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jueves, 26 de febrero de 2015

El pecado en la presencia de Dios Parte IV


- La paga del pecado es muerte y Dios es justo y pagará a cada quien según sus obras, y todos hemos pecado de una o de otra manera (el que niegue esta realidad se engaña a sí mismo); por ende, todos somos merecedores del justo juicio de Dios. Nuestra única esperanza es Jesucristo, que en la cruz cargó con el pecado y la sentencia de muerte de todos nosotros; fue él quien pagó el precio y fue él quien recibió la justicia y la ira de Dios, aunque él no merecía ser tratado como un pecador; por esta obra preciosa, el mérito y la justicia de Jesús es imputada a nosotros y nuestro pecado y culpa fueron imputados a Cristo, siendo justificados gratuitamente por medio de la fe en él (Rom. 3:21-28). De igual forma, en Cristo tenemos un abogado que nos defiende pero solo si confesamos nuestros pecados, y nos arrepentimos, porque él nos perdona y nos ayuda a convertirnos de corazón (1 Jn. 2:1).

- No obstante, si persistimos en el mal, la Biblia dice: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti” (Sal. 5:4). En otras palabras, el que no confiesa sus pecados ni se aparta de ellos será excluido de la presencia del Señor para siempre (2 Ts. 1:6-9).

También Job dijo: “Y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío” (Job 13:16).

Si el malo y el impío no pueden entrar en la habitación de la presencia eterna de Dios, ¿en dónde aparecerán? (1 Ped. 4:18). La Palabra de Dios tiene la respuesta porque serán juzgados por todas sus obras en el juicio final ante la presencia de Dios y la sentencia será: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:15).

Dios es tan celoso del pecado que la Biblia dice: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio…” (Hab. 1:13). Por tanto, aquellos que se complacieron en el mal y no en Dios, no podrán habitar con él. La razón de esto es que la santidad de Dios es perfecta y cubre todas sus virtudes: amor, misericordia, justicia, sabiduría, etc. Por tanto, él estará eternamente separado del mal y de aquellos que lo practicaron y que no tuvieron un corazón arrepentido y sincero para volverse de su mal camino. Mientras que aquellos que hicieron lo malo pero se volvieron a Dios mientras estaban en la tierra, con toda honestidad y trasparencia para convertirse de su maldad, él les perdonó y los justificó a través de Cristo y de su sangre.

martes, 24 de febrero de 2015

El pecado en la presencia de Dios Parte III


 

- La Biblia dice: “Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en la casa de Jehová. Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca, las palabras de Jehová a los oídos del pueblo, en la casa de Jehová, el día del ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades. Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo” (Jer. 36:5-7). Aquí vemos que Jeremías tenía la esperanza de que si el pueblo de Israel se volvía a Dios, el Señor les perdonaría y no traería el castigo que había anunciado, pero miremos lo que dice después en este mismo capítulo: “Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras. Y aunque Elnatán y Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oír. También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió. Y vino palabra de Jehová a Jeremías, después que el rey quemó el rollo, las palabras que Baruc había escrito de boca de Jeremías, diciendo: Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim rey de Judá. Y dirás a Joacim rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales? Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he anunciado y no escucharon” (Jer. 36:23-31).

De Dios nadie se burla… cuando el hombre rechaza al Creador y pretende vivir en contra de sus leyes, vendrán consecuencias y será inevitable. Este cuadro no contrasta con el amor de Dios, sencillamente él da oportunidades y es paciente, bueno y misericordioso, pero su paciencia tiene límites y su justicia será manifestada.
 
Todo esto sucede cuando persistimos en el pecado, es decir, la sentencia de juicio por nuestro pecado se ratificará y no podremos escapar de la ira de Dios.

- La Escritura sigue diciendo: “Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto” (Esd. 9:15). El pecado nos impide disfrutar de la plenitud de la presencia de Dios, aunque por misericordia él podría tocarnos, quebrantarnos y concedernos peticiones según su gracia, pero esto no quiere decir que se complace de nosotros porque él aborrece la maldad.

