- El profeta
Amós menciona en su libro el diezmo judío en el contexto de la decadencia
espiritual de la nación.
“Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la
rebelión, y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres
días. Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad
ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el
Señor”
(Am. 4:4, 5).
Esta referencia
del diezmo aquí en el libro de Amós no tiene nada que ver con los cristianos
del N.T. ni mucho menos con las iglesias; tomar esta escritura para pedir los
diezmos a los cristianos es torcer el mensaje real del por qué fue escrito este
pasaje en el libro de Amós.
Si leemos bien,
las palabras de Amós contienen ironía y sarcasmo porque el pueblo practicaba lo
malo y a la vez traía sacrificios, diezmos, alabanza y ofrendas voluntarias a
Dios, sin importar su condición espiritual corrupta y caída delante de Dios. En
esta situación, Dios rechaza la maldad porque no se deja llevar por las
apariencias del hipócrita, así se desprenda de muchas cosas materiales como
muestra de supuesta piedad.
- El profeta Malaquías
también habló del diezmo y la ofrenda y presenta la maldición de Dios para la
nación de Israel porque no diezmaba ni ofrendaba como la Ley estipulaba. En
este pasaje, Dios habla de traer todos los diezmos al alfolí, pero como se dijo
antes, mucha gente ignora que éste era una granero con espacio suficiente para
albergar frutos de la tierra (y ganado) que los israelitas traían para el
sostenimiento del ministerio levítico. Dios estaba llamando a su pueblo Israel
a traer alimento para su casa (el templo).
Esta referencia
de Malaquías suele ser la más utilizada por los que pretenden exigir el diezmo
a los creyentes, pero se ignoran todas las enseñanzas que el libro completo da
con respecto a la responsabilidad del sacerdote para con el pueblo; de hecho,
el libro comienza con una amonestación fuerte contra los sacerdotes, pero la
mayoría de predicadores que están a favor del diezmo solo enfatizan este punto
pero no se habla del pecado de los que estaban al frente del pueblo porque
habían descuidado la obediencia estricta a la palabra de Dios, alterando el
significado de sus mandamientos y habían descuidado su rebaño, buscando su
propio beneficio.
Luego, el
profeta Malaquías muestra que el pueblo de Israel se había desviado de la
voluntad de Dios al punto que sus corazones ya no eran rectos con respecto a la
obediencia que Dios quería; una prueba de ello es que traían animales
defectuosos para el sacrificio, animales cojos, enfermos y hasta ciegos; todo
ello estaba muy lejos de lo que Dios les ordenó según la Ley que debían cumplir
(Lv. 22:19; Dt. 15:21) pero los sacerdotes también aceptaron este pecado. Este
tipo de conducta no agradó a Dios y Malaquías se los hizo saber (Mal. 1:8). Era
una condición moral y espiritual terrible por la que estaba atravesando el
pueblo de Israel a causa de su mala conducta pero ¿cómo fue que el pueblo de
Israel se desvió de la Ley? Pues aquí hay algo muy importante para aprender, y
es que la responsabilidad de tal desviación recayó primero en los sacerdotes,
quienes tenían la función de guiar correctamente al pueblo de Israel, y en
lugar de eso, toleraron lo malo.
“Porque los labios del sacerdote han de guardar la
sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová
de los ejércitos. Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho
tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de
los ejércitos”
(Mal. 2:7, 8).
Las autoridades (pastores
y predicadores) de muchas iglesias deberían reflexionar en este pasaje antes de
enseñar sobre cualquier tema (incluido el de los diezmos) porque podrían estar
en aprietos cuando alguien que no traga entero les exponga con argumentos
bíblicos la verdad sobre los diezmos.
En el libro de
Malaquías encontramos un mensaje duro de parte de Dios para la nación de Israel
a causa de su desobediencia en cuanto a cumplir con los diezmos y las ofrendas:
“Porque yo Jehová no cambio; por esto,
hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os
habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me
volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué
hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos
sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed
todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en
esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos,
y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra
vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las
naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová
de los ejércitos” (Mal. 3:6-12).
Es terrible el
mal uso que muchos predicadores hacen de este pasaje bíblico, aplicando este
mensaje para explicar que los cristianos de hoy deben dar sus diezmos, sin
considerar el contexto por el cual fue escrito; claro está, muchos cristianos
de hoy que no estudian la Biblia con seriedad y disciplina, creen que este
pasaje bíblico les está hablando a ellos y se sienten amedrantados y
atemorizados porque supuestamente Dios les llama ladrones y los maldice si no
diezman ni ofrendan.
Para entender
correctamente este pasaje, debemos primero leer todo el libro de Malaquías y
evaluar el contexto del mismo; asimismo, debemos tener en mente a quiénes
fueron dirigidas estas palabras (destinatarios); para ello revisemos los
siguientes versículos del libro:
“Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por
medio de Malaquías” (Mal.
1:1).
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la
nación toda, me habéis robado” (Mal. 3:9).
En esencia, el
mensaje está dirigido a la nación de Israel y no a los creyentes en Cristo.
Quien aplique
este mensaje literal para los creyentes de hoy, está malinterpretando las
Escrituras porque todo el libro de Malaquías es una reprensión severa al pueblo
de Israel y a sus sacerdotes quienes se habían desviado de la “Ley”; esto lo
dice claramente Dios en Mal. 3:7 en donde Dios se refería a la “Ley” y no a otra
cosa. Los cristianos del Nuevo Pacto estamos excluidos de esa “Ley”; la
maldición no era ni es ni será para nosotros. No permitamos que los hombres nos
atemoricen con falsas interpretaciones de la Biblia.
La maldición que
Dios pronuncia en el libro de Malaquías era solamente para los israelitas que
debían cumplir la “Ley” y de esto advirtió el mismo Dios muchos años antes, si
ellos se apartaban de la “Ley”; leamos este pasaje bíblico que lo reafirma: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de
Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos
que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te
alcanzarán. Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Maldita tu
canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu
tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. Maldito serás en tu
entrar, y maldito en tu salir” (Dt. 28:15-19).
Dios no espera
de nosotros que cumplamos la “Ley” antigua, sino que vivamos bajo la gracia en
Cristo; de no ser así, ¿qué sentido tendría el que Jesús haya venido? Hubiese
sido más fácil para Dios reafirmar sus “leyes” sin necesidad de sacrificar a
Jesús, pero los que estudian a profundidad la Biblia saben que sí era necesario
un Nuevo Pacto porque la Ley no pudo perfeccionar a nadie (Heb. 7:18, 19) pero
en Cristo somos santificados, justificados y perfeccionados por su obra en la
cruz; ahora los cristianos debemos ser fieles a Cristo y obedecer sus
enseñanzas; sin embargo, Jesús no ratificó el diezmo ni lo enseñó como un principio
para practicar y eso lo veremos más adelante con suficientes argumentos
bíblicos en el N.T.
Tengamos claro
lo siguiente y es que cuando algún predicador quiera usar un pasaje bíblico,
deberá asegurarse de que su mensaje esté dentro del contexto correcto; para
ello tiene que respetar ciertas reglas y principios de interpretación bíblica,
evitando de esta manera cometer un grave error “exegético”.
¿Qué es la
exégesis? La palabra exégesis significa ‘extraer el significado de un texto
dado’. En general, la exégesis presupone un intento de ver el texto
objetivamente. La exégesis tradicional requiere lo siguiente:
* Análisis de
palabras significativas en el texto, en el marco de la traducción.
* Examen del
contexto general histórico y cultural.
* Confirmación
de los límites de un pasaje.
* Examen del
contexto dentro del texto.
Si alguien
ignora estas reglas esenciales en la interpretación de la Biblia, siempre
cometerá muchos errores al tratar de entender y enseñar a otros. Por tanto,
debemos tener mucho cuidado en este aspecto.
- No existe
referencia bíblica que diga específicamente que los cristianos tengamos que
diezmar en este tiempo de la gracia. En Mal. 3:9 dice “toda la nación” que es Israel; no dice las naciones ni la Iglesia
de Cristo. Por ende, los diezmos no aplican para la Iglesia de Cristo.
Si nos ceñimos a
una buena interpretación bíblica en estos temas, no se debe pedir ni exigir
diezmos, sino que el deber de un pastor o predicador es servir a la gente,
predicando el evangelio de forma gratuita y sin imponer medidas de dinero a
quienes desean escuchar y vivir la Palabra de Dios. La Biblia en general y el
N.T. nos estimulan a ofrendar de corazón voluntario y con alegría para apoyar
ministerios de buen testimonio que están dedicados a la expansión del reino de
Dios. Estos son los verdaderos principios divinos y eternos que siempre han
estado en la Biblia, y serán profundizados posteriormente en este estudio.
