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miércoles, 29 de julio de 2015

El sostenimiento financiero de la iglesia local Parte III


Quizás usted insista en la idea de que el diezmo fue un principio de Dios antes de la Ley; entonces, sigamos analizando la historia de Jacob…

- La historia de la promesa de Jacob de dar a Dios el diezmo empieza con su viaje a Harán, donde la familia de su madre (Gn. 28). Jacob había recibido la primogenitura que pertenecía a su hermano Esaú, por haber sacado provecho en un momento de debilidad. Entonces, por engaño y manipulación, él había tomado la bendición especial reservada para el primogénito. A raíz de esto, Esaú se puso furioso y planeaba asesinar a Jacob en venganza. Así pues, Jacob tuvo que huir por su seguridad, pero antes de partir, su padre, Isaac, había hablado de una bendición sobre él y su descendencia, para que recibiera las promesas de Dios a Abraham y para que heredara la tierra que Dios le había dado. Ya para este tiempo, Jacob había sido extremadamente bendecido. Tenía el derecho de primogenitura de la familia, y también la bendición de Abraham conferida sobre él. Jacob debería tener un fuerte sentido de confianza en su vida, pero no lo tuvo, como podemos ver en sus acciones y en sus palabras.
- En su viaje a Harán, Jacob pasó una noche en un lugar que él llamó Betel. Mientras dormía, soñó y vio al Señor parado en la punta de una escalera que iba de la tierra al cielo. En Gn. 28:13-15 tenemos el relato de lo que el Señor le dijo: “…Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”.
- Dios le dijo a Jacob lo que iba a hacer por él: darle la tierra a él y a su simiente, multiplicar su descendencia, estar con él y protegerlo dondequiera que fuera, y traerlo de nuevo a casa. Fue la promesa de Dios para él y estaba basada solamente en la fe (como en el caso de Abraham). No dependía de ningún requisito condicional… ni diezmos ni ofrendas ni sacrificios. Estaba basada en la promesa original hecha a Abraham, la cual tampoco se estableció por diezmos, ofrendas o sacrificios. Todo lo que Dios esperaba era que Jacob creyera en su palabra y le sirviera porque él quería guardar su promesa, de la misma forma que lo hizo con Abraham, quien vino a ser el padre de la fe.
- En el pacto de Dios con Abraham, Isaac, y Jacob, no hubo absolutamente ningún efecto del diezmo, de la ofrenda o de los sacrificios hechos por el hombre para recibir los beneficios y las bendiciones de Dios. Simplemente, el Señor vino a ellos y les hizo promesas que cubrían cada área de sus vidas y no requería nada de parte de ellos sino solo una fe genuina.
- Jacob no respondió a la promesa de Dios de la misma manera que su padre y su abuelo lo hicieron. Abraham e Isaac aceptaron la promesa por fe y continuaron con sus vidas como Dios les dirigía, pero Jacob no. En Gn. 28:16-22 vemos cómo respondió Jacob a Dios: “Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”.
- La fe toma la palabra a Dios y se apropia de ella; Jacob no lo hizo. Jacob respondió a la promesa de Dios haciendo un juramento, lo que mostró su incredulidad. El dijo “si” tú haces esto, “entonces” tú serás mi Dios y yo te daré el diezmo de todo lo que me dieres. Dios acababa de prometerle que le bendeciría, le protegería, y cumpliría la promesa que él hizo a Abraham; Dios no pidió el diezmo o nada por el estilo; sin embargo, Jacob ignoró lo que Dios le acababa de prometer y su juramento era un trato que él estaba haciendo con Dios… no Dios con él. Jacob tenía más fe en su negociación que en la palabra de Dios que recién había recibido en el sueño.
- Jacob tenía más evidencia para fundamentar su fe que la que tuvieron Abraham e Isaac cuando Dios vino a ellos. Jacob tuvo el beneficio de haber oído de lo que Dios había hecho en sus vidas y él había crecido en medio de la gran fortuna con la que Dios había bendecido a su abuelo y a su padre, pero cuando Dios hizo la misma promesa a Jacob (que había hecho a su padre y a su abuelo), él no respondió con fe como lo hicieron ellos. Abraham había dejado su patria para ir a un destino desconocido pero Jacob ni siquiera se había comprometido a tener al Señor como a su Dios.
- Dios nunca pidió el diezmo ni a Abraham ni a Isaac ni a Jacob ni a ningún personaje antes de la Ley de Moisés; él solo pidió fe. Aparte, Dios esperaba más que una medida limitada; él esperaba un compromiso del 100%. Esta es una lección en la cual Jacob fue muy tardo para aprender. No fue sino hasta su retorno muchos años después, cuando él luchó con Dios toda la noche en el arroyo de Jaboc, que finalmente se comprometió a sí mismo con Dios y ya no trató de negociar con él por medio de un diezmo (Gn. 32).
- Dios hubiera preferido una respuesta de fe en vez de la promesa de un diezmo, la cual solo fue un voto basado en su miedo y en su incredulidad. Lo mismo es cierto en estos días: Dios está buscando fe pero mucha gente está diezmando por temor; tienen miedo de que sus necesidades no sean satisfechas si dejan de diezmar. El dar basado en el temor no agrada a Dios ni tampoco las predicaciones que promueven este concepto (Rom. 14:23).
- Con respecto al juramento de Jacob de dar a Dios el diezmo, no sabemos qué tenía en mente. ¿Planeaba él sacrificar el diez por ciento de sus animales en un altar? Ese no sería el concepto usual del diezmo porque no era para destruirlo por medio de sacrificios. ¿Pensaba él que encontraría un sacerdote y le daría el diezmo? Según la Biblia, no hay ningún registro de algún sacerdote en esa época que recibiera diezmos; aún si hubiese uno, Dios no había ordenado ningún sistema formal de adoración que incluía dar y recibir diezmos. Así pues, Dios no instituyó un sacerdocio o un sistema de diezmo para sustentarlos hasta que fue dada la Ley de Moisés. A no ser que Melquisedec haya sido realmente una aparición preencarnada de Jesucristo, no es probable que aún estuviera con vida cuando Jacob regresó de Harán. Tengamos presente que lo de Harán sucedió cerca de 170 años después que Abraham se encontró con Melquisedec.
- Dios no alabó a Jacob por su juramento de darle el diezmo. La Biblia ni siquiera dice si Jacob alguna vez lo pagó. Aparentemente no era algo importante a los ojos de Dios. Después de todo, no fue idea de Dios y no fue un acto de fe; fue solo un acto de negociación carente de fe hecho por un hombre que realmente no tenía todavía un conocimiento eficaz acerca de Dios.
- Dios había cumplido su palabra a Abraham e Isaac sin ningún juramento de parte de ellos. Los había bendecido, protegido, y los hizo ricos solo conforme a su promesa. Tal vez cuando Jacob peleó toda la noche con Dios junto al arroyo de Jaboc, se dio cuenta que Dios nunca quiso el diezmo… que solo quería fe.
- El diezmo prometido por Jacob fue hecho en relación al viaje que iba a realizar y de lo que Dios le diere en este caso, pero en la Biblia no se habla de un voto de por vida para diezmar.
- El libro de Génesis muestra que Jacob ya tiene antecedentes de ser una persona engañadora, astuta y oportunista; por lo tanto, no debemos tomar este pasaje para decir que Jacob practicaba el diezmo porque la Biblia no evidencia que esto sea un hábito en su vida… tan solo registra una promesa que Jacob hizo a Dios en oración pero esta historia no apoya la práctica de diezmar en el Nuevo Pacto. De igual forma, no se debe aplicar este pasaje para decir que el diezmo es un principio establecido por Dios antes de la Ley porque la Biblia no dice que Dios dio algún mandato a Jacob en este sentido.

Conclusiones:
- Durante el período de tiempo antes de la Ley, Dios a propósito hizo que el tema de los sacrificios y las ofrendas sea un asunto de la libre voluntad de cada uno, de manera que ello sea una expresión real de fe y adoración. Por este motivo, Dios no requirió ciertas cantidades de sacrificios y ofrendas sino que cada creyente dio de corazón y en reconocimiento a la gracia de Dios. Este sí es un principio eterno que nunca cambiará. Así pues, antes de la Ley, no hubo ningún mandamiento de que el hombre debe diezmar. No hay base escritural para decir que el diezmo fue un mandamiento no dicho o un principio universal de adoración. No hay prueba escritural de que ningún otro adorador del Dios verdadero (aparte de Abraham) alguna vez diera a otro el diezmo durante ese tiempo. No hay base escritural para decir que Dios quería el diezmo de nadie durante ese tiempo. Estos son hechos; todo lo demás es especulación y vana palabrería. Usted decide si basa su fe en especulaciones de hombres o en realidades objetivas de la Biblia.
- Pablo dice: “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros” (1 Cor. 4:6). En pocas palabras, aprendamos a no pensar más de lo que está escrito porque eso se llama especulación y nos lleva a forzar la Escritura y a darle un sentido erróneo, engañándonos y engañando a los demás pero Dios no puede ser engañado; todo lo que el hombre siembra, eso cosecha (Gál. 6:7).
- En respuesta a la pregunta ¿los cristianos deben diezmar hoy en día?... no importa si Abraham o Jacob lo hicieron antes de la Ley porque nosotros tenemos una relación con Dios a través de Jesucristo por medio de la fe y no por las obras… es mucho más alta y mejor que cualquier cosa que Abraham o Jacob se hayan imaginado.
- Solo porque una historia, un acto o una promesa estén en la Biblia, no significa que eso retrata la voluntad de Dios para la gente involucrada y no significa que es la voluntad de Dios para nosotros en el Nuevo Pacto. La Biblia registra muchas cosas que hicieron los hombres que no fueron la voluntad de Dios y necesitamos interpretar cada asunto en su contexto.
- Hoy en día existen predicadores que utilizan el ejemplo de estos dos personajes bíblicos para sostener que como el diezmo fue dado antes de la Ley, también se puede aplicar hoy en día; esto lo llaman “diezmos voluntarios” pero es una interpretación errónea del contexto real de la Biblia, ya que ni Abraham ni Jacob entregaban diezmos de forma periódica.
- No hay ningún registro de que Abraham o Jacob ordenasen a sus descendientes seguir tales ejemplos, estableciendo así una práctica, una costumbre o una ley. No obstante, el pago de diezmos se instituyó exclusivamente en el pacto de la Ley con Israel y no antes ni después. Esto se demostrará detalladamente en este estudio; le invito a que siga leyendo y comparando con los versículos de la Biblia.
- Para finalizar, es esencial ratificar que durante todo el periodo de tiempo antes de la Ley solo hay dos referencias bíblicas del diezmo y en ninguno de los casos hay alguna indicación de que los creyentes fueron instruidos por Dios a hacer lo que ellos hicieron. Además, ninguna de estas dos referencias da pie para decir que el diezmo fuese una práctica común en los creyentes que vivieron en ese periodo de tiempo. Entonces, queda descartado completamente algún argumento válido de que el diezmo fuese un principio establecido por Dios antes de la Ley. Si usted insiste en este concepto, entonces solo está basado en especulaciones humanas y no en argumentos bíblicos sólidos.

- Durante la Ley de Moisés

Ya estudiamos el diezmo y las ofrendas a la luz del libro de Génesis (antes de la Ley); ahora vamos a estudiar el diezmo y las ofrendas desde Éxodo hasta Malaquías (durante la Ley).

Empecemos con el diezmo… La percepción general de los cristianos y de los predicadores sobre el diezmo durante la Ley es simplista e inexacta y las referencias escriturales de diezmar durante este periodo (con las sanciones y las promesas de Dios) también son mal interpretadas y erróneamente aplicadas a la Iglesia de Cristo, pero si hacemos un estudio objetivo del diezmo durante la Ley notaremos algunos hechos importantes.

La forma de ver el diezmo tiene mucho que ver con la forma de ver el A.T.; por ejemplo, el A.T. y el N.T. tienen una relación significativa porque las historias, las leyes, los principios y los simbolismos del A.T. son sombra de lo que habría de venir en Cristo.

Con respecto a la relación de ambos testamentos existen varias opiniones:

* Toda ley del A.T. que no se repite en el N.T. queda derogada (suprimida).
* Toda ley del A.T. que no esté derogada expresamente en el N.T. continúa vigente.
* La ley tiene tres partes: civil, ceremonial y moral. Las leyes civiles no se aplican porque no somos la nación de Israel; las leyes ceremoniales tampoco se aplican porque Cristo las ha cumplido, pero las leyes morales y espirituales aún aplican.

Los dos primeros planteamientos no son coherentes con la realidad de la Biblia; el tercer planteamiento es interesante pero no debemos desconocer la complejidad del A.T. a la hora de interpretarlo.

A decir verdad, todas las leyes del Antiguo Pacto son una manifestación del carácter eterno de Dios; por lo tanto, toda ley se aplica a los cristianos en su justa medida a la luz del N.T.; sin embargo, con el fin de averiguar cómo se aplica cada ley, tenemos que llegar al principio fundamental de la ley.

Las leyes del A.T., tal como se presentan, dan las características de ser manifestadas para un pueblo en particular (Israel), en un momento determinado, en un lugar determinado y en virtud de un pacto (el Antiguo Pacto). Así que cuando las leyes están vinculadas a aspectos culturales en Israel o al Antiguo Pacto no son directamente relevantes para los creyentes del Nuevo Pacto y la forma en que se aplica la ley se cambió pero eso no significa que no se aplique el principio fundamental de la ley.

En cuanto al diezmo, se ha expuesto con argumentos claros que no se puede hablar de un principio divino y eterno de diezmar antes de la Ley; del mismo modo, no se puede decir que haya un principio divino y eterno en el diezmo durante la Ley pero sí se podría decir que Dios enseñó a su pueblo el principio de dar y servir con los bienes materiales pero no exclusivamente a través de los diezmos sino también en el tema de las ofrendas, las leyes humanitarias y comunitarias, el trato hacia los demás, la justa retribución entre amos y siervos, y una infinidad de leyes que evidencian la inspiración y la sabiduría infinita de Dios en la Ley de Moisés, en comparación con las leyes de las naciones contemporáneas a Israel, mostrando siempre solidaridad con el prójimo y equilibrio en la justicia social. 

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