k. La ordenación de un
ministerio
Cada ministerio implica un
llamado de parte de Dios, un proceso de formación espiritual y humano, un
privilegio de servir a Dios y a las personas, y una responsabilidad ante él y
ante los hombres. La ordenación que se realice en la iglesia local marca un reconocimiento
público del llamado y de la vocación de un ministerio; la ordenación marca solo
el principio de un proceso de educación, entrenamiento y discipulado en los
temas que requiera el ministerio a fin de prepararse mejor; por ende, deben
exigirse requisitos bíblicos y espirituales a quienes son candidatos a
participar de un ministerio.
Para ser considerado para
la ordenación a cualquier ministerio:
- El candidato tiene que
dar un testimonio claro y genuino de su conversión a Cristo. El creyente ha
tenido un encuentro con Dios y ha pasado de la condición de estar “perdido en
pecado” a una condición de “salvo por gracia” mediante la fe en Jesucristo.
Obviamente, su fe debe estar demostrada por un momento de convicción,
arrepentimiento y decisión, dando evidencia de una vida nueva en Cristo y
bautizándose en las aguas por obediencia a Cristo.
- El candidato debe ser
primero un miembro en plena comunión de la iglesia, comprometido con Cristo y
con la visión y la doctrina bíblica que la iglesia local posee; de lo
contrario, ¿cómo podrá ser representante de Cristo en su servicio si no ha
demostrado su fidelidad a él? Y ¿cómo podrá ser representante de la iglesia con
la cual dice identificarse si no está de acuerdo con los principios que la
iglesia cree, practica, proclama y defiende?
- El candidato tiene que
dar un testimonio comprensible y convincente de su llamamiento al ministerio.
Debe tener absoluta seguridad de haber recibido dirección del Espíritu Santo,
debe tener experiencias de vida que confirmen su llamamiento, debe demostrar un
compromiso serio y una conciencia clara de la responsabilidad requerida para
cumplir con el ministerio.
- El candidato debe contar
con el apoyo del liderazgo de la iglesia local y de hermanos de buen testimonio
y madurez en Cristo que conocen su vida y su caminar con Dios.
- El candidato debe enfocar
su llamamiento a los servicios que la iglesia local puede apoyar en principio y
práctica; por ejemplo, colaborador, ayudante en diferentes áreas, portero,
contador, tesorero, educador cristiano de niños, adolescentes, jóvenes o
adultos, visitador, evangelista, misionero, consejero cristiano, diácono,
músico, cantor, líder, pastor, entre otros. Hay que estar dispuesto a servir en
las actividades más sencillas como en las que representen mayor responsabilidad
o complejidad. Aquí se prueban las verdaderas motivaciones de los creyentes que
quieren servir.
- El candidato tiene que
haber recibido una preparación bíblica, espiritual y humana, en conjunto con
una experiencia suficiente en el área de su ministerio.
- El candidato debe tener
una disposición continua para seguir educándose y perfeccionándose para el
ministerio, estudiando la Palabra de Dios y valiosa literatura cristiana que
realmente le puede enriquecer en todos los aspectos del ministerio. Si usted
habla de Dios y sirve en su reino, es necesario que conozca íntimamente su
Palabra. Hay que meditar en ella a diario para conocer al Maestro y poder
compartir su mensaje a este mundo. Guarde la palabra en su corazón para no pecar
contra Dios.
En todos estos aspectos, es
responsabilidad de la iglesia local y del liderazgo, el construir todos los
espacios de formación necesarios para cada ministerio; además, debe
seleccionar, adquirir, preparar y ofrecer todas las herramientas, libros y
materiales didácticos que contribuyan a la excelencia ministerial. Así pues,
cada ministerio debe formar una biblioteca de literatura cristiana que incluya
comentarios bíblicos y libros de teología.
El propósito de esta serie
de libros sobre Principios y doctrinas de la Biblia y las series que hacen
parte de la formación espiritual y ministerial en la IGLESIA CRISTIANA SIÓN es
aportar todos los recursos posibles para edificación de la Iglesia de Cristo.
PARA REFLEXIONAR
- A través de su ministerio
futuro, acuérdese siempre de su deseo de servir a Dios. Ese es el motivo más
puro y noble que le puede sostener en los tiempos difíciles y usted debe
guardar ese principio como la medida de su ministerio. Ame el ministerio que
Dios le ha encomendado. Dios le puede llevar por caminos y experiencias no
previstas ni imaginadas. Servimos un día a la vez, muchas veces sin entender
los propósitos de Dios, ni entender el impacto que tenemos en las vidas de
otros, pero llegará el día en que podremos mirar hacia atrás y ver que sí hemos
logrado algo de valor. Sienta satisfacción de sus logros, porque fueron
bendecidos por Dios. Ame su ministerio, porque Dios está en ello.
- Dios en su infinita
sabiduría sabe por qué le ha llamado al ministerio. Quizá usted no puede
entender la razón, pero Dios le escogió antes de que naciera. Quizás su vida ha
sido difícil, y usted ha sufrido carencias, desprecios, adversidades, abusos o
maltratos. En todo eso Dios nunca se olvidó de usted, y le ha amado, y ahora le
ha llamado a ser un instrumento de honra y bendición en su reino.
- Si Dios le ama y le
valora tanto, usted mismo debe quererse y cuidarse. Ámese a sí mismo para que
cuando usted cumpla el mandato "de amar a tu prójimo como a ti
mismo", realmente tenga sentimientos valiosos que dar. No importa si en su
pasado hubo derrotas, errores o pecados. Dios le ha perdonado y ahora le ha
apartado para su servicio. Ame su ministerio porque es señal de que Dios le ha
santificado.
- Las personas que ya hacen
parte activa del ministerio deben reconocer, valorar, apoyar y estimular la
ordenación de otros compañeros y compañeras en el ministerio; debemos evitar
los celos ministeriales y rechazar la rivalidad y la competencia. El equipo
ministerial debe procurar siempre la unidad, la cooperación y el respeto mutuo
porque todos servimos al mismo Dios y debemos trabajar en su reino con los
mismos propósitos: seguir a Cristo de corazón, llevar el evangelio y hacer
discípulos a todas las naciones.
- Dios cree en usted y en
su ministerio, pero es necesario dar testimonio al mundo y a la sociedad
efectivamente. Con ese fin la iglesia local le ha otorgado un Certificado de
Ordenación o una licencia ministerial. Son distinciones humanas, pero Dios las
puede usar para respaldar su ministerio ante la gente.
- Si en algún momento se
establece el uso de un carnet de identificación para eventos o para actividades
que así lo requieran, tengamos a mano este documento y hagamos un uso adecuado
del mismo, con humildad y respeto hacia los demás. Sin embargo, no se
acostumbra presentar credenciales sin que otro lo pida porque esto puede
reflejar una actitud prepotente, un deseo de reconocimiento o inmadurez e
inexperiencia en el ministerio.
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