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Espera firme la venida de su Salvador
“He peleado la
buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel
día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:7,
8).
“Yo Jesús he
enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy
la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el
Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed,
venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:16,
17).
“Y ahora,
hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza,
para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados” (1 Jn.
2:28).
Cantidad
de personas han escuchado el evangelio, han recibido enseñanzas bíblicas, han
asistido a diversas iglesias, pero es triste que no hayan permanecido firmes en
la fe, orando, leyendo y estudiando la Biblia, predicando a Cristo, sirviendo
al Señor, congregándose en una iglesia local, dando un buen testimonio como
verdaderos cristianos, etc. Además de eso, sus vidas no están preparadas para
la eternidad (sea que mueran o que Cristo venga por su Iglesia). De igual
forma, hay miles de creyentes que asisten a una iglesia pero sus vidas no son
coherentes con el carácter de Cristo, hacen lo que les parece, practican el
pecado de forma abierta y sin temor de Dios, justifican sus malos hábitos y
dicen que han nacido de nuevo, pero las evidencias son claras. Si la muerte les
sorprendiera o el Señor viniera por su Iglesia, ¿estarían listos para enfrentar
la eternidad y la justicia de Dios? ¿serían salvos aquellos que niegan la eficacia
de la piedad y que se complacen a sí mismos? (2 Tim. 3:1-5).
No
así los creyentes genuinos, fieles, obedientes, consagrados a Dios y entendidos
en la Palabra de Dios…
“Amados, ahora
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro” (1 Jn 3:2, 3).
La
verdadera Iglesia de Cristo le espera en fe, santidad y confianza porque conoce
y comprende las promesas del Señor que dijo: “Ciertamente vengo en breve” (Ap. 22:20).
“He aquí yo
vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su
obra”
(Ap. 22:12).
“He aquí, yo vengo
como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande
desnudo, y vean su vergüenza” (Ap. 16:15).
“He aquí, yo
vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3:11)
La
verdadera Iglesia de Cristo no se deja mover fácilmente por las adversidades,
por las persecuciones, por las críticas, por las tentaciones, por las pruebas,
por la corriente del mundo, por doctrinas de error, por conceptos anti
bíblicos, etc. sino que persevera hasta que Cristo venga y nos lleve al reino
de los cielos.
“Pero con
respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os
rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar,
ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera
nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca” (2 Ts. 2:1,
2).
Cristo
viene pronto, ¿estás preparado para el encuentro con él? ¿tu vida ha sido
lavada, santificada y justificada por Cristo? ¿en ti hay frutos de un verdadero
arrepentimiento? Si esto es real en tu vida, te animo a que sigas adelante
hasta el final porque eres parte de la Iglesia de Cristo.
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