d. El rey Josías también
tuvo una reacción favorable ante la Palabra de Dios y los juicios que
anunciaba, porque su corazón se conmovió, y se humilló delante de Dios, y lloró
en su presencia, y fue oído por Dios: “Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar
a Jehová, así le diréis: Jehová el Dios de Israel ha dicho así: Por cuanto
oíste las palabras del libro, y tu corazón se conmovió, y te humillaste delante
de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus moradores, y te
humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia,
yo también te he oído, dice Jehová” (2 Crón. 34:26, 27).
e. Ezequías, rey de Judá,
recibió una palabra de amonestación de parte del profeta Miqueas y temió a
Dios, oró en su presencia y Dios se arrepintió del juicio que había establecido
para él y el pueblo de Judá: “Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías
rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de
los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de
ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque. ¿Acaso lo mataron
Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de
Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos?
¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?” (Jer. 26:18, 19).
f. Dios puede usar
cualquier método que considere efectivo para quebrantarnos y llevarnos ante su
presencia, como lo hizo con Manasés: “Mas luego que fue puesto en angustias,
oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus
padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración, y lo
restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era
Dios” (2 Crón. 33:12, 13).
g. Dios usó al profeta
Jeremías para hacer un llamado a su pueblo a una oración profunda, en la cual
derramara su corazón ante la presencia del Señor; este pueblo se encontraba en
medio del juicio divino y veía las consecuencias de la desobediencia a Dios:
“Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua
tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él implorando la vida
de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las
calles” (Lam. 2:19).
h. Jeremías conocía el
secreto de la oración en la presencia de Dios, mientras que los predicadores,
profetas y mensajeros de su tiempo estaban lejos de este lugar de intimidad con
Dios y de sometimiento a su voluntad: “Porque ¿quién estuvo en el secreto de
Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?”
(Jer. 23:18); “Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír
mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la
maldad de sus obras” (Jer. 23:22).
i. Jeremías era un
intercesor a favor del pueblo de Dios y de aquellos que necesitaban de su
gracia: “y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis
para presentar vuestros ruegos en su presencia” (Jer. 42:9).
j. Daniel era fiel a Dios
en todo y era un hombre de oración: se arrodillaba tres veces al día y oraba y
daba gracias delante de su Dios (Dn. 6:10); además, oraba y rogaba en presencia
de Dios (Dn. 6:11).
Definitivamente, en la
Biblia vemos ejemplos de creyentes que oraron en la presencia de Dios porque
procuraron estar en contacto con él, caminando en sus estatutos y siendo luz en
medio de las tinieblas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario