c. ¿En qué tiempo debemos orar?
- La Biblia
dice: “Orad sin cesar. Dad gracias en
todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”
(1 Ts. 5:17, 18). En otras palabras, la actitud constante de oración hacia Dios
debe estar presente en todo tiempo (en cualquier momento del día). Ahora bien,
la oración no significa que pasemos el día entero de rodillas, sino que estemos
en comunión continua con Dios (en oración y gratitud). Así pues, Dios debe ser
nuestro compañero diario en cada instante.
- Además de
tener una actitud constante de oración, la Palabra de Dios menciona 3 momentos
que son de bendición para la oración: “Tarde
y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Sal. 55:17). En
este sentido, vemos que Daniel oraba tres veces al día: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa,
y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba
tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía
hacer antes” (Dn. 6:10). No obstante, la Biblia no establece un mandato
sobre cuántas veces orar pero estudiando las Escrituras aprendemos a orar en
todo tiempo con un corazón apasionado por Dios. Por ende, debemos escoger en
qué momento del día es más provechoso el tiempo de oración (en la madrugada, en
un espacio libre del día, en la noche); lo importante es no tener distracciones
al orar y desarrollar este maravilloso hábito con pasión, alegría, disciplina y
perseverancia en la vida diaria porque si lo dejamos para cuando tengamos
tiempo, siempre habrá una excusa o un motivo para postergar el tiempo de la
oración. Si nunca has desarrollado un tiempo de oración diaria o has perdido la
pasión por la oración o siempre encuentras excusas para no hacerlo, es
recomendable empezar con unos 10 o 15 minutos al día y progresivamente, este
tiempo lo vamos ampliando a 30 minutos, 1 hora o más, hasta que veamos que
tenemos un tiempo de calidad que disfrutamos a plenitud en la presencia del
Señor. Seamos constantes y cumplamos con un tiempo cada día durante 1 semana y en
un mismo horario; luego podemos establecer otra meta de oración… dejemos que el
Espíritu Santo nos guíe y nos enseñe cómo orar, qué pedir y cuánto tiempo
dedicar en el lugar secreto de la intimidad con Dios. Entre más tiempo será
mejor porque tendremos la oportunidad de hablar de más temas con el Señor, de
escuchar su voz, su dirección; sin embargo, la oración debe ser de calidad y
productiva; de lo contrario, seremos como religiosos que repiten siempre las
mismas palabras y no disfrutaremos de la alegría de una vida de oración diaria que
es un deleite para el alma enamorada de Cristo.
d. ¿En qué lugar debemos orar?
- La Biblia
dice: “Quiero, pues, que los hombres oren
en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (1 Tim. 2:8).
En otras palabras, la oración puede ser realizada prácticamente en cualquier
lugar; sin embargo, es conveniente buscar un lugar que esté lejos de las
distracciones del día para poder dedicar un tiempo suficiente y establecer un
hábito diario de oración en el secreto con Dios. Jesús dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento,
y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en
lo secreto te recompensará en público” (Mt. 6:6). Otra alternativa es ir a
un lugar o un templo que esté consagrado especialmente para Dios (un lugar
donde el Señor sea honrado, respetado y obedecido). En Hch. 3:1 dice: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la
hora novena, la de la oración”.
- En síntesis,
podemos decir que cualquier lugar es apropiado para orar a Dios con un corazón
sincero, siempre y cuando tengamos un ambiente favorable para la vida
espiritual.
e. ¿En qué posición se debe orar?
- La posición
ideal es de rodillas, puesto que expresa entrega y rendición del creyente hacia
Dios (Sal. 95:6). Sin embargo, hay casos en la Biblia, en los cuales se pone el
rostro en tierra delante de Dios (Gn. 17:3; Lv. 9:24; Mt. 26:39). También hay
otros casos, en los que se ora de pie o con la cabeza agachada (Lc. 18:11-13),
incluso estando sentado (Hch. 1:14; 2:1, 2), postrado en la cama o acostado (1
Rey. 1:47).
- Todo depende
de la ocasión, del momento y del lugar pero debemos hacerlo con una actitud de
respeto y devoción para con Dios; ésta debe ser nuestra prioridad cuando
venimos ante él en oración (Sal. 62:8). Debemos abrir el corazón y hablar con
Dios de forma personal, esperando también que él nos hable, nos guíe y nos
fortalezca en fe con el gozo del Espíritu Santo.
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