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miércoles, 11 de febrero de 2015

El gozo en la presencia de Dios Parte III


i. Dios es nuestro gozo, él es nuestra paz, él es nuestra esperanza, él es nuestra mayor riqueza; ahora bien, este gozo divino no está basado en sentimientos humanos, aunque influye en ellos. Por consiguiente, el gozo divino no depende de nuestras circunstancias, de lo que tenemos o de lo nos falta, de quiénes nos amen o quiénes nos abandonen. Este gozo es completo en su presencia y no importa la situación que estemos pasando, Dios produce en nosotros un gozo glorioso. En este sentido, Pablo dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13). Así pues, en Cristo tenemos el gozo, la fortaleza, la capacidad, la sabiduría y los recursos para cumplir el plan completo de Dios en nuestra vida. En el contexto de Pablo, él hablaba de estar contento en cada situación, aún si sus circunstancias físicas eran menos que deseables. El supo cómo estar contento, teniendo mucho o teniendo poco. Aún si estaba en la cárcel, Pablo tenía la presencia del Señor con él. Cuando realmente entendemos que todo le pertenece a Dios, nos desprendemos de todo aquello a lo que nos aferramos y entonces nos sentimos completos porque asimilamos la verdad de que no tenemos nada (solo a Dios) y que no somos nada (que solo Dios es grande, sabio, poderoso y soberano), porque nos damos cuenta que nada nos llena ni nos satisface realmente. Solo Dios es suficiente, todo lo demás pasa y es momentáneo.

j. Así como Pablo lo vivió y lo enseñó en sus cartas, y con su testimonio, cuando morimos a nosotros mismos, cuando experimentamos la impotencia de no saber qué hacer, de no tener los recursos para lograr lo que queremos, de no sentir las fuerzas para seguir adelante, de no sentir el deseo de hacer la voluntad de Dios, de ver todas las puertas cerradas… Dios nos permite estar en esa posición para que aprendamos a decir: yo no puedo, yo no tengo, solo tú eres mi ayudador, entonces experimentamos el gozo de depender de Dios y de confiar solo en su gracia, la cual es más que suficiente y que muestra su poder en medio de la insuficiencia humana (2 Cor. 12:9).


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