Introducción
La Iglesia de
Cristo en la tierra no es una religión ni una denominación sino que es el
conjunto de creyentes salvos y nacidos de nuevo por la fe en Cristo y su obra
en la cruz, y que por el conocimiento y la vivencia de la palabra de Dios se
han convertido de corazón a Cristo, le siguen y buscan hacer la voluntad de
Dios. Por otro lado, existen iglesias y comunidades cristianas en donde los
creyentes en Cristo comparten su fe, oran juntos, adoran a Dios, estudian la
Biblia y se estimulan mutuamente para crecer en la vida espiritual (en casas,
en lugares públicos, en locales, en templos construidos, etc.). En este
aspecto, Dios llama a hombres y mujeres que son salvos y nacidos de nuevo para
ejercer un ministerio (servicio) para predicar el evangelio y hacer discípulos,
conformando estas comunidades en diferentes lugares.
Esta labor
obviamente tiene costos por la necesidad de invertir tiempo y esfuerzos,
elaborar y adquirir material didáctico, comprar implementos de trabajo y
equipos adecuados para realizar la gran comisión que Cristo nos encomendó y
cumplir con todos los propósitos de la Iglesia en la tierra. Por ende, cada
creyente y cada iglesia deben asumir el compromiso integral de llevar el
evangelio a todo lugar: “… Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15).
Mientras estemos
en esta vida necesitaremos del dinero para subsistir, y para la administración
de la iglesia también es necesario hablar de lo económico. Lamentablemente,
este tema ha sido el centro de muchos malentendidos, abusos y prácticas anti
bíblicas que afectan el buen nombre del evangelio y es motivo de escándalos y
malos testimonios de personas que dicen predicar la palabra de Dios pero que su
interés es convertir el evangelio en un negocio.
Valga decir que
una iglesia, un hombre o una mujer que predica el evangelio por dinero y para
enriquecerse, ha perdido el verdadero sentido del Cristianismo y no es digno de
llamarse hijo de Dios o servidor de Dios porque no se puede servir a Dios y a
las riquezas al mismo tiempo.
Jesús dijo: “Ningún siervo puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará
al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lc. 16:13).
Jesús no predicó
por dinero y su prioridad no era recibir beneficios económicos de sus oyentes
aunque recibió el apoyo financiero de muchos de sus seguidores para su
sostenimiento y el de sus discípulos; asimismo hicieron todos los apóstoles y
ministerios que honraron a Cristo en el N.T. Por consiguiente, si yo digo que
sigo a Cristo, debo predicar solo por amor a la gente que necesita recibir su
salvación y aprender a vivir en la voluntad de Dios; entonces, el Señor se
encargará de poner en el corazón de las personas el deseo de contribuir con un
ministerio llamado por el Señor. No obstante, las bendiciones que Dios me de en
lo material siempre deben estar en un segundo plano; el día que yo ponga lo
material por delante, mi corazón ha convertido al dinero en un ídolo y en un
tropiezo para ser integro delante de Dios y delante de la gente.
Leamos las
palabras del apóstol Pablo con respecto al que predica el evangelio: “Si alguno enseña otra cosa, y no se
conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que
es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de
cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos,
blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de
entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de
ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de
contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos
sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los
que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias
y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim.
6:3-10).
La codicia es
uno de los pecados que Dios reprueba en los 10 mandamientos: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni
su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éx. 20:17).
El mismo Pablo
dice que el avaro es idólatra y que no tendrá entrada al reino de los cielos: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario,
o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de
Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira
de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Ef. 5:5, 6).
Si Pablo habla
esto con respecto al pecado de la codicia, cuánto más vendrá el castigo de Dios
si el que codicia lo hace en relación con la predicación del evangelio.
“y por avaricia harán mercadería de vosotros con
palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se
tarda, y su perdición no se duerme” (2 Ped. 2:3).
Alguien dijo:
“el que predica el evangelio por dinero, lo único que le espera es el
infierno”. Estas palabras son fuertes pero son completamente reales porque Dios
está airado con aquellas iglesias, denominaciones, concilios, obispos,
sacerdotes, pastores, evangelistas y predicadores que tienen como motivación el
dinero y no el amor por la gente, el cuidado diligente del rebaño del Señor, la
salvación y la santificación de los creyentes, la sana enseñanza de la Biblia y
todo lo que representa la edificación del cuerpo de Cristo que es su Iglesia.
Este estudio
tiene como objetivo principal el exponer cuál es el método bíblico correcto en
relación con el Nuevo Pacto de Cristo, para el sostenimiento de cada iglesia
local que se dedica a difundir el evangelio de forma seria y trasparente ante
los ojos de Dios y ante la mirada de la gente que espera confirmar los valores
fundamentales del Cristianismo en aquellos que dicen seguir a Jesús.
Una iglesia
local centrada en la Biblia está conformada por hombres y mujeres que se
identifican con una visión de trabajo en la expansión del reino de los cielos;
una iglesia local enfocada en Cristo está ubicada en un sector específico en
donde se desarrolla un programa de evangelismo y discipulado de acuerdo a la
voluntad de Dios.
Cada iglesia o
comunidad necesita establecer normas, reglas y un sistema administrativo
coherente con la Biblia para funcionar; algunas iglesias cuentan con un grupo
de pastores, otras tienen un pastor principal y otras tienen una junta de
creyentes considerados idóneos que presidir la congregación.
Con respecto a
la administración financiera, se habla de los diezmos y las ofrendas pero hay
diversidad de opiniones acerca de estos dos conceptos en la Biblia, y se
discute mucho acerca de cómo debe aplicarse a la Iglesia de Cristo en el N.T.
Quienes enseñan
la práctica del diezmo suelen ser reconocidos en sus iglesias como personas
preparadas para enseñar la Biblia y los miembros de estas congregaciones
confían en su capacidad para interpretar el tema del diezmo. Estos predicadores
suelen entender que ya no vivimos bajo la Ley de Moisés pero su enseñanza sobre
el diezmo es errónea porque aplican este concepto a la Iglesia de Cristo de
forma incorrecta, usando muchos pasajes de la Ley que hablan del diezmo; por
eso surge la pregunta: ¿en que se basan estas personas para solicitar el diezmo
a su membrecía si ya no vivimos bajo la Ley de Moisés?
Si hacemos un
estudio sistemático y objetivo de la Biblia vamos a encontrar referencias del
A.T. y del N.T. sobre cómo fue el sostenimiento del culto a Dios antes y
durante la Ley de Moisés en el A.T., y cómo fue el sostenimiento del ministerio
de nuestro Señor Jesucristo, de los apóstoles y de la iglesia del primer siglo
en el N.T. Esta información nos proporcionará argumentos claros y precisos en
el momento de elegir un sistema administrativo y de gobierno en la iglesia
local que armonice con las Escrituras, que sea de buen testimonio al mundo y
que brinde confianza al pueblo de Dios para apoyar con sus finanzas una iglesia
local y un ministerio cristiano que sea de sana doctrina, de ejemplo y de
frutos genuinos de santidad, justicia, amor y servicio a la gente; sin embargo,
este aporte económico debe ser siempre de forma voluntaria y consciente para el
extensión del reino de Dios y no debe estar basado en interpretaciones
personales y erróneas de la Biblia.
En las próximas publicaciones se ampliará más este tema...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario