2. Un individuo
se beneficia de las Escrituras cuando éstas le hacen ver, sentir y palpar a
Cristo como una persona real, viva y dinámica.
Todo
concepto que presente a Cristo de otra manera está en contra de la verdad
divina de la Biblia y no debemos aceptarlo (no importa quién sea la fuente… un
predicador, un teólogo, un líder espiritual reconocido, un familiar que amamos,
un amigo muy cercano, etc.).
El
mismo Jesús le dijo a los judíos: “Abraham
vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Jn.
8:56). Luego les dijo: “De cierto, de
cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Jn. 8:56).
Para
las multitudes que desconocen las Escrituras (y por tanto, a Cristo mismo), él
no es más que un nombre y un personaje histórico. Las personas que viven con
esta mentalidad no tienen una relación personal con él ni gozan de comunión
espiritual con él. Pero para el cristiano consagrado y fiel, la situación es
muy distinta. El lenguaje de su corazón es: Cristo es Dios Creador de todas las
cosas y es mi Salvador… su voz es un deleite para mi alma y solo quiero
seguirle y obedecerle… quiero ser cada día más como él… quiero ser luz en medio
de las tinieblas.
Jesús
dijo: “El que tiene mis mandamientos, y
los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y
yo le amaré, y me manifestaré a él” (Jn. 14:21). Notemos que Jesús se
manifiesta de forma personal a aquel que por la gracia de Dios anda por el
camino de la obediencia. En este sentido, se hace real y palpable para sus
fieles seguidores. Esta experiencia es maravillosa y podemos decir como Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos
te ven” (Job 42:5). Sin embargo, es una bendición que se obtiene mediante
un contacto sincero con las Escrituras y una vida de obediencia a los
mandamientos del Señor. No así cuando el corazón es indiferente a la Biblia o
cuando se lee pero no se practican los principios divinos.
3. Un individuo
se beneficia de las Escrituras cuando más absorbido queda en las perfecciones
de Cristo.
Al
principio, lo que lleva el alma a Cristo es un sentido de necesidad, pero lo
que le atrae después es la comprensión de su excelencia, y ésta le hace
seguirlo. Cuanto más real se vuelve Cristo, más somos atraídos por sus
perfecciones. Al principio lo vemos solo como un Salvador que necesitamos para obtener
el perdón de Dios, pero cuando el Espíritu Santo continúa llevándonos a las
virtudes de Cristo y nos permite comprenderlas, descubrimos que en su cabeza
hay «muchas diademas» (Ap. 19:12), es decir, contemplamos la autoridad y la
majestad de Cristo. De hecho, el profeta Isaías le llama Admirable (Is. 9:6)
porque él es digno de gloria y alabanza por sus oficios, sus propósitos, sus
cualidades y su obra perfecta para salvación de la humanidad. El es el único
amigo que nunca falla, la ayuda segura en tiempo de necesidad… cuando nadie se
acuerda de nosotros, cuando los demás están ocupados en sus asuntos y nos
ignoran, cuando los demás nos dan la espalda, cuando los demás nos desprecian y
nos condenan, cuando los demás nos atacan o nos persiguen… él es el compañero
del camino, el abogado defensor, el protector, el guía y el consejero, el Sumo
Sacerdote que comprende nuestras flaquezas y perdona nuestro pecados, es el
camino que nos lleva al Padre, la verdad que nos enseña y la vida que nos llena
de gozo y paz por toda la eternidad.
Tenemos
la necesidad de estar cerca de Cristo, sentados a sus pies para escuchar su
enseñanza y abiertos para recibir de su plenitud. Nuestro deleite principal debe
ser considerar al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión (Heb. 3:1),
para contemplar sus virtudes, meditar en sus promesas y disfrutar de su amor
incomparable y perfecto.
Al
hacerlo, estaremos tan satisfechos en él que no habrá nada ni nadie que nos
pueda separar de su amor, no habrá fantasías e ilusiones vanas que nos
distraigan y no habrá tentación y oferta que nos encandile.
Reflexiona
ahora… ¿conoces algo de esto en tu experiencia presente? ¿Es tu gozo principal
el estar ocupado con él? Si no es así, tu lectura y estudio de la Biblia te han
beneficiado muy poco de verdad.
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