- ¿Qué es adulterio?
Aunque ya se ha
explicado sobre este punto, quisiera ampliar este tema a fin de que estemos
suficientemente claros al respecto. El diccionario define la palabra
“adulterar” como “hacer algo impuro, fraudulento y añadir algo extraño”. Eso es
lo que pasa con el matrimonio cuando se comete adulterio: se hace impuro, se
ensucia, pero no se disuelve. Si el adulterio disolviera el matrimonio,
aquellos que se reconcilian después de que uno de los cónyuges ha sido infiel y
continúan viviendo juntos, estarían en un matrimonio disuelto y anulado; sin
embargo no es así. Además, de acuerdo a Cristo, adulterio no es solo el acto
sexual consumado con una persona que no es su cónyuge, sino que lo es también
el pensamiento o el deseo impuro hacia alguien que no es su cónyuge (Mt. 5:27,
28). Por lo tanto, si una persona sorprende a su cónyuge con un deseo sexual
hacia otra persona o viendo pornografía, entonces tendría razones para
divorciarse de su pareja, pero no es así. Entonces, la idea de que el
matrimonio se disuelve por causa del adulterio o que la Biblia ofrece respaldo
para esto, es algo absurdo, y una vez desaprobado por la Escritura, queda sin
fundamento. Quienes insisten en esto muestran que su interés no es honrar a
Dios conforme a la verdad bíblica sino complacerse a sí mismos conforme a sus
deseos desordenados. A los tales los juzgará el Señor.
El adulterio,
definitivamente, sí afecta la relación de la pareja, pero de ninguna manera
rompe los lazos del pacto que hacen una sola carne, uniendo al hombre y a la
mujer. Esta verdad es eterna y no cambiará porque Cristo lo dijo: “Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6).
Aunque un hombre
se divorcie de su esposa y se case con otra, delante de Dios, esa mujer de la
cual se divorció sigue siendo su esposa. El adulterio o infidelidad no hace
nula la unión que una vez fue hecha ante Dios. Un ejemplo de la seriedad del
matrimonio lo vemos en la actitud de Juan el Bautista: “Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había
encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues
la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener
la mujer de tu hermano. Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no
podía porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le
guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de
buena gana” (Mr. 6:17-20). Aquí vemos que Herodes sabía que Juan era justo
y santo, y que su amonestación era real y razonable. Este mismo suceso acontece
siempre: el que quiere encontrar excusas para cometer adulterio mirará de forma
negativa a quien se opone con argumentos bíblicos sólidos y aunque quiere
silenciarlo, su conciencia y la Palabra de Dios siempre le recordarán que ese
instrumento que Dios usa para amonestarle actúa en la justicia y en la santidad
de Dios.
La Biblia
declara que Herodes se había casado con la que había sido una vez esposa de
Felipe; esto significa que tuvo que haber una separación entre Felipe y su
esposa para que ésta estuviera ahora casada con Herodes; sin embargo, aunque
esta mujer se había casado con Herodes y tenía un matrimonio con él, seguía
siendo esposa de Felipe y la relación entre Herodes y Herodías no era legítima
sino que era una relación de adulterio; por este motivo, Juan le dijo a Herodes
la verdad de frente y sin miedo: “No te
es lícito tener la mujer de tu hermano”.
Otra historia
interesante que narra la Biblia sobre el matrimonio, es el caso de la mujer
samaritana: “Respondió la mujer y dijo:
No tengo marido. Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la
mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto
has dicho con verdad” (Jn. 4:16-18). Esta mujer tuvo 5 matrimonios y
actualmente tenía una relación sentimental con un hombre sin estar casada.
Cristo conoce la
condición moral de cada persona; por tanto, él está muy interesado en sanar el
corazón y ajustar nuestra conducta a la perfecta voluntad de Dios expresada en
la Biblia. Un ejemplo de ello lo encontramos cuando Jesús dio la explicación sobre
el matrimonio a sus discípulos que al parecer no entendían bien lo que él
acababa de decir sobre el divorcio y el recasamiento: “En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, y les
dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio
contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio” (Mr. 10:10-12).
Jesús deja muy
claro que el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio
contra su verdadera esposa (Mr. 10:11), y también es claro que el hecho de que
uno de los dos se haya ido y se haya divorciado de su primera pareja y se haya
casado con otra (cometiendo adulterio), no libera de la relación al cónyuge que
quedó solo. Si el que ha sido dejado, se casa con otra persona porque su primer
cónyuge cometió adulterio, al haberse casado con otra persona, éste también
comete adulterio si se une a otra persona; Jesús mismo lo dijo: “Todo el que repudia a su mujer, y se casa con
otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera”
(Lc. 16: 18).
Los discípulos
entendieron exactamente lo que Jesús les estaba diciendo y esto es comprobado
por la respuesta que tuvieron después de haber escuchado a Jesús y la contra
respuesta que él mismo les dio: “Le
dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no
conviene casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto,
sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre
de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay
eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos.
El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mt. 19:10-12).
