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jueves, 21 de mayo de 2015

Santidad interna y externa Parte IX

 

g. El manejo del cabello

Otro tema bien interesante y que genera controversia es el que tiene que ver con el cabello; por tanto, vamos a estudiar de forma más detallada al respecto.

Recordemos que como hijos de Dios, nacidos de nuevo y salvo por Cristo, somos templo del Espíritu Santo; por ende, debemos andar en santidad por dentro y por fuera, y esto incluye el cabello, el cual hace parte del cuerpo y se encuentra alrededor de una de las zonas que reflejan nuestra personalidad de forma más visible y es el rostro. En este sentido, se dice que el cabello es el marco de la cara. Así pues, la cara y el cabello son la esencia de nuestra imagen ante los demás y refleja una parte fundamental de nuestro ser. Por estos motivos, no debemos descuidar este tema.

Dios se interesa en nuestro cabello porque él mismo lo creó y lo diseñó; como Creador del ser humano, Dios estableció una distinción entre el cabello del hombre y el de la mujer para que tuviésemos una identidad propia. Miremos lo que dice la Biblia en 1 Cor. 11:2-16: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios”

En esta carta escrita a la Iglesia de Corinto, Pablo enfatiza que Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza de todo varón y el varón es la cabeza de la mujer (v. 3). La palabra cabeza hace referencia a la autoridad que ejerce uno sobre otro. Este es el orden constituido por Dios; Dios el Padre no es más que Cristo (porque ambos tienen una naturaleza divina) pero Cristo se ha sujetado al orden que se estableció entre las tres personas de la Divinidad (la Trinidad) y está bajo la autoridad del Padre sin ningún problema. Asimismo, el hombre no es más que la mujer pues como seres humanos son iguales ante de Dios; no obstante, ella debe estar sujeta al orden que Dios estableció.

Cristo aceptó a Dios como su cabeza, así también todo varón debe aceptar a Cristo como su cabeza. De la misma manera, la mujer debe aceptar al varón como su cabeza. Luego de expresar esta verdad bíblica, Pablo habla sobre el principio de cubrirse la cabeza (v. 4-7) y lo aplica solamente a la mujer en la parte física y visible.

El varón no debe cubrirse su cabeza al orar o profetizar porque es una afrenta a su cabeza (Cristo) ya que es invisible (v. 4).

La palabra afrentar viene del griego kataisjúno y significa avergonzar y deshonrar. En otras palabras, Cristo es glorificado cuando el varón lo respeta en este principio: no cubrirse la cabeza al invocar el nombre de Dios o al hablar en nombre de Dios… pero si el varón hace lo contrario, Cristo es deshonrado porque no está reconociendo su autoridad divina.

Cristo glorifica al Padre y lo respeta al máximo nivel; asimismo, el varón debe respetar a Cristo, quien es su autoridad.

Dios el Padre es invisible y Cristo es invisible, pero el varón es visible; por consiguiente, la mujer debe cubrirse la cabeza al orar o profetizar; además, si la mujer no cubre su cabeza, lo mismo es que si se hubiera rapado (v. 5). Si la mujer no se cubre, afrenta su cabeza; en otras palabras, no está honrando al varón como la autoridad que Dios puso sobre ella para respetarle.

Para la mujer, cubrirse la cabeza significa someterse al orden de Dios, es decir, aceptar la posición que Dios diseñó para ella. Así pues, cuando la mujer cubre su cabeza significa que renuncia a ser ella misma la cabeza de sí misma.

Pablo sigue diciendo: “Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón” (v. 6, 7).

La cabeza de la mujer debe estar cubierta y podría utilizar un velo para cubrirse, pero en lugar de velo le ha sido dado el cabello (1 Cor. 11:15). ¿Quién le dio el cabello? Por supuesto, Dios mismo fue quien diseñó para ella el método natural del cabello abundante, de tal forma que pudiera manifestar una distinción con el varón y como una señal de respeto al varón que es su cabeza (como autoridad delegada por Dios).


Hagamos un paréntesis: ¿Qué diferencia tienen el cabello del hombre y el de la mujer?

Hay quienes afirman que el cabello de un hombre no es igual al de una mujer; algunos dicen que el de ellas es más suave; otros aseguran que el de ellos es más sano y no necesita demasiados cuidados o productos para arreglarlo. Lo cierto es que en cuanto a sus componentes, el cabello del hombre y de la mujer no tienen diferencia;  la disimilitud podría venir del cuero cabelludo de cada uno, pues debemos recordar que los hombres cuentan con un nivel de testosterona distinto al de la mujer, y por otro lado, la mujer manifiesta constantes cambios hormonales, que pueden determinar la producción o distribución del cabello.

El cuero cabelludo de los hombres suele ser más graso, debido a que la glándula sebácea es de mayor tamaño; en el caso de las mujeres, el cabello graso dependerá en mayor parte a sus cambios hormonales. Ahora bien, en gran medida, el cabello se define dependiendo del cuidado del cuero cabelludo, aunque existen otros factores que lo dañan: por ejemplo, en el caso de las mujeres, están los tintes, los secadores y los aparatos para aplanchar el cabello. Es por esto que el cabello de los hombres llega a necesitar de menos cuidados.

En cuanto al uso de tintes, es más común en las mujeres aunque también hay hombres que lo utilizan (luego hablaremos sobre este punto).

Ahora que sabes que la belleza de tu cabello puede determinarse por las hormonas o el cuidado, procura mantenerlo siempre limpio, así lograrás que se mantenga sano y sin aspecto grasoso.



Volviendo al estudio bíblico sobre el cabello, estamos leyendo 1 Corintios 11, donde Pablo está diciendo que la cabeza de la mujer debe estar cubierta y que si se corta el cabello o se rapa, igual debe cubrirse, pero el varón no debe cubrirse la cabeza porque él es la imagen y gloria de Dios. En otras palabras, el varón fue creado primero que la mujer y en este sentido, él debe reflejar la imagen, el carácter, las virtudes y las cualidades que son parte de la naturaleza de Dios y que traen gloria al nombre de Dios.

En el caso de la mujer, ella también fue creada a la imagen de Dios y también debe reflejar el carácter y las virtudes divinas; sin embargo, como Eva pecó primero y luego pecó Adán, ella y todas las mujeres han sido puestas bajo sujeción al varón (Gn. 3:16; 1 Tim. 2:13, 14). Esto no se trata de machismo; sencillamente es el orden establecido por Dios en la Biblia.

Dios castigó la desobediencia de ambos de forma distinta pero de manera justa y equilibrada; sin embargo, a la mujer le dio una posición de sujeción con respecto al varón.

Pablo dice que la mujer es gloria del varón (v. 7). Dios creó al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, pero a la mujer la creó a partir del varón, con la misma sustancia del varón y para ser su ayuda idónea (Gn. 2:21-24). Así pues, la mujer es gloria del varón, no porque él sea mayor, sino porque ella complementa su esencia y le trae honra, cuando ella cumple con las funciones que Dios estipuló para ella.

La responsabilidad esencial del varón es reflejar el carácter de Dios y la responsabilidad esencial de la mujer es ser la ayuda idónea para el varón, a fin de que ambos expresen en su vida diaria la imagen de Dios. Lamentablemente, cuando el varón pierde la imagen de Dios y cuando la mujer se sale del propósito divino, todo se convierte es un caos... y eso es lo que vemos en nuestra sociedad:

- Hombres que maltratan a las mujeres, hombres que son un desorden a nivel sexual, hombres infieles en el matrimonio, hombres homosexuales, hombres con malos hábitos, hombres drogadictos… en fin, hombres que no reflejan la imagen de Dios.
- Mujeres que no respetan a sus esposos, mujeres que llevan una vida de lujuria, mujeres infieles en el matrimonio, mujeres homosexuales, mujeres con malos hábitos, mujeres drogadictas… en fin, mujeres que no reflejan la imagen de Dios.

Pablo sigue diciendo: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (v. 8, 9).

En el principio, el varón fue creado por Dios a partir de la tierra y la mujer fue creada por Dios (pero usando la materia prima tomada del varón). El varón no debe vanagloriarse de ello porque realmente fue hecho del polvo de la tierra, y la mujer no debe sentirse inferior porque el material de ambos es el mismo.

Lo maravilloso del método usado por Dios es que nos lleva a ambos (varones y mujeres) a estar más unidos ya que venimos del mismo polvo y somos una familia como raza humana, aunque somos tan diferentes en muchos aspectos.

El pensamiento central aquí es que el varón y la mujer entendamos que Dios trazó un orden y debemos ajustarnos a su plan que es perfecto: el varón es cabeza de la mujer (lo cual demanda una gran responsabilidad por su bienestar integral) y la mujer está bajo la autoridad del varón (lo cual demanda ser una ayuda idónea integral).

El hecho de que las mujeres cristianas se cubran la cabeza significa que ellas toman la posición que Cristo toma ante Dios y que el varón toma ante Cristo: una posición de sujeción en amor y obediencia para agradar a Dios. La exigencia divina es para todos (para los varones y para las mujeres).

La intención de Dios es que las mujeres se cubran la cabeza de modo que expresen el orden y el gobierno de Dios sobre la tierra. Dios pide que solo las mujeres se cubran la cabeza. La mujer no se cubre la cabeza por causa de ella misma, sino por lo que ello significa. La mujer se cubre la cabeza por pertenecer al género femenino; además, se cubre la cabeza como representante, pues ella representa a todo hombre y también representa a Cristo. La mujer representa a todo hombre ante Cristo; y ella también representa a Cristo delante de Dios.

Miremos las implicaciones que tiene para la mujer el cubrirse la cabeza:

- El hecho de que la mujer se cubra delante de Dios el Padre muestra que ella entiende que Cristo se somete a Dios el Padre.
- El hecho de que la mujer se cubra la cabeza delante de Cristo muestra que ella entiende que cada varón se debe someter a Cristo.
- El hecho de que la mujer se cubra la cabeza delante del varón muestra que ella entiende la posición de respeto y honra que debe tener con respecto al varón.
- El hecho de que la mujer no se cubra la cabeza delante de Dios el Padre, delante de Cristo y delante del varón, muestra que ella no ha entendido este principio de autoridad que Cristo mismo estableció y que él cumple ante el Padre.

EL SIMBOLISMO DE LA CABEZA ES DEMASIADO IMPORTANTE EN LA BIBLIA…

Cristo no se pone como autoridad sobre Dios el Padre aunque son iguales en su naturaleza divina. Entre Dios el Padre y Cristo, una cabeza debe estar cubierta; es decir, de forma simbólica, Cristo cubre su cabeza (somete su voluntad al Padre).

Por otro lado, ningún varón debe asumir ninguna autoridad sobre Cristo porque sería una afrenta y una deshonra. Así pues, todos los varones deben permitir que Cristo sea la cabeza. Si un varón no se sujeta a Cristo, habrá dos cabezas. Cuando hay dos cabezas, una de ellas debe ser cubierta (aquí está el símbolo de sujeción a otro). Entre Cristo y todo varón, una cabeza debe estar cubierta (simbólicamente y no físicamente) y es la del varón. De igual modo, entre el hombre y la mujer, una cabeza debe estar cubierta. Si una de las cabezas no se cubre, habrá dos cabezas. Así pues, aunque son iguales ante Dios, el orden divino es que el varón sea cabeza sobre la mujer. En este sentido, la mujer debe tener su cabeza cubierta en señal de sujeción a su cabeza y a su autoridad inmediata (que es el varón).

No debe haber dos cabezas en el orden de Dios. Si el Padre es la cabeza, Cristo no puede ser la cabeza; si Cristo es la cabeza con respecto al varón, el varón no puede ser la cabeza; y si el varón es la cabeza con respecto a la mujer, la mujer no puede ser la cabeza.

Dios enseña en la Biblia que las mujeres creyentes deben representar su reino y una forma de reflejar el orden de Dios está en llevar su cabeza cubierta en señal de sumisión al varón. Esto expresa el sistema del gobierno de Dios.

En particular, Dios ordena que la mujer se cubra la cabeza al orar y profetizar (v. 5). Esto se debe a que ella debe reconocer el gobierno de Dios cuando acude a Dios (oración) o cuando habla en nombre de Dios (profetizar). Ya sea que ella ore por los hombres ante Dios o que profetice de parte de Dios ante los hombres, ella debe realizar estas actividades (las cuales tienen que ver con Dios) con la cabeza cubierta. Esto tiene como propósito expresar el gobierno de Dios.

En la época de Pablo, una mujer demostraba que era sujeta a su marido usando un velo o dejándose crecer el cabello y esto es acorde a los principios bíblicos de autoridad (1 Cor. 11:5, 15). Así pues, Pablo aconseja a las mujeres de Corinto que se dejaran crecer el cabello para que de esta manera, públicamente pudieran honrar a sus maridos.

Otra razón importante del cabello largo de la mujer es el poder distinguir a los sexos; el hombre no debe tener la apariencia de una mujer ni una mujer debe tener la apariencia de un hombre. Dios hizo al hombre y a la mujer con aspectos físicos que distinguen el uno del otro porque cada uno cumple un rol diferente dentro de los propósitos de Dios (Ef. 5:21-33). Por eso es que el apóstol Pablo le dice a los Corintios que el hombre no se debe dejar crecer el caballo largo y parecerse a una mujer y la mujer no debe cortarse el cabello de tal forma que parezca un hombre (1 Cor. 11:10-15). Hoy vemos las consecuencias de la mezcla de características masculinas y femeninas en la sociedad, donde no hay una identidad sexual definida y cada vez hay más homosexuales, lesbianas, travestis, etc., lo cual está en contra de la Palabra de Dios.

El cabello largo también era de importancia para la iglesia de Corinto porque varias mujeres que antes servían como “prostitutas santas” en los templos griegos, se estaban convirtiendo al Cristianismo. Antes de rendirse a Cristo estas mujeres ofrecían sus cuerpos en prostitución para adorar a los dioses griegos y así juntar fondos para el sostén del templo y de los sacerdotes paganos. Una característica que distinguía a las prostitutas santas era el que se rapaban el pelo. El apóstol Pablo les dice a estas nuevas cristianas en 1 Cor. 11 que al contrario de las prácticas religiosas a otros dioses donde las mujeres se rapaban, una mujer piadosa da honra al Señor dejándose crecer el cabello. Pablo le explica a las cristianas de Corinto que el cabello es un velo natural que Dios le da a la mujer para honra (1 Cor. 11:15). El dejar de afeitarse la cabeza y dejarse crecer el cabello no solamente honraba a Dios sino que también era una manera visible de mostrarle a todos que la antigua vida de pecado quedaba atrás por una nueva vida en Cristo.

El cabello de la mujer cristiana sigue siendo un velo de honra en el presente; además, esto ayuda a distinguir a la mujer del hombre y trae gloria a Dios.

Una mujer cristiana debe tener su cabello largo, de tal forma que su aspecto sea femenino y conserve su identidad como tal. Por tanto, los cortes de cabello y los peinados en la mujer que tienen la apariencia masculina están en contra de los principios establecidos por Dios en la Biblia; de igual forma aplica para los cortes de cabello y los peinados en el hombre que tengan una apariencia femenina.

Pablo sigue diciendo: “por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles” (v. 10).

