A continuación, veamos los
términos empleados en el NT para referirse a los líderes de las iglesias
locales; el conjunto de todos ellos nos dan una idea precisa de sus funciones:
1. Anciano
- El término anciano tiene
un trasfondo judío y procede del AT. Podemos decir que este término tiene la
virtud de combinar en sí el entendimiento espiritual maduro y la experiencia
(Hch. 11:30; 20:17).
- Los “ancianos” eran un
grupo de líderes entre los israelitas desde el tiempo de los libros de Moisés
(el Pentateuco). Los encontramos tomando decisiones políticas (2 Sam. 5:3;
17:4, 15), aconsejando al rey (1 Rey. 20:7) y representando a la gente en lo
concerniente a asuntos espirituales (Éx. 7:1, 5, 6; 24:1, 9; Núm. 11:16, 24,
25). La primera traducción griega del AT (LXX) usaba la palabra presbuteros
para “anciano” Esta es la misma palabra griega usada en el NT que también es
traducida como “anciano”.
- El NT menciona varias
veces a ancianos que asumían el papel de liderazgo en la iglesia (Hch. 14:23;
15:2; 20:17; Tito 1:5; Stg. 5:14) y aparentemente cada iglesia tenía más de
uno, porque generalmente la palabra se encuentra en plural. Las únicas
excepciones es cuando se refieren a casos en los que un anciano es mencionado
en singular por alguna razón en particular (1 Tim. 5:1, 5:19). En la iglesia de
Jerusalén, ellos formaban parte del liderazgo junto con los apóstoles (Hch.
15:2-16:4).
- El Dr. Zodhiates, en su
“Diccionario Completo del Estudio de la Palabra: Nuevo Testamento” (The
Complete Word Study Dictionary: New Testament) define a este grupo de ancianos
así: “Los ancianos de las iglesias cristianas, presbíteros, a quienes estaba
encomendada la dirección y gobierno de las iglesias individuales, igual que
episkopos, supervisores, obispos (Hch. 11:30; 1 Tim. 5:17)”. De esta manera,
Zodhiates iguala a un “anciano” con un supervisor u obispo (como se traduce
episkopos). Él ve el término “anciano” como una referencia a la dignidad del
ministerio, mientras que obispo o supervisor indica su autoridad y deberes (1
Ped. 2:25; 5:1, 2, 4). Él nota que en Fil. 1:1, Pablo saluda a los obispos y
diáconos, pero no menciona a los ancianos (porque los ancianos son los mismos
obispos). De manera similar 1 Tim. 3:2, 8 menciona los requisitos para los
obispos y diáconos, pero no para los ancianos por la misma razón. En Tito 1:5,
7 Pablo también parece vincular estos dos términos en uno solo.
- Cuando se habla de
presbiterio se refiere a un cuerpo de ancianos que ejercían un liderazgo en
iglesias locales. Notemos que en la iglesia primitiva hubo un orden de
funciones y escalas de autoridad espiritual (que no implican superioridad sino
un orden y dones para presidir y administrar); por ejemplo, en la iglesia de
Antioquía hubo varios ministerios y Dios llamó a Bernabé y a Saulo (Pablo) a
predicar el evangelio en diferentes lugares (Hch. 13:1-3) y abrieron iglesias y
ellos “constituyeron ancianos en cada
iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían
creído” (Hch. 14:23). Luego Pabló delegó en otros líderes esta facultad de
establecer ancianos en diferentes lugares según la necesidad (Tito 1:5).
- Hoy en día, Dios llama
hombres y mujeres, y en la medida que van dando frutos y tienen el reconocimiento
de la iglesia del Señor, ellos son guiados por Dios a seleccionar a otros
hermanos y hermanas en la fe a fin de asignarles tareas y funciones de acuerdo
a los dones que perciben en ellos.
- Aquí vemos la importancia
del orden en cada congregación porque se establecieron personas idóneas para
administrar y presidir; obviamente, es Dios quien llama, confirma, capacita,
envía y respalda a quien pone en una iglesia como anciano pero él usa a otros
creyentes para dar reconocimiento, apoyo y estímulo.
- En síntesis, el término
anciano apunta a personas que tienen una experiencia, una madurez y un
testimonio digno para asumir la función de administrar una iglesia local; no
deben ser personas inmaduras en la fe y sin una preparación espiritual y
doctrinal porque esto traerá descrédito y muchos problemas a la obra. En cuanto
a la edad, no se podría decir que tengan que ser personas mayores o ancianas en
el sentido literal, pero tampoco deben ser demasiado jóvenes y sin madurez
psicológica, física y espiritual. En cuanto a esto, Pablo dice que el obispo
(sinónimo de anciano) no debe ser un neófito (1 Tim. 3:6) porque si se envanece
(se ciega, se enorgullece y actúa de forma inadecuada), cae en la condenación
del diablo (es engañado por el diablo y esto afecta a otros creyentes). La
palabra neófito viene del griego neófutos que significa “plantado
recientemente” o “nueva planta”; el simbolismo apunta a una persona que no
tiene madurez, que es inexperta, que no tiene la fuerza espiritual, emocional y
psicológica para asumir las responsabilidades que implica la tarea pastoral. En
otras palabras, el obrero debe tener una edad adecuada, una conciencia clara de
la vida, una conducta acorde con su llamado y un tiempo de conversión
suficiente en el cual tenga una formación espiritual, doctrinal y ministerial
integral. Obviamente, Dios puede llamar a obreros jóvenes pero como iglesia
tenemos la responsabilidad de darles una preparación suficiente antes de
asignarles un ministerio pastoral de parte de Dios.
- Veamos que en la iglesia
primitiva hubo un orden ejemplar en cuanto a la unidad y cada ministerio tenía
su participación en las decisiones importantes que debían tomarse; entre ellos,
los apóstoles, los ancianos y los hermanos en la fe eran tenidos en cuenta
(Hch. 15:1-29). Lo hermoso es que el Espíritu Santo eran quien guiaba a todos
porque buscaban su dirección y la Escritura era el manual primordial que
confirmaba la verdad doctrinal y la voluntad de Dios (Hch. 15:28). Ellos se
reunían, dialogaban, analizaban situaciones y buscaban un acuerdo, pero por
delante de todo estaba el Espíritu Santo y la Escritura.
- Los ancianos estaban
llamados a gobernar (1 Tim. 5:17). Gobernar es sinónimo de presidir,
administrar y representar a los creyentes que estaban bajo su cuidado y liderazgo.
Es una posición de autoridad espiritual pero no debe convertirse en
autoritarismo porque la autoridad espiritual no se impone sino que se ejerce
con la gracia de Dios, con el ejemplo, con el amor práctico y con una actitud
de respeto y humildad, sin perder la seriedad, el celo por la palabra de Dios y
el llamado a corregir, amonestar, aconsejar y servir con alegría a los
creyentes.
- Ellos debían ejercer bien
su ministerio (1 Tim. 5:17), con excelencia, con integridad, con paciencia, con
resultados, con propósitos y con el respaldo de Dios.
- Si ejercían bien el
ministerio pastoral (1 Tim. 5:17), merecían el reconocimiento, la estima, el
afecto y el respeto de los creyentes. A partir de este texto, se puede deducir
que no todos los ancianos predicaban y enseñaban en las iglesias del NT;
algunos se encargaban de la visitación o de otras actividades de la iglesia.
Aquí es cuando se piensa que había un cuerpo de ancianos o presbiterio que
asumía diferentes funciones.
- Pablo dice que deben ser
tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y
enseñar (1 Tim. 5:17). Este texto apunta a dos aspectos: a) el apoyo moral,
espiritual y humano que necesitan porque se cansan, se desalientan, se
enferman, tienen problemas como cualquier ser humano, se equivocan, etc.; b) el
apoyo material y económico que necesitan porque comen, visten, tienen gastos,
familia, etc. En este sentido, en el v. 18 Pablo cita varias escrituras
inspiradas por Dios, hablando del sostenimiento material del buey (Dt. 25:4) y
del obrero (Lc. 10:7) que trabajan y son dignos de un salario. Ahora bien, el
obrero cristiano o pastor no debe exigir a los creyentes dinero por su
ministerio; de igual forma, ningún ministerio debe presionar a las personas
para recibir dinero a cambio de su servicio; además, la Biblia en el NT es
clara para no exigir diezmos porque solo aplicaron a la Ley de Moisés para el
pueblo de Israel. Lo que sí establece el NT es la ofrenda como un aporte
voluntario que sirve para apoyar las necesidades de la iglesia, los programas
de educación, la obra social y el sostenimiento del pastor cristiano. La Biblia
en sí no define porcentajes para la distribución de los ingresos pero cada
iglesia y cada ministerio deben ponerse de acuerdo y estipular cómo administrar
los recursos que tienen.
- En cuanto a las faltas
que cometan los ancianos, Pablo establece el principio que Dios enseñó en el AT
como una regla de conducta justa, en la cual se requieren dos o tres testigos
para confirmar una acusación en temas morales y de comportamiento del ministro
(Dt. 17:6; 1 Tim. 5:19).
- Pedro se reconoció como
un anciano en el sentido espiritual y se puso al nivel de otros ancianos, no
por encima de ellos (1 Ped. 5:1-4). Les aconsejó cómo ejercer su función y les
habló de la recompensa de su ministerio.
2. Pastor
- En Ef. 4:11 dice: “Y él
mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros pastores y maestros”. Muchos asocian los dos términos de “pastores y
maestros” como referencia a un solo individuo que tiene ambas características
pero no todos los maestros tienen un carácter de pastor ni todos los pastores
tienen un carácter de maestro aunque todos los pastores deberían esforzarse a
estudiar la Biblia y enseñarla de forma integral a sus oyentes. En el griego,
éste es el único pasaje donde se usa la palabra poimen para referirse al
pastor.
- El concepto del pastor
hace referencia a un líder humano y destaca la idea de provisión de alimento y
cuidado, a la vez que enfatiza el carácter y el cuidado amoroso de las personas
puestas bajo su responsabilidad (Ef. 4:11; Jn. 21:16; 1 Ped. 5:2). Por tanto,
su mayor reto es hablar la palabra de Dios y modelar una vida ejemplar de
manera que los creyentes consideren el resultado de su conducta e imiten su fe
(Heb. 13:7). Ningún hombre es perfecto ni infalible pero el buen testimonio de
un verdadero seguidor de Cristo, la fidelidad a Dios demostrada en el tiempo y
la constancia en el servicio son el resultado de una conducta que agrada a
Dios. Humanamente, todos los pastores cometen errores pero si tenemos un pastor
al frente, debemos mirar en perspectiva si el resultado de su conducta y su fe
nos inspiran a imitarlos o de lo contrario, su vida no refleja una vocación
digna del evangelio (o Dios no lo llamó o él comenzó bien y con el tiempo se
descuidó y dio lugar a motivaciones incorrectas, desviándose de la obediencia a
la voluntad de Dios).
- El NT nos presenta al
pastor como el encargado de apacentar, capacitar y guiar la grey, donde Dios lo
ha puesto como el líder. Por ejemplo, los pastores tenían a cargo
congregaciones en diferentes lugares (Heb. 13:24).
- Al leer el NT es posible
pensar en una pluralidad de ancianos (o líderes en las iglesias), pero esto no
niega que Dios dote a algunos ancianos en particular con el don de la
enseñanza, mientras que a otros le dote con el don de la administración (Rom.
12:3-8; Ef. 4:11); de igual forma, Dios los llama al ministerio en el cual
ellos utilizarán dichos dones (Hch. 13:1). Por tanto, un anciano puede ejercer como
“pastor”; otro puede hacer la mayoría de las visitas a los miembros, porque
tiene este don; otro puede “dirigir” en el sentido de manejar los detalles
organizacionales, etc. Muchas iglesias que están organizadas con la
administración de un pastor y un diácono, realizan las funciones de una
pluralidad de ancianos, en cuanto a que ellos comparten la carga del ministerio
(con diáconos enseñando en las clases de niños o jóvenes, etc.) y trabajan
juntos en la toma de alguna decisión. Asimismo, en la Escritura encontramos que
había mucha participación de la congregación en las decisiones. Por eso, un
líder “dictador” que toma las decisiones solo y sin contar con nadie (ya sea
que se llame anciano, obispo, o pastor), no es bíblico (Hch. 1:23, 26; 6:3, 5;
15:22, 30; 2 Cor. 8:19). Asimismo la congregación no debe asumir una actitud de
manipulación hacia los líderes que Dios ha puesto. En todo debe existir una
buena comunicación, respeto y amor genuino.