La reacción de
los discípulos al darse cuenta de lo que Jesús enseñó sobre el matrimonio fue
decir: “no conviene casarse”. Ellos
entendieron exactamente que Jesús les hablaba de que la relación matrimonial
era para toda la vida, irrevocable e indisoluble. Por tanto, los casados siguen
siendo una sola carne delante de Dios aunque estén separados.
- ¿De veras Jesús permitió el divorcio por
adulterio?
Se han expuesto
muchos argumentos bíblicos contra la falsa interpretación de que Cristo tolera
el divorcio por adulterio y que aprueba el recasamiento; sin embargo, usted
todavía está leyendo este estudio porque está interesado en investigar mejor
sobre el tema y no tener más dudas o por el contrario, sigue pensando
equivocadamente a favor del divorcio y el recasamiento.
Ahora, supongamos
que la interpretación popular y de moda hoy, de que la Biblia justifica el
divorcio y recasamiento por inmoralidad sexual, es cierta. Entonces tenemos un
problema en lo que SUPUESTAMENTE Jesús está diciendo. Leamos el texto completo
de Mt. 19:1-12 otra vez y analicemos lo siguiente:
* La Biblia
dice: “Entonces vinieron a él los
fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa?” (Mt. 19:4) Ante esta pregunta, dice la Biblia: “El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis
leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya
más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre” (Mt. 19:5, 6). Notemos que Jesús les muestra a los fariseos que el
divorcio nunca fue la intención de Dios en el principio de la creación del
hombre y la mujer. En otras palabras, el divorcio nunca ha sido ni será parte
del propósito de Dios porque la Biblia dice claramente: “no son ya más dos, sino una sola carne” (v. 6). Este patrón divino
no ha cambiado y está vigente en toda la Biblia. Esta verdad la ratifica Cristo
al decir: “por tanto, lo que Dios juntó,
no lo separe el hombre” (v. 6). Cristo no dio ninguna causa para tolerar el
divorcio y el recasamiento; antes bien, afirmó la indisolubilidad del
matrimonio. En este orden de ideas, Cristo usa el libro de Génesis para enseñar
el diseño divino para el matrimonio desde el principio y los fariseos conocían
el Génesis.
* Ante la
respuesta de Cristo, la Biblia sigue el relato sobre de los fariseos: “Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés
dar carta de divorcio, y repudiarla?” (Mt. 19:7). Los fariseos no indagaron
sobre el propósito de Dios ni quisieron entender mejor los beneficios del
diseño divino para el matrimonio, pero sí buscaron una evasiva malinterpretando
la concesión de Moisés para hacer según su voluntad y no según la voluntad de
Dios. Así pues, Cristo descubre la raíz del problema: “El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mt. 19:8). Queda
muy claro que la fragilidad del matrimonio según el patrón humano está ligada a
la inclinación egoísta y pecaminosa del corazón. No obstante, Dios le dio al
matrimonio una solidez para toda la vida y es inquebrantable; estas cosas solo
las entienden y las honran aquellos que tienen un corazón dispuesto para
obedecer a Dios y amar sin egoísmo, a pesar de los conflictos que se puedan
presentar con la pareja.
* La respuesta
de Cristo apuntaba a la concesión de Moisés la cual no había sido establecida
por Dios. Jesús aclara que fue una cláusula permitida por Moisés (no por Dios)
porque Dios no cambia y lo que era desde el principio seguía firme y todavía
está vigente en el tiempo actual y hasta la eternidad.
* La enseñanza
de Cristo continúa: “Y yo os digo que
cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa
con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt.
19:9). Aquí se reafirma el patrón divino para el matrimonio, pero Cristo cita
la cláusula de Moisés, no como una aprobación divina sino para mostrar la
tolerancia que en este caso se tenía. Como se dijo anteriormente, esta
cláusula, en sí misma, tenía un tinte machista porque el pecado moral del varón
no fue considerado sino el de la mujer; pero ya vimos que este argumento no
provenía de Dios sino de Moisés. Por este motivo, solo aplicó al tiempo de la
Ley de Moisés y no aplica al tiempo de la gracia en Cristo que es hoy.
* Como vimos
antes, Cristo da una instrucción clara acerca del matrimonio pero dentro de
esta enseñanza, él está citando la tolerancia de Moisés (no el permiso de Dios)
en el caso de fornicación, pero esta cláusula solo es aplicable antes de que el
matrimonio sea consumado con la primera relación sexual, la cual cumple en
parte el propósito de Dios y es que sean una sola carne.
* Notemos que el
tiempo establecido por Moisés para repudiar a la mujer era cuando el marido la
toma como esposa y tienen intimidad sexual, no después (Dt. 22:13-21; 24:1, 2).
Por otra parte, la Ley de Moisés no toleraba el adulterio entre personas ya
casadas ni mucho menos justificaba el recasamiento por este motivo (antes bien,
juzgaba este pecado con la muerte); lo único que toleraba era que hubiese una
disolución matrimonial cuando se presentara un acto inmoral antes de la primera
relación sexual de la pareja pero la mujer que fuere hallada culpable también
sufría pena de muerte.
* Con este
análisis, vemos que no hay ninguna causa justificable para Dios (según el
contexto general de la Biblia) que dé vía libre al divorcio y mucho menos al
recasamiento.
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