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martes, 19 de mayo de 2015

Santidad interna y externa Parte VII


- Otra cita bíblica muy interesante la podemos leer en 1 Ped. 3:1-5: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos”

Pedro, guiado por Dios, enseña que la mujer esté sujeta a su marido como ejemplo para él, a fin de que venga a Cristo por causa de su testimonio, el cual debe estar adornado por una conducta casta y respetuosa. Así pues, la santidad de la mujer debe empezar en el hogar, siendo una buena esposa y una buena madre. Sin embargo, también resalta que la conducta debe ser casta. La palabra casta viene del griego jagnós que significa limpio y puro. Esta pureza tiene que reflejarse en todo lo que hace y por ende, en su forma de vestir.

La palabra respetuosa viene del griego fóbos que significa temor, miedo y respeto.

Entonces, la conducta de una mujer piadosa debe ser casta (pura) para con Dios y para con los hombres… y debe ser respetuosa (con un temor de respeto hacia Dios y hacia los hombres).

Pedro también hace hincapié en la inutilidad de los vestidos lujosos (para ser testimonio de sencillez y santidad a otros); el lujo siempre ha estado relacionado con ostentar lo que no tenemos, en aparentar lo que no somos o en buscar ser mejores que otros; por tanto, una mujer piadosa no necesita de lujos ni extravagancias para agradar a Dios o a los demás; es suficiente ser descomplicada y no apegarse a lo material.

Todo esto aplica de igual forma y sin excepción para el varón porque su conducta también debe ser pura, casta y respetuosa hacia Dios y hacia los demás. Tengamos en cuenta que Dios nunca le exige más a la mujer que al hombre o viceversa porque ante él somos iguales: ambos deben obedecer y honrar todos sus mandamientos.ejt

En síntesis, hasta ahora hemos visto 7 principios bíblicos sobre la santidad externa en el vestido:

El vestido de un hombre y de una mujer que profese piedad con Dios y con la gente debe reflejar:

- Identidad sexual: de acuerdo al género, se usarán prendas masculinas para el hombre y prendas femeninas para la mujer.
- Decoro: decencia y orden.
- Pudor: recato, honestidad, castidad, no exhibir la desnudez del cuerpo, proteger lo íntimo.
- Modestia: cordura, dominio propio, prudencia, sabiduría, sobriedad y moderación. Debe haber un equilibrio en el costo de los vestidos y una intención limpia a la hora de escoger las prendas que vamos a vestir.
- La belleza interna es prioritaria: Dios y sus hijos sabios valoran más la belleza del corazón piadoso y temeroso de Dios que las apariencias externas.
- Respeto: debemos tener temor de respeto a Dios y a los hombres; esta actitud de temor reverente nos inclina siempre a agradar a Dios y a no ser estorbo o mal testimonio para que otros vengan a Cristo.

c. ¿Qué dice la Biblia sobre la desnudez?

En este aspecto la Biblia es muy enfática. Precisamente, Dios mismo fue quien cubrió la desnudez de Adán y Eva después que ellos pecaron contra Dios y fueron abiertos sus ojos (Gn. 2:25; 3:6, 7, 21). La Palabra de Dios muestra que el conocimiento del mal (por el hecho de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal), produjo en ellos vergüenza cuando se vieron el uno al otro desnudos, ya que la naturaleza de ambos fue corrompida por su desobediencia y el cuerpo fue inclinado hacia el mal; además, ellos trataron de esconderse de Dios al sentirse culpables de desobediencia (Gn. 3:8). Por tanto, la desnudez pública siempre ha sido prohibida por Dios en la Biblia y es considerada como algo inmoral e indecente, ya que en el cuerpo hay una inclinación al pecado después de la caída de Adán y Eva.

Notemos que, cuando Adán y Eva se vieron desnudos, la primera reacción que tomaron fue coser delantales con hojas de higuera para tratar de cubrir su cuerpo. Esta forma de cubrirse no fue completa y tampoco agradó a Dios, por lo cual él mismo les confeccionó una vestidura completa para cubrir todo su cuerpo. Está muy claro que después de la caída de Adán y Eva, los seres humanos tienen la fuerte tendencia a vestirse a su manera y de forma desagradable ante los ojos de Dios, pero el Señor siempre ha enseñado a través de su Palabra a cubrir el cuerpo y a vestir dignamente. El mismo Dios que vistió a Adán y Eva es el que forma un carácter santo y justo en cada generación para ser un buen testimonio al mundo de una vida de santidad y obediencia a él. Si aquellos que dicen creer en él visten a su manera, la culpa no es de Dios porque él no cambia.

En los tiempos de Noé, su hijo Cam vio la desnudez de su padre cuando se embriagó y estaba descubierto en medio de su tienda (Gn. 9:21). Cuando Cam les contó a sus hermanos Sem y Jafet, ellos actuaron con mucho respeto hacia su padre y prefirieron caminar de espaldas para no ver la desnudez de Noé. Este acto fue elogiado por Noé pero el acto de Cam fue reprochado.

En la Ley de Moisés, Dios estableció normas muy claras acerca de la desnudez:
- En el altar del tabernáculo y en los sacerdotes (Éx. 20:26; 28:42).
- Entre el pueblo de Israel (Lv. 18).

El mismo Dios les advierte que las costumbres de las naciones alrededor eran abominables ante él y por eso, les dio la Ley a través de Moisés (Lv. 18:1-5).

Dios siempre ha enseñado a su pueblo que debe cubrir la desnudez y que no debe ver la desnudez de otros, ya que esto se ha convertido en el sistema corrupto del mundo que promueve la desnudez en el vestido, en las modas, en la forma de ataviarse sin decoro, sin pudor y sin modestia. Pero va más allá… la corrupción moral del hombre ha creado la pornografía en imágenes para fomentar la desnudez con lujuria e inmoralidad; pero la peor abominación es la pornografía en videos que promueve ver el acto sexual entre hombre y mujer, o entre personas del mismo sexo, y en toda clase de aberraciones sexuales que distorsionan el diseño de Dios y lo convierten en un simple acto de placer entre dos personas que no tienen un compromiso de matrimonio serio ante Dios sino que se prostituyen de forma grosera, sin pudor ni respeto hacia los mandamientos de Dios.

El poder psicológico que ejercen las imágenes y los videos al desnudo es impresionante, puesto que tienden a quedarse en la mente, estimulando deseos lujuriosos que constituyen inmoralidad. Por tanto, un verdadero cristiano (hombre y mujer) no debe exhibir su cuerpo de ninguna manera ni tampoco deben ver la desnudez de otros o en algún tipo de pornografía.

Dios es claro en este aspecto y nos manda a guardarnos en santidad porque estas costumbres son abominables, es decir, son extremadamente desagradables ante Dios (Lv. 18:30). El que practica estas cosas se contamina de lujuria, imaginaciones impuras e inmoralidad y se alejará de Dios, siendo esclavo de sus propias pasiones.

La sexualidad humana fue creada por Dios y el cuerpo es un templo del Espíritu Santo; lo que debemos hacer es conocer los parámetros de Dios para disfrutar de estas bendiciones dentro del matrimonio, las cuales fueron planeadas por él para nuestro bienestar. Lamentablemente, el hombre y la mujer se han desviado y han convertido el sexo en una fuente de placer desordenado que a la larga trae desilusión, vacío y condenación eterna.

Existen varias partes del cuerpo humano que se relacionan con la sensualidad y que la gente sin temor a Dios utiliza para hacer lo malo o para promover lo malo. Por ejemplo: los genitales, los pechos, las piernas y las nalgas.

Lamentablemente, estas personas no tienen al Espíritu Santo porque no son guiados ni controlados por él ni por su Palabra (Jud. 1:19).
  
En este orden de ideas, hay formas de vestir indecorosas, sin pudor ni modestia, que se asocian a estas partes del cuerpo:

- Prendas transparentes.
- Prendas demasiado apretadas y pegadas al cuerpo.
- Prendas que dejan ver algunas partes: escotes, ombligueras, pantalones descaderados, faldas cortas, faldas rajadas, etc.

Con base en los argumentos bíblicos presentados anteriormente, un creyente santificado en Cristo, lleno del Espíritu Santo y lleno de la Palabra de Dios, debe tener en cuenta lo siguiente:

- Su ropa debe cubrir completa y decentemente el cuerpo (debe ser decorosa).
- Su ropa no debe forrar el cuerpo de forma sensual (es indispensable el pudor).
- Su ropa no debe ser usada para llamar la atención o seducir a otros.
- Su ropa no debe tener mensajes relacionados con el pecado o con personas que practican lo malo.
- Su ropa no debe ser de mal testimonio porque sirve de tropiezo a otros.
- Su ropa no debe ser costosa en exceso.

Analicemos una ilustración: un grupo de mujeres están en un experimento y se les dice lo siguiente:

A continuación, haremos varias presentaciones de mujeres usando diferentes tipos de ropa y luego se harán algunas preguntas al grupo para escuchar sus opiniones.

Primera presentación: Una mujer con una falda que cubre bien sus piernas y con una blusa femenina y recatada.

Pregunta: cuando el grupo (de mujeres) vio a esta mujer, ¿en dónde enfocaron más los ojos?

Respuesta: la mayoría estuvo de acuerdo en que sus ojos fueron primeramente atraídos hacia la cara de la mujer.

Segunda presentación: una mujer con pantalones y una blusa

Pregunta: cuando el grupo (de mujeres) vio a esta mujer, ¿en dónde enfocaron más los ojos?

Respuesta: la mayoría estuvo de acuerdo en que sus ojos fueron primeramente atraídos al área de las caderas y las curvas enfatizadas por los pantalones, antes de notar la cara de la mujer.

Tercera presentación: una mujer con minifalda y una blusa escotada marcando claramente sus pechos.

Pregunta: cuando el grupo (de mujeres) vio a esta mujer, ¿en dónde enfocaron más los ojos?

Respuesta: la mayoría estuvo de acuerdo en que sus ojos fueron primeramente atraídos al área de las piernas y los pechos, antes de notar la cara de la mujer.

Si esto ocurre en un grupo de mujeres, ¿qué sucedería en un grupo de hombres? Esta es una evidencia clara de cómo el vestido y la forma de vestir sí importa en el momento de dar un testimonio de santidad ante Dios y ante los hombres porque no debemos vestir para llamar la atención o resaltando partes de nuestro cuerpo, sino que nuestra vida refleje sencillez, integridad, pureza y obediencia a los principios de la Biblia. Esta conducta evidencia en nosotros que honramos a Dios en esta área. no debemos vestir parpa no es de Dios. vida de santidad y obediencia a e. El mismo Dios que vistie los ojos de Dios

d. La distorsión del propósito de Dios para el cuerpo

Debido al irrespeto hacia las leyes de Dios por la vanidad, la sensualidad y la inmoralidad, el cuerpo de la mujer se ha convertido en un objeto sexual que los comerciantes (hombres y mujeres) y los inmorales (hombres y mujeres) han explotado, sin importar la dignidad de la mujer como persona y como ser humano, pero la principal culpable de esta situación es la mujer en general, porque ella ha querido hacer las cosas a su manera y no conforme a la voluntad perfecta de Dios.

