IV. Lo que no es un requisito para la salvación
Muchos podrían
preguntar: ¿qué pasa con la confesión pública de la fe en Cristo, el bautismo
en agua, la obediencia a Dios y cualquier buena obra? ¿son éstos requisitos
para la salvación?
Lo primero que
debemos afirmar por las Escrituras es que estas cosas son importantes para
tener una relación saludable con Cristo y un testimonio limpio y digno del
evangelio ante los hombres pero no son requisitos para la salvación.
Las buenas obras no
nos salvan, pero ellas revelan el carácter nuevo que hemos recibido en Cristo y
manifiestan la realidad de una fe verdadera que se va haciendo cada vez más
sólida y coherente con las demandas de Dios según su gracia y en el proceso de
Cristo en la vida del creyente. Vea lo que dice Stg. 2:17, 18: “Así también la fe, si no tiene obras, es
muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame
tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”.
Estudiemos estos
puntos con mayor profundidad:
a. Confesar a Cristo públicamente
1. La palabra griega
para confesar es homologeo y
significa “estar de acuerdo”. Los dos siguientes versos son a veces usados por
aquellos que dicen que confesar a Cristo públicamente es un requisito adicional
para la salvación:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y
a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 10:32, 33).
“que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación” (Rom. 10:9, 10).
2. Comencemos
explorando Mt. 10:32, 33.
En los métodos de
estudio de la Biblia, es importante interpretar de forma objetiva el texto, sin
apresurarnos a deducir algo que el pasaje no expresa.
Analicemos las
siguientes preguntas:
- En el v. 32, cuando
Jesús dice: “a cualquiera, pues, que me
confiese”, ¿a qué se refiere? ¿Se refiere a que ellos simplemente deben
reconocer su existencia como persona? ¿Qué es lo que deben reconocer?
- ¿Menciona el pasaje
qué es lo que pasará si una persona no confiesa a Jesús o al menos menciona
acaso qué pasará si lo confiesa o si lo rechaza, en relación con la salvación?
- ¿Basados solo en
este pasaje, podemos asegurar que las personas que no confiesan a Jesús no
serán salvas?
3. Ahora, exploremos
Rom. 10:9, 10.
Para algunos, este
pasaje parece sugerir de alguna manera que debemos hacer algo, además de creer
que podemos tener salvación en Cristo; con esta mentalidad, se estaría
planteando que la muerte de Cristo no fue suficiente para salvarnos, a menos
que hagamos declaraciones o confesiones públicas de nuestra fe, pero esta
interpretación presenta muchos problemas serios. Además, sería el único pasaje
que enseñaría esto (si es que lo hace) y por ende, contrastaría con numerosos
pasajes claros que afirman que la salvación es un regalo y que nada que hagamos
(incluyendo las confesiones verbales) puede darnos la salvación. Además, esta
creencia excluye a los niños que murieron antes de poder hablar al igual que
los mudos y personas con problemas mentales o problemas para hablar (incluso,
si ellos creen que Jesús es su Salvador).
En los métodos de
estudios de la Biblia, existe la regla cuatro (4) de interpretación y dice:
Interpretar comparando Escritura con Escritura, es decir, interpretar lo oscuro
con lo claro y no construir doctrinas en los pasajes oscuros.
Por tal motivo, si
usamos las mismas preguntas que utilizamos en Mt. 10, podemos ver fácilmente
que este pasaje no dice que vamos a perder nuestra salvación si no hacemos una
confesión pública. Simplemente, la Biblia dice que seremos salvos si creemos de
verdad en Jesús como Salvador. Dado que muchos pasajes bíblicos afirman que
seremos salvos solo por creer y no menciona la confesión como requisito, hay
que suponer que la confesión no es más que una respuesta normal para las
personas que son salvas, pero no es un requisito para la salvación.
Si establecemos que
la confesión pública es indispensable para la salvación, estaríamos
contradiciendo otras afirmaciones claras de la Biblia y negaríamos la esencia
de la doctrina de la salvación por gracia.
En síntesis, la
confesión pública no es un requisito para la salvación; sin embargo, es una
respuesta natural de aquellos que confían en Cristo como su Salvador. Debemos
hacer esto incluso, si no es un requisito para la Salvación, porque es un
mandato.
b. El bautismo en agua
Mucha gente usa
equivocadamente algunos pasajes bíblicos para apoyar la idea de que el bautismo
con agua es un requisito para la salvación; por ejemplo:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo” (Hch. 2:38).
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y
bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hch. 22:16).
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el
que no creyere, será condenado” (Mr. 16:16).
“porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gál. 3:27).
“El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva
(no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena
conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Ped. 3:21).
1. El problema con
esta posición es que contradice la doctrina bíblica de la salvación solo por
gracia. Si hemos de ser bautizados para ser salvos, entonces la muerte de
Cristo no fue suficiente para salvarnos. Así pues, tendríamos que añadir esta
obra a la suya, por lo que la salvación no sería entonces un regalo de Dios
sino que sería por obras. Por supuesto, esta idea es errónea. Además, hay muy
buenos argumentos bíblicos para desvirtuar esta posición equivocada.
2. Hch. 2:38 y Mr.
16:16 responden varias de estas cuestiones. Estos versos no dicen que la falta
del bautismo con agua nos apartará del cielo; simplemente, señalan que el
bautismo con agua es una respuesta a la conversión en una persona que ha creído
en Cristo. Como tal, tenemos que recordar que Cristo mismo nos da el mandato de
ser bautizados en Mt. 28:19, 20 y nuestro deber es cumplirlo, pero el hecho de
no bautizarse tampoco es motivo para condenarse.
3. Gál. 3:27 y 1 Ped.
3:21 tienen una respuesta diferente. Cuando nos encontramos con el término
bautismo en la Biblia, tenemos que preguntarnos cuál es su significado y en qué
contexto se habló, porque hay varias referencias en la Biblia:
- El bautismo de Juan
el Bautista (Hch. 19:3).
- El bautismo de los
discípulos de Jesús (Jn. 4:2).
- El bautismo con agua
de los cristianos (Hch. 2:38).
- El bautismo de
Moisés (1 Cor. 10:2).
- El bautismo con el
Espíritu Santo y con fuego (Mt. 3:11; Hch. 1:5).
- El bautismo de
Jesús con sufrimiento (Lc. 12:50; Rom. 6:3).
Notemos que los tres
primeros son bautismos literales que se realizan con agua pero los últimos tres
no implican el sumergirse en agua.
Ahora, el término
bautismo proviene de la palabra griega, baptizo. Esta palabra significa
“sumergir en”. Miremos una aplicación de la palabra bautizar aparte de
sumergirse en agua: cuando un fabricante de ropa sumergía su tela en la tinta
para darle color, se decía que la tela era bautizada en la tinta. Salía igual
que la tinta y se había identificado totalmente con ella. En pocas palabras,
Gál. 3:27 se refiere a identificarnos con Cristo y ser semejantes a él; por
otra parte, 1 Ped. 3:21 en su contexto está hablando de la identificación con
Cristo que nos lleva a ser librados del juicio de Dios, así como Noé y su
familia entraron al arca y fueron salvos del diluvio. Por tanto, estos versos
no enseñan que el bautismo con agua es necesario para la salvación ni tampoco
enseñan que hay que añadir otra obra para ser salvos.
El bautismo de Moisés
que menciona el apóstol Pablo se puede entender de la siguiente forma: Moisés
representa el pacto de Dios con el pueblo judío mediante la Ley en el A.T., así
como Jesús, el Hijo de Dios, representa el nuevo pacto para la salvación de
toda la humanidad (Jn. 1:17; Heb. 3:5, 6). El pueblo de Israel fue convencido
de que Moisés era un siervo de Dios por el milagro de la nube que los protegía
y por haberlos conducido a salvo a través del mar Rojo (entre otros milagros
innumerables que Dios hizo por medio de él); por tanto, se dice que fueron
bautizados en Moisés. El término “bautizados” aquí equivale a decir que se
identificaron con Moisés y con el propósito de Dios; otra forma de expresarlo
es que los israelitas fueron “iniciados” en el pacto de Dios que vendría luego por
medio de Moisés en el monte Sinaí (Éx. 14:31; 24:12).
Hay una semejanza
entre el bautismo en agua del N.T. y los símbolos de la nube y el mar en el
A.T. porque estos elementos tenían agua; de ahí que Pablo los relacione. Ahora
bien, los israelitas fueron bautizados en Moisés pero esto no les salvó de los
juicios de Dios cuando se rebelaron contra sus leyes; de igual forma, el
bautizarse en agua en el evangelio tampoco garantiza la salvación porque es por
gracia y por fe en Cristo; si fuese por obras, ningún ser humano podría entrar
al cielo porque todos somos pecadores y muchas veces desobedecemos las leyes de
Dios pero en Cristo tenemos el único sustituto que pagó con su muerte por
nuestra redención y ya no tenemos que enfrentar el juicio de Dios porque hemos
creído en la obra perfecta que Cristo consumó en la cruz, llevando el castigo
por todos nuestros pecados.
En cuanto al bautismo
del Espíritu Santo y con fuego, analicemos los siguientes argumentos:
- Pablo dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos
bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a
todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Cor. 12:13). La
identificación del creyente con Cristo por medio de la obra del Espíritu Santo
se hace efectiva cuando creemos en Cristo y hacemos parte del cuerpo de Cristo
que es la Iglesia. Esta realidad es para todos los creyentes en Cristo que han
sido salvos; sin embargo, hay muchos que creen que la señal de que hemos sido
bautizados con el Espíritu Santo es el hablar en otras lenguas pero esto no es
bíblico realmente porque las lenguas son un don del Espíritu Santo y no todos
los creyentes hablan en lenguas.
- El bautismo por el
Espíritu Santo imparte seguridad de parte de Dios porque en Cristo tenemos la
bendición de ser salvos e ir al cielo, pero no es una señal de que estamos
completamente comprometidos con él ni es un requisito para la salvación (Ef.
1:13, 14; 5:18).
4. Hch. 22:16 puede ser comprendido usando la
gramática. Este verso dice: “Ahora, pues,
¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su
nombre”. No podemos forzar este texto diciendo que es el bautismo el que
perdona o el que limpia los pecados; sin embargo, sí podríamos afirmar que
invocar el nombre de Cristo o poner la fe en él, puede llevar al creyente a
recibir el perdón de Dios.
La práctica habitual
en la iglesia del primer siglo era que después de la conversión, de inmediato
se bautizaban pero realmente la salvación siempre ha sido y será recibida por
la fe en Jesucristo. En cuanto a la iglesia de Cristo, el tiempo para
bautizarse depende de las normas y reglas establecidas en cada congregación,
aunque sería ideal que los nuevos convertidos tengan un discipulado bíblico y
se evidencien frutos dignos de un verdadero arrepentimiento como lo muestra la
Escritura (Mt. 3:5-10).
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