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domingo, 8 de marzo de 2015

La oración Parte IV


h. ¿A quién debemos dirigir nuestra oración?

- Podemos orar al Padre en el nombre de Jesús (Mt. 6:9; Jn. 16:23, 24; 14:13, 14). Lamentablemente, muchos han malinterpretado las palabras de Jesús, limitando la oración al Padre. Recordemos que Jesús está hablando en el contexto como humano y está enfocando a sus discípulos hacia el Padre, a fin de que confíen en él. No obstante, Jesús reveló a sus discípulos su divinidad y la divinidad del Espíritu Santo. Por tanto, al leer todas las Escrituras (y no solo los versículos que hablan sobre la oración al Padre en el nombre de Jesús), encontramos que tenemos la oportunidad y el privilegio de elevar nuestra oración de forma directa y por nombre propio (al Padre, a Hijo y al Espíritu Santo), confiando en la gracia, el amor y el poder de Dios para escuchar y responder a nuestro clamor (Hch. 7:59; Ez. 37:9). Así pues, hay un solo Dios pero manifestado en tres personas co-iguales. Oremos al Señor para que nos de entendimiento y que podamos desarrollar una relación personal con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo.

i. ¿Cuáles son los requisitos que Dios exige para una oración eficaz?


Alguien puede decir que Dios es injusto o egoísta porque condiciona ciertas respuestas a las oraciones de sus hijos; nada más lejos de la realidad… lo que sucede es que Dios quiere formar nuestro carácter y por eso, sus respuestas a la oración dependen en gran medida de nuestra disposición; obviamente, él es soberano y no podemos esperar que siempre las circunstancias sean las mismas o que el tiempo de respuesta sea el mismo para cada persona; recordemos que Dios nos conoce y sabe lo que es mejor para todos y es él quien decide cómo y cuándo responde. El hecho de que Dios no responda en la forma o en el tiempo que esperamos, no significa que no esté respondiendo porque muchas veces su silencio es un NO o un NO AHORA, ESPERA MI DIRECCIÓN. Así pues, no desmayemos en la oración; sigamos buscando la iluminación del Espíritu Santo, quien con toda certeza nos dará claridad. Solo confiemos en su gracia, su sabiduría y su poder ilimitado, honrando su palabra y aprendiendo a conocer la multiforme operación de Dios cada día.

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