Visitas por países (actualizando)

Flag Counter

Bienvenida

Agradecemos su visita

Este blog ha sido creado para brindar un espacio donde queremos compartir el mensaje de la Palabra de Dios mediante diversas herramientas: texto, audio, video, entre otras.

La Iglesia Cristiana Sión tiene como misión el predicar el evangelio a toda criatura y en todas las naciones. Además, la tarea es hacer discípulos auténticos que sigan a Cristo y reflejen su carácter.

Le invitamos a participar con sus comentarios y opiniones

Mayor informes:

Barrio Robledo Parque - Medellín, Colombia

Alejandro Ocampo -2646825 - 3122958775

Barrio El Playón - Medellín, Colombia

Juan Carlos Sánchez -4619040 - 3136619531

lunes, 8 de junio de 2015

Santidad interna y externa Parte XVI


Consideremos ahora otros principios importantes…

i. ¿Creación imperfecta o incompleta?

A las agencias de publicidad se les paga con base en su habilidad para vender productos; su meta es hacer que usted, el consumidor, compre cualquier cosa por la que a ellos les pagan por promocionar. Las agencias más exitosas buscan y repiten frases llamativas una y otra vez. Por supuesto, ¡los slogan más atractivos pueden incidir en el aumento de las ventas!

Hay uno que es muy significativo y que representa honestamente a los cosméticos por lo que son. Este fue diseñado por un fabricante de cosméticos: “Estamos vendiendo esperanza en un tarro, sueños en una botella”.

Otro slogan para una compañía de cosméticos ampliamente usados le dice a la mujer que sus productos “le ayudarán a verse como usted, pero mucho mejor”. Esto es incongruente y falso… o somos nosotros mismos o somos una apariencia; las dos cosas no se pueden lograr al mismo tiempo.

Otro slogan declara que usted puede estar “al máximo de su belleza” si usted usa sus productos.

Todas estas son tácticas de mercadeo, porque cada una apela al mismo viejo impulso que hay dentro de todos los seres humanos: el deseo de sentirse más bonitos, más atractivos y ganarse la atención de otros… en otras palabras, el pecado de la vanidad (el egocentrismo).

Ahora pregúntese con sinceridad: ¿quiere Dios que yo “luzca más bello(a)” de lo que soy? ¿Es esa la manera en que él piensa? ¿Quiere él que usted intente mejorar artificialmente lo que él ha hecho?
  
Leamos lo que Dios nos enseña en la Biblia…

Dios creó a nuestros padres originales, Adán y Eva, en el Jardín del Edén. Gn. 1:27 declara: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Dios hizo a los seres humanos a su imagen, es decir, con voluntad, sentimientos, capacidad racional, lenguaje propio y amor propio, y en sus cuerpos puso su sello de perfección. En Gn. 1:31 también dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.

Después de que Dios finalizó la semana de creación, él dijo que todas las cosas que él había hecho (sin excepción) eran BUENAS EN GRAN MANERA. Aquí están incluidas las estrellas del cielo, el sol, la luna, la tierra, el mar, los ríos, las plantas, los árboles frutales, los animales, el varón y la mujer. Obviamente, Dios admiró y elogió todos sus atributos, características y funciones; por tanto, no tenía que añadirse nada a su obra creadora y él mismo declaró su aprobación.

Él escogió las formas, los colores, los tamaños, las dimensiones y los detalles de cada obra creativa y estuvo feliz con el resultado. De acuerdo al concepto de belleza de Dios, todo era bueno y en gran manera. El estuvo complacido con lo que había hecho y nada podría mejorar su creación. De hecho, Dios todavía sigue complacido con sus obras y jamás en la Biblia se menciona que Dios haya cambiado su opinión acerca de la belleza y de la utilidad de su creación, excepto por el pecado que la humanidad ha practicado durante siglos, lo cual ofende la santidad de Dios.

Si él todavía aprueba sus obras, ¿quién soy yo para tratar de ayudarle a Dios para que su obra se vea mejor, utilizando diversos accesorios y artificios de vanidad?

Dios nos hizo representantes de su imagen y de su carácter aquí en la tierra, y nuestro deber es ser santos, sabios, productivos, fieles y obedientes a todos sus principios. Especialmente, porque Cristo se hizo hombre y murió en la cruz para restaurar la imagen de Dios en nosotros a causa de nuestros pecados y el llamado supremo que tenemos es el privilegio de andar como él anduvo y vivir de acuerdo al ejemplo de amor y santidad que él nos dejó en sus evangelios.

