h. Uso de maquillaje
¿Cuál es la
verdad acerca del maquillaje? La mayoría de las mujeres (aún algunas niñas
pequeñas) lo usan; de igual forma, hay hombres que han tomado el hábito de
maquillarse. No obstante, pocos conocen su historia; aún menos, se ha estudiado
o se ha comprobado lo que la Palabra de Dios podría hablarnos al respecto de
este tema que es polémico en muchas iglesias cristianas.
Alguien podría
preguntar: ¿es importante saber sobre la historia del maquillaje? ¿se habla de
los cosméticos en la Biblia? ¿aprueba la Biblia su uso? ¿es malo el maquillaje?
¿qué principios aplicar en este caso? Miremos algunas respuestas en la historia
y en la Biblia.
Mientras
pensamos en estas cosas, la industria de los cosméticos gana miles de millones
de dólares cada año. La moda y Hollywood han puesto el estándar para la belleza
y la mayoría de las personas están de acuerdo con este sistema porque muchas
mujeres de todas las edades usan maquillaje. Para ellas es importante estar a
la moda, pero ¿es una práctica congruente con los principios de Dios que se
encuentran en la Biblia? ¿podría incluso ser pecado? ¿es agradable o no ante
los ojos de Dios el usar maquillaje?
Por supuesto, a
la mayoría de la gente no le interesa lo que Dios dice porque la Biblia no tiene
significado o valor para ellos; además, no es su prioridad el honrar a Dios en
cada aspecto de su vida… solamente están interesados en complacerse a ellos
mismos o en ser aceptados por los demás. No obstante, hay hombres y mujeres que
quieren saber lo que Dios dice en su palabra; si usted se identifica con este
tipo de creyentes, le invito a que siga leyendo este estudio… de lo contrario,
le garantizo que estará predispuesto al leer sobre este tema y su corazón no se
abrirá para captar lo que Dios demanda. Por tanto, ore al Señor que le permita
comprender cuál es su voluntad sin adulterar los principios bíblicos ni
minimizar las verdades eternas de la Palabra de Dios que nunca han cambiado ni
cambiarán jamás.
Recuerde que la
Biblia es el Manual de Instrucciones de Dios para la humanidad (y especialmente
para aquellos que dicen amarle y obedecer sus palabras). Este libro revela
nuestra condición de pecado ante Dios y que no podemos agradar a Dios en
nuestras propias fuerzas, nos muestra al único Salvador enviado por el Padre,
nos enseña el camino para volver a Dios a través de su muerte en la cruz y nos
lleva a un nuevo nacimiento en Cristo para dejar las cosas pasadas y que todas
sean hechas nuevas (2 Cor. 5:17); asimismo, la Biblia nos da las pautas de Dios
para tener una vida cristiana que refleje su carácter al máximo nivel. No se
trata de entregar nuestra vida a Dios en un porcentaje o en las áreas que
queremos; Dios pide que entreguemos todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.
Si Cristo lo entregó todo sin condición ni reserva, ¿por qué nos sorprende que
Cristo nos pida que lo rindamos todo por amor a él?
Desafortunadamente,
la mayoría de personas (y muchos cristianos incluidos) ha rechazado la Biblia
como una fuente de autoridad en sus vidas; algunos ni la leen, otros la leen
pero no se esfuerzan en adquirir sabiduría de Dios para su desarrollo
espiritual; otros la leen pero la interpretan según su conveniencia, y otros la
leen pero no quieren obedecerla. Así pues, los malos hábitos tienen más fuerza
que las demandas de Dios y hay muchas cosas que no están dispuestos a rendir a
los pies de Jesús.
Todo lo que se
va a exponer a continuación aplica tanto para hombres como para mujeres, aunque
el énfasis se haga en la mujer debido a que ella suele tener una fuerte
tendencia psicológica y social hacia la vanidad (y el maquillaje tiene mucho
que ver).
Usted necesita
saber lo que la Biblia declara acerca de cualquier tema (incluyendo la santidad
externa y el uso del maquillaje). Si un aspecto de nuestra vida es importante
para Dios, este asunto se menciona en la Biblia (específicamente o mediante
principios). En otras palabras, hay mandamientos claros en la Biblia; por
ejemplo, “no matarás”, “no hurtarás”, etc. Sin embargo, hay cuestiones que no
se encuentran de forma literal pero tenemos principios que rigen en el A.T. y
en el N.T., los cuales debemos conocer y asimilar para guardar nuestra vida de
todo lo que empañe el reflejo de las virtudes de Dios en nosotros.
EL CRISTIANISMO
PRECISAMENTE SE CENTRA EN SEGUIR A CRISTO, DESARROLLAR SUS VIRTUDES Y REFLEJAR
AL MUNDO EL CARÁCTER PERFECTO DE CRISTO EN NOSOTROS; SI ÉSTA NO ES NUESTRA
PRIORIDAD Y NO ESTAMOS DISPUESTOS A QUE CRISTO SE FORME EN NOSOTROS EN CADA
ASPECTO DE LA VIDA, ENTONCES NO TIENE NINGÚN SENTIDO EL PRETENDER UNA VIDA
CRISTIANA QUE NO REFLEJE A CRISTO.
Volviendo al
tema del maquillaje, sabemos que esta práctica se ha vuelto una costumbre
mundial; no obstante, esta situación se ha dado de un modo progresivo, a medida
que los antivalores han tomado un lugar preeminente en el corazón de la mayoría
de las personas. Así pues, este hábito se ha vuelto socialmente aceptable más
recientemente de lo que usted piensa. Por lo tanto, aún el hecho de leer o
escuchar sobre este tema, en donde se cuestiona la vanidad en el uso del
maquillaje, puede parecerle pasado de moda o anticuado a millones de personas
(sobre todo a las mujeres); por supuesto, muchos hombres y mujeres se han
acostumbrado y se sienten cómodos con su uso generalizado, pero nuestro deber
como cristianos es darle prioridad al conocimiento de la voluntad divina a
través de la Biblia, con el fin de asimilar y obedecer valores bíblicos
inmutables en el tiempo y crecer en nuestra relación personal con Dios, para
enseñar a otros todo lo que enriquece la vida cristiana y lo que hace brillar
el buen testimonio a un mundo que perece porque se aleja de la palabra de Dios
y porque carece de ejemplos dignos de imitar que confronten su condición de
pecado ante Dios.
El objetivo de
este estudio no es condenar a nadie ni mucho menos afirmar que el abstenerse
del maquillaje tenga méritos para nuestra salvación pero quiero generar un
espacio de reflexión.
¿Cuál es la
verdad acerca del maquillaje? ¿cuáles son los argumentos para afirmar que es
una práctica que no armoniza con los principios de Dios? ¿cuáles son las
evidencias que se pueden encontrar al respecto?
Historia
reciente
El maquillaje es
usado en todas partes. ¿Cuándo fue la última vez que usted prendió la
televisión, observó una película o fue a un supermercado y no vio a mujeres
usando maquillaje? En esta época, probablemente nunca. Este no era el caso en
una o en varias generaciones atrás porque los valores éticos y morales fueron
más honrados en muchos aspectos de la vida en comparación con el tiempo
presente. Sin embargo, la sociedad en general y la mentalidad moderna han
asumido una flexibilidad impresionante para diferenciar lo bueno de lo malo
porque cada uno hace lo que bien le parece, desconociendo la Palabra de Dios.
Lea la siguiente
referencia histórica del año 1956: “Las dos últimas décadas han visto al
maquillaje progresar de su temprana categoría de presunción de la mujer, a
convertirse en un arte y en una parte integral de la belleza y psicología
femenina. El principal crédito por este cambio radical en la aceptación del uso
extendido de los cosméticos debe ir a la industria de las películas, la cual
estableció nuevos estándares de belleza y trajo nuevos productos y principios
de aplicación y uso al mundo de las mujeres” (Enciclopedia Americana, Vol. 18,
Edición de 1956, p. 157).
