VI. Sistemas religiosos e ideologías diversas
Como creyentes salvos
que queremos cumplir la gran comisión de Cristo y predicar el evangelio a toda
criatura, debemos entender las creencias religiosas y filosóficas que hay en el
mundo y en el entorno en donde estamos, a fin de ayudar a otros a ver su error y
confiar en Cristo como Salvador según la Biblia.
En diferentes partes del
mundo, los lectores de este estudio estarán más preocupados por leer y
comprender mejor ciertas creencias, ideologías y sistemas religiosos debido a
su influencia en el lugar donde viven, mientras que otros casi nunca se encuentran
gente de ciertas religiones. Por lo tanto, en este material se procurará hacer
una descripción general para que todas las personas tengan información práctica
de los grupos, organizaciones y religiones más representativas con respecto a
los temas relacionados con la salvación, el evangelio y la persona de Cristo.
En otra oportunidad se abordarán estos grupos y muchos más (con sus creencias) a
mayor profundidad con el objetivo de comprender sus enseñanzas y sus prácticas
a la luz de la Biblia, pero en esta ocasión no es el propósito de este estudio.
INTRODUCCIÓN
En sesiones anteriores
se trató sobre algunos falsos evangelios dentro del llamado cristianismo (y
existen muchos más). Ahora veremos sistemas enteros de falsas creencias religiosas
en el mundo. Esta revisión no pretende hacer una exposición completa sino plantear
algunos elementos precisos, particularidades de cada religión y cómo abordar a
personas que pertenecen a dichas organizaciones con el fin de compartir el
evangelio de Cristo de forma eficaz y con argumentos objetivos y bíblicos.
Antes de desarrollar
este estudio, consideremos un paralelo para ver qué representa una vida
religiosa y qué representa el evangelio de Cristo:
Una vida religiosa
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El evangelio de Cristo
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1. «Obedezco; luego soy aceptado»
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1. «Soy aceptado;
luego obedezco»
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2. La motivación se
basa en el miedo y la inseguridad.
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2. La motivación se
basa en un gozo agradecido.
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3. Obedezco a Dios
para conseguir cosas de él.
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3. Obedezco a Dios
para acercarme a él, deleitarme en él y parecerme a él.
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4. Cuando las
circunstancias de mi vida no van bien, me enojo con Dios o conmigo mismo
porque creo que todo el que es bueno merece ser feliz.
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4. Cuando las
circunstancias de mi vida no van bien, lucho, pero sé, que si bien Dios puede
permitir que eso me suceda para enseñarme y moldear mi carácter, me dará su
amor y su paz para afrontar con valor y con fe cada situación que se presenta.
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5. Cuando me
critican, me siento enojado o afectado porque para mí es esencial pensar que
soy una «persona buena». Las amenazas a esa imagen de mí mismo deben ser
destruidas a toda costa.
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5. Cuando me
critican, aunque lucho, no es esencial que piensen que soy una «persona
buena». Mi identidad no se fundamenta solo en mi actuación sino en la gracia,
la justicia y el amor que Dios me da en Cristo, a pesar de mi humanidad
propensa a fallar.
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6. Mi vida de
oración consiste principalmente en peticiones y solo soy ferviente cuando
estoy en necesidad. El objetivo principal de mi oración es controlar las
condiciones que me rodean.
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6. Mi vida de
oración consiste en momentos abundantes de alabanza y adoración. El objetivo
principal de mi oración es tener comunión con él.
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7. La visión de mí
mismo oscila entre dos polos. Si vivo a la altura de mis estándares, me
siento seguro, pero entonces tiendo a ser orgulloso y antipático con la gente
que falla. Si no vivo a la altura de los estándares, me siento inseguro y fracasado,
pero si peco y rezo, empato.
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7. La visión de mí
mismo no se basa en una visión propia como alguien que alcanza logros
morales. En Cristo soy un pecador arrepentido y aceptado por gracia y no por
méritos propios; vivo cada día con pasión para Cristo y mi prioridad es ser
más como él. Soy tan malo que él tuvo que morir por mí, y soy tan amado que
él voluntariamente murió por mí. Esto me hace ser más humilde y sentirme más
seguro; si fallo, de todo corazón vuelvo a Cristo y encuentro perdón, porque
mi deseo no es pecar sino agradar siempre al Señor.
