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domingo, 5 de octubre de 2014

Beneficios del estudio de la Biblia Parte IV


Un individuo se beneficia espiritualmente, cuando la Palabra hace que practique lo opuesto al pecado. “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Jn. 3:4). Entonces, existen dos voces que nos hablan constantemente… Dios dice a través de su Palabra: «Harás esto», pero el pecado dice: «No harás esto»; Dios dice: «No harás esto», pero el pecado dice: «Haz esto». Así pues, el pecado es una rebelión contra Dios; por tanto, está en nosotros la decisión de seguir «por nuestro propio camino» (Is. 53:6) que nos conduce siempre a la perdición… o de tomar el camino de Dios (mediante la obediencia a su Palabra), el cual nos conduce siempre a la vida eterna.

Tengamos presente que el pecado es una decisión voluntaria y libre en rebelión contra Dios, porque nadie nos obliga a pecar; somos nosotros los únicos responsables. Por otra parte, lo opuesto a pecar contra Dios es el obedecer de forma honesta su Ley. Así, el practicar lo opuesto al pecado es andar en el camino de la obediencia. Esta es otra razón principal por la que se nos dieron las Escrituras: para dar a conocer el camino que es agradable a Dios. Las Sagradas Escrituras son provechosas no solo para reprender y corregir, sino también para «instruir en justicia» a fin de que el creyente sea perfeccionado según la voluntad de Dios.

Aquí pues, hay otra regla importante por la que podemos ponernos a prueba nosotros mismos. ¿Son mis pensamientos formados, mi corazón controlado, y mis caminos regulados por la Palabra de Dios? Esto es lo que el Señor requiere: “Sed hacedores de la palabra, no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Stg. 1:22). Es así que se expresa la gratitud y afecto a Cristo; él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). Para esto es necesario la ayuda divina. El salmista oró: “Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad” (Sal. 119:35). No solo necesitamos luz para conocer el camino, sino voluntad de corazón para andar en él. Es necesario tener dirección a causa de la ceguera de nuestras mentes y de la corrupción de nuestro corazón humano (Jer. 17:9); y los recursos divinos de su gracia son necesarios a causa de la flaqueza de nuestros corazones.

NO BASTARÁ PARA HACER NUESTRO DEBER EL TENER UNA NOCIÓN ESTRICTA DE LAS VERDADES, A MENOS QUE LAS ABRACEMOS Y LAS SIGAMOS.

Notemos que es «el camino de tus mandamientos»: no un camino a escoger, sino uno que está definitivamente marcado por Dios; no una «carretera» pública (según la medida humana), sino un «camino» particular (según la medida de Dios).

En resumen, podrías preguntarte lo siguiente:

AL ESTUDIAR LA BIBLIA…

- ¿Te has hecho más humilde, o más orgulloso del conocimiento que has adquirido?
- ¿Te has sentido superior a los demás debido a tu conocimiento bíblico, o has sido conducido a tomar una posición más humilde delante de Dios?
- ¿Te ha producido un aborrecimiento más profundo del pecado y te has visto a ti mismo como la Biblia dice, o te has hecho más flexible al juzgar el bien y el mal, justificando el pecado?
- ¿Cuando le has enseñado a alguien sobre la Biblia, las personas dicen: desearía tener el «conocimiento» de la Biblia que tiene el que me ha instruido… o las personas le dicen a Dios: ayúdame a ser más como el que me ha instruido, porque realmente es un ejemplo y un testimonio de fe, amor, justicia y verdad?

Pablo le dijo a Timoteo: “entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Tim. 4:14) y luego le dijo: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Tim. 4:15). Es bueno leer, estudiar y enseñar la Palabra de Dios, pero lo más importante es permitir que ella nos transforme y haga de nosotros un reflejo de la imagen de Dios en la tierra para que la gente que nos rodea se beneficie de nuestros frutos espirituales para la gloria de Dios, y no que seamos tropiezo para otros que quieren seguir a Jesús.

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