b. ¿Qué es el matrimonio?
- El matrimonio es una institución establecida por
Dios
Es un acto
diseñado y respaldado por Dios, en el cual un hombre y una mujer se unen por
toda la vida (dejando a su padre y su madre), mediante un pacto voluntario e
indisoluble, para ser una sola carne. Dios mismo intervino como el oficiante
del primer pacto matrimonial (Gn. 2:18-25); el Señor Jesucristo, refiriéndose a
este acto divino, dijo: “lo que Dios
juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6). Ahora bien, no importa qué
autoridad reconocida oficie la ceremonia (sea un ministro evangélico, un sacerdote
católico, un juez, o cualquier otra autoridad legal), Dios reconoce este pacto
de matrimonio. En este sentido, la Biblia dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”
(Rom. 13:1). Así pues, dependiendo de las leyes de cada país, el contrato
matrimonial se celebra en presencia de una autoridad competente y unos
testigos, pero especialmente ante Dios.
El libro de
Génesis evidencia que el hombre o la mujer han de “dejar a su padre y su madre”, no a su “anterior esposa(o)”, antes
de unirse a una nueva pareja. Esto indica que el matrimonio debe de ser entre
personas solteras o libres de pasados lazos matrimoniales (para hacer lazos
presentes) y que legalmente (ante Dios) pueden unirse en matrimonio el uno con
la otra. La unión matrimonial así establecida viene a ser aprobada y bendecida
por Dios, quien es el autor del matrimonio; sin embargo, toda unión que esté en
contra de este patrón bíblico es rechazada por Dios y no tiene su aprobación.
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin
mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).
Esto no es un
juego porque Dios hace respetar su palabra.
- El
matrimonio es la base de la sociedad
El matrimonio es
la base y fundamento del hogar, de la nación y de la sociedad en general. La
Biblia dice: “Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios,
y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y
señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias
que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1:27, 28). Aquí vemos claramente que
antes de la sociedad existió el matrimonio establecido por Dios y éste fue el
fundamento de la multiplicación de la especie y del gobierno del ser humano
sobre la tierra. Por ende, si distorsionamos el diseño de Dios, la sociedad
entera sufrirá consecuencias y esto es lo que vemos, una sociedad inmoral,
desordenada, prostituida, corrompida y degenerada, que busca siempre excusas y
justificaciones para rechazar los mandamientos de Dios e imponer sus propios
deseos.
- El matrimonio es un pacto
La Biblia nos
muestra que el matrimonio es un pacto donde el mismo Dios es testigo. El hombre
hace un pacto con su esposa y la mujer hace un pacto con su esposo; este pacto debe
ser establecido, no sobre términos seculares, ni de acuerdo a leyes o ideas
humanas, sino de acuerdo a la palabra de Dios (aunque es conveniente y justo
estar debidamente registrados ante el gobierno, bajo la figura del matrimonio
civil).
La Biblia
resalta que los llamados a realizar el pacto matrimonial son “un hombre” y “una
mujer” que se unen en “una sola carne”. Aquí no hay lugar para la unión de dos
hombres o dos mujeres (homosexualismo), ni para la unión de un hombre y varias
mujeres, o una mujer y varios hombres (poligamia). Estos actos son rechazados
por Dios de forma clara en la Biblia.
Un pacto siempre
es un acuerdo mutuo entre dos o más socios que los vincula y obliga a una
reciprocidad de beneficios y deberes. De igual manera, el matrimonio es un
pacto que hace responsable a un hombre y a una mujer de cumplir con su palabra
de forma honesta y sin evasivas. Mal. 2:14 dice: “Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la
cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”.
Dios mismo reprueba el incumplimiento del pacto matrimonial y llama al ser
humano a cumplir con su palabra si quiere honrar su nombre y sus mandamientos.
De lo contrario, Dios se convertirá en su juez y no habrá excusas ni argumentos
personales o sentimentales que lo libren de la justicia divina. Dios no es una
marioneta que se deja mover por la gente; él no tendrá por inocente al culpable
ni se dejará llevar por los títulos, los logros humanos, los ministerios, los
bienes materiales, las buenas obras, las supuestas buenas intenciones, etc.;
aquel que desobedezca su palabra, recibirá el justo juicio de Dios.
- El matrimonio es una unión de naturaleza
indisoluble
Revisemos otra
vez y con mayor profundidad lo que dice el profeta Malaquías: “Y esta otra vez haréis cubrir el altar de
Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda,
para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová
ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido
desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno,
habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una
descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis
desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel
ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido,
dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis
desleales” (Mal. 2:13-16).
Cuando una
pareja decide tomar un paso hacia el matrimonio, aunque no lo entienda bien, se
está poniendo bajo las estipulaciones que Dios ha establecido para el
matrimonio y él determinó que es una unión indisoluble: una sola carne. Por
tanto, no hay pretextos a la hora de dar cuentas a Dios sobre el matrimonio.
Notemos que Dios rechaza las lágrimas, el llanto, el clamor y la ofrenda del
pueblo de Israel… ¿cuál era el motivo? Dios estaba enojado con ellos porque
habían sido desleales al pacto del matrimonio y habían repudiado a sus esposas,
y aún en esa condición venían a presentar ofrendas, orar y clamar ante Dios,
pero él no aceptaba su oración ni sus ofrendas. El mismo dice que aborrece el
repudio, y éste consiste precisamente en rechazar a la esposa, procurando
romper el vínculo del pacto que se ha establecido.