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8. Mi identidad y autoestima
propias se basan principalmente en lo arduo que trabajo o cuán íntegro soy;
por eso tiendo a menospreciar a quienes no viven según estos parámetros. Así
pues, me siento superior a ellos.
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8. Mi identidad y autoestima
se centran en el que murió en la cruz por todos los pecadores y yo soy el
primero. Solo por pura gracia soy lo que soy; por eso no debo menospreciar a
quienes creen o practican otra cosa. No soy superior a otros; sencillamente,
soy un hijo de Dios que está dispuesto a servir a los demás con el amor de
Dios.
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9. Yo miro a mi
propia calidad o actuación para mi aceptación espiritual y mi corazón fabrica
ídolos; éstos pueden ser mis talentos, mi capacidad intelectual, mis títulos,
mis logros humanos, mi disciplina personal, mi registro moral, mi condición
social, etcétera. Definitivamente necesito tenerlos para que sean mi mayor
esperanza, significado, felicidad, seguridad, y fundamento.
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9. Tengo muchas
cosas buenas en la vida: familia, trabajo, talentos, capacidades, etcétera,
pero ninguna de ellas son más importantes que Dios. Además, mi felicidad no
depende de ellas sino de vivir en la voluntad de Dios y en la paz que viene
de él.
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El mundo ha tenido
diversidad de costumbres, creencias y religiones de toda clase; por tanto, si
estudiamos las Escrituras y la historia universal, veremos que el hombre se
inclina frecuentemente en busca de un ser superior o de una explicación de la
vida; en este sentido, Satanás ha tomado oportunidad y siempre ha querido
imitar las cosas de Dios, ofreciendo al hombre sustitutos que desvíen la
adoración al Dios único y verdadero, Creador de todo, para que honre a las
criaturas, los objetos inmateriales, los seres humanos, y toda clases de cosas,
por encima de Dios (Rom. 1:18-25).
En cuanto a la
salvación en Cristo, Satanás conocía el plan de Dios de enviar un Mesías para salvar
a las personas por gracia, no por obras (Gn. 3:15). Así pues, Satanás sabe que la
salvación solo requiere dos cosas: fe verdadera y que esa fe sea puesta en lo correcto.
Por lo tanto, desde el principio de la historia humana, Satanás ha tratado de confundir
a las personas con creencias erróneas, falsos dioses, mitos, leyendas,
supersticiones, ritos y prácticas paganas que contrastan con la revelación
divina, los mandamientos y los principios de Dios en las Escrituras.
Ahora bien, no debería
sorprendernos que las falsas opciones que Satanás ofrece tengan un aspecto muy similar
a la verdad de Dios. Tampoco debemos sorprendernos si Satanás ofreció estas falsas
alternativas, incluso antes de que Dios enviara a su verdadero Mesías, el cual
fue anunciado en detalle y profetizado en la Biblia miles de años antes de su
manifestación en la tierra.
A medida que analicemos
los falsos sistemas religiosos, encontraremos que muchos de ellos son similares
al cristianismo, pero cada uno deja de lado o añade suficiente veneno o error como
para desviar la mirada del hombre de la salvación en Cristo y ese es el principal
objetivo del diablo.
CADA RELIGIÓN Y SECTA TIENE SUS PROPIAS PARTICULARIDADES...
Saber esto, sin duda,
ayudará al cristiano a abordar una conversación que conduce hacia Cristo; sin embargo,
hablar de esas diferencias es rara vez lo primero que deberíamos hacer para
predicar el evangelio. Antes de mirar a cada una de las principales religiones,
vamos a hablar de cómo dirigirse a una persona con el mensaje del evangelio, independientemente
de su creencia actual.
a. Tu meta es Jesús
Es importante comprender
que en cualquier diálogo que procura la evangelización, tu objetivo debe ser el
hablar de Jesús, no de todos los hechos, creencias o doctrinas acerca cualquier
religión… tu prioridad debe ser el tratar de llevar a la persona un paso más cerca
de Jesús.
Una persona necesita
hacer un viaje o un trayecto desde que no es salva hasta que recibe la
salvación y luego, a través de su crecimiento espiritual; este proceso se
podría describir en (12) pasos observables para llegar a ser un cristiano
maduro.
1) Conocimiento de un
ser supremo, pero ningún conocimiento efectivo del evangelio.
* La persona también
puede tener dudas o negar verbalmente la existencia de un ser supremo.
2) Conocimiento inicial
del evangelio.
3) Conocimiento de las
bases del evangelio.
4) Comprensión de las
implicaciones del evangelio.
5) Actitud positiva hacia
el evangelio.
6) Considerar el costo
de seguir a Cristo.
7) Decisión de actuar.
8) Arrepentimiento
sincero y fe en Cristo como Salvador.
9) Regeneración:
nuevo nacimiento y transformación por la obra del Espíritu Santo.
10) Evaluación posterior
a la decisión
11) Incorporación al cuerpo
de Cristo que es la Iglesia
12) Una vida de crecimiento
en Cristo en busca de ser más como el Maestro (discipulado)
Independientemente de
la religión que una persona esté practicando, el objetivo primordial al evangelizar
es entablar un diálogo para tratar de llevarla por lo menos un paso más hacia el
conocimiento de la salvación en Cristo y esto no se hace hablando sobre su sistema
de creencias sino presentando a Jesús y al evangelio bíblico.
En lo que respecta a
Dios y la labor del Espíritu Santo, su tarea se va a concentrar en traer
convicción. Al momento de la conversión, él va a obrar la regeneración. Finalmente,
su foco va a estar en la santificación para que el creyente sea cada más como
el Maestro.
En lo que respecta a
nuestra tarea como creyentes salvos y dispuestos a servir en el Reino de Dios, en
las primeras instancias del desarrollo de un nuevo cristiano, nuestro rol es
ser testigos eficaces de Cristo; por ende, nos toca compartir la Palabra de
Dios, testificar lo que Dios ha hecho en nuestra vida, evangelizar, proclamar,
enseñar y dialogar.
En el momento de la regeneración,
tal como si fuera un nacimiento, lo mejor es celebrar. Hay quienes en este
momento tan sensible no se tardan en ponerle nuevas cargas al recién nacido
pero esto es algo sumamente inconveniente. Finalmente, en las etapas
posteriores de su crecimiento espiritual, nuestro rol va a estar asociado al
cultivo de la identidad cristiana, la edificación y el seguimiento. Lo que
subrayo de todo esto es la importancia de no intentar intercambiar roles con
Dios, ya que terminaremos siendo negligentes con nuestra parte y afectaremos el
proceso divino con los creyentes.
b. Tu forma de dirigirte (tu enfoque)
Como tu meta es
Jesús, tu enfoque casi siempre debería ser:
1. Iniciar una conversación
y desarrollar relaciones saludables con las personas.
2. Si es posible, tratar
de determinar en qué paso está la persona y cuál es el siguiente paso que le toca
dar. Esto nos permite pensar mejor en la necesidad específica que tiene una
persona, y mejorar el aspecto comunicacional porque el contenido de nuestro
mensaje no será el mismo para quien no tiene aún conciencia de la existencia de
Dios, para quien no conoce las Sagradas Escrituras o para aquel que recién ha
tomado la decisión de confiar en Cristo como Salvador. A veces, por la ansiedad
de ver resultados, pretendemos que las personas brinquen etapas en su
desarrollo espiritual; esto nos hace ver la realidad de forma distorsionada y entorpece
la formación de un creyente en Cristo.
3. Hacer una pregunta
guía que te permita tratar cada paso y, de ser posible, presentar el evangelio bíblico
a la persona.
4. Centrar la
conversación sobre este asunto. Si la persona hace una pregunta o un comentario
que intente desviarte, dile: lo que has dicho es muy interesante; permíteme terminar
lo que estoy diciendo y luego vamos a tratar tu pregunta (o tu comentario). No ataques
inmediatamente su sistema de creencias; dedícate a presentar el evangelio de
Cristo y la salvación.
5. Si tienes oportunidad,
presenta tu propio testimonio personal.
6. Si encuentras resistencia,
simplemente la persona aún no está preparada para el siguiente paso. No hace bien
tratar de recolectar frutos antes que estén maduros. Inténtalo de nuevo en otro
momento; mientras tanto ora a Dios para que obre en el corazón de la persona y
te la dirección y la gracia para compartir su palabra.
7. Aborda cualquier pregunta
que la persona tenga y dirige siempre su atención a Cristo y al evangelio.
La clave aquí es que,
independientemente del sistema de creencias que la persona tenga, debes hablarle
de Jesús y no centrarte en sus opiniones. Todo lo que realmente necesitas saber
y enseñar es la verdad sobre Jesús y el evangelio, y tu propio testimonio
servirá para que compartas tu fe de manera efectiva con otros.