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miércoles, 24 de junio de 2015

Divorcio y recasamiento Parte II


b. ¿Qué es el matrimonio?

- El matrimonio es una institución establecida por Dios
Es un acto diseñado y respaldado por Dios, en el cual un hombre y una mujer se unen por toda la vida (dejando a su padre y su madre), mediante un pacto voluntario e indisoluble, para ser una sola carne. Dios mismo intervino como el oficiante del primer pacto matrimonial (Gn. 2:18-25); el Señor Jesucristo, refiriéndose a este acto divino, dijo: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6). Ahora bien, no importa qué autoridad reconocida oficie la ceremonia (sea un ministro evangélico, un sacerdote católico, un juez, o cualquier otra autoridad legal), Dios reconoce este pacto de matrimonio. En este sentido, la Biblia dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Rom. 13:1). Así pues, dependiendo de las leyes de cada país, el contrato matrimonial se celebra en presencia de una autoridad competente y unos testigos, pero especialmente ante Dios.

El libro de Génesis evidencia que el hombre o la mujer han de “dejar a su padre y su madre”, no a su “anterior esposa(o)”, antes de unirse a una nueva pareja. Esto indica que el matrimonio debe de ser entre personas solteras o libres de pasados lazos matrimoniales (para hacer lazos presentes) y que legalmente (ante Dios) pueden unirse en matrimonio el uno con la otra. La unión matrimonial así establecida viene a ser aprobada y bendecida por Dios, quien es el autor del matrimonio; sin embargo, toda unión que esté en contra de este patrón bíblico es rechazada por Dios y no tiene su aprobación.
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”  (Heb. 13:4).

Esto no es un juego porque Dios hace respetar su palabra.

-  El matrimonio es la base de la sociedad
El matrimonio es la base y fundamento del hogar, de la nación y de la sociedad en general. La Biblia dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1:27, 28). Aquí vemos claramente que antes de la sociedad existió el matrimonio establecido por Dios y éste fue el fundamento de la multiplicación de la especie y del gobierno del ser humano sobre la tierra. Por ende, si distorsionamos el diseño de Dios, la sociedad entera sufrirá consecuencias y esto es lo que vemos, una sociedad inmoral, desordenada, prostituida, corrompida y degenerada, que busca siempre excusas y justificaciones para rechazar los mandamientos de Dios e imponer sus propios deseos.

- El matrimonio es un pacto
La Biblia nos muestra que el matrimonio es un pacto donde el mismo Dios es testigo. El hombre hace un pacto con su esposa y la mujer hace un pacto con su esposo; este pacto debe ser establecido, no sobre términos seculares, ni de acuerdo a leyes o ideas humanas, sino de acuerdo a la palabra de Dios (aunque es conveniente y justo estar debidamente registrados ante el gobierno, bajo la figura del matrimonio civil).

La Biblia resalta que los llamados a realizar el pacto matrimonial son “un hombre” y “una mujer” que se unen en “una sola carne”. Aquí no hay lugar para la unión de dos hombres o dos mujeres (homosexualismo), ni para la unión de un hombre y varias mujeres, o una mujer y varios hombres (poligamia). Estos actos son rechazados por Dios de forma clara en la Biblia.

Un pacto siempre es un acuerdo mutuo entre dos o más socios que los vincula y obliga a una reciprocidad de beneficios y deberes. De igual manera, el matrimonio es un pacto que hace responsable a un hombre y a una mujer de cumplir con su palabra de forma honesta y sin evasivas. Mal. 2:14 dice: “Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”. Dios mismo reprueba el incumplimiento del pacto matrimonial y llama al ser humano a cumplir con su palabra si quiere honrar su nombre y sus mandamientos. De lo contrario, Dios se convertirá en su juez y no habrá excusas ni argumentos personales o sentimentales que lo libren de la justicia divina. Dios no es una marioneta que se deja mover por la gente; él no tendrá por inocente al culpable ni se dejará llevar por los títulos, los logros humanos, los ministerios, los bienes materiales, las buenas obras, las supuestas buenas intenciones, etc.; aquel que desobedezca su palabra, recibirá el justo juicio de Dios.

- El matrimonio es una unión de naturaleza indisoluble
Revisemos otra vez y con mayor profundidad lo que dice el profeta Malaquías: “Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales” (Mal. 2:13-16).

Cuando una pareja decide tomar un paso hacia el matrimonio, aunque no lo entienda bien, se está poniendo bajo las estipulaciones que Dios ha establecido para el matrimonio y él determinó que es una unión indisoluble: una sola carne. Por tanto, no hay pretextos a la hora de dar cuentas a Dios sobre el matrimonio. Notemos que Dios rechaza las lágrimas, el llanto, el clamor y la ofrenda del pueblo de Israel… ¿cuál era el motivo? Dios estaba enojado con ellos porque habían sido desleales al pacto del matrimonio y habían repudiado a sus esposas, y aún en esa condición venían a presentar ofrendas, orar y clamar ante Dios, pero él no aceptaba su oración ni sus ofrendas. El mismo dice que aborrece el repudio, y éste consiste precisamente en rechazar a la esposa, procurando romper el vínculo del pacto que se ha establecido.