- “Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen” (Núm. 10:35). Para aquellos que persisten en pecar y aborrecen el consejo de Dios, la ira de Dios se manifiesta contra ellos, porque rechazar su Palabra es rechazarlo a él y esto fue lo que sucedió con muchas naciones gentiles en los tiempos de Moisés, las cuales eran dadas a la idolatría, la inmoralidad sexual y muchas prácticas que Dios aborrecía. Así pues, la presencia de Dios hace que aquellos que le aborrecen prefieran huir, antes que humillarse ante Dios y convertirse del pecado.
 
- “Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad. La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día. Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido” (Is. 2:10-12). Cuando la ira de Dios se manifieste en la gran tribulación que vendrá sobre la tierra, los hombres se esconderán de la presencia y de la ira de Dios (Ap. 6:12-17).

- “Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra. Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?” (Is. 2:19-22). Aquí el profeta muestra la reacción de la gente no arrepentida ante el castigo de Dios por la ira que brota de su presencia. Pero luego, dice: “dejaos del hombre”, o sea, no pongamos la confianza en el hombre porque no tiene la fuerza para defenderse o para ayudarle a otro ante la manifestación de la ira de Dios.
 
Es triste ver que la respuesta del pecador ante este Dios santo y maravilloso, es miedo, temblor y el querer huir, pero nadie puede huir realmente de su presencia; se meterán en cavernas, en grietas en las rocas, pero nada los puede librar del castigo de Dios.
 
Muchos piensan que Dios no castiga la maldad y están equivocados porque Dios no es alcahueta del pecado sino que es justo; si un delincuente en la tierra es juzgado por los tribunales humanos, cómo podemos afirmar que Dios va a tolerar la desobediencia a sus leyes… lo que pasa es que queremos justificar nuestra maldad y autoconsolarnos con la idea errada de que Dios es solo amor y misericordia. Al leer los evangelios encontramos a Jesús hablando sin pelos en la lengua: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 13:3). Jesús es amor y misericordia, pero también está en contra del mal y no le pesa la lengua para llamarnos al arrepentimiento y para anunciar el castigo de Dios para quienes perseveran en el pecado.

Hoy muchos predicadores dan un mensaje de solo amor pero están lejos del modelo de Cristo, el gran predicador que habló siempre la verdad, sin importar las reacciones de sus oyentes; muchos de ellos lo despreciaron, lo aborrecieron, querían apedrearlo y finalmente, lo mataron por predicar el evangelio puro y sin mancha. Lo mismo sucedió con los profetas y con los mensajeros fieles del Señor que están las Escrituras. No busquemos que la gente nos ame y nos aprecie, vendiendo el mensaje de santidad y obediencia a Dios y acomodando la Biblia a los caprichos de los oyentes. El que ama a Dios y el que ama su Palabra, nos apreciará por enseñarla y vivirla con integridad y fidelidad… y ya sabemos que este grupo es pequeño porque la mayoría nos aborrecerá por decir la verdad de Dios.

Si somos de Cristo, tenemos que identificarnos con su mensaje y con el desprecio que conlleva el seguir sus pisadas.

domingo, 22 de febrero de 2015

El pecado en la presencia de Dios Parte II


Dios es un Padre justo, y por eso puede detener sus bendiciones, su presencia favorable, hasta que nos demos cuenta que estamos mal y regresemos a él, arrepentidos y necesitados, reconociendo que él es nuestro todo. Sin embargo, hay muchos casos en los que el creyente dice estar en comunión con Dios aunque en el fondo sabe que está obrando en contra de la voluntad de Dios. La misericordia de Dios le puede conceder dones, talentos, provisión económica, salud, etc. pero al final llegará la cuenta de cobro porque Dios no es un juego ni podemos jugar con él.

Cuando el ser humano procede así delante de Dios, su presencia ya no es favorable como hemos visto hasta ahora en este estudio, sino que la justicia de Dios se manifiesta en forma de ira y juicio, aunque no podemos determinar en qué tiempo lo hará.
 
La Biblia siempre muestra que el pecado nos separa de Dios y nos separa de su presencia favorable: gozo, paz, y una vida de obediencia, oración y comunión que se deleita en Dios. Miremos algunos ejemplos que hay en la Biblia:
 
- “Y dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí” (2 Reyes 23:27).
 
- “Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar” (2 Reyes 24:3, 4).

- “Vino, pues, la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia” (2 Rey. 24:20).
 
- “Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos” (2 Crón.7:19-22).
 
- “Y le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto” (2  Crón. 19:2).
 
- “Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín” (Jer. 7:15).
 
- “por tanto, he aquí que yo os echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que di a vosotros y a vuestros padres; y pondré sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna confusión que nunca borrará el olvido” (Jer. 23:39, 40).
El pecado y la desobediencia es lo que nos aparta de Dios, es lo que hace que perdamos el galardón de disfrutar la plenitud de la presencia favorable de Dios aquí en la tierra y en la eternidad, pero si nos arrepentimos y si empezamos a obedecer a Dios, él nos perdona y nos bendice.

martes, 17 de febrero de 2015

El pecado en la presencia de Dios Parte I


 

Hemos visto cómo el gozo de la presencia de Dios se manifiesta de forma muy especial en aquellos que le buscan, le aman y hacen su voluntad; pero ahora analicemos lo que sucede cuando el corazón es duro y quiere hacer su propia voluntad, inclinándose hacia el pecado. Cuando esto ocurre, la presencia de Dios se puede manifestar para juzgar a quienes persisten en el mal.
 
Como Dios es omnipresente y su presencia está en todos lados, él también se deja ver en donde está el mal y en donde está el pecador, pero ¿cuál es la respuesta de Dios que es justo y santo, ante el pecado?

Recordemos lo que sucedió cuando el primer pecado fue cometido en el mundo por Adán y Eva: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Gn. 3:8). Aquí vemos que Dios habló y su presencia se manifestó en el huerto de Edén, pero Adán y Eva se escondían de ella. Sin embargo, en vez de reconocer su pecado, ellos trataron de justificarlo echándole la culpa a otros. Entonces, la sentencia de Dios vino sobre ellos, porque fueron echados del Edén y experimentaron una separación de Dios y luego la muerte física.

Aquí se ve los efectos que produce el pecado ante la presencia de Dios cuando no se reconoce ni se busca una conversión genuina: se huye de una relación personal con Dios, se justifica la maldad, hay una separación de Dios y finalmente, se recibe juicio y muerte.

Cuando se hace lo malo y cuando no hay un corazón sincero para reconocerlo y volverse a Dios, entonces viene una experiencia muy amarga para el creyente: salir de la presencia de Dios.

Hemos visto que el pecado nos separa de la presencia de Dios y si practicamos el pecado de forma consciente y reiterativa esto nos lleva a perder la gracia de Dios y estaríamos evidenciando que Dios no gobierna en nosotros; nos lleva también a ser llamados hijos de desobediencia (Ef. 2:1-3) o hijos del diablo (Jn. 8:42-47), perdiendo la herencia del Padre Celestial.

domingo, 15 de febrero de 2015

El gozo en la presencia de Dios Parte IV


 

k. Otro personaje que experimentó el gozo de Dios fue David (a pesar de tantos momentos de crisis, soledad, persecución y desesperación). Él expresaba el gozo que sentía por el poder de Dios manifestado y por sus obras de salvación, liberación y protección (Sal. 21:1); por otro lado, experimentaba el gozo de su presencia (Sal. 21:6), porque su presencia es tan especial que tiene la facultad de llenar el corazón de alegría cuando confiamos en él, aún en medio de un callejón sin salida.

l. David dijo: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Sal. 16:11). El salmista confiaba en Dios (v. 1), reconocía que fuera de él no hay bien (v. 2), amaba la santidad y aborrecía la maldad (v. 3, 4), entendía que Dios era el todo para su vida (v. 5), vivía agradecido con Dios por sus favores (v. 6), recibía el consejo de Dios y bendecía su nombre (v. 7), ponía a Dios siempre delante de él (v. 8), se gozaba en Dios (v. 9), confiaba a Dios su alma (v. 10; y dependía de Dios para seguir la senda de la vida (v. 11). Todas estas características nos enseñan quién era David, pero al final, aparece una joya única, una verdad eterna: David había experimentado que en la presencia de Dios hay plenitud (abundancia, totalidad) de gozo y que al estar a su diestra, solo se disfruta de momentos deliciosos para el alma que son inolvidables (v. 11). Esta expresión tiene su aplicación en la eternidad, en donde gozaremos de la plenitud de la presencia de Dios y delicias a su diestra para siempre.

m. En realidad, el ser humano no necesita nada ni nadie para ser verdaderamente feliz. Tan solo necesita seguir al Señor y andar de su mano, porque en ello consiste la senda de la vida. Cuando nosotros andamos en su voluntad y buscando su rostro, encontraremos en él los mayores deleites para el alma, los cuales no se encuentran en ninguna persona (esposo o esposa, hijos o hijas, amigos o amigas, etc.) ni en ningún logro humano (profesión, títulos, posiciones, trabajo, posesiones, riquezas, fama, éxito, reconocimiento, etc.). No hay placer o gozo terrenal que pueda compararse en lo más mínimo al deleite que encontramos en la presencia de Dios. Por eso, Pablo decía: “y vosotros estáis completos en él” (Col. 2:10); el término griego usado aquí es pleróo que significa estar lleno; en otras palabras, estamos satisfechos y felices siempre, todos los días, en cualquier situación que estemos atravesando.

n. Por otra parte, el gozo debe expresarse de forma auténtica y espontánea (y todos tenemos diferentes maneras de hacerlo). Por ejemplo, el gozo se puede mostrar mediante nuestra alabanza y a través de cánticos espirituales en los cuales somos consolados, edificados e inspirados en la presencia de Dios, declarando sus virtudes y postrándonos de rodillas para adorarle (Sal. 95:1-4). En este sentido, el Sal. 100:1, 2 nos invita a cantar alegres a Dios, a servir a Dios con alegría y a venir ante su presencia con regocijo. Aquí aparecen 3 elementos primordiales con los cuales se manifiesta el gozo: el acto de cantar, el acto de servir y el acto de venir ante su presencia. Así pues, el gozo de Dios en nosotros debe estar presente siempre en todo lo que hacemos.

miércoles, 11 de febrero de 2015

El gozo en la presencia de Dios Parte III


i. Dios es nuestro gozo, él es nuestra paz, él es nuestra esperanza, él es nuestra mayor riqueza; ahora bien, este gozo divino no está basado en sentimientos humanos, aunque influye en ellos. Por consiguiente, el gozo divino no depende de nuestras circunstancias, de lo que tenemos o de lo nos falta, de quiénes nos amen o quiénes nos abandonen. Este gozo es completo en su presencia y no importa la situación que estemos pasando, Dios produce en nosotros un gozo glorioso. En este sentido, Pablo dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13). Así pues, en Cristo tenemos el gozo, la fortaleza, la capacidad, la sabiduría y los recursos para cumplir el plan completo de Dios en nuestra vida. En el contexto de Pablo, él hablaba de estar contento en cada situación, aún si sus circunstancias físicas eran menos que deseables. El supo cómo estar contento, teniendo mucho o teniendo poco. Aún si estaba en la cárcel, Pablo tenía la presencia del Señor con él. Cuando realmente entendemos que todo le pertenece a Dios, nos desprendemos de todo aquello a lo que nos aferramos y entonces nos sentimos completos porque asimilamos la verdad de que no tenemos nada (solo a Dios) y que no somos nada (que solo Dios es grande, sabio, poderoso y soberano), porque nos damos cuenta que nada nos llena ni nos satisface realmente. Solo Dios es suficiente, todo lo demás pasa y es momentáneo.

