- La Iglesia de
Cristo debe generar un estudio serio de la Biblia para los creyentes
En
necesario que los miembros de una congregación cristiana sean formados en la
Palabra de Dios, fundamentados en la sana doctrina, para ser un ejemplo y un
testimonio digno del evangelio de Cristo que transforma vidas en cada área (a
nivel personal, emocional, de pareja, familiar y en todo aspecto). Además, una
iglesia es un semillero donde Dios prepara hombres y mujeres nacidos de nuevo y
de buen testimonio para que sean colaboradores en el reino de Dios, aprendiendo
las Sagradas Escrituras y enseñando a otros las verdades eternas de la Biblia.
Pablo,
como predicador del evangelio y fundador de iglesias en el primer siglo, tuvo
muy claro el hecho de que la iglesia no dependía enteramente de su predicación;
por eso, instruyó a los creyentes y les capacitó para este servicio, dejando en
diferentes lugares personas encargadas de esta labor (Hch. 18:24-28; 19:21, 22;
20:17-38).
“Lo que has oído
de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2).
“Lo que
aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de
paz estará con vosotros” (Fil.4:9).
Aquí
notamos que Pablo recibió de Dios la Palabra para transmitirla a los creyentes
y su prioridad fue siempre vivir las enseñanzas de Dios para que sus oyentes
fueran inspirados a imitar su fe y a obrar conforme a las Escrituras. Asimismo,
en cada iglesia, quienes enseñan la Biblia deben preocuparse por vivir de
acuerdo a lo que ella demanda y deben compartir los principios y las doctrinas
bíblicas con los miembros de la congregación para que todos honren el nombre de
Cristo y que su carácter se refleje en cada uno para la gloria de Dios.
“Esto manda y
enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en
palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en
la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Tim. 4:11-13).
“Pero persiste
tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y
que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden
hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Tim. 3:14,
15).
“Procura con
diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).
“Pero tú has
seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia” (2 Tim. 3:10).
“Ocúpate en
estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a
todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Tim. 4:15,
16).
“Porque la
gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada
y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien
se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla, y exhorta y
reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tito
2:11-15).
Cada
iglesia debe estar centrada en la formación integral de la vida espiritual de
sus miembros y las personas que predican deben enseñar, animar y reprender con
el amor de Dios, con la sabiduría del Espíritu Santo y con la autoridad de una
vida que refleja a Cristo y que es ejemplo para los oyentes. La iglesia debe
ser muy celosa y cuidadosa con respecto a quiénes enseñan la Biblia porque es
una responsabilidad muy importante ante Dios y ante los oyentes; por ende, si
alguien viene de otra congregación se le debe instruir en la Biblia, observando
sus frutos y su testimonio antes de darle participación en cualquier actividad
de la iglesia local porque no se conoce los conceptos y hábitos que trae de
otro lugar.
Una
iglesia que no asume este propósito de la enseñanza bíblica con seriedad y
compromiso, siempre estará buscando actividades de entretenimiento para tratar
de ocupar el tiempo del culto o para agradar a los asistentes con toda clase de
estrategias humanas; además, invitará todo tipo de predicadores sin evaluar el
perfil doctrinal que tienen y esto es muy dañino para la iglesia del Señor; no
obstante, cuando una iglesia, un pastor y una congregación asumen este llamado
divino, habrá una sana enseñanza y un estudio sistemático de la Biblia, lo cual
será un deleite y un motivo de alegría para quienes aman y ponen en alto las
Sagradas Escrituras, no como un libro más sino como la fuente de toda sabiduría
y de todo conocimiento para el crecimiento espiritual.
Cada
iglesia, cada pastor con sus colaboradores y cada creyente en su hogar, deben
ocuparse en la lectura, el estudio, la enseñanza, la formación en valores
cristianos, la instrucción en doctrina bíblica; este trabajo debe estar
enfocado en los niños, los jóvenes y los adultos, comenzando desde cada
familia, donde los padres y los adultos toman el tiempo necesario para
compartir la Biblia con sus seres queridos (especialmente, con los menores).
En
este sentido, se recomienda que cada creyente tenga la meta de leer al menos
una porción o un capítulo diario de la Biblia a fin de recibir un alimento
continuo para su alma. Por otra parte, es una bendición que en cada hogar se
lea la Biblia diariamente y se haga oración (es una actividad que puede tomar unos
minutos y es muy productiva cuando se hace de forma constante). Así pues, el
padre de familia, la madre o el adulto responsable deben tomar la iniciativa y
crear este buen hábito en el horario que sea más conveniente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario