b. ¿Cómo fue el sostenimiento financiero del
ministerio de Cristo y de la iglesia del primer siglo en el N.T.?
Mientras que el
A.T. no contiene ningún argumento convincente que demuestre que el diezmo
continúa en el Nuevo Pacto, los defensores del diezmo plantean diversos
argumentos y usan versículos fuera de contexto en el N.T.
Debemos
reconocer que el N.T. es la autoridad final para la fe y la práctica de los
cristianos; por ende, si el N.T. contiene un mandato para los cristianos de dar
el diezmo, entonces los cristianos deben diezmar pero si no lo tiene, entonces
la conclusión final debe ser que el diezmo ya no aplica para la Iglesia de
Cristo y si alguien lo quiere aplicar mediante argumentos humanos (no bíblicos)
está malinterpretando las Escrituras.
Así pues, solo
podemos tener dos posiciones: o estamos a favor del diezmo en el Nuevo Pacto
(sea voluntario u obligatorio) o estamos en contra del diezmo en el Nuevo
Pacto.
En este capítulo
miraremos si el Señor Jesucristo, los apóstoles o la iglesia del N.T. ratifican
el diezmo o si nos muestran algo diferente con respecto al sostenimiento
financiero de la Iglesia y de los ministerios que él llama.
Para lograr este
objetivo se exponen los siguientes tópicos:
- No hay un solo
pasaje del N.T. que confirme si el mismo Señor Jesucristo recibió el diezmo;
además, si vamos a la Ley de Moisés y a la genealogía de Cristo, a él no le
correspondía porque no era de la tribu de Leví sino de la tribu de Judá.
“Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la
tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio” (Heb. 7:14).
Lo mismo
podríamos decir de los apóstoles y de todas las iglesias que se mencionan en el
N.T.; ninguno de los apóstoles, predicadores, pastores o ministros del N.T.
enseñó ni cobró el diezmo porque no eran levitas ni estaban autorizados para
ello; por estos motivos, el diezmo no aplica para la Iglesia sino exclusivamente
para el pueblo de Israel, según el Antiguo Pacto.
- Los defensores
del diezmo pueden decir: “Jesús nunca fue acusado de no dar el diezmo que se
estableció en la Ley de Moisés. Los fariseos resistían comer con un transgresor
de la Ley, incluyendo a alguien que no diezmara. Dado que los fariseos comieron
con Jesús, esto demuestra que él no transgredía la ley del diezmo. Puesto que
Jesús diezmó, así también deben hacer los cristianos”.
Esta es una
deducción llena de especulación e imaginación humana pero no tiene ningún
respaldo bíblico. Es cierto que Jesús nunca fue acusado de ser un transgresor
de la Ley en lo que se refiere a los diezmos; sin embargo, algunos aspectos de
la definición del diezmo bajo la ley mosaica se deben recordar: primero, el
diezmo completo era del 23% al año, y en segundo lugar, solo se diezmaba de los
cultivos en Israel y del ganado. Entonces, si Jesús diezmó, es necesario
recordar que pagó cerca del 23% y no el 10%. Si este argumento es válido,
entonces los cristianos de hoy también deben pagar el 23% cada año, y no solo
el 10%.
Si estudiamos
bien la Biblia, Jesús solo estaría obligado a pagar el diezmo de las cosechas y
el ganado pero ¿cuál era la profesión de Jesús? Jesús era un carpintero (o
constructor), quien trabajó con madera y con otros materiales. La Biblia no
dice si él trabajó en la agricultura, con cultivos o ganado pero sí nos muestra
su oficio. Por lo tanto, basándonos exclusivamente en lo que dice la Biblia y
no es suposiciones ficticias, cualquier ingreso que Jesús recibió de este
trabajo no estaría sujeto al diezmo. En la Ley, varias profesiones y varios
tipos de personas no tenían que pagar el diezmo de sus ingresos, incluidos los
artesanos, los pescadores, los comerciantes, los sacerdotes y los pobres (que
no poseían tierras ni animales), porque en la Ley estaban exentos de diezmos.
En síntesis, los
fariseos habrían comido con alguien de la profesión de Jesús sin tener que
preocuparse acerca de su práctica del diezmo ya que normalmente no habría
participado del diezmo por su profesión. En otras palabras, la ausencia de una
acusación escrita en el N.T. contra Jesús en cuanto a pagar diezmos es
irrelevante e innecesaria para especular acerca del tema.
Por otra parte,
la profesión de varios de los discípulos de Jesús también estaba excluida de
los diezmos porque algunos eran pescadores y tenían diversas profesiones; si
solo se dedicaron a la pesca, al recaudo de impuestos o a otros oficios aparte
de la agricultura y la ganadería, entonces tenemos que asegurar por la Biblia
que tampoco pagaban diezmos porque la Ley así lo define. Es más, no hay un solo
versículo del N.T. que evidencie que al menos uno de los discípulos diezmara.
- La declaración
que el diezmo sigue vigente “después de la Ley” no es cierta ni está basada en
una interpretación acertada de la Biblia. Parte del error viene por no
considerar cuándo terminó el Antiguo Pacto y cuando empezó el Nuevo Pacto.
Cuando Cristo se refirió al diezmo, la Ley todavía estaba en efecto. No terminó
hasta que él murió en la cruz. Jesús vivió durante la Ley y hablaba al pueblo
que estaba bajo la Ley.
En cuanto al diezmo,
la Biblia muestra tres versículos en los que Jesús mencionó este tema en el
N.T. pero siempre están relacionados con los judíos y con la ley mosaica (nunca
están relacionados con sus discípulos o con la Iglesia) y esto será probado
ampliamente a continuación.
Miremos primero
dos de estas citas bíblicas (aunque realmente son dos relatos del mismo suceso)
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de
la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin
dejar de hacer aquello” (Mt. 23:23).
“Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la
menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de
Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello” (Lc.
11:42).
Note a quiénes
habló Jesús. El habló a JUDÍOS SUJETOS A LA LEY que estaban todavía bajo el
ANTIGUO PACTO (porque el Nuevo Pacto no empezó hasta que Jesús murió y
resucitó). Entonces lo que Jesús dijo fue correcto para ellos, pero no aplica
para la Iglesia de Cristo (ni en el primer siglo ni en ninguna otra época).
Los promotores
del diezmo toman la frase: “Esto era
necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” pero ni siquiera este pasaje permite una
aplicación a los cristianos del Nuevo Pacto.
En estos dos
relatos de la Biblia, Jesús reconoció que los fariseos diezmaban porque debían
hacerlo como judíos en el contexto de la Ley. El describió cómo ellos diezmaban
hasta la más mínima cantidad de sus hierbas (u hortalizas), pero les reprendió
por descuidar lo más importante de la Ley: la justicia y el amor de Dios. El no
estaba enseñando la importancia del diezmar para los cristianos; él estaba
condenando la corrupción de un corazón que se olvida de las prioridades de Dios
y que se justifica con orgullo por sus actos.
La TERCERA
mención de Jesús sobre el diezmo está en Lc. 18:9-14, donde habló acerca del
fariseo que diezmaba. Nuevamente, él estaba reprendiendo al fariseo por el
orgullo que mostraba en sus diezmos pero elogió el arrepentimiento sincero del
publicano (recaudador de impuestos). Uno de los pecados del fariseo era
vanagloriarse de sus diezmos y uno de los pecados del publicano era usar mal el
dinero con el que trabajaba (porque los publicanos tenían fama de ladrones y
corruptos). La diferencia es que el publicano estaba arrepentido de corazón y
se humilló ante Dios, mientras que el fariseo se creía justo y no se
arrepintió. Por eso Cristo alabó el acto del publicano pero rechazó la
hipocresía del fariseo.
Ahora bien, este
pasaje también ha sido usado de forma equivocada para insistir en la práctica
del diezmo. Veamos que el fariseo ora y dice “doy diezmos de todo lo que gano” (Lc. 18:12). A pesar de que ésta
es una parábola (v. 9), demuestra que algunos judíos no solo diezmaban de los
productos de la tierra, sino a partir de cualquier fuente de ingresos que
tenían. Por lo tanto, los que están a favor del diezmo para los cristianos
dicen que esto es aplicable a la Iglesia y por eso cada creyente debe dar el diezmo
de todos sus ingresos.
