c. La Ley como
una norma de vida
Para
comprender el programa de Dios para la liberación del poder del pecado, es
importante distinguir entre la Ley y la Gracia como reglas de vida. La palabra
«ley» se usa en la Escritura con muchos sentidos diferentes. Algunas veces se
usa como regla de vida. Cuando se usa en este sentido, la palabra tiene varios
significados.
1.
Los Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios sobre tablas de piedra (Éx.
31:18).
2.
Las leyes que Dios estableció para el sistema de gobierno de Israel y que
incluía los mandamientos (Éx. 20:1-26; 21:1; 24:11).
3.
Los principios de gobierno de Cristo el Mesías, los cuales están contenidos en
la Ley y los profetas (Mt. 5:17, 18; 7:12, 29).
4.
La voluntad de Dios revelada a los hombres mediante las Escrituras (Rom. 7:22,
25; 8:2, 4).
5.
Algunas normas de conducta establecidas por los hombres para su propio gobierno
y que armonizan con la voluntad de Dios (Lc. 20:22; 2 Tim. 2:5).
6.
En el A.T., la Ley es presentada también como un pacto de obras. Bajo este
concepto de ley, su alcance se extiende más allá de los escritos del sistema
mosaico, e incluye toda acción humana intentada (en conformidad a la enseñanza
de la Escritura o no) con el objeto de conseguir el favor de Dios. La fórmula
de la Ley es: «Si haces el bien, eres justo delante de Dios». Así, el ideal
supremo de una buena conducta —si se emprende con el propósito de conseguir el
favor de Dios en lugar de ser un fruto espiritual en Cristo— se convierte en
algo puramente legal en su carácter y que no justifica al pecador delante de
Dios.
7.
La Ley se presenta también como un principio de dependencia sobre la carne. La Ley
no provee capacidad para su observancia. No se esperaba más de sus mandamientos
de lo que el hombre natural podía hacer. Sin embargo, todo lo que es hecho en
la carne, es legal en su naturaleza.
En
un sentido, la Ley no pudo justificar a nadie pero veremos cómo la Gracia es
superior y trajo una verdadera libertad del poder del pecado.
d. La gracia
como regla de vida
El
hijo de Dios está bajo la Gracia en Cristo Jesús y no está bajo la Ley; miremos
más a fondo este tema:
1.
Las ordenanzas legales del sistema mosaico y los mandamientos instituidos para
el gobierno del reino (en cuanto a leyes rituales y ceremoniales) no aplican
ahora a la vida del cristiano, aunque las leyes morales siguen vigentes porque
Cristo y los escritores del N.T. confirman la relevancia de estos principios.
En la Gracia hay una regla de conducta nueva que incluye en sí misma todo lo
que es vital en la ley antigua, porque la ratifica bajo el orden y el carácter
de la Gracia.
2.
El hijo de Dios bajo la Gracia ha sido liberado del peso de un pacto de obras.
Ahora él no lucha para ser aceptado, sino que es libre del pecado porque es
aceptado al creer en Cristo y seguir sus pasos (Éf. 1:6).
3.
El hijo de Dios no está llamado ahora a vivir por la habilidad de su propia
carne. El ha sido liberado de este rasgo de la Ley y puede vivir en el poder
del Espíritu. Por la muerte y resurrección de Cristo, tanto el judío como el
gentil, fueron liberados del desesperado principio del mérito humano y del vano
esfuerzo de la carne.
4.
En contraste con la Ley, la palabra «gracia» se refiere al favor inmerecido de
Dios hacia una humanidad caída por el pecado. Bajo la Gracia, Dios no trata a
los hombres como ellos se lo merecen, sino que su misericordia es grande y
ofrece el perdón a través de Cristo porque él llevó el castigo que Dios impone
sobre el pecador que es la muerte.
Nota:
Aunque el pueblo de Israel experimentó la gracia de muchas maneras, como regla
de vida ellos pasaron de una relación de gracia con Dios a una relación legal
con Dios (Éx. 19:3-8). Cuando aceptaron la ley, como se aprecia en Éxodo, ellos
neciamente presumieron que podrían guardar la ley de Dios completamente,
ignorando su necesidad de la gracia como la única base posible de ser aceptado
delante de Dios. La experiencia de Israel bajo la ley, por consiguiente,
demuestra a todos los hombres la imposibilidad de ser liberado del poder del
pecado por medio de la ley como principio.
5.
En contraste con la Ley, la Gracia es revelada en tres aspectos diferentes:
a)
Salvación por gracia.
b)
Seguridad por medio de la gracia.
c)
La gracia como una regla de vida para el creyente salvo y nacido de nuevo.
a)
Dios salva a los pecadores por gracia,
y no hay otro camino de salvación ofrecido a los hombres (Hch. 4:12). La gracia
salvadora es el amor sin límites y libre de Dios por el perdido, en conformidad
con las exactas e invariables demandas de su propia justicia a través del
sacrificio sustitutorio de Cristo. La gracia es más que el amor; es amor que
libera y hace al cristiano triunfante sobre el justo juicio de Dios contra el
pecador. Cuando él salva a un pecador por gracia, es necesario que Dios termine
con cada pecado, porque de otro modo, éstos demandarían un juicio y así
dificultarían su gracia. Esto es lo que él ha hecho en la muerte de su Hijo; por
ende, la salvación ha sido efectuada como un absoluto regalo de Dios (Jn.
10:28; Rom. 6:23; Ef. 2:8).
Además,
es necesario que todo mérito humano sea eliminado, para que ninguna cosa que
Dios realice esté basada en ningún modo en los méritos de los hombres, sino en
su gracia soberana solamente (Rom. 3:9; 11:32; Gál. 3:22).
Ya
que todo elemento humano está excluido, el evangelio de la gracia es la
proclamación de la gracia poderosa, redentora y transformadora de Dios, la cual
ofrece vida y gloria eternas a todo aquel que cree.
b)
El programa divino de la seguridad por
medio de la gracia demuestra que, únicamente por medio de la gracia, Dios
guarda a aquellos que son salvos.
En
Cristo, hay un camino por el cual Dios puede actuar libre de sus propias
demandas de justicia contra el pecado…
Dios
retribuye cada acción humana pero en Cristo, puso a un lado eternamente todo
mérito humano para la salvación…
Dios
continúa en el ejercicio de su gracia hacia el salvado para darle la seguridad
de su protección eterna. Esto es lo que él hace y al hijo de Dios se le dice
que está en la gracia (Rom. 5:1, 2; 1 Ped. 5:12).
c)
Dios también provee una regla de vida
para el salvado, basada únicamente
en el principio de la gracia. Dios enseña a aquellos que están salvados y
seguros, la manera como deben vivir en la gracia y para su eterna gloria. Del
mismo modo, como la ley ha provisto una completa regla de conducta para Israel,
así Dios ha provisto una completa regla de conducta para el cristiano. Puesto
que todas las reglas de vida que están presentadas en la Biblia son completas
en sí mismas, no es necesario que sean combinadas. Por lo tanto, el hijo de
Dios no está bajo la ley como una regla de vida, sino bajo los principios de la
gracia. Lo que él hace bajo la gracia no tiene como objetivo conseguir el favor
de Dios, sino porque él ya ha sido aceptado en el Amado. El no está confiando
en la capacidad de la carne, sino en la manifestación del poder del Espíritu.
Es una vida que se rige sobre la fe: “Mas
el justo por la fe vivirá” (Rom. 1:16, 17). Estos principios están
declarados en los evangelios y en las cartas del N.T. (Jn. 1:16, 17; Rom. 6:14;
7:1-6).
“Porque el Señor
es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por
tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por
el Espíritu del Señor” (2 Cor. 3:17, 18).
“Entonces, ¿para
qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese
la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles
en mano de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es
uno.¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera;
porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por
la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que
es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese
la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a
ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no
estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál. 3:19-28)
“aboliendo en su
carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz” (Ef. 2:15).
“anulando el
acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14).
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