A principios del
siglo XX, el maquillaje era visto como algo que solo las mujeres presumidas,
vanidosas y orgullosas usaban. Con la invención de las películas y la
televisión, Hollywood enfocó la atención pública en la imagen del rostro de una
aspirante a actriz cinematográfica cubierta con cosméticos. Una vez que esta
imagen fue aceptada por las masas, los cosméticos se tornaron comunes y
socialmente aceptados como normales. Así pues, quien se pronuncie en contra de
este sistema de vanidad sufre una estigmatización de fanático, anticuado,
santurrón, pasado de moda y toda clase de palabras despectivas; obviamente, el
exponer la superficialidad de la vanidad siempre generará reacciones de
aquellos que se sienten cómodos con esta conducta y que no quieren salir de su
zona de comodidad, pero gracias a Dios todavía hay hombres y mujeres que
estamos dispuestos a enseñar con argumentos razonables los principios de la
Palabra de Dios sin importar el precio. Si quieres seguir el ejemplo de Cristo
y predicas la verdad, siempre tendrás gente en tu contra. Gloria a Dios por
este privilegio.
Volviendo al
tema central, notemos que la industria del cine ha sido la principal
responsable de asociar el maquillaje con la belleza ideal al presentar a las
actrices de Hollywood como un modelo de belleza superior. Se volvió normal que
chicas jóvenes y mujeres busquen ser tan atractivas y deseables como las
mujeres que se convirtieron en sus ídolos. Cientos de millones de fanáticas
quieren verse como sus estrellas favoritas del cine; incluso niñas pequeñas
pueden obsesionarse con ser bonitas, cuando deberían estar disfrutando de su
niñez y jugando sanamente. Ellas pueden fácilmente convertirse en esclavas de
las tendencias de la moda que son inseparables del uso del maquillaje.
Si damos una
mirada al pasado, fue solo después de la 2ª Guerra Mundial que la industria de
los cosméticos comenzó a promover, a través de publicidad, el falso concepto de
la belleza perfecta. De manera relativamente rápida, este pensamiento fue
aceptado alrededor del mundo, con mujeres y niñas enamorándose de la idea de
que podían ser más atractivas.
La vanidad (el
deseo desmedido de sentirse más hermosa, deseada y admirada) es lo que causa
que las mujeres usen todo tipo de maquillaje para mostrar una apariencia
supuestamente más agradable y éste es quizás el más poderoso de los impulsos
humanos porque todo gira en torno al yo y a la autoaceptación. Por esta razón,
quienes promueven y defienden el uso del maquillaje reflejan en su actitud que
viven en busca de la aprobación social de los demás; aunque muchas digan que lo
hacen para sentirse bien y para verse más bonitas, estas excusas no pueden
ocultar que hay un sistema social que ha establecido paradigmas mentales muy
fuertes en relación con la belleza, alimentando el apetito voraz de la vanidad
que es un deseo insaciable que jamás se cansa de gastar y de afanarse por una
apariencia física ideal que tarde o temprano se desgasta y que deja muchos
sinsabores en un corazón humano vacío de Dios.
“He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad
es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que
vive. Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana;
amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá” (Sal. 39:5, 6)
La palabra
vanidad aquí tiene un significado complementario en este contexto de la Biblia
y aplica a lo mismo: todo pasa, todo cambia, todo es momentáneo; así es la vida
del hombre. En cuanto al pecado de la vanidad, podríamos decir que es una
fuerza poderosa en todos los seres humanos, y es mucho más fuerte de lo que la
mayoría entiende porque todos tenemos un amor propio natural y humano, pero el
pecado de la vanidad opera cuando salimos de los límites de un amor propio
equilibrado y perdemos el verdadero sentido de la vida, olvidando lo que Dios
honra: la humildad, la sencillez, la modestia, el pudor, el recato, la
moderación, la naturalidad, la trasparencia, la verdad, la santidad y la
pureza. En cambio, la vanidad realza todo lo que Dios aborrece: la soberbia, la
arrogancia, la presunción, la vanagloria, la hipocresía, la falsedad, lo
artificial, el materialismo, el egoísmo y la rebeldía.
Quien honra la
santidad puede decir con confianza:
…no me apego a
mis conceptos personales
…rindo mi vida a
Dios cada día y pido dirección para entender y hacer su voluntad
…entrego mi
corazón y mis pensamientos al Señor para que su Palabra gobierne en cada área
de mi vida
Recordemos el
consejo de Dios: “Pues aunque andamos en
la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor.
10:3-5)
Quien honra la
vanidad dirá:
…Dios no se
interesa por la apariencia externa sino que él mira el corazón
…nadie puede
decirme cómo vestir o qué cosas hacer con mi cuerpo
…soy libre y
puedo hacer lo que yo quiera con tal que mi conciencia esté tranquila
…si para mí algo
no es malo, entonces no hay problema
Si usted todavía
tiene dudas de que Dios honra la santidad y que aborrece la vanidad, le
recomiendo que lea mejor las Sagradas Escrituras, con un corazón sencillo para
ser renovado por el Espíritu Santo y con una actitud de oración honesta para
entender quién es Dios y cuáles son sus virtudes morales porque él no es un
Dios que se complace en la maldad (Sal. 5:4). Dios llama al pecado por su
nombre y no se anda por las ramas. Nosotros somos los que buscamos evasivas y
excusas para no enfrentarnos con el espejo de la palabra y ver nuestra
verdadera condición delante de Dios.
Tengamos cuidado
de que no acontezca lo que Dios dijo a través del profeta Isaías y que es la triste
realidad de muchos hoy en día: “¡Ay de
los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz
tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce
por amargo!” (Is. 5:20).
Cada persona
debe tener precaución porque la vanidad trabaja en nuestro interior de formas
muy sutiles. Sea honesto consigo mismo y admita que esta tendencia está dentro
de usted; si se descuida, lo llevara a cometer muchos errores que afectarán su
vida espiritual.
Por eso alguien
dijo que el pecado favorito de Satanás es la vanidad… y esto fue lo que lo
condujo a la rebelión contra Dios porque cuestionó la autoridad de Dios,
pretendiendo ser semejante a él y su fin fue la corrupción de su dignidad y la
separación eterna de Dios. El pudo haber aceptado el señorío de Dios en su vida
pero prefirió hacer su propia voluntad; éste es el principio de la vanidad:
preferir nuestro deseo al deseo de Dios, nuestro concepto al concepto de Dios,
nuestra forma de pensar, hablar y actuar por encima de la Palabra de Dios. Esta
estrategia fue la que la serpiente utilizó en el huerto de Edén para engañar a
Eva: sembrar en ella la semilla de la rebelión al cuestionar la bondad de Dios,
poner duda frente a la veracidad de su Palabra y estimular el deseo de hacer lo
contrario a lo que Dios estableció.
Notemos algo: el
orgullo y la vanidad son la razón por la cual la Enciclopedia Británica define
“cosméticos” como “…productos que nadie necesita — pero quererlos es naturaleza
humana. Hoy, el deseo de lucir mejor, oler mejor y así sentirse mejor causa que
los consumidores alrededor del mundo — principalmente mujeres — gasten
aproximadamente $65 mil millones al año en el mejoramiento personal —
cosméticos” (Enciclopedia Británica, 2001). Quienes escribieron la Enciclopedia
Británica no están vendiendo cosméticos. Sus ganancias y medio de vida no están
en juego si ellos le dicen a usted la verdad acerca de por qué la gente compra
maquillaje puesto que su reputación como una autoridad de lo que escriben está
en juego pero ellos no pueden permitirse ser menos que honestos.
Por otra parte,
se ha reportado que “un estimado de 1,282 tubos de lápiz labial y 2,055 tarros
de productos para el cuidado de la piel son vendidos cada minuto” (“Belleza en
la mente y en la cartera del espectador”, Minnesota Daily Online, 7 de marzo de
2001).
Todos quieren
verse o ser considerados bonitos y hermosos. La atracción de la vanidad
comienza temprano en la vida. La sociedad moderna coloca un énfasis desmedido y
falso sobre la belleza. Como resultado, estudios recientes demuestran que aún
las pequeñas niñas son infelices consigo mismas, hasta el punto de la depresión
y otras enfermedades psicológicas y emocionales relacionadas con una baja
autoestima debida a una imagen negativa sobre su cuerpo; en muchos casos, ellas
contemplan el suicidio como una opción para enfrentar este asunto. Ellas
sienten que no dan la talla de sus compañeras o de sus estrellas favoritas del
cine. Hoy, la obsesión con ser hermosa ha llevado a cerca de 10 millones de chicas
adolescentes a desórdenes alimenticios: anorexia, bulimia, entre otros y la
estadística crece día tras día.
Con el mercado
recaudando más de 65 mil millones de dólares al año y en aumento, una bien
conocida cadena de tiendas anunció que ha “decidido recientemente expandir su
línea de cosméticos de bajo precio para adolescentes y preadolescentes — niñas
entre los 8 y 14 años de edad” (“Del rubor a la opulencia”, por Catherine
Valenti, abcnews.com, 25 de junio de 2001).
La ampliamente
publicitada muerte de una “reina de belleza” de 6 años de edad demuestra que
hay una creciente cultura obsesionada con la belleza en chicas muy jóvenes y
esto refleja de dónde viene el problema: la vanidad.
La Sociedad
Americana de Cirujanos Plásticos reporta que más de 1.3 millones de personas
tuvieron cirugía cosmética en el año 2000 y 1.2 millones fueron mujeres. Una
encuesta Gallup de 1999 reveló que el 72% de las personas dicen estar
complacidas con su apariencia; no obstante, la cantidad de cosméticos vendidos,
así como los crecientes números de personas que se están volcando a la cirugía
cosmética en los Estados Unidos, están aumentando vertiginosamente. Se reporta
incluso que niñas (cada vez más jóvenes) quienes entrar a concursos de belleza
y también están teniendo cirugía cosmética para tratar de ganar y para mejorar
su apariencia.
Hay casos en los
cuales una cirugía puede ser necesaria y en beneficio de la salud, pero estamos
hablando de que la vanidad no debe ser el móvil de nuestra conducta si
realmente queremos reflejar el carácter de Cristo el cual es sencillo, modesto,
pudoroso, santo, espiritual y no artificial. Si leemos los evangelios tendremos
la oportunidad de conocer con más detalle la conducta santa y recta del
Maestro, la cual es completamente opuesta a la vanidad y al materialismo.
Es sorprendente
cómo el ser humano, impulsado por la vanidad y el deseo de aprobación, recurre
a todo tipo de artificios (cirugías, dietas peligrosas, modas inmorales,
vestidos indecorosos, maquillaje, tintes de cabello, etc.) para pretender
mejorar el diseño que Dios le dio.
Quiero aclarar
que la salvación de un creyente no depende de sus obras sino de la obra de
Cristo en la cruz, siendo un regalo inmerecido de Dios que se obtiene por la fe
en Cristo, pero la invitación que yo hago mediante la Biblia es que los
creyentes (hombres y mujeres) reflexionemos en cómo estamos viviendo… si
nuestra conducta refleja los valores eternos de la Palabra de Dios… si nuestra
vida es ejemplo y luz a los que están en tinieblas… si la forma cómo procedemos
es coherente con todas las Escrituras y no solamente con aquellos pasajes que
nos gustan o nos convienen.
La obsesión con
verse joven, y regresar el reloj, ha llegado ahora más allá de lo escandaloso.
Considere esto: 1.6 millones de mujeres, y aún algunos hombres, se están
inyectando pequeñas cantidades de un veneno mortal llamado Botox (la toxina del
botulismo); éste se ubica debajo de la piel de la cara para remover arrugas. En
cuatro días, la toxina en el tratamiento paraliza literalmente los músculos
faciales y suaviza temporalmente la piel pero el tratamiento solo dura 90 días.
La meta es “lucir lo mejor que usted pueda, durante el tiempo más largo que
usted pueda” — ¡el costo puede ser de $150 a $1000 dólares por tratamiento, dependiendo
de dónde lo busque!
El Botox fue
solo el comienzo de la amenaza de varios químicos y toxinas dañinas que están
latentes en los cosméticos. ¡Esto ha sido entendido desde hace largo tiempo! No
obstante, debido a que tantas actrices lo están usando ahora, los directores de
películas se están quejando de que ya no pueden producir expresiones faciales
normales. Aunque ellas puedan lucir más jóvenes, la mayoría también lucen
congeladas y artificiales porque sus músculos no trabajan de forma normal ni pueden
lograr la expresividad natural de las emociones humanas.
Si hablamos de
la artificialidad humana, me gustaría que tomaras en cuenta algunas frases que
plantean la ironía de la vanidad:
“La tecnología y
los avances en el conocimiento del cuerpo humano nos han ayudado a perder más
nuestra autenticidad”
“La sabiduría de
que el carácter de una persona puede ser delineado en su cara, o la observación
de que a los veinte usted tiene el rostro que la naturaleza le dio y a los
cincuenta usted tiene el rostro que merece, ya no se aplica”.
“En esta vida la
primera obligación es ser totalmente artificial. La segunda todavía nadie la ha
encontrado” (Oscar Wilde)
Una vida basada
en lo superficial y que se centra más en el aspecto físico y material, no
tendrá un desarrollo integral a la hora de potencializar los valores morales y
espirituales que son la base de nuestra conducta. Por tanto, si pensamos que el
éxito y la felicidad dependen de sentirse y verse bello (según los parámetros
sociales y no según la Palabra de Dios), invertiremos el orden de prioridades
que Dios determinó para nosotros:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y
el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:37-39).
El orden
incorrecto es amarme a mí mismo más de lo que amo a Dios y al prójimo… es
colocar a Dios en un segundo plano y buscar verme y sentirme mejor, más santo,
más bello y más inteligente que los demás; este amor desmedido hacia mí mismo
se nota en la vanidad, el orgullo y la desobediencia a la Palabra de Dios.
Los principios
de santidad y pureza que he estado planteando en estos estudios bíblicos no
tienen como fin el despreciar a otros y sentirnos más santos que los demás;
sencillamente, la intención de un verdadero cristiano que ama a Dios y que ama
a su prójimo, es ser ejemplo en todo, con humildad y reconociendo que todos
tenemos la posibilidad de pecar y fallar en cualquier área de la vida.
Recordemos que
Jesús condenó a los fariseos porque se creían más justos que otros por el hecho
de guardarse en asuntos de la conducta exterior, pero Jesús resaltó que primero
que tenemos que limpiar lo de adentro para que lo de afuera también sea limpio
(Mt. 23:25-28). Cristo aborrece la
hipocresía y por eso, la santidad que profesamos debe ser en una actitud de
sencillez y sinceridad ante Dios y ante los hombres, porque no somos perfectos.
Sin embargo, el llamado del creyente fiel es a guardar y defender los valores
que Dios honra y por ende, somos un pueblo celoso de buenas obras:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a
los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,
aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras”
(Tito 2:11-14).
Note usted que
el plan de Dios es purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
El que tiene oídos para oír y ojos para leer, entienda el llamamiento a
santidad que el Señor nos hace porque somos su pueblo y su nación aquí en la
tierra, y nuestro deber es ser fieles como representantes de Dios ante una
generación flexible con el pecado, vanidosa, incrédula, rebelde, perversa y
adúltera. Por ende, si no seguimos el ejemplo del Maestro, pero sí seguimos el
mal ejemplo de los viven sin Cristo, entonces ¿quién ocupa el primer lugar en
nuestro corazón? ¿quién está gobernando nuestra vida?
Recordemos que
los creyentes fieles somos la esposa fiel del Cordero y esto demanda una vida
íntegra en cada aspecto. Lo opuesto a este símbolo es la esposa infiel
(desleal, ingrata, adúltera e inmoral) que se deja llevar por el pecado y que
no guarda sus vestidos sin mancha y sin arruga.
La Biblia dice: “… Cristo amó a la iglesia, y se entregó a
sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento
del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese
santa y sin mancha” (Ef. 5:25-27).
Permitamos que
la Palabra de Dios nos limpie y que nuestros vestidos estén sin mancha y sin
arruga como la esposa que espera a Cristo para que venga a llevarla al reino de
los cielos.
Mira lo que dice
la Biblia: “Gocémonos y alegrémonos y
démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha
preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”
(Ap. 19:7, 8).
Nuestras
acciones sí tienen importancia porque reflejan lo que realmente somos; permita
el Señor que nuestra vida cada día se ajuste más a las demandas de su Palabra.
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