- La Biblia enseña un
liderazgo consistente en una pluralidad de ancianos, junto con un grupo de
diáconos quienes trabajan como servidores en la iglesia, pero no es contrario a
la pluralidad de ancianos, el tener a uno de estos ancianos sirviendo en un
ministerio “pastoral”. Dios llama a algunos como pastores y a otros como
maestros (así como él llamó a algunos a ser misioneros (o evangelistas) en Hch.
13:1-3 y los otorgó como dones a la Iglesia (Ef. 4:11). Por lo tanto, una
iglesia puede tener muchos ancianos, pero no todos los ancianos son llamados a
servir en el ministerio pastoral.
3. Obispo
- La palabra obispo viene
del término griego episkopos (supervisor, que mira con diligencia). En el mundo
antiguo la palabra servía para describir a alguien que cuidaba de que las cosas
hechas por otros se realizaran correctamente; por ende, en la iglesia, el
obispo debe ser alguien capaz de percibir necesidades, errores y peligros, y
conocer, analizar y plantear estrategias y soluciones a los problemas que se
presenten (empezando por su propia vida).
- El obispo es llamado por
Dios por medio del Espíritu Santo, quien le pone en el ministerio pastoral para
apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre (Hch.
20:28). Su responsabilidad es cuidarse a sí mismo y cuidar el rebaño del Señor.
- Notemos que Pablo habla
de obispos y diáconos en la iglesia de Filipos (Fil. 1:1); los obispos
pastoreaban comunidades de creyentes y los diáconos eran servidores en las
iglesias, los cuales estaban al lado de los pastores para ayudar y cooperar con
amor y perseverancia.
- El obispado (o el
pastorado) es una labor honorable pero requiere compromiso total, fidelidad y
un corazón entregado al servicio de los creyentes (1 Tim. 3:1-7).
- El obispo debe ser
irreprensible como administrador de Dios (Tito 1:5-16); como su función de
liderazgo es tan marcada, él debe ser un ejemplo en todo.
- Toda distinción o
supremacía aplicada al término obispo en tiempos posteriores a la iglesia
primitiva está fuera del marco del NT ya que en ninguna parte tiene esta
connotación ni se le asocia a la administración de un conjunto de iglesias en
una zona.
4. Administrador
Un administrador era el
encargado de las posesiones de otro; alguien que tenía oficialmente la
responsabilidad sobre los siervos, la propiedad e incluso las finanzas de su
señor pero nunca era el dueño de las cosas puestas en sus manos para
administrarlas. Así pues, los pastores son administradores de la casa de Dios
en una iglesia local pero no son dueños de la gente ni de las propiedades que
se adquieran ni de los recursos materiales que se consigan. Pablo dijo a
Timoteo: “Esto te escribo, aunque tengo
la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:14, 15). El término administrador subraya
su responsabilidad por cuidar y liderar correctamente la familia de Dios como
mayordomo fiel y prudente (Lc. 12:41-48; 1 Cor. 4:1, 2). Ningún otro ministerio
tiene un enfoque tan fuerte en la mayordomía de la iglesia local; esta labor le
corresponde al pastor.
5. Gobernar o guiar
Si revisamos Heb. 13:7, 17,
24, se usa la palabra pastores pero en el original griego el término es
jeguéomai que significa dirigir, comandar, mandar (con autoridad oficial),
gobernador, guiador. Esto implica que han recibido autoridad de parte de Dios
para servir como guías y administradores en la iglesia del Señor.
6. Dirigir
En 1 Cor. 12:28 Pablo
enumera algunos dones entre los que se encuentra el de administrar. El término
griego es kubérnesis y se usaba originalmente con referencia al piloto que
gobierna un barco (Hch. 27:11), y así metafóricamente a uno que dirige o marca
el rumbo a seguir. Notemos que en este texto se habla del patrón; en griego es
naúkleros y significa capitán o patrón de una nave. Así pues, Cristo es el
capitán (la cabeza) de la iglesia pero ha puesto hombres y mujeres en el
ministerio pastoral para pilotar y dirigir pero él es quien guía el barco bajo
sus órdenes y el piloto no puede ir a donde quiera ni hacer las cosas a su
manera sin contar con la autoridad máxima que es el capitán, el cual tomará
medidas si éste procede de forma incorrecta o pondrá a otro piloto que maneje
mejor el timón.
7. Presidir
En Rom. 12:8 Pablo hablar
del don de presidir que viene del griego proístemi el cual significa
literalmente "estar delante", es decir, gobernar, dirigir, tomar una
posición de liderazgo. Asimismo, Pablo dice: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre
vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha
estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Ts. 5:12,
13).
En la actualidad, cada
iglesia o denominación tiene sus preferencias a la hora de referirse a sus
líderes (unos los llaman ancianos, otros los llaman obispos), pero en la
IGLESIA CRISTIANA SIÓN se opta por utilizar solo el término PASTOR ya que hace
referencia a su labor de manera ilustrativa (en comparación con la labor del
pastor y sus ovejas); además, es un término muy común y la gente fácilmente lo
asocia a su tarea.
PARA REFLEXIONAR
- Cuando el pastor es
llamado por Dios y no es simplemente un asalariado (que solo trabaja por un
sueldo), Dios bendice y desarrolla una congregación saludable y por lo tanto,
reproductiva.
- Una iglesia saludable no
funciona con comités elegidos por la congregación sino que funciona con líderes
llamados por el Espíritu Santo. Generalmente, Dios usa al pastor (líder o
ministro de la palabra) para descubrirlos y presentarlos a la congregación.
- El pastor local es líder
y administrador de la iglesia local. Cuando la iglesia acepta la Biblia como la
Palabra inerrante de Dios, respeta este orden bíblico. Si obedecemos su
palabra, seremos sumisos y obedientes, en Cristo, al que Dios ha puesto como
pastor de la iglesia.
- Alguien podría preguntar;
¿Y cómo sabemos que el pastor que tenemos es llamado por Dios? No es tan
difícil… Jesús dijo: “por sus frutos los
conoceréis” (Mt. 7:15-20). Aquí el Señor se refiere a las evidencias del
creyente verdadero y del creyente falso, del predicador verdadero y del
predicador creyente falso; por eso es aplicable a los ministerios que Dios
llamó; por ejemplo, el ministerio pastoral no consiste solo en títulos
académicos, no es solo la habilidad de predicar, no es solo el carisma que
posee, aunque todo esto es bueno y necesario para cumplir todas sus funciones;
sin embargo, el pastorado se debe evaluar principalmente por los frutos
espirituales, el buen testimonio, la constancia, la entrega, el amor, la gracia
de Dios y todo lo que representa servir a Dios de verdad en el pastorado
cristiano.
- El verdadero pastor
llamado por Dios predica la palabra a tiempo y fuera de tiempo; sus planes,
métodos y estrategias tienen resultados de parte de Dios; su vida y testimonio
familiar son sanos y dignos de imitar; está dando ejemplo en el área de
evangelismo y discipulado. En ello hay evidencias contundentes de su llamado
divino. Además, él puede trabajar con la gente y conoce las relaciones humanas.
- El hecho que un pastor
tenga estudios teológicos, que sea licenciado y ordenado al ministerio, no
garantiza su efectividad pastoral. La evidencia está en las vidas que ha tocado
y que está tocando. Cuando lleva un tiempo más largo en el ministerio, también
es importante reconocer que en las congregaciones que haya pastoreado dejó unas
bases firmes y siguen creciendo. La obra de un pastor es más evidente cuando
sale de su puesto y otro liderazgo lo reemplaza en la voluntad de Dios y la
iglesia sigue creciendo.
- El hecho que un pastor
predique bonito, enseñe bien y que su estilo sea dinámico y apasionado, no
garantiza crecimiento. Al final de todo, lo más esencial es el efecto que ha
dejado en donde ha servido. Hay autoridad moral, por el ministerio
desarrollado, no solo por los dones, talentos o títulos poseídos.
- Una congregación
pastoreada por un verdadero ministro llamado por Dios (no solo un teólogo y
elocuente orador), seguirá, honrará y obedecerá a tal líder. Y Dios premiará y
multiplicará las ovejas. Cuando el ADN del ministro es totalmente
cristocéntrico, donde Cristo es encarnado en la vida y en el ministerio del
hombre de Dios… cuando Cristo es tangible en todo lo que decimos y hacemos como
siervos de él, es cuando solo Cristo recibe la honra y gloria. El es el Buen
pastor, el Gran pastor y el Príncipe de los pastores. El nos dice: “aprended de mí” (Mt. 11:29). El nos
invita: “venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres” (Mt. 4:19); él nos dice: “Yo soy el buen pastor y el buen pastor su vida da por las ovejas”
(Jn. 10:11).
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