- Existen movimientos
religiosos y predicadores que psicológicamente esclavizan a sus miembros con la
“Ley” al decirles que si no dan sus diezmos están robando a Dios e
inmediatamente citan la Escritura de Mal. 3:9, aplicando de forma errónea las
palabras de este libro.
Si nosotros
aceptamos cumplir la ley del diezmo, estaríamos aceptando la esclavitud de la
“Ley” y rechazando la libertad en Cristo a través de su “gracia”.
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en
un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gál. 3:13,
14).
La salvación de
Cristo no requiere de dinero porque es gratuita; quien pretende cobrar dinero
por la salvación es un ladrón y Dios le juzgará.
La justificación
ante Dios no depende de dar dinero; quien intente manipular a otro,
ofreciéndole la falsa esperanza de que Dios lo ve justo si diezma y ofrenda, es
un embaucador y deja ver su codicia (o sencillamente es un ignorante en el
concepto correcto del diezmo en la Biblia).
La bendición de
Dios tampoco está condicionada a dar diezmos; quien promete la bendición divina
con base en la cantidad de dinero que diezme está engañando a la gente porque
la Biblia contiene principios superiores que trascienden la medida del diezmo y
nos dan confianza y paz para recibir la bendición material de Dios para nuestra
vida.
Mi intención no
es entrar en polémicas o discusiones basadas en opiniones o puntos de vista
personales; este estudio está 100% basado en la Biblia y estoy abierto a
compartir con la persona que quiera para evaluar si los argumentos aquí
expuestos contradicen las Escrituras. Si con argumentos bíblicos correctos soy
convencido que estoy en un error o tengo interpretaciones equivocadas de la
Biblia, entonces mi deber como cristiano es reconocer mi error y cambiar mi
posición; de lo contrario, seguiré firme en la palabra del Señor y no aceptaré
opiniones de hombres.
Que el Señor nos
guíe a toda verdad por medio de la Escritura y por la gracia del Espíritu
Santo…
- Muchos pueden
tener una buena intención al diezmar o al enseñar sobre los diezmos, pero
siempre estarán sinceramente equivocados porque la Biblia no aprueba esta
práctica para los creyentes del Nuevo Pacto.
Puede parecer un
acto noble el hecho de dar un diezmo en nombre de Dios, pero recordemos que
todo lo que hacemos debe estar basado en la verdad bíblica y no en buenas
intenciones o conceptos personales. Si hacemos esto, entonces ¿cuál será el
ejemplo que daremos a quienes nos oyen o nos ven? ¿con qué autoridad
enseñaremos la Biblia si somos movidos por sentimientos y opiniones personales?
¿tendremos la absoluta seguridad que les enseñamos la verdad divina o son
conceptos humanos?
Por tanto, el
llamado supremo de un predicador es honrar a Cristo y no debe poner cargas
sobre los creyentes que Dios no aprueba ni debe esclavizar a la Iglesia con
prácticas fuera del contexto del N.T., ignorando la libertad que Cristo nos
ofreció con su muerte y resurrección.
Soy consciente
que existen personas que después de leer o estudiar este material aún
insistirán con la práctica del “diezmo” pero yo cumplo con mi responsabilidad
de enseñar lo que la Biblia dice sobre este tema. Si alguien quiere pagar el
diezmo o quiere enseñar el diezmo a la Iglesia, después de leer todo lo que la
Escritura dice al respecto, cada cual dará cuentas a Dios de sí mismo;
simplemente me limito a enseñar la Biblia pero dejo a Dios la parte que a él le
corresponde: guiarnos a toda verdad.
- Volviendo al
tema de Malaquías, hay una pregunta interesante: si usted interpreta que la
maldición de Malaquías es para usted como cristiano si no diezma ni ofrenda,
entonces ¿dónde queda la expresión de Pablo en 2 Cor. 9:7 que dice: “Dios ama al dador alegre”?
