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martes, 3 de marzo de 2015

La oración Parte II


c. ¿En qué tiempo debemos orar?
           
- La Biblia dice: “Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:17, 18). En otras palabras, la actitud constante de oración hacia Dios debe estar presente en todo tiempo (en cualquier momento del día). Ahora bien, la oración no significa que pasemos el día entero de rodillas, sino que estemos en comunión continua con Dios (en oración y gratitud). Así pues, Dios debe ser nuestro compañero diario en cada instante.

- Además de tener una actitud constante de oración, la Palabra de Dios menciona 3 momentos que son de bendición para la oración: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Sal. 55:17). En este sentido, vemos que Daniel oraba tres veces al día: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” (Dn. 6:10). No obstante, la Biblia no establece un mandato sobre cuántas veces orar pero estudiando las Escrituras aprendemos a orar en todo tiempo con un corazón apasionado por Dios. Por ende, debemos escoger en qué momento del día es más provechoso el tiempo de oración (en la madrugada, en un espacio libre del día, en la noche); lo importante es no tener distracciones al orar y desarrollar este maravilloso hábito con pasión, alegría, disciplina y perseverancia en la vida diaria porque si lo dejamos para cuando tengamos tiempo, siempre habrá una excusa o un motivo para postergar el tiempo de la oración. Si nunca has desarrollado un tiempo de oración diaria o has perdido la pasión por la oración o siempre encuentras excusas para no hacerlo, es recomendable empezar con unos 10 o 15 minutos al día y progresivamente, este tiempo lo vamos ampliando a 30 minutos, 1 hora o más, hasta que veamos que tenemos un tiempo de calidad que disfrutamos a plenitud en la presencia del Señor. Seamos constantes y cumplamos con un tiempo cada día durante 1 semana y en un mismo horario; luego podemos establecer otra meta de oración… dejemos que el Espíritu Santo nos guíe y nos enseñe cómo orar, qué pedir y cuánto tiempo dedicar en el lugar secreto de la intimidad con Dios. Entre más tiempo será mejor porque tendremos la oportunidad de hablar de más temas con el Señor, de escuchar su voz, su dirección; sin embargo, la oración debe ser de calidad y productiva; de lo contrario, seremos como religiosos que repiten siempre las mismas palabras y no disfrutaremos de la alegría de una vida de oración diaria que es un deleite para el alma enamorada de Cristo.

d. ¿En qué lugar debemos orar?

- La Biblia dice: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (1 Tim. 2:8). En otras palabras, la oración puede ser realizada prácticamente en cualquier lugar; sin embargo, es conveniente buscar un lugar que esté lejos de las distracciones del día para poder dedicar un tiempo suficiente y establecer un hábito diario de oración en el secreto con Dios. Jesús dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt. 6:6). Otra alternativa es ir a un lugar o un templo que esté consagrado especialmente para Dios (un lugar donde el Señor sea honrado, respetado y obedecido). En Hch. 3:1 dice: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración”.

- En síntesis, podemos decir que cualquier lugar es apropiado para orar a Dios con un corazón sincero, siempre y cuando tengamos un ambiente favorable para la vida espiritual.
  
e. ¿En qué posición se debe orar?

- La posición ideal es de rodillas, puesto que expresa entrega y rendición del creyente hacia Dios (Sal. 95:6). Sin embargo, hay casos en la Biblia, en los cuales se pone el rostro en tierra delante de Dios (Gn. 17:3; Lv. 9:24; Mt. 26:39). También hay otros casos, en los que se ora de pie o con la cabeza agachada (Lc. 18:11-13), incluso estando sentado (Hch. 1:14; 2:1, 2), postrado en la cama o acostado (1 Rey. 1:47).

- Todo depende de la ocasión, del momento y del lugar pero debemos hacerlo con una actitud de respeto y devoción para con Dios; ésta debe ser nuestra prioridad cuando venimos ante él en oración (Sal. 62:8). Debemos abrir el corazón y hablar con Dios de forma personal, esperando también que él nos hable, nos guíe y nos fortalezca en fe con el gozo del Espíritu Santo.

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