h. ¿A quién debemos dirigir nuestra oración?
- Podemos orar
al Padre en el nombre de Jesús (Mt. 6:9; Jn. 16:23, 24; 14:13, 14).
Lamentablemente, muchos han malinterpretado las palabras de Jesús, limitando la
oración al Padre. Recordemos que Jesús está hablando en el contexto como humano
y está enfocando a sus discípulos hacia el Padre, a fin de que confíen en él.
No obstante, Jesús reveló a sus discípulos su divinidad y la divinidad del
Espíritu Santo. Por tanto, al leer todas las Escrituras (y no solo los
versículos que hablan sobre la oración al Padre en el nombre de Jesús),
encontramos que tenemos la oportunidad y el privilegio de elevar nuestra
oración de forma directa y por nombre propio (al Padre, a Hijo y al Espíritu
Santo), confiando en la gracia, el amor y el poder de Dios para escuchar y
responder a nuestro clamor (Hch. 7:59; Ez. 37:9). Así pues, hay un solo Dios
pero manifestado en tres personas co-iguales. Oremos al Señor para que nos de
entendimiento y que podamos desarrollar una relación personal con el Padre, con
el Hijo y con el Espíritu Santo.
i. ¿Cuáles son los requisitos que Dios exige para
una oración eficaz?
Alguien puede
decir que Dios es injusto o egoísta porque condiciona ciertas respuestas a las
oraciones de sus hijos; nada más lejos de la realidad… lo que sucede es que
Dios quiere formar nuestro carácter y por eso, sus respuestas a la oración
dependen en gran medida de nuestra disposición; obviamente, él es soberano y no
podemos esperar que siempre las circunstancias sean las mismas o que el tiempo
de respuesta sea el mismo para cada persona; recordemos que Dios nos conoce y
sabe lo que es mejor para todos y es él quien decide cómo y cuándo responde. El
hecho de que Dios no responda en la forma o en el tiempo que esperamos, no significa
que no esté respondiendo porque muchas veces su silencio es un NO o un NO
AHORA, ESPERA MI DIRECCIÓN. Así pues, no desmayemos en la oración; sigamos
buscando la iluminación del Espíritu Santo, quien con toda certeza nos dará
claridad. Solo confiemos en su gracia, su sabiduría y su poder ilimitado,
honrando su palabra y aprendiendo a conocer la multiforme operación de Dios
cada día.
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