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Este blog ha sido creado para brindar un espacio donde queremos compartir el mensaje de la Palabra de Dios mediante diversas herramientas: texto, audio, video, entre otras.

La Iglesia Cristiana Sión tiene como misión el predicar el evangelio a toda criatura y en todas las naciones. Además, la tarea es hacer discípulos auténticos que sigan a Cristo y reflejen su carácter.

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lunes, 27 de julio de 2015

El sostenimiento financiero de la iglesia local Parte I


Introducción
La Iglesia de Cristo en la tierra no es una religión ni una denominación sino que es el conjunto de creyentes salvos y nacidos de nuevo por la fe en Cristo y su obra en la cruz, y que por el conocimiento y la vivencia de la palabra de Dios se han convertido de corazón a Cristo, le siguen y buscan hacer la voluntad de Dios. Por otro lado, existen iglesias y comunidades cristianas en donde los creyentes en Cristo comparten su fe, oran juntos, adoran a Dios, estudian la Biblia y se estimulan mutuamente para crecer en la vida espiritual (en casas, en lugares públicos, en locales, en templos construidos, etc.). En este aspecto, Dios llama a hombres y mujeres que son salvos y nacidos de nuevo para ejercer un ministerio (servicio) para predicar el evangelio y hacer discípulos, conformando estas comunidades en diferentes lugares.

Esta labor obviamente tiene costos por la necesidad de invertir tiempo y esfuerzos, elaborar y adquirir material didáctico, comprar implementos de trabajo y equipos adecuados para realizar la gran comisión que Cristo nos encomendó y cumplir con todos los propósitos de la Iglesia en la tierra. Por ende, cada creyente y cada iglesia deben asumir el compromiso integral de llevar el evangelio a todo lugar: “… Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15).

Mientras estemos en esta vida necesitaremos del dinero para subsistir, y para la administración de la iglesia también es necesario hablar de lo económico. Lamentablemente, este tema ha sido el centro de muchos malentendidos, abusos y prácticas anti bíblicas que afectan el buen nombre del evangelio y es motivo de escándalos y malos testimonios de personas que dicen predicar la palabra de Dios pero que su interés es convertir el evangelio en un negocio.

Valga decir que una iglesia, un hombre o una mujer que predica el evangelio por dinero y para enriquecerse, ha perdido el verdadero sentido del Cristianismo y no es digno de llamarse hijo de Dios o servidor de Dios porque no se puede servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo.

Jesús dijo: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lc. 16:13).

Jesús no predicó por dinero y su prioridad no era recibir beneficios económicos de sus oyentes aunque recibió el apoyo financiero de muchos de sus seguidores para su sostenimiento y el de sus discípulos; asimismo hicieron todos los apóstoles y ministerios que honraron a Cristo en el N.T. Por consiguiente, si yo digo que sigo a Cristo, debo predicar solo por amor a la gente que necesita recibir su salvación y aprender a vivir en la voluntad de Dios; entonces, el Señor se encargará de poner en el corazón de las personas el deseo de contribuir con un ministerio llamado por el Señor. No obstante, las bendiciones que Dios me de en lo material siempre deben estar en un segundo plano; el día que yo ponga lo material por delante, mi corazón ha convertido al dinero en un ídolo y en un tropiezo para ser integro delante de Dios y delante de la gente.
  
Leamos las palabras del apóstol Pablo con respecto al que predica el evangelio: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:3-10). 

La codicia es uno de los pecados que Dios reprueba en los 10 mandamientos: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éx. 20:17).

El mismo Pablo dice que el avaro es idólatra y que no tendrá entrada al reino de los cielos: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Ef. 5:5, 6).

Si Pablo habla esto con respecto al pecado de la codicia, cuánto más vendrá el castigo de Dios si el que codicia lo hace en relación con la predicación del evangelio.

“y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Ped. 2:3).

Alguien dijo: “el que predica el evangelio por dinero, lo único que le espera es el infierno”. Estas palabras son fuertes pero son completamente reales porque Dios está airado con aquellas iglesias, denominaciones, concilios, obispos, sacerdotes, pastores, evangelistas y predicadores que tienen como motivación el dinero y no el amor por la gente, el cuidado diligente del rebaño del Señor, la salvación y la santificación de los creyentes, la sana enseñanza de la Biblia y todo lo que representa la edificación del cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

Este estudio tiene como objetivo principal el exponer cuál es el método bíblico correcto en relación con el Nuevo Pacto de Cristo, para el sostenimiento de cada iglesia local que se dedica a difundir el evangelio de forma seria y trasparente ante los ojos de Dios y ante la mirada de la gente que espera confirmar los valores fundamentales del Cristianismo en aquellos que dicen seguir a Jesús.

Una iglesia local centrada en la Biblia está conformada por hombres y mujeres que se identifican con una visión de trabajo en la expansión del reino de los cielos; una iglesia local enfocada en Cristo está ubicada en un sector específico en donde se desarrolla un programa de evangelismo y discipulado de acuerdo a la voluntad de Dios.

Cada iglesia o comunidad necesita establecer normas, reglas y un sistema administrativo coherente con la Biblia para funcionar; algunas iglesias cuentan con un grupo de pastores, otras tienen un pastor principal y otras tienen una junta de creyentes considerados idóneos que presidir la congregación.

Con respecto a la administración financiera, se habla de los diezmos y las ofrendas pero hay diversidad de opiniones acerca de estos dos conceptos en la Biblia, y se discute mucho acerca de cómo debe aplicarse a la Iglesia de Cristo en el N.T.

Quienes enseñan la práctica del diezmo suelen ser reconocidos en sus iglesias como personas preparadas para enseñar la Biblia y los miembros de estas congregaciones confían en su capacidad para interpretar el tema del diezmo. Estos predicadores suelen entender que ya no vivimos bajo la Ley de Moisés pero su enseñanza sobre el diezmo es errónea porque aplican este concepto a la Iglesia de Cristo de forma incorrecta, usando muchos pasajes de la Ley que hablan del diezmo; por eso surge la pregunta: ¿en que se basan estas personas para solicitar el diezmo a su membrecía si ya no vivimos bajo la Ley de Moisés?

Si hacemos un estudio sistemático y objetivo de la Biblia vamos a encontrar referencias del A.T. y del N.T. sobre cómo fue el sostenimiento del culto a Dios antes y durante la Ley de Moisés en el A.T., y cómo fue el sostenimiento del ministerio de nuestro Señor Jesucristo, de los apóstoles y de la iglesia del primer siglo en el N.T. Esta información nos proporcionará argumentos claros y precisos en el momento de elegir un sistema administrativo y de gobierno en la iglesia local que armonice con las Escrituras, que sea de buen testimonio al mundo y que brinde confianza al pueblo de Dios para apoyar con sus finanzas una iglesia local y un ministerio cristiano que sea de sana doctrina, de ejemplo y de frutos genuinos de santidad, justicia, amor y servicio a la gente; sin embargo, este aporte económico debe ser siempre de forma voluntaria y consciente para el extensión del reino de Dios y no debe estar basado en interpretaciones personales y erróneas de la Biblia.

En las próximas publicaciones se ampliará más este tema...

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