un asalariado (que solo trabaja por un sueldo), Dios bendice y desarrolla una congregación saludable y por lo tanto, reproductiva.
- Una iglesia saludable no funciona con comités elegidos por la congregación sino que funciona con líderes llamados por el Espíritu Santo. Generalmente, Dios usa al pastor (líder o ministro de la palabra) para descubrirlos y presentarlos a la congregación.
- El pastor local es líder y administrador de la iglesia local. Cuando la iglesia acepta la Biblia como la Palabra inerrante de Dios, respeta este orden bíblico. Si obedecemos su palabra, seremos sumisos y obedientes, en Cristo, al que Dios ha puesto como pastor de la iglesia.
- Alguien podría preguntar; ¿Y cómo sabemos que el pastor que tenemos es llamado por Dios? No es tan difícil… Jesús dijo: “por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:15-20). Aquí el Señor se refiere a las evidencias del creyente verdadero y del creyente falso, del predicador verdadero y del predicador creyente falso; por eso es aplicable a los ministerios que Dios llamó; por ejemplo, el ministerio pastoral no consiste solo en títulos académicos, no es solo la habilidad de predicar, no es solo el carisma que posee, aunque todo esto es bueno y necesario para cumplir todas sus funciones; sin embargo, el pastorado se debe evaluar principalmente por los frutos espirituales, el buen testimonio, la constancia, la entrega, el amor, la gracia de Dios y todo lo que representa servir a Dios de verdad en el pastorado cristiano.
- El verdadero pastor llamado por Dios predica la palabra a tiempo y fuera de tiempo; sus planes, métodos y estrategias tienen resultados de parte de Dios; su vida y testimonio familiar son sanos y dignos de imitar; está dando ejemplo en el área de evangelismo y discipulado. En ello hay evidencias contundentes de su llamado divino. Además, él puede trabajar con la gente y conoce las relaciones humanas.
- El hecho que un pastor tenga estudios teológicos, que sea licenciado y ordenado al ministerio, no garantiza su efectividad pastoral. La evidencia está en las vidas que ha tocado y que está tocando. Cuando lleva un tiempo más largo en el ministerio, también es importante reconocer que en las congregaciones que haya pastoreado dejó unas bases firmes y siguen creciendo. La obra de un pastor es más evidente cuando sale de su puesto y otro liderazgo lo reemplaza en la voluntad de Dios y la iglesia sigue creciendo.
- El hecho que un pastor predique bonito, enseñe bien y que su estilo sea dinámico y apasionado, no garantiza crecimiento. Al final de todo, lo más esencial es el efecto que ha dejado en donde ha servido. Hay autoridad moral, por el ministerio desarrollado, no solo por los dones, talentos o títulos poseídos.
- Una congregación pastoreada por un verdadero ministro llamado por Dios (no solo un teólogo y elocuente orador), seguirá, honrará y obedecerá a tal líder. Y Dios premiará y multiplicará las ovejas. Cuando el ADN del ministro es totalmente cristocéntrico, donde Cristo es encarnado en la vida y en el ministerio del hombre de Dios… cuando Cristo es tangible en todo lo que decimos y hacemos como siervos de él, es cuando solo Cristo recibe la honra y gloria. El es el Buen pastor, el Gran pastor y el Príncipe de los pastores. El nos dice: “aprended de mí” (Mt. 11:29). El nos invita: “venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mt. 4:19); él nos dice: “Yo soy el buen pastor y el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn. 10:11).

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