c. ¿Puede ser considerado como legalismo el hecho de
procurar la santidad externa?
Para responder a
esta pregunta debemos definir claramente qué es legalismo.
El legalismo se
define como la aplicación de leyes y de reglamentos humanos como base de la
justificación o santificación, las cuales solo se obtienen por la fe en Cristo
y por los méritos de su sangre; sin embargo, no debemos olvidar que la
santificación tiene dos aspectos:
- Es inmediata
al creer en Cristo y reconocer su obra en la cruz, mediante un acto de
arrepentimiento genuino y una decisión de convertirse del pecado a la justicia
de Dios.
- Es progresiva,
ya que la meta de Dios es que tengamos una nueva vida donde las cosas viejas
pasan y todo es hecho nuevo (2 Cor. 5:17).
Pablo dice: “Porque yo les doy testimonio de que tienen
celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios,
y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de
Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”
(Rom. 10:2-4).
Jamás debemos
pensar que la salvación se obtiene por la santificación progresiva y mucho
menos, mediante buenas obras; no obstante, también sería un error quitarle
valor a las obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Pablo también
dice: “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para
que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas” (Ef. 2:8-10).
Pablo comprende
que las buenas obras son de Dios y que es su voluntad que abundemos en ellas
como ejemplo y reflejo del carácter de Cristo en nosotros (Fil. 1:9; Tito 2:7
14; 3:8), pero ninguna de ellas nos da la salvación, solo Cristo.
El legalista no
entiende bien la suficiencia del sacrificio de Jesús, la justificación por la
fe, el proceso de santificación y la relación del cristiano con la ley divina.
El legalismo es
uno de los problemas espirituales más comunes en países con influencia
católica, ya que el catolicismo está fundamentado en ritos, en ceremonias y en
la doctrina de la salvación por méritos.
Para entender la
razón por la cual el legalismo es tan grave, es necesario comprender la
Justificación y la Santificación.
La JUSTIFICACIÓN quiere decir “declarado
justo”. No significa “ser hecho justo”. La justificación es un decreto divino
en el que Dios nos declara legalmente aceptables en Cristo. Incluye el perdón
de pecados con la imputación del don de la justicia perfecta de Jesucristo. “Imputación”
significa atribuirle a uno lo que pertenece a otro. Es decir, Dios atribuye al
creyente, en un sentido legal, la perfección de Cristo. La Justificación es un
solo acto, no repetido e irrevocable. No es un proceso.
Esta doctrina
está expuesta en capítulos importantes como Romanos 3, 4, 5, y Gálatas 3, 4 y
también Rom. 8:33. Simplemente quiere decir que Dios no acepta acusaciones
legales en contra de sus hijos, porque los percibe como justos delante de Su
ley por causa de Cristo. En vista de que no hay grados en la justicia perfecta
de Cristo, es lógico que no pueden existir grados diferentes de justificación
entre cristianos. El nuevo nacido en Cristo no es menos “justificado” delante
de Dios que el creyente que lleva años de trayectoria y experiencia en el
camino del Señor (sea un pastor, un ministro o un cristiano, miembro de una
iglesia).
La SANTIFICACIÓN (progresiva), en cambio,
es un proceso y significa “ser hecho santo”. La obra del Espíritu Santo en el
creyente es enseñarle al creyente a conformarse con la justicia absoluta que
tiene en el sentido legal por la Justificación. Aunque debemos aplicar todas
las medidas disponibles para alcanzar a la santificación, las Escrituras
indican que nadie puede santificarse a sí mismo (aparte de Cristo) a causa de
la debilidad de nuestra carne (Rom. 8:3-7). Por lo tanto, la santificación es
una obra en que Dios es el autor y no el hombre. Es el fruto de la unión viva
del creyente con Cristo, obrado desde adentro, y por este motivo, no puede ser
resultado de la aplicación de reglamentos exteriores humanos (1 Ts. 5:23; Heb.
13:20, 21; Jn. 15:4; Gál. 2:20). Sin embargo, el creyente tiene la
responsabilidad de limpiarse a través de la obediencia a la Palabra de Dios
mediante el poder del Espíritu Santo (Gál. 5:22-24).
¿Existen grados
de santificación entre cristianos? Siendo un proceso que dura por toda la vida,
la respuesta es SI porque unos se santifican más que otros, unos obedecen más
que otros y es Dios y las Escrituras quienes dan testimonio de ello (2 Tim. 2:19-21;
Ap. 22:11; Pr. 27:2). Además, el Señor también hace diferencia entre los
verdaderos creyentes y los falsos creyentes en toda la Biblia. Ahora bien, Dios
es el que justifica y conoce todo lo que hay en cada cristiano; por tanto, no
debemos condenar a otros ligeramente ni debemos etiquetar como “no salvos” a
todos los que no piensen o actúen como nosotros. Dejemos a Dios el acto de
pesar los corazones y los espíritus (Pr. 16:2); sin embargo, sí hay casos en
los cuales la Biblia determina quienes son salvos: los que claramente practican
el pecado de forma reiterativa y los que niegan la divinidad de Cristo y su
obra en la cruz.
Ahora bien, hay
muchos que llaman legalismo a los principios de santidad que Dios establece en
las Escrituras y esta actitud es reprendida en la Biblia ya que están teniendo
en poco las demandas de Dios; casi siempre este tipo de personas son liberales
en su forma de vivir el evangelio y quieren justificar sus actos, sus conceptos
y sus prácticas usando este lenguaje teológico pero a Dios no lo podemos
engañar.
Mi deseo como
cristiano (salvo por gracia, hijo de Dios por la fe en Cristo y no por las
obras), es exponer argumentos bíblicos y razonables acerca de los principios de
santidad que Dios establece en su Palabra, pero mi oración es que el Señor de
entendimiento a todos los que leen este material para que crezcan en su
relación con Dios y que miren su vida en el espejo de la Ley de Dios,
examinando si andan en la perfecta voluntad de Dios o no.
En los próximos
temas que voy a tratar, muchos se pueden escandalizar o pueden estar en
desacuerdo con la posición que planteo pero les invito a que abran su mente y
su corazón para evaluar si los argumentos presentados son bíblicos y lógicos, o
si mi posición es legalista.
Si usted lee
solo parte de los estudios, no tendrá la información necesaria para concluir si
mi posición es correcta o incorrecta, pero si usted ha estado revisando con
seriedad estos principios y doctrinas de la Biblia, con todos los estudios sobre la santidad con detalle y buscando las
citas bíblicas de forma diligente y aún así no está de acuerdo con los
planteamientos mencionados, agradezco su interés y pido al Señor que le guíe a
toda verdad.
Insisto en que
la salvación no depende de nuestras obras y que somos justificados únicamente
por la fe en Cristo y por su sangre; por tanto, si usted ha creído en él y ha
recibido su perdón y su gracia, somos hermanos en Cristo y mi mayor anhelo es
que siga adelante en los caminos del Señor y congregándose en una iglesia que
honre y enseñe la sana doctrina de la Biblia.
Dios le bendiga
No hay comentarios.:
Publicar un comentario