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martes, 12 de mayo de 2015

Santidad interna y externa Parte IV


c. ¿Puede ser considerado como legalismo el hecho de procurar la santidad externa?

Para responder a esta pregunta debemos definir claramente qué es legalismo.

El legalismo se define como la aplicación de leyes y de reglamentos humanos como base de la justificación o santificación, las cuales solo se obtienen por la fe en Cristo y por los méritos de su sangre; sin embargo, no debemos olvidar que la santificación tiene dos aspectos:

- Es inmediata al creer en Cristo y reconocer su obra en la cruz, mediante un acto de arrepentimiento genuino y una decisión de convertirse del pecado a la justicia de Dios.
- Es progresiva, ya que la meta de Dios es que tengamos una nueva vida donde las cosas viejas pasan y todo es hecho nuevo (2 Cor. 5:17).

Pablo dice: “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Rom. 10:2-4).

Jamás debemos pensar que la salvación se obtiene por la santificación progresiva y mucho menos, mediante buenas obras; no obstante, también sería un error quitarle valor a las obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Pablo también dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:8-10).

Pablo comprende que las buenas obras son de Dios y que es su voluntad que abundemos en ellas como ejemplo y reflejo del carácter de Cristo en nosotros (Fil. 1:9; Tito 2:7 14; 3:8), pero ninguna de ellas nos da la salvación, solo Cristo.

El legalista no entiende bien la suficiencia del sacrificio de Jesús, la justificación por la fe, el proceso de santificación y la relación del cristiano con la ley divina.

El legalismo es uno de los problemas espirituales más comunes en países con influencia católica, ya que el catolicismo está fundamentado en ritos, en ceremonias y en la doctrina de la salvación por méritos.

Para entender la razón por la cual el legalismo es tan grave, es necesario comprender la Justificación y la Santificación.

La JUSTIFICACIÓN quiere decir “declarado justo”. No significa “ser hecho justo”. La justificación es un decreto divino en el que Dios nos declara legalmente aceptables en Cristo. Incluye el perdón de pecados con la imputación del don de la justicia perfecta de Jesucristo. “Imputación” significa atribuirle a uno lo que pertenece a otro. Es decir, Dios atribuye al creyente, en un sentido legal, la perfección de Cristo. La Justificación es un solo acto, no repetido e irrevocable. No es un proceso.

Esta doctrina está expuesta en capítulos importantes como Romanos 3, 4, 5, y Gálatas 3, 4 y también Rom. 8:33. Simplemente quiere decir que Dios no acepta acusaciones legales en contra de sus hijos, porque los percibe como justos delante de Su ley por causa de Cristo. En vista de que no hay grados en la justicia perfecta de Cristo, es lógico que no pueden existir grados diferentes de justificación entre cristianos. El nuevo nacido en Cristo no es menos “justificado” delante de Dios que el creyente que lleva años de trayectoria y experiencia en el camino del Señor (sea un pastor, un ministro o un cristiano, miembro de una iglesia).

La SANTIFICACIÓN (progresiva), en cambio, es un proceso y significa “ser hecho santo”. La obra del Espíritu Santo en el creyente es enseñarle al creyente a conformarse con la justicia absoluta que tiene en el sentido legal por la Justificación. Aunque debemos aplicar todas las medidas disponibles para alcanzar a la santificación, las Escrituras indican que nadie puede santificarse a sí mismo (aparte de Cristo) a causa de la debilidad de nuestra carne (Rom. 8:3-7). Por lo tanto, la santificación es una obra en que Dios es el autor y no el hombre. Es el fruto de la unión viva del creyente con Cristo, obrado desde adentro, y por este motivo, no puede ser resultado de la aplicación de reglamentos exteriores humanos (1 Ts. 5:23; Heb. 13:20, 21; Jn. 15:4; Gál. 2:20). Sin embargo, el creyente tiene la responsabilidad de limpiarse a través de la obediencia a la Palabra de Dios mediante el poder del Espíritu Santo (Gál. 5:22-24).

¿Existen grados de santificación entre cristianos? Siendo un proceso que dura por toda la vida, la respuesta es SI porque unos se santifican más que otros, unos obedecen más que otros y es Dios y las Escrituras quienes dan testimonio de ello (2 Tim. 2:19-21; Ap. 22:11; Pr. 27:2). Además, el Señor también hace diferencia entre los verdaderos creyentes y los falsos creyentes en toda la Biblia. Ahora bien, Dios es el que justifica y conoce todo lo que hay en cada cristiano; por tanto, no debemos condenar a otros ligeramente ni debemos etiquetar como “no salvos” a todos los que no piensen o actúen como nosotros. Dejemos a Dios el acto de pesar los corazones y los espíritus (Pr. 16:2); sin embargo, sí hay casos en los cuales la Biblia determina quienes son salvos: los que claramente practican el pecado de forma reiterativa y los que niegan la divinidad de Cristo y su obra en la cruz.

Ahora bien, hay muchos que llaman legalismo a los principios de santidad que Dios establece en las Escrituras y esta actitud es reprendida en la Biblia ya que están teniendo en poco las demandas de Dios; casi siempre este tipo de personas son liberales en su forma de vivir el evangelio y quieren justificar sus actos, sus conceptos y sus prácticas usando este lenguaje teológico pero a Dios no lo podemos engañar.

Mi deseo como cristiano (salvo por gracia, hijo de Dios por la fe en Cristo y no por las obras), es exponer argumentos bíblicos y razonables acerca de los principios de santidad que Dios establece en su Palabra, pero mi oración es que el Señor de entendimiento a todos los que leen este material para que crezcan en su relación con Dios y que miren su vida en el espejo de la Ley de Dios, examinando si andan en la perfecta voluntad de Dios o no.

En los próximos temas que voy a tratar, muchos se pueden escandalizar o pueden estar en desacuerdo con la posición que planteo pero les invito a que abran su mente y su corazón para evaluar si los argumentos presentados son bíblicos y lógicos, o si mi posición es legalista.

Si usted lee solo parte de los estudios, no tendrá la información necesaria para concluir si mi posición es correcta o incorrecta, pero si usted ha estado revisando con seriedad estos principios y doctrinas de la Biblia, con todos los estudios sobre la santidad con detalle y buscando las citas bíblicas de forma diligente y aún así no está de acuerdo con los planteamientos mencionados, agradezco su interés y pido al Señor que le guíe a toda verdad.

Insisto en que la salvación no depende de nuestras obras y que somos justificados únicamente por la fe en Cristo y por su sangre; por tanto, si usted ha creído en él y ha recibido su perdón y su gracia, somos hermanos en Cristo y mi mayor anhelo es que siga adelante en los caminos del Señor y congregándose en una iglesia que honre y enseñe la sana doctrina de la Biblia.

Dios le bendiga

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