Definitivamente, hemos visto a profundidad que hay muchos argumentos históricos, lógicos y bíblicos para afirmar que Dios no está de acuerdo con los fabricantes de vanidad y su publicidad.

El único interés de los productores de cosméticos es convencerlo a usted de que sus productos le harán “lucir como usted, solo que mejor”, o “al máximo de su belleza”, para ganar millones de dólares de cuenta de la vanidad pero el interés de Dios es que usted valore y honre su obra creativa, cuidando su cuerpo, vistiéndolo decorosamente y con pudor, glorificando su palabra y siendo ejemplo para los que viven lejos de los principios de santidad que la Biblia siempre ha puesto en alto porque ella no cambia con los tiempos ni se vuelve tolerante con las corrientes de la maldad del mundo; la palabra de Dios permanece para siempre, es inmutable e incorruptible… así también, el pueblo de Dios sobre la tierra se mantiene puro y fiel a la verdad de la Biblia.

Nada de lo que Dios hace es imperfecto o incompleto para él y esto incluye cada parte de nuestro cuerpo. Obviamente hay casos de deformidad, malformaciones congénitas, algún tipo de enfermedades o accidentes que podrían afectar nuestro cuerpo y nuestra apariencia. Recordemos que después de la corrupción de Adán y Eva, entró al mundo la muerte, la enfermedad y el sufrimiento; desde entonces, la humanidad siempre ha estado inclinada a la maldad y aunque no entendamos, Dios permite muchos males para tratar con el corazón humano y nos deja lecciones de vida en medio de todo.

En estas situaciones es necesario buscar dirección de Dios en oración y analizar la necesidad de intervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos para el bienestar de la persona, pero nunca debe ser la vanidad la motivación de un hombre o una mujer que ama al Señor y quiere honrar su palabra.

El tratar de mejorar el rostro, los ojos, las pestañas, las cejas, el cabello, etc. a través de cosméticos o tinturas, es decirle a Dios: “no estoy feliz con la manera en que me hiciste”, o después de aplicarse estas cosas, preguntarle: “¿por qué tú no me hiciste así?”

La Biblia dice: “…oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” (Rom. 9:20). Aunque Pablo dijo estas palabras en el contexto de la historia de Israel, los principios que contienen son aplicables a nuestra vida en general porque no somos dueños de nuestra vida… ni siquiera de uno solo de nuestros cabellos.

El mismo Pablo pregunta: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:19).

¿Quién sabe mejor cómo diseñar y crear el templo en el cual reside Dios… usted o Dios? Él sabe mejor que usted o yo cómo debe lucir su templo; por eso, dejemos que él nos guíe a hacer lo que conviene en cada área de nuestra vida mediante las Sagradas Escrituras.

Considere cuidadosamente lo que usted hace con el templo de Dios que es su cuerpo; reconozca esto: Dios es el dueño absoluto de todo y él no le ha autorizado a usted a alterar el orden que estableció, ni siquiera para cambiar el color de uno solo de sus cabellos.

La gente puede opinar que nos vemos mejor si nos tinturamos el cabello, nos pintamos los párpados, nos alargamos las pestañas, nos pintamos los labios, nos echamos rubor, nos hacemos un look seductor, nos ponemos una ropa provocativa, etc.; si realmente amamos a Dios y deseamos hacer su perfecta voluntad, nuestra prioridad no debe ser agradar a los demás porque la gente cambia de opinión a cada rato; sin embargo, la opinión de Dios siempre será firme: vivir en santidad es espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23).

Dios declara en la Biblia que su obra creativa es buena en gran manera y que somos templos donde él quiere morar por la gracia de Cristo y por el Espíritu Santo.

Si Dios quisiera que las personas lucieran como se ven después de pintar sus rostros y de tinturarse el cabello, él las habría diseñado de esa manera desde la creación, y entonces habría dicho: “esto es bueno en gran manera”, pero gracias a Dios que su diseño es maravilloso, natural, diverso y magnífico porque todos somos diferentes y hermosos delante de él por su infinita creatividad.

Para Dios no hay una belleza ideal, ni una medida perfecta, ni un estándar artificial aprobado por las estrellas del cine o por los empresarios de la moda y la vanidad; él es quien puso su sello de aprobación cuando nos creó y la Biblia dice que “era bueno en gran manera” (Gn. 1:31).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario