Ya hemos estado
analizando que hay dos aspectos de la santidad: lo interno y lo externo. A
continuación, se ampliarán estos conceptos a la luz de la Biblia y de la
historia.
a. Santidad en lo interno
La santidad del
creyente que ha sido lavado con la sangre de Cristo debe comenzar por dentro
pero debe ser comprobada también en lo externo porque lo interno se refleja en
lo externo. Por ejemplo, no debemos pretender que una manzana esté podrida por
dentro y no se manifieste en algún momento esta situación; de igual forma, no
debemos aceptar que si la manzana está podrida por fuera, entonces por dentro
está bien. La manzana debe estar bien por dentro y por fuera, o sencillamente
estar podrida por dentro y manifestarse por fuera la misma condición. Y si está
podrida por fuera, ¿sería de nuestro agrado?
Por otro lado,
del corazón salen todos los males del hombre y esto lo confirma Jesús al hablar
con sus discípulos sobre la actitud de los fariseos que se preocupaban más por
lavarse las manos antes de comer para no contaminarse y descuidaban la
verdadera condición del corazón cuando pretendían establecer doctrinas de
hombres por encima de los mandamientos de Dios (Mt. 15:1-20). Este concepto
venía de la tradición de los ancianos (líderes judíos) y no procedía de Dios,
porque hacía un énfasis desmedido en lo externo y descuidaba el valor de lo
interno. En el mismo sentido, es un error garrafal cuando se hace un énfasis
desmedido en lo interno y se descuida el valor de lo externo.
En este pasaje,
Jesús confronta la rebelión que había en una doctrina de hombres que consistía
en subvalorar el mandamiento divino de honrar a los padres y que lo rebajaba
solo como si fuese una ofrenda a Dios lo que ellos hicieran por sus padres.
Esta tradición invalidaba el mandamiento de Dios y por eso, Jesús les llama
hipócritas, porque con sus labios honraban a Dios, pero su corazón estaba lejos
de Dios porque enseñaban y practicaban mandamientos de hombres y menospreciaban
los mandamientos de Dios. Por este motivo, Jesús dice a la multitud que lo que
contamina al hombre es lo que sale de la boca y si sale es porque se encuentra
adentro. Este mismo principio es aplicable a todo lo que el corazón exterioriza
en la conducta y en lo visible a los ojos de los hombres porque salen del
corazón los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias, etc. (v. 19,
20), pero también salen el orgullo, la vanagloria, la vanidad, la injusticia,
las malas intenciones, la seducción inmoral, la sensualidad desordenada y toda
especie de mal (1 Ts. 5:22, 23). Aquí es donde muchos quieren justificar lo
malo, pretendiendo que solo Dios conoce el corazón y que no mira lo externo,
pero Jesús nos está revelando cómo saber lo que hay en el corazón… es muy
simple, solo necesitamos oír y ver los frutos de una persona en su exterior
para saber qué tipo de corazón tiene; ahí es cuando lo externo cobra
importancia ante Dios y ante los hombres. No nos engañemos… los frutos muestran
cómo está el árbol; si los frutos son buenos, no necesitamos conocer el interior
del árbol; ya sabemos cuál es su condición. Obviamente, solo Dios conoce la
complejidad del ser humano pero nuestras obras valen más que mil palabras.
Con relación a
todo lo anterior, miremos algunas frases sabias sobre la santidad:
“Como el niño está
obligado a hacerse hombre, el cristiano está obligado a ser santo” —D. José Rivera
“El verdadero
ideal cristiano no es ser feliz, sino ser santo” — A.W. Tozer
“La marca de un
santo no es la perfección, sino la consagración. Un santo no es un hombre sin
faltas, es un hombre que se ha dado sin reservas a Dios” — W. T. Richardson
“Solo hay una
desgracia: no ser santo” — Léon Bloy
“Vive de tal
manera que cuando tus hijos, amigos o conocidos piensen en justicia e
integridad, piensen en ti”
“La santidad es
hacer siempre, con alegría, la voluntad de Dios. Para eso es necesaria la
fidelidad a sus deseos, y es esta fidelidad la que hace a los santos”
“Solo el hombre
íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores”
En estas frases
hay un tesoro maravilloso para aquellos que tienen un corazón rendido a Dios.
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