El “dar” es un
acto cristiano también, pero los cristianos no somos llamados a diezmar, sino
que somos llamados a ofrendar de forma voluntaria, generosa y con alegría; por
eso, Dios toma en cuenta este tipo de ofrendas y sabe recompensar muy bien,
pero si alguien aplica la maldición de Malaquías para la Iglesia de Cristo hoy,
¿será que tendremos alegría para dar o estaremos movidos por el miedo a ser
llamados ladrones?
Cuando lleguemos
al estudio del N.T. y el sostenimiento financiero de la iglesia cristiana,
veremos cuáles son los principios que Dios quiere que aprendamos con respecto
al dar con alegría.
Con todo esto
surgen nuevamente más preguntas:
¿A cuál de los
dos pactos nos sometemos los cristianos: al de la Ley o al de la Gracia? ¿al
Antiguo Pacto con Moisés o al Nuevo Pacto con Jesucristo?
- Diezmar
durante la Ley no tiene nada que ver con la vida del Nuevo Pacto. Todos los
mandamientos, instrucciones, exhortaciones, bendiciones, y maldiciones
relativas al diezmo durante la Ley fueron para el pueblo que estuvo bajo la
Ley. Todo esto no es para la Iglesia. Es incorrecto tomar las Escrituras que
fueron dadas a Israel cuando ellos vivieron bajo la Ley de Moisés y usarlas
para enseñar diezmo a los cristianos porque esto trae confusión dentro de la Iglesia
y da lugar a prácticas de manipulación y amenazas de parte de predicadores y
pastores que están en busca de beneficios económicos al predicar el evangelio.
Eso es lo que se hace cada vez que alguien lee Malaquías 3:10: “Traed vuestros diezmos al alfolí…” o
declara “el diezmo es del Señor” (Lv.
27:30), con el propósito de convencer al pueblo para que diezme. Muchas de
estas expresiones fuera de contexto infunden en los creyentes la enseñanza mal
aplicada de Malaquías 3:9 con el fin de obtener los diezmos al decirles que “el
hombre no debe robarle a Dios”; este lenguaje, en vez de inspirar a la gente a
buscar de Dios, puede dar lugar a dudas y sospechas con respecto a las
verdaderas motivaciones de los pastores o predicadores y se convierte en un
escándalo, siendo ellos mismos quienes terminan robando y engañando al hombre
en el nombre de Dios.
- Otro punto
importante a tener en cuenta es que los judíos en la actualidad no diezman. Por
ejemplo, los rabinos judíos, quienes por obvias razones tienen un conocimiento
vasto de la Ley y saben cómo aplicar mejor estas cosas, ellos no piden diezmos
porque ellos saben que únicamente los levitas pueden recibir el diezmo y en la
actualidad ya no existen levitas reconocidos a quienes dar sus diezmos.
Los judíos no
pagan el diezmo, y la explicación que dan es muy lógica y fácil de comprender:
el diezmo, que pertenece a la Ley y que ellos se esfuerzan por cumplir, ordena
a los de la nación de Israel a diezmar para la manutención del templo de
Jerusalén y de los sacerdotes levitas. Hoy no existe el templo ni hay
sacerdotes levitas; así que no se debe pedir en las sinagogas el diezmo, donde
además no existe un sacerdote de la tribu de Leví, sino que simplemente es un
rabino o maestro.
Ya dijimos
anteriormente: en el tiempo de Jesús, los judíos pagaban sus diezmos en
especies en el templo judío para que no faltara la comida allí pero el Señor
sabía perfectamente que ese templo pronto sería destruido. Hoy no existe el
templo en Israel y no hay sacerdotes ni levitas. Todos los registros de los
archivos genealógicos que se guardaban en el templo fueron destruidos en el año
70 d.C.
Así pues, es
obvio que los rabinos de hoy no pidan diezmos porque ellos, conocedores de las
Sagradas Escrituras, saben que únicamente los levitas podrían hacerlo, y si
estuvieran en el templo de Jerusalén.
Ahora sabemos
que la “Ley” era solo para los judíos; también sabemos que el diezmo era para
el sostenimiento de los Levitas, y que este diezmo debía ser llevado al templo o
al tabernáculo judío.
La Ley fue
oficializada por Dios a través de Moisés y estuvo vigente para todo el A.T.
hasta los días del ministerio de Jesús, pero la Ley fue cumplida y trascendida
con la muerte de Jesús en la cruz, dando paso al nacimiento del Cristianismo y
al tiempo de la Gracia.
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