La palabra repudio significa claramente rechazar y despreciar; por otra parte, el término divorcio viene del latín divortium. El concepto está formado por el prefijo “di” o “dis”, cuyo significado es separación o divergencia y el verbo “verto” que significa volver, dar vuelta, girar. El significado preciso es: “volverle la espalda al otro”. En un principio, el término se utilizaba para hacer referencia a la separación de tierras o bienes, pero luego los romanos lo adoptaron como una figura legal en la que los maridos se separaban de sus esposas y viceversa, dependiendo de las causas que se consideraban legales para ese contexto romano.

En estos términos hallamos un solo interés egoísta y contrario a la voluntad de Dios: rehusar el cumplimiento del pacto matrimonial para tener la supuesta libertad de buscar otra relación; sin embargo, debemos estudiar a la luz de la Biblia cuáles son los propósitos que Dios constituyó para el matrimonio.

c. ¿Cuáles son los propósitos del matrimonio?

Desde el principio, Dios estableció la relación matrimonial y la puso en un lugar central de la vida humana. El hombre y la mujer fueron creados para compartir una relación especial de amor, compromiso y ayuda mutua, en la que cada uno complementa al otro. Así pues, Dios hace resaltar que no había nadie en la creación que pudiera ser ayuda idónea para Adán, sino Eva, porque tenía su misma esencia y podía ser su compañera de por vida (Gn. 2:18-25). En este sentido, analicemos cuáles son los propósitos del matrimonio:

- Promover un compañerismo profundo entre un hombre y una mujer
Dios es sabio y diseñó el matrimonio para proporcionar compañía al hombre y a la mujer, ya que todos necesitamos ser apoyados, aconsejados, escuchados, amados y estimados. Así pues, el matrimonio es un sistema divino que favorece un ambiente propicio para el compañerismo.

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
  
- Fomentar el control del impulso sexual en armonía con los principios de Dios
El hombre fue creado por Dios y él le otorgó un organismo con diversas necesidades; entre ellas se encuentran las necesidades sexuales.

“pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Cor. 7:2-5).

El matrimonio es el único espacio permitido por Dios para satisfacer el área sexual; todo lo que esté en contra de este diseño es pecaminoso porque atenta contra las leyes morales de Dios; por ejemplo, la fornicación, el adulterio, el homosexualismo, la pornografía, la prostitución, la masturbación y todo tipo de prácticas sexuales que distorsionan el concepto bíblico del matrimonio y corrompen al ser humano y a la sociedad; lamentablemente, ésta es la realidad del mundo lejos de la voluntad perfecta de Dios y Cristo llamó a su generación mala y adúltera (Mt. 12:39) pero estas dos palabras siguen describiendo la condición de la mayoría de personas hoy: son malas porque desobedecen a Dios y son adúlteras porque corrompen su vida delante de Dios.

- Posibilitar la procreación y la expansión de la raza humana
En un hecho que solo a través de la unión sexual de un hombre y una mujer pudo darse la vida y la raza humana:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1:27, 28).

Tristemente, como el ser humano en general pretende cambiar el diseño de Dios y desprecia el matrimonio, han venido y vendrán consecuencias inevitables de parte de Dios para juzgar la inmoralidad y la desobediencia a sus leyes: hogares disfuncionales, matrimonios cortos, relaciones traumáticas, embarazos tempranos, madres solteras, padres irresponsables, toda clase de enfermedades de transmisión sexual, etc. En todos estos casos, Dios permite que todo esto suceda debido al irrespeto que la mayoría de la gente muestra a sus mandamientos.

- Brindar bienestar y desarrollo integral al esposo, a la esposa y a los hijos
Cuando un hogar se mantiene unido y una pareja conserva su pacto matrimonial en amor y respeto, se posibilita la estabilidad emocional, psicológica, económica y social para todos y todas; no obstante, la obediencia a todos los principios de Dios tiene que ser integral porque si nos desviamos en otras áreas y nos apartamos del camino trazado por él, no podremos disfrutar de la plenitud de su plan.

“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Tim. 5:8).

“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-5).

Estos son los valores que promueve la Palabra de Dios para el matrimonio y la familia: la fidelidad conyugal, el respeto y la sujeción de la esposa al esposo, el amor y la entrega del esposo a la esposa, la prudencia, el cuidado del hogar, la responsabilidad económica, entre otros; el honrar todos estos principios glorificará a Dios y pondrá en alto su Palabra, pero el ignorar y desobedecer estos principios deshonrará a Dios y hará que su Palabra sea blasfemada, menospreciada y tenida en poco por los que no conocen a Dios.

- Proporcionar la bendición de Dios
Es un regalo de Dios el hecho de encontrar a alguien con quien establecer un pacto de matrimonio que se mantenga y perdure por toda la vida en amor, respeto, paz, confianza, fidelidad y apoyo mutuo.

“El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Pr. 18:22)

“Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Ecl. 9:9).

- Contribuir al bienestar de la sociedad en general
Si la familia se va deteriorando, hay resultados negativos que se ven reflejados en la sociedad y esto es lo que notamos todos los días en las noticias: una sociedad enferma… y debemos revisar bien el diseño de Dios para la familia en la Biblia y así podremos atacar las raíces de muchas de las problemáticas actuales para sanar y restaurar nuestros corazones conforme a la Palabra de Dios.

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