l. ¿Cómo empezar un ministerio en general?
- Considere sus habilidades
naturales, sus talentos desarrollados, su educación y experiencia de vida, y
los dones que Dios le ha concedido. Esté atento al Espíritu de Dios en cuanto
al primer ministerio que quiere que usted desempeñe. A través de su ministerio
usted posiblemente va a servir a Dios y a las personas en muchas maneras. Por
eso estudie y profundice los recursos existentes relacionados con su ministerio
y ponga en práctica lo aprendido.
- Quisiéramos que todo el
mundo respetara nuestro ministerio, pero igual como la gente rechazó el mensaje
de Cristo, y aún al Salvador mismo, usted también experimentará el desprecio
del mundo (esto es parte del costo de servir a Cristo). Lo más común es que las
personas más cercanas (familiares,
hermanos en la fe y amigos) no entiendan lo que quiere hacer y no apoyen
sus esfuerzos. En esos momentos, acuérdese que usted fue llamado por Dios a
servir y que no lo llamó el hombre. Póngase a trabajar; póngase a ministrar, y
no deje que nadie le detenga ni le desanime. Con el tiempo, ellos verán los
frutos de su ministerio (vidas tocadas y transformadas, bendiciones
espirituales y materiales, crecimiento y desarrollo).
- Acepte la crítica con
gracia (de donde venga) y reconozca que necesita que lo corrijan, que lo orienten,
le enseñen, le cierren la puerta (todo esto nos ayuda a crecer); en ocasiones,
la crítica puede venir de parte de otros ministros que no comparten su visión
pero Dios pondrá siempre a su lado personas que compartan sus experiencias en
el servicio; por tanto, júntese con personas positivas que sirven a Dios con
integridad, buen testimonio, sana doctrina y con gozo.
- Si hemos de ser
criticados, que sea por hacer el bien, y no el mal. Si usted es criticado sin
justa causa, Dios conoce su sinceridad; es a Dios a quien tenemos que rendir
cuentas por nuestro ministerio. Los que nos aman y nos conocen entenderán
nuestro deseo de servir a Dios. La vida es demasiado corta como para perder el
tiempo sufriendo por las malas actitudes de otros. Manos a la obra. Tome la
crítica como señal de que su ministerio es efectivo, sabiendo que usted marcha
en el poder de Dios. Nada le puede detener. Por eso, ame su ministerio porque
Dios es poderoso para bendecir a muchas personas a través de él.
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