La mujer cristiana debe tener señal de autoridad sobre su cabeza y esta señal es cubrirse la cabeza. Otra de las razones que Pablo expresa es que los ángeles están observando a la Iglesia, al pueblo de Dios sobre la tierra, el que ha conocido los principios bíblicos y el que representa a Dios sobre la tierra. Una señal de sumisión de la mujer al varón y por tanto, al principio del gobierno de Dios y de autoridad en la Biblia, es tener su cabeza cubierta.

Las Escrituras nos enseñan la historia de la caída de los ángeles que no guardaron su dignidad y que se rebelaron contra el orden de Dios (Jud. 1:6). Satanás y los ángeles se rebelaron, pero ¿cómo sucedió esto? Satanás se exaltó a sí mismo con la intención de ser igual a Dios y muchos ángeles lo apoyaron en su desobediencia (Ap. 12:3, 4). En Is. 14:11-15 habla figurativamente de un personaje altivo que cuadra de forma clara con el perfil de Satanás; él se ensoberbeció y quiso ascender a la altura de Dios. En otras palabras, Satanás descubrió su cabeza ante Dios; no se sujetó a la autoridad de Dios. El pensamiento de Lucero o Luzbel era: “Subiré al cielo... levantaré mi trono... en el monte del testimonio me sentaré... sobre las alturas de las nubes subiré... seré semejante al Altísimo” (v. 13, 14). Esta fue la ambición de Satanás. Aquí vemos el origen de su caída: pretender asumir autoridad sin antes someterse a la autoridad de Dios. Y esta historia se sigue repitiendo en el ser humano: en hombres y mujeres que no quieren ajustarse a la voluntad perfecta de Dios.

Por esta razón, los ángeles desean ver un testimonio en la tierra, de hombres y mujeres que hacen la voluntad de Dios. En cuanto a la mujer, el tener la cabeza cubierta es señal de sujeción a la voluntad de Dios.

Al mismo tiempo, el guardar este principio es un testimonio a los ángeles caídos (a los demonios) de que hay mujeres que profesan piedad y viven de acuerdo al gobierno y a la autoridad de Dios. Al aceptar al varón como cabeza, ellas están aceptando a Cristo como cabeza del varón y al Padre como cabeza de Cristo.

La desobediencia ha traído caos al universo, a los ángeles rebeldes, a la tierra y a la raza humana, pero a través de Cristo hemos aprendido a obedecer las Escrituras y esto trae restauración del orden, paz y bendición de parte de Dios para nosotros y para el mundo.

Cuando las mujeres piadosas guardan este principio en la iglesia y en la sociedad, son un testimonio claro de obediencia a Dios. Este acto proclama a los ángeles santos y a los ángeles caídos que Dios ha obtenido en la iglesia lo que él desea: obediencia a sus mandamientos. Así que, la mujer debe llevar señal de sumisión sobre su cabeza por causa de los ángeles.

Cuando las mujeres que profesan piedad no guardan este principio en la iglesia y en la sociedad, son un mal testimonio de desobediencia a Dios. Este acto distorsiona la imagen de Dios en su iglesia ante los ángeles santos y ante los ángeles caídos, mostrando que Dios no es honrado en este aspecto.

En 1 Cor. 11:11, 12 Pablo dice: “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios”. Aquí encontramos que el varón no debe asumir una posición de autoritarismo, dominio, maltrato y tiranía con la mujer, exigiendo obediencia ciega y sometimiento incondicional, porque él mismo proviene de una mujer. Notemos que en el huerto de Edén, la mujer procedió del varón. Pero hoy, después de la época del huerto de Edén, la mujer es el medio por el cual nace el varón. Todo varón nace de una mujer. En realidad, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. Ni el varón ni la mujer puede decir que él o ella es superior. Al final, todas las cosas proceden de Dios. De hecho, el hombre nace de la mujer y la mujer provino del hombre (Adán). Nadie debe enorgullecerse de sí mismo ni tampoco debe menospreciarse a sí mismo: todos somos iguales ante Dios.

Pablo ha expuesto argumentos bíblicos muy sólidos y luego dice: “Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?” (v. 13). Con estas explicaciones deberíamos ya comprender este principio pero es muy importante que estemos convencidos por las Escrituras y por razonamientos lógicos y espirituales.

Pablo sigue diciendo: “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello” (v. 14, 15). Según los principios bíblicos que estamos analizando, el hombre con el cabello largo cubre su cabeza y afrenta a Cristo; por eso, el dejarse crecer el cabello le es deshonroso al varón por su posición de sumisión con respecto a Cristo. Por el contrario, la mujer con cabello largo cubre su cabeza y honra al varón, a Cristo y al Padre. Por eso, el dejarse crecer el cabello le es honroso por su posición de sumisión con respecto al varón.

En síntesis, Dios cubrió la cabeza de la mujer dándole el cabello largo. Siendo éste el caso, aquellas mujeres que aceptan la autoridad de Dios deben usar su cabello largo para cubrir su cabeza.

Al final, Pablo cierra este tema diciendo: “Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios” (v. 16).

En estos puntos sobre el cabello, hay muchos que generan contienda y tienen sus opiniones personales; sin embargo, lo que vale no es mi opinión humana sino el principio de Dios en la Biblia y es un asunto que no se debe negociar ni cambiar.

Pablo expresa que las iglesias de Dios de su tiempo seguían la costumbre de que los varones tuviesen su cabello corto y que las mujeres tuviesen su cabello largo, conforme a la enseñanza que estamos tomando de la carta de Pablo a la iglesia de Corinto.

Muchos piensan que el asunto del cabello, tratado en esta carta, tiene un contexto y una aplicación exclusiva para los lectores de la misma: los corintios. No obstante, los argumentos expuestos anteriormente apuntan a una interpretación general para la Iglesia de Cristo.

Recordemos que estamos tocando el tema de la autoridad establecida por Dios: Cristo se somete al Padre, el varón se somete a Cristo y la mujer se somete al varón (esto no es un asunto solo para la iglesia de Corinto). 

Según la costumbre de esos tiempos, todos los judíos se cubrían la cabeza cuando entraban en la sinagoga. Los hombres judíos y las mujeres judías se cubrían la cabeza con un velo antes de entrar en la sinagoga. Sin ese velo, no podían entrar en la sinagoga. La costumbre de los griegos (y Corinto era parte de Grecia) consistía en que, al entrar en el templo, tanto los hombres como las mujeres tenían descubierta la cabeza. En los tiempos de Pablo, ninguna raza ni país tenía la costumbre de que los hombres se descubrieran la cabeza y que las mujeres se la cubrieran. Todos los judíos de aquella época se cubrían la cabeza, mientras que todos los gentiles se la descubrían; sin embargo, con respecto a las iglesias de Dios (en Cristo), los varones deben descubrirse la cabeza mientras que las mujeres deben cubrírsela: éste es el principio que Pablo enseñó y que se practicaba en las iglesias de Dios (bajo la gracia en el N.T.). Esta costumbre era diferente de las costumbres de los judíos y de los gentiles, y venía de parte de Dios.

Si alguien no comprende este tema o no está de acuerdo, es mi oración que el Señor le guíe a toda verdad a través de las Escrituras; sin embargo, la salvación es individual y es por gracia y por fe en la obra de Cristo en la cruz. Con estas enseñanzas no pretendo decir que el hacer estas cosas nos den entrada al cielo porque no podemos ganarnos el cielo a través de las obras; no obstante, estos principios son de Dios y el obedecerlos hace parte de una vida de santidad y honra para que tengamos un buen testimonio ante Dios y ante una sociedad que necesita un ejemplo digno de imitar para volverse a Dios de todo corazón. 

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