El fariseo
ciertamente declaró que diezmaba de todo lo que ganaba; sin embargo, en este
punto hay que prestar cuidadosa atención al contexto literario e histórico.
En el CONTEXTO
LITERARIO, el fariseo también declaró que ayunaba dos veces por semana. El
ayuno judío que demandaba la Ley era 1 vez al año en el día de la expiación,
según Lv. 16:29-31. No había nada de malo con ayunar más a menudo que esto (si
se hacía con buenas intenciones), pero el ayuno con más frecuencia no fue
requerido por la Ley sino que fue voluntario. Así que el fariseo estaba
vanagloriándose de su supuesta devoción por Dios, haciendo gala de sus
continuos ayunos, lo cual es incorrecto y desagradable a los ojos de Cristo,
quien siempre enseñó a no hacer alarde de nuestras obras para que nos
reconozcan o nos alaben.
Cuando aplicamos
este mismo parámetro al diezmo, el paralelo es evidente. Los judíos solo
estaban obligados a diezmar a partir del fruto de la tierra y el ganado, pero
este fariseo fue más allá de eso, lo cual debería hacerse como ofrenda
voluntaria y no como diezmo; el hecho de llamarlo diezmo revela que el fariseo
tenía la intención de ser exaltado por su esfuerzo aún más allá del mandamiento
de Dios y esto deja mucho que desear.
¿Por qué no
llamar este aporte como Dios lo llama, es decir, ofrenda voluntaria, si la Ley
de Moisés no había demandado un 10% de todos los ingresos sino solo de los
productos de la tierra y del ganado?
Lc. 11:42
también presenta a los fariseos preocupándose por los pequeños detalles ya que
diezmaban hasta de las hortalizas (las plantas más pequeñas) pero es obvio que
lo hacían para aparentar espiritualidad y mostrarse justos a los ojos de los
hombres. El problema es que, mientras ellos estaban demasiado preocupados por
las cosas pequeñas, eran indiferentes a las cosas más importantes que la Ley de
Dios también enseñaba: el amor al prójimo, el arrepentimiento y la humildad
(esto es algo que los fariseos antiguos y los modernos no quieren entender y no
se dejan corregir por la Palabra de Dios).
Pero ¿por qué el
fariseo daba el diezmo de todo lo que adquirió según Lc. 18? Aquí es donde el
CONTEXTO HISTÓRICO se vuelve importante.
Hay una
explicación interesante sobre el sentido de la expresión del fariseo “doy diezmos de todo lo que gano”. En la
Mishná judío hay un tratado llamado Demai. La Mishná es un cuerpo exegético de
leyes judías compiladas, que recoge y consolida la tradición oral judía
desarrollada durante siglos desde los tiempos de la Torá o ley escrita, y hasta
su codificación a manos del rabino Yehudá Hanasí, hacia finales del siglo II.
El texto judío
Demai (que no es inspirado por Dios sino que recoge tradición histórica judía)
explica que cuando los judíos no estaban seguros acerca de si algo debía darse
o no ó necesitaba ser adquirido para ser diezmado, las leyes de Demai les
decían que “diezmaran” un uno por ciento. Por lo tanto, cuando el fariseo dice
que él pagaba el diezmo de todo lo que él ganaba, él está declarando su
obediencia a las reglas del Demai. Si esta descripción es real, entonces la
falta del fariseo consistía en seguir las tradiciones de los hombres por encima
de las leyes de Dios. Estas tradiciones reflejan egoísmo, tacañería, mezquindad
y falta de generosidad para ofrendar y diezmar en el contexto de la ley
mosaica; además, lo que Dios mandó en la Ley no es valorado ni obedecido por
los fariseos; ellos prefieren seguir mandamientos de hombres y no la perfecta
voluntad de Dios.
Sea lo que
fuere, las declaraciones que hizo Jesús sobre el diezmo no se deben tomar como
instrucciones a la Iglesia para la vida cristiana del Nuevo Pacto porque
estaríamos forzando las Escrituras a decir lo que realmente no dicen.
Muchos
argumentan que en estos tres pasajes de los evangelios, las palabras de Jesús
están dirigidas a todos los creyentes pero el contexto es claro; cuando Jesús
habla a los escribas y fariseos con relación al diezmo, se está refiriendo al
pueblo judío que todavía diezmaba según el mandamiento de la ley mosaica. Para
Jesús (como judío) el diezmo era parte de las leyes de Dios para la nación de
Israel y los escribas y fariseos obedecían a Dios en este sentido (aunque
tenían intenciones equivocadas), pero el hecho de que Jesús exprese estas
palabras, no da pie para afirmar que él está dando un mandamiento para la
Iglesia en el Nuevo Pacto.
¿Qué se puede
esperar que Jesús dijera en este momento: "Manténganse diezmando durante
un año o dos, pero pronto voy a morir en la cruz y el paradigma para ofrendar a
Dios va a cambiar”?
- Otro argumento
que se expone a partir de estos tres pasajes es que Jesús literalmente no rechaza
el diezmo; según este pensamiento, si Jesús no lo anula, entonces lo confirma;
no obstante, esta deducción es falsa porque tampoco lo aplica para los
creyentes que están bajo la gracia ni el N.T. evidencia esta idea especulativa.
Por ejemplo, si
estudiamos bien las palabras de Jesús en Mt. 23:23, esto no implica que el
diezmo sea un mandato para los cristianos, sino que simplemente, mientras el
pacto mosaico siguiese en vigor (hasta el momento de la muerte y resurrección
de Jesús), todo ello debía ser obedecido por el pueblo judío para el
sostenimiento del templo, para los levitas y para los sacerdotes judíos.
Jesús conocía la
Ley de Moisés perfectamente y sabía que los judíos no diezmaban de sus ingresos
sino de los productos de la tierra y del ganado; en el caso de los fariseos
claramente Jesús está confirmando la necesidad de seguir la Ley al diezmar
productos de la tierra; sin embargo, él no enseñó el diezmo de ingresos o de
dinero ni aprobó la frase del fariseo “doy
diezmos de todo lo que gano” (Lc. 18:12) ni dijo que esto era necesario
hacer como en el pasaje de Mt. 23:23; por tanto, si tomamos los 3 pasajes
mencionados antes para decir que los cristianos deben pagar el diezmo de todos
sus ingresos porque Jesús habló del tema, estamos ignorando la Ley de Moisés y
qué tipo de diezmo se requería de los judíos, pero obviamente Jesús conocía las
Escrituras mucho mejor que nosotros y jamás pidió diezmos ni enseñó a los
discípulos a diezmar bajo la gracia y bajo el Nuevo Pacto.
- En el tiempo
de Jesús, los judíos pagaban sus diezmos en especies en el templo de Jerusalén
para que no faltara la comida allí para levitas y sacerdotes llamados según la
Ley de Moisés pero el Señor Jesús sabía perfectamente que ese templo pronto
sería destruido.
La Biblia muestra
que generalmente el salario de un día de trabajo era de un denario (Mt. 20:2).
Si ganaban treinta denarios al mes ¿por qué no pagaban tres denarios por el
diezmo mensual en el templo? Sin embargo, hasta en los días del ministerio
terrenal del Señor Jesucristo, el diezmo se entregaba en especie y no en
dinero.
Jesús reprende a
los escribas y a los fariseos (que son israelitas y no cristianos), para
reprocharles su hipocresía de preocuparse del diezmo por encima de la justicia
y del amor de Dios.
Esto suena muy
familiar, ¿verdad? Hoy en día muchos se preocupan más por dar un diezmo que por
practicar la justicia y el amor de Dios. Y peor aún, muchos predicadores se
preocupan más por el diezmo de la gente que por practicar la justicia y el amor
de Dios para instruir a los creyentes en la verdad divina con una vida de buen
testimonio y ejemplo.
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