Esta actitud y esta mentalidad sensual comienza en la mujer (especialmente, en su forma de vestir) y está en contra de los principios bíblicos; además, desdibuja el diseño original de Dios para la mujer como un ser humano digno de amor, respeto y servicio, y no como lo presenta el sistema del mundo, que la tiene como un objeto de placer para los deseos de los ojos y para los deseos de la carne (1 Jn. 2:15-17); la mujer, en este sistema corrupto, se convierte en un blanco de satisfacción de la lujuria y una fuente de irrespeto, que cuando acaba su ciclo de belleza (según el modelo superficial del mundo) o pierde su capacidad de atracción, es desechada, recibiendo burlas y maltrato psicológico y físico, hasta el extremo de ser abusada sexualmente de forma reiterativa, de ser brutalmente asesinada (en la mayoría de los casos, por los hombres) y de prostituirse. En este aspecto, las estadísticas son terribles.

Jamás se puede justificar la violencia contra las mujeres, porque quienes hacen estas cosas son personas depravadas, sin valores humanos y apartadas de Dios; sin embargo, no debemos desconocer los factores que influyen en estas problemáticas: uno de ellos, es que la mujer se ha perdido el respeto por sí misma y por tanto, tampoco le importa que el hombre le falte al respeto al mirarla, desearla y hasta expresarle frases inmorales. Si la mujer se vistiera conforme al modelo bíblico, sin la intención de atraer al sexo opuesto, sin sensualidad ni erotismo, el hombre tendría menos fuentes de tentación en este campo.

Obviamente, la lujuria del hombre se puede manifestar en ambos casos: ante una mujer seductora y provocativa, o ante una mujer piadosa y casta, pero el nivel de estimulación visual es muy diferente porque una mujer temerosa de Dios se hará respetar y será respetada cuando sabe poner límites y tiene dominio propio en su conducta.

Por otra parte, no podemos desconocer que el hombre también ha estado participando en la inmoralidad cuando exhibe su cuerpo, cuando resalta sus partes íntimas, cuando ajusta su ropa para mostrarse y atraer las miradas sobre sí. Aquí también hay una pérdida de su dignidad y se convierte en un símbolo sexual o un objeto de placer, totalmente contrario al modelo bíblico para el hombre que debe ser santo, piadoso y temeroso de Dios, dispuesto a ser un ejemplo a seguir para la mujer.

En síntesis, tanto el hombre como la mujer son culpables por la depravación moral del mundo y mucho más, de los niños y las niñas que están creciendo con una mentalidad corrupta, con una actitud sensual y tolerante con toda clase de inmoralidad. La virginidad, el matrimonio, el respeto por el cuerpo, la castidad y la moral han pasado de moda en nuestra sociedad y antes, son objeto de burlas, chistes y menosprecio entre la gente y en los medios de comunicación. El colmo de esto lo encontramos en la música que se ha estado componiendo, con letras eróticas y morbosas, donde claramente hay un irrespeto por las leyes de Dios y por la dignidad de las mujeres.

Estoy seguro que muchas personas se escandalizan si leen o escuchan una enseñanza basada en los principios de la Biblia (como es el caso de este estudio sobre la santidad que Dios demanda), pero son indiferentes cuando escuchan las canciones en la radio, la televisión y el internet que promueven toda clase de pecados e inmoralidad sexual; es más, muchos de sus hijos y sus hijas las ponen todos los días y las conocen de memoria… la realidad es que ya se habituaron a vivir en las tinieblas del pecado y les incomoda la luz de la verdad divina que les muestra su triste condición ante Dios.

Por este motivo es que muchos adolescentes y jóvenes no tienen un modelo moral adecuado y muchos padres no enseñan a sus hijos los valores primordiales del respeto y la dignidad de su cuerpo, porque ellos también carecen de estos principios.

Volvamos nuestro corazón a las Escrituras, abandonemos toda práctica que está en contra de la voluntad de Dios, sigamos el ejemplo santo de Cristo, honremos lo que Dios honra, amemos lo que Dios ama y aborrezcamos lo que Dios aborrece, porque solo así podremos decir que seguimos al Señor de todo corazón y no solo de labios.

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