La palabra repudio significa claramente rechazar y
despreciar; por otra parte, el término divorcio
viene del latín divortium. El concepto está formado por el prefijo “di” o
“dis”, cuyo significado es separación o divergencia y el verbo “verto” que
significa volver, dar vuelta, girar. El significado preciso es: “volverle la
espalda al otro”. En un principio, el término se utilizaba para hacer
referencia a la separación de tierras o bienes, pero luego los romanos lo
adoptaron como una figura legal en la que los maridos se separaban de sus
esposas y viceversa, dependiendo de las causas que se consideraban legales para
ese contexto romano.
En estos
términos hallamos un solo interés egoísta y contrario a la voluntad de Dios:
rehusar el cumplimiento del pacto matrimonial para tener la supuesta libertad
de buscar otra relación; sin embargo, debemos estudiar a la luz de la Biblia
cuáles son los propósitos que Dios constituyó para el matrimonio.
c. ¿Cuáles son los propósitos del matrimonio?
Desde el
principio, Dios estableció la relación matrimonial y la puso en un lugar
central de la vida humana. El hombre y la mujer fueron creados para compartir
una relación especial de amor, compromiso y ayuda mutua, en la que cada uno
complementa al otro. Así pues, Dios hace resaltar que no había nadie en la
creación que pudiera ser ayuda idónea para Adán, sino Eva, porque tenía su
misma esencia y podía ser su compañera de por vida (Gn. 2:18-25). En este
sentido, analicemos cuáles son los propósitos del matrimonio:
- Promover un compañerismo profundo entre un hombre
y una mujer
Dios es sabio y
diseñó el matrimonio para proporcionar compañía al hombre y a la mujer, ya que
todos necesitamos ser apoyados, aconsejados, escuchados, amados y estimados.
Así pues, el matrimonio es un sistema divino que favorece un ambiente propicio
para el compañerismo.
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté
solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
- Fomentar el control del impulso sexual en armonía
con los principios de Dios
El hombre fue
creado por Dios y él le otorgó un organismo con diversas necesidades; entre
ellas se encuentran las necesidades sexuales.
“pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga
su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la
mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene
potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido
potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a
no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en
la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa
de vuestra incontinencia” (1 Cor. 7:2-5).
El matrimonio es
el único espacio permitido por Dios para satisfacer el área sexual; todo lo que
esté en contra de este diseño es pecaminoso porque atenta contra las leyes
morales de Dios; por ejemplo, la fornicación, el adulterio, el homosexualismo,
la pornografía, la prostitución, la masturbación y todo tipo de prácticas
sexuales que distorsionan el concepto bíblico del matrimonio y corrompen al ser
humano y a la sociedad; lamentablemente, ésta es la realidad del mundo lejos de
la voluntad perfecta de Dios y Cristo llamó a su generación mala y adúltera
(Mt. 12:39) pero estas dos palabras siguen describiendo la condición de la
mayoría de personas hoy: son malas porque desobedecen a Dios y son adúlteras
porque corrompen su vida delante de Dios.
- Posibilitar la procreación y la expansión de la
raza humana
En un hecho que
solo a través de la unión sexual de un hombre y una mujer pudo darse la vida y
la raza humana:
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios
lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra”
(Gn. 1:27, 28).
Tristemente,
como el ser humano en general pretende cambiar el diseño de Dios y desprecia el
matrimonio, han venido y vendrán consecuencias inevitables de parte de Dios
para juzgar la inmoralidad y la desobediencia a sus leyes: hogares
disfuncionales, matrimonios cortos, relaciones traumáticas, embarazos
tempranos, madres solteras, padres irresponsables, toda clase de enfermedades
de transmisión sexual, etc. En todos estos casos, Dios permite que todo esto
suceda debido al irrespeto que la mayoría de la gente muestra a sus
mandamientos.
- Brindar bienestar y desarrollo integral al esposo,
a la esposa y a los hijos
Cuando un hogar
se mantiene unido y una pareja conserva su pacto matrimonial en amor y respeto,
se posibilita la estabilidad emocional, psicológica, económica y social para
todos y todas; no obstante, la obediencia a todos los principios de Dios tiene
que ser integral porque si nos desviamos en otras áreas y nos apartamos del
camino trazado por él, no podremos disfrutar de la plenitud de su plan.
“porque si alguno no provee para los suyos, y
mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Tim. 5:8).
“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte;
no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las
mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas,
cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de
Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-5).
Estos son los
valores que promueve la Palabra de Dios para el matrimonio y la familia: la
fidelidad conyugal, el respeto y la sujeción de la esposa al esposo, el amor y
la entrega del esposo a la esposa, la prudencia, el cuidado del hogar, la
responsabilidad económica, entre otros; el honrar todos estos principios
glorificará a Dios y pondrá en alto su Palabra, pero el ignorar y desobedecer
estos principios deshonrará a Dios y hará que su Palabra sea blasfemada,
menospreciada y tenida en poco por los que no conocen a Dios.
- Proporcionar la bendición de Dios
Es un regalo de
Dios el hecho de encontrar a alguien con quien establecer un pacto de
matrimonio que se mantenga y perdure por toda la vida en amor, respeto, paz,
confianza, fidelidad y apoyo mutuo.
“El que halla esposa halla el bien, y alcanza la
benevolencia de Jehová” (Pr. 18:22)
“Goza de la vida con la mujer que amas, todos los
días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días
de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te
afanas debajo del sol” (Ecl. 9:9).
- Contribuir al bienestar de la sociedad en general
Si la familia se
va deteriorando, hay resultados negativos que se ven reflejados en la sociedad
y esto es lo que notamos todos los días en las noticias: una sociedad enferma…
y debemos revisar bien el diseño de Dios para la familia en la Biblia y así
podremos atacar las raíces de muchas de las problemáticas actuales para sanar y
restaurar nuestros corazones conforme a la Palabra de Dios.
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