j. Así como Pablo lo vivió y lo enseñó en sus cartas, y con su testimonio, cuando morimos a nosotros mismos, cuando experimentamos la impotencia de no saber qué hacer, de no tener los recursos para lograr lo que queremos, de no sentir las fuerzas para seguir adelante, de no sentir el deseo de hacer la voluntad de Dios, de ver todas las puertas cerradas… Dios nos permite estar en esa posición para que aprendamos a decir: yo no puedo, yo no tengo, solo tú eres mi ayudador, entonces experimentamos el gozo de depender de Dios y de confiar solo en su gracia, la cual es más que suficiente y que muestra su poder en medio de la insuficiencia humana (2 Cor. 12:9).


domingo, 8 de febrero de 2015

El gozo en la presencia de Dios Parte II



d. El Espíritu Santo se deleita en las cosas de Dios, mientras la carne se deleita en las cosas de este mundo. ¿En cuál estas andando? ¿En cuál te deleitas? La verdad es clara: si siembras para la carne, de la carne segarás corrupción (Gál. 6:8). La mayoría de los cristianos pasan mucho tiempo alimentando la carne, comiendo, bebiendo, entreteniéndola, satisfaciéndola, aún con cosas "lícitas", y solo una minúscula cantidad de tiempo sembrando para el Espíritu. ¿Entonces cuál va a ser el más fuerte? Si de forma disciplinada y continuamente siembras para el Espíritu, tu hombre espiritual será fuerte, y del Espíritu segarás la vida eterna.

e. Quizás tú digas hoy: “no me deleito en las cosas de Dios, pero ¿cómo puedo hacerlo?  ¿Cómo puedo deleitarme más en Dios? ¿Dónde comienzo?” Todo comienza en la cruz. Vuelve a la cruz (Gál. 2:20). La carne que todavía dicta sus deseos tiene que ir a la cruz y ser crucificada juntamente con Cristo. Gritará y pataleará hasta el final, sin duda, pero necesita ser juzgada. Persiste en hacer morir la naturaleza humana (la voluntad de la carne) hasta que ella sea dominada completamente y se mantenga sometida a Cristo por la obra del Espíritu Santo. Todo lo que haya en tu vida que sabes que está asociado con el mundo, con la carne y con el pecado, y sabes que no agrada a Dios, necesita ser rendido. Ninguna auto-justificación está permitida. Si lo que piensas, dices o haces, está en contra de los principios de las Escrituras, o si sabes en tu corazón que no glorifica a Dios, deshazte de ello. Si es dudoso, deshazte de ello. Algo que te impide tener una conciencia absolutamente pura, necesita ser tratado y crucificado juntamente con Cristo. Permite que la obra de Cristo en la cruz tenga su efecto completo, porque es solo así puedes empezar a disfrutar de una comunión plena con Cristo.

f. Mientras continuamente crucifiques la carne y siembres para el Espíritu, andando en el Espíritu con una conciencia pura, tu espíritu (hombre interior) será edificado y hecho fuerte, y tu corazón será purificado continuamente por fe y sus deseos llegarán a ser verdaderamente santos, en comunión con la presencia de Dios. Tu corazón tendrá hambre y sed de justicia, y cuando seas lleno con el bendito fruto del Espíritu, encontrarás la verdadera delicia interna en Dios, e incluso podrás testificar como David el salmista: “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias” (Sal. 36:7, 8). Cuando vivimos la experiencia real de disfrutar de la presencia de Dios en nuestras vidas, y deleitarnos en él, y no en las cosas de este mundo, amando las cosas que él ama y deleitándonos en las cosas en las que él se deleita, siendo llenos del Espíritu continuamente, anhelando la santidad más profunda, disfrutando de las riquezas de su gracia, entonces nosotros comprenderemos la vida cristiana que él diseñó para nosotros su pueblo, porque su propósito es que encontremos el deleite y el placer supremo solamente en él. Ya no hay que deleitarnos en satisfacer los deseos de los ojos, los deseos de la carne, o la vanagloria de la vida, en las cosas de este mundo, sino que nos deleitarnos en conocerle, amarle, obedecerle, servirle y servir a los demás. Por eso, la Biblia dice: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jer. 9:23, 24).

g. Tristemente, la mayoría de los cristianos no experimentan la bendición de caminar con Dios llenos del gozo de su presencia, porque ellos llevan una vida con muchos altibajos y no permanecen en Cristo, dependiendo de las emociones y de la programación mental que tienen para sentirse satisfechos, esperando cumplir sus expectativas. Así pues, cuando contristamos al Espíritu Santo, el gozo divino no puede manifestarse de forma plena en nosotros; con respecto a esto, Pablo decía: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Ef. 4:30).

h. Si verdaderamente permanecemos bajo la sombra del Omnipotente, viviendo en su presencia todos los días, estaremos contentos continuamente, completamente satisfechos en él. Nosotros no necesitaremos las cosas sensuales ni carnales para sentir gozo, “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom. 14:17). Aquí se reitera el papel que desempeña el Espíritu Santo para que nuestro gozo sea completo.

sábado, 7 de febrero de 2015



El gozo en la presencia de Dios Parte I
 
El andar y permanecer en la presencia favorable de Dios, y el estar en oración constante y profunda, produce en nosotros una paz que sobrepasa todo entendimiento y que guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil. 4:7); además, hay un gozo inefable (que no se puede expresar) y glorioso (1 Ped. 1:8), es decir, un gozo que no se puede explicar con el lenguaje humano, el cual es maravilloso, incomparable y precioso.

Tomemos algunos versículos de la Biblia para entender cómo el gozo divino se experimenta en su presencia:

a. Pedro, lleno del Espíritu Santo, en un discurso a los judíos en la ciudad de Jerusalén, les dijo: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hch. 3:19). Cuando el corazón se arrepiente y hay una verdadera conversión, se experimentan tiempos de refrigerio para el alma en la presencia del Señor. En el texto griego, el término usado para refrigerio es anápsuxis que significa “recuperar el aliento” (figurativamente, revivir); en otras palabras, cuando el alma vive una experiencia de conversión en la presencia de Dios, vuelve a tomar aliento, vuelve a respirar y es algo que llena de paz y gozo.

b. ¿Por qué muchos de los que profesan ser cristianos no encuentran un gozo profundo en las cosas de Dios? ¿Por qué no encuentran gozo en su presencia? La razón es que muchos de ellos todavía aman el mundo en sus corazones y por este motivo, sus corazón están insatisfechos (es que realmente no se han convertido); sin embargo, Juan dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:15-17). Obviamente, este amor del Padre está relacionado con el gozo y el deleite del corazón en la comunión con él. El mundo no puede saciar el alma pero el amor del Padre es suficiente para llenarla de paz.

c. Cuando no hay una experiencia genuina con Dios, el corazón de muchos supuestos cristianos no disfruta el gozo de la presencia de Dios, porque andan en la carne y no en el Espíritu. La oración se torna aburridora y no encuentran qué decir; además, no se deleitan en estudiar profundamente la Palabra de Dios. A decir verdad, la carne quiere gobernar sobre el espíritu y pretende imponer sus deseos desordenados; la carne odia ser sometida al gobierno de Dios y odia pasar tiempo genuino de calidad en oración, buscando a Dios; la carne odia todo lo que provenga del Espíritu Santo (Gál. 5:17). No obstante, cuando la carne es crucificada y el hombre interior es avivado por el Espíritu de Dios, tiene vida de Dios, es dirigido por él, le da poder espiritual y llega a ser una delicia verdadera acercarnos a él por medio de la oración y encontramos el alimento esencial en las profundas verdades de la Palabra de Dios; llega a ser un clamor del corazón experimentar la presencia de Dios como una realidad diaria. Por eso, entre más ores, más quieres orar; entre más estudies la Biblia, más quieres seguir leyendo e investigando la Palabra de Dios. Por ende, si el hombre interior está sometido a la Palabra de Dios, comienza a disfrutar de las cosas de Dios. Cuando tú disfrutas de Dios, y te deleitas en él, él comienza a manifestar más y más de su presencia en tu vida y el gozo que recibes es algo indescriptible que no se puede comparar con nada aquí en la tierra (Sal. 73:25).





miércoles, 4 de febrero de 2015

Entremos en la presencia de Dios


Miremos algunos consejos prácticos para entrar en la presencia de Dios siempre que queremos orar, sentir su abrazo, disfrutar de su poder y permanecer en la presencia de Dios todo el día y todos los días (1 Ts. 5:16, 17):

- Vivir en conexión con Dios cada momento del día, meditando en él, admirando sus obras en la creación (Am. 5:8), reconociéndole en los pequeños detalles del día, sintiéndonos agradecidos por todo (por sus bendiciones y por las dificultades que permite). Estos es cultivar un corazón sensible para experimentar a Dios siempre.

- Orar a Dios sin cesar durante todo el día mientras tengamos la oportunidad, meditando y expresando palabras de fe y poder de las Sagradas Escrituras, luchando contra el pecado y los demonios, sin distraernos ni afectar nuestras actividades normales del día.

- Tomando un tiempo de oración en la mañana, en un espacio del día o en la noche, y adorar a Dios, expresando lo que él es y lo que él hace.

- Reconocer a Dios en cada situación, invocarlo, buscarlo (1 Crón. 16:11; Sal. 69:32), conocerlo (Jer. 9:24), experimentarlo, tener hambre y sed de su justicia (Mt. 5:6), hacerle preguntas, leer la Biblia todos los días para aprender a entender el carácter de Dios y su voluntad perfecta para nuestra vida (Col. 3:1).

- Compartir con los hermanos en la fe y recibir edificación (Heb. 10:23-25).


- Compartir el evangelio con otros para que Cristo sea glorificado en la tierra y que muchas vidas le conozcan de forma personal (Mt. 28:19, 20). Por esta razón, vemos que Cristo envío al Espíritu Santo, para que los creyentes cumplieran una tarea primordial: ser testigos de Cristo a todas las naciones (Hch. 1:8).

domingo, 1 de febrero de 2015

La oración en la presencia de Dios Parte II


 

d. El rey Josías también tuvo una reacción favorable ante la Palabra de Dios y los juicios que anunciaba, porque su corazón se conmovió, y se humilló delante de Dios, y lloró en su presencia, y fue oído por Dios: “Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis: Jehová el Dios de Israel ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también te he oído, dice Jehová” (2 Crón. 34:26, 27).

e. Ezequías, rey de Judá, recibió una palabra de amonestación de parte del profeta Miqueas y temió a Dios, oró en su presencia y Dios se arrepintió del juicio que había establecido para él y el pueblo de Judá: “Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque. ¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?” (Jer. 26:18, 19).

f. Dios puede usar cualquier método que considere efectivo para quebrantarnos y llevarnos ante su presencia, como lo hizo con Manasés: “Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración, y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios” (2 Crón. 33:12, 13).

g. Dios usó al profeta Jeremías para hacer un llamado a su pueblo a una oración profunda, en la cual derramara su corazón ante la presencia del Señor; este pueblo se encontraba en medio del juicio divino y veía las consecuencias de la desobediencia a Dios: “Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles” (Lam. 2:19).

h. Jeremías conocía el secreto de la oración en la presencia de Dios, mientras que los predicadores, profetas y mensajeros de su tiempo estaban lejos de este lugar de intimidad con Dios y de sometimiento a su voluntad: “Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?” (Jer. 23:18); “Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras” (Jer. 23:22).

i. Jeremías era un intercesor a favor del pueblo de Dios y de aquellos que necesitaban de su gracia: “y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia” (Jer. 42:9).

j. Daniel era fiel a Dios en todo y era un hombre de oración: se arrodillaba tres veces al día y oraba y daba gracias delante de su Dios (Dn. 6:10); además, oraba y rogaba en presencia de Dios (Dn. 6:11).


Definitivamente, en la Biblia vemos ejemplos de creyentes que oraron en la presencia de Dios porque procuraron estar en contacto con él, caminando en sus estatutos y siendo luz en medio de las tinieblas.