III. Lo que está implícito en el evangelio
A continuación se explicará
más a fondo lo que está implícito en el Evangelio y luego se dará énfasis en lo
que no es un requisito para la salvación.
Recordemos la idea
principal que se ha estado tratando a la luz de la Biblia: CRISTO PAGÓ COMPLETAMENTE
POR NUESTRA SALVACIÓN y por tanto, sería una ofensa contra Dios añadirle algo
más a eso.
A pesar del número de
veces que el evangelio y sus requisitos son explicados en el N.T., muchas
personas sin malas intenciones (al igual que otras personas con malas
intenciones), continúan agregando o quitando partes del mismo. Debido a esto,
es importante para nosotros entender claramente el contenido del Evangelio, lo
que está implícito en el Evangelio y lo que no es un requisito para la
Salvación. Comencemos viendo...
a. Requisitos para la salvación
En la Biblia se habla
de muchos aspectos importantes para la vida espiritual y la comunión con Dios,
pero no son requisitos absolutos para la salvación. Por ejemplo: la oración, la
lectura de las Escrituras, la obediencia a los mandamientos de Dios, los frutos
del creyente, las buenas obras, el evangelismo, el discipulado, el servicio a
los demás, entre otros. No obstante, hay conceptos claves que debemos tener en
cuenta para hablar sobre la salvación; por ejemplo…
b. El arrepentimiento es un requisito para la
salvación
1. La palabra griega
usada para arrepentimiento es metanoia, que significa cambiar la
mente. La palabra arrepentirse se encuentra 91 veces en el N.T. y tiene muchos
usos. Por favor, lean los siguientes versos:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a
Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:37, 38).
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio” (Hch. 3:19).
“testificando a judíos y a gentiles acerca del
arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:21).
2. Cuando la Biblia
nos da el mandato de arrepentirnos (o cambiar nuestra mente), nos proporciona
un nuevo pensamiento con respecto a Dios, nuestra relación con él y la gravedad
del pecado. Podemos ver este proceso en 1 Ts. 1:8, 9: “Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor,
no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios
se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada;
porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y
cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y
verdadero”.
Ahora bien,
arrepentirse no siempre implica necesariamente llorar, sentir remordimiento o
alguna otra emoción en un momento dado, pero obviamente debe haber una actitud
sincera y genuina al reconocer que se ha ofendido a Dios y que se requiere una
reconciliación con él, obteniendo su perdón a través de la obra de Cristo en la
cruz. Este arrepentimiento profundo del corazón vendrá acompañado de
conversión, frutos diferentes y buenas obras que glorifiquen a Dios y que estén
en armonía